lunes, 16 de septiembre de 2013

-Bueno, dejemos eso y vamos a cenar- intercedió cariñosa Cecilia levantándose del sofá y dirigiéndose a la cocina. Alberto la siguió mientras Miguel se quitaba la chaqueta y la corbata -Trae tío Miguel, yo me ocupo de ella- se ofreció servicial Emma sonriéndole con aquella preciosa y dulce sonrisa que embriagaba, él le correspondió entregándosela y se reunió con Alberto entrando en la cocina tras Cecilia charlando amenos. Emma, con su chaqueta entre sus brazos, percibió el rico perfume que desprendía. Olfateó deleitada la chaqueta, el perfume de Miguel olía de maravilla. Inspiró fuerte cerrando los ojos, era encantador; era dulcemente embriagador y varonil como él lo era. Colgó con mucho cariño la chaqueta del respaldo de una de las sillas del comedor y dejó la corbata encima. Sonriendo complacida se fue también a la cocina tomando asiento frente a su padrino que charlaba entretenido con sus padres y lo observó detenidamente, siempre le había parecido muy guapo y atrayente. Aunque tenía la edad de su padre, parecía mucho más joven; podía ser debido a que no tenía ni una sola cana, no como su padre que sus sienes ya estaban plateadas. O por su look siempre juvenil, aunque últimamente usaba serios trajes de corte impecable, nunca perdía ese aire joven con aquel pelo castaño claro tirando a rubio algo largo aunque bien cortado y no el típico corte serio de hombre adulto; se lo peinaba con raya al medio y caía ondulado a ambos lados cubriéndole las orejas. Le gustaba como se lo mesaba a menudo distraídamente, echándoselo para atrás. Llevaba siempre una barba de días muy cuidada que bordeaba aquella boca era fina y bien hecha, con labios también finos que siempre mostraban una sonrisa alegre y atractiva, aunque se torcía levemente a la derecha dándole un aire pícaro. Su nariz era perfectamente recta aunque algo larga, pero quedaba perfecta en aquel rostro varonil, alargado y de mandíbulas marcadas. Y al llegar a aquellos profundos ojos negros de largas pestañas se dio cuenta de que la observaban curiosos sonriéndole encantador como siempre, con aquella sonrisa que la encandilaba mientras aquellos maravillosos ojos siempre parecían acariciarla dulcemente, mostraban tanta ternura que su piel se erizaba cada vez que él la observaba de aquella forma y esa reacción la hacía sonrojarse ligeramente, también le sonrió antes de esquivar su mirada centrándose de nuevo en su plato. Terminaron la cena y Miguel anunció que se marchaba ya; aunque sus padres insistían en que se quedara a tomar un café al menos, él denegó amable diciendo que llevaba aún trabajo para hacer en casa. Emma le dio un último repaso mientras estaba de pie despidiéndose de sus padres; los brazos y su espalda bajo la camisa blanca se les apreciaban bien fornidos y se le veía ligeramente el vello del pecho a través de los dos botones abiertos. Los pantalones negros le marcaban unas piernas fornidas y, sin darse cuenta, estaba observando el voluminoso bulto de su entrepierna. Sorprendida de su propio descaro, se sonrojó nuevamente y apartó la vista rápida. -¿No me vas a dar un beso de buenas noches?- le pidió divertido, ella sonrió abrumada y, acercándose a él, lo besó en las mejillas; aquella suave y perturbadora fragancia llegó nuevamente a ella, ¡Dios, que bien olía siempre! ¡Era lo que más recordaba de su niñez, aquel maravilloso perfume! Pensó y su corazón se le aceleró- Ya que andamos por la misma zona, a ver si nos volvemos a encontrar- le decía amistoso, ella le volvió a sonreír animosa -¡Es cierto!- repuso alegre Alberto- Ahora andáis cerca… ¡Así me la vigilas hermano! no vaya a ser que algún listo se me aproveche de ella- dijo celoso -¡Mira quién va a hablar! Piensa el ladrón que todos son de su condición- bromeó él divertido bajándose las mangas de su camisa ocultando de nuevo sus antebrazos vellosos y Emma se fijó en la pulsera de caucho y plata que llevaba, también muy moderna y juvenil aunque realmente quedó prendada de aquellas manos grandes pero muy finas y cuidadas que abrochaban los botones de sus puños- Recuerda que su madre a su edad ya la tenía a ella- seguía hablando despreocupado -¡Por eso hermano! No quiero que ningún listillo haga lo mismo con mi niña- se rieron nuevamente y Alberto lo acompañó a la puerta. Emma comenzó a recoger la mesa en silencio mientras su madre enjuagaba los platos metiéndolos seguidamente en el lavavajillas. Al cabo de un rato, su madre la observó curiosa intrigada por su silencio encontrándola ensimismada doblando inconscientemente una servilleta -¿Te pasa algo corazón?- preguntó intrigada -No- respondió esquiva y se volvió para guardar las servilletas en el cajón del aparador- Mami…- murmuró al rato y su madre la miró sonriendo dulcemente- ¿Tío Miguel por qué no se casó nunca? -No sé mi cielito… a punto estuvo de hacerlo hace unos años pero todo quedó en nada al final- le comentó sin darle importancia mientras siguió repasando los platos en el fregadero -Lo recuerdo ligeramente…- murmuró doblando el mantel distraídamente- ¿Qué les pasó? ¿Tú lo sabes?- preguntó curiosa -No cielito, un noche de pronto llegó aquí diciendo que acababa de romper con Alicia y que todo quedaba anulado… y nunca más habló de ello. -¿Se anuló así? ¿Sin más ni más?- insistió desconcertada -Sí, así, sin más… ¡y a pocos días corazón! ¡Apenas faltaban dos días!- la madre la miró confundida- Pero… ¿No te acuerdas cielo? ¡Si fue solo hace dos años! Estaba todo preparado y de pronto… ¡puff, se acabó! -Sí, recuerdo los preparativos… pero solo ligeramente- indicó cavilosa -¡¡Claro, tú estabas ya en la capital!! Solo viniste un par de veces con nosotros a su casa, no estabas mucho por aquí; nosotros y su hermana Julia, que estaba entusiasmada con la boda, le ayudáramos a preparar todo en el hermoso jardín de su casa y, de repente dos días antes, todo al garete… fue una lástima, Alicia era una chica que me caía bien y era hermosa de verdad… hacían muy buena pareja…- Cecilia se quedó pensativa mirando por la ventana- ¿Qué habrá sido de ella? Nunca más volví a verla… Creo que era del pueblo dónde vive la hermana de Miguel…- meditó en voz alta -Me acuerdo del enorme jardín donde estaba la carpa colocada… ¿y no dieron algún motivo por la ruptura?- insistió sacándola de sus cavilaciones -No, solo dijo que la boda se anulaba y punto… Siempre me pregunté que diablos pudo haberles pasado pero… él nunca habla de ello y yo no me atrevo a preguntar- respondió resuelta, suspiró profundamente y miró a su hija intrigada- ¿a qué viene tanta preguntita ahora por aquello cielito?- indagó curiosa mirando a su pequeña tiernamente -A nada, curiosidad solamente- pero su madre seguía mirándola insistente- es que tío Miguel me parece muy atractivo, alegre y divertido para estar solo aún… nada más- contestó despreocupada guardando también el mantel en el cajón del aparador -Y también es muy cohibido y retraído aunque tú no te hayas dado cuenta cariño, siempre le vence la timidez y no tiene ese arranque de locura que se necesita para entablar una relación dejando escapar el momento; tuvo varias oportunidades con chicas muy guapas y muy interesadas en él, pero o no quiso o no supo aprovecharlas…- en ese instante entró su padre en la cocina que instintivamente besó cariñoso en el pelo a su hija al pasar junto a ella- ¿Ya se fue Miguel? Apenas habéis hablado ¿no?- indagó Cecilia secándose las manos a un paño de cocina -Sí, dijo que sigue muy liado con un caso complicado que apareció en el hospital y necesita estudiarlo muy bien antes de intervenir al paciente; que se le había hecho algo tarde ya, pero que volverá por aquí cualquier día de estos más tranquilo y charlaremos… ¿Y vosotras de qué habláis, mis cotillas preciosas? Me pareció captar que se hablaba de un chico- expresó interesado mirándolas pícaro mientras se servía un café -De Miguel, a tu hija le come la curiosidad la eterna soltería de su padrino y su fracasado intento de boda de hace dos años- respondió su esposa, él asintió con la cabeza -¡¿Para qué casarse si con la planta que tiene el muy cabrito, tiene a todas las mujeres que quiere?! ¡¡No sé cómo rayos lo hace pero cada día parece más joven y yo más viejo teniendo la misma edad!- bromeó bebiendo de su café -¡No digas eso Alberto! Sabes muy bien que nunca le conocimos más novia que Alicia y, desde que anularon la boda, nunca más se le vio una acompañante- le regañó dolida su esposa, él rió divertido -Lo sé cielo, solo bromeaba- respondió tierno besándola cariñoso en los labios -¿Tú sabes algo de por qué anularon la boda así de repente mi cielo?- indagó curiosa su esposa -¿Yo? ¡Que va! Sé tanto como tú mi reina, aunque sospecho que pudo pasar…- expuso sincero y la besó amoroso en la sien, ellas lo miraban intrigadas- Siempre estuvo enamorado de ti mi vida, y debió darse cuenta de que no hay otra igual que tú; así que decidió no meter la pata mi reinita- declaró guasón, su hija abrió asombrada los ojos mirándolos atónita -¡Alberto! ¡No sigas bromeando así!- le regañó sonrojándose Cecilia, Alberto se rió divertido -¿El tío Miguel estaba enamorado de mamá?- preguntó Emma incrédula -No le hagas caso a tu padre cielito- declaró sonrojándose aún más -¡¡Vamos cielo!! ¡¡Desde la universidad y lo sabes!! ¡¡Si no podía disimularlo aunque nunca dijera nada!!- aclaró rotundo Alberto mirando a su hija que sonreía amena- Sí mi ángel, estaba coladito por tu madre mi vida; y sí, él es mucho más atractivo y tiene mejor planta, acabó su carrera de cirujano con honores, y puede que tenga hasta más dinero… pero yo le gané esa partida y me quedé con tu madre- añadió totalmente enamorado regresando su mirada a su esposa y se besaron ardientes en la boca. Emma rió divertida. -Os dejo solos tortolitos- expuso socarrona acercándose a ellos y los besó en las mejillas- yo me voy a la cama que quiero repasar un poco antes de dormir… También quiero quitarme la carrera con honores como el padrino- respondió vanidosa, su padre le sonrió complacido -Pues pégate a él mi cielo, es muy bueno en su profesión- recomendó satisfecho y ella, sonriendo amena, se fue a la ducha.

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