jueves, 24 de octubre de 2013

Al llegar se dirigieron al salón principal y Emma se sentó en el sofá mientras Miguel preparó dos whiskys con hielo. Le entregó uno y se sentó a su lado. Ella se abrazó a él dejando el vaso sobre la mesita -Cuéntame qué está pasando ¿Por qué no me dijiste que las cosas estaban tan mal? Tu padre me dijo que esas tremendas broncas entre tú y Cecil son casi todos los días- le preguntaba angustiado -Porque pensé que se cansaría, pero es terca como una mula e insoportable -Perdona, pero en eso te pareces a ella- le comentó guasón, ella lo miró desafiante- Bueno, en insoportable no- remedió al instante y ella sonrió divertida, bebió de su vaso- ¿Tienes alguna idea de lo quieres que hagamos?- preguntó intrigado, Emma lo miró segura y decidida -Lo estuve pensando y creo que lo mejor es decírselo el domingo, tengo estos tres días para irlos preparando -¡¿El domingo?!- se sorprendió- Pero el domingo… -¡El domingo!- arremetió decidida- ¿Sabes por qué empezó esta vez?- él negó con la cabeza- Porque el domingo tengo que cenar con ellos por ser mi cumpleaños y se empecinó en que venga “él”… ¡Pues va a ir “él”, caramba! -¿Pero no pensábamos pasar juntos el fin de semana? El lunes es festivo. -¡¡Sí, y lo vamos a estar, cielo!!... ¡¡Pero el domingo también con ellos!!- dijo rotundamente -No era eso lo que tenía planeado pero…- Miguel suspiró derrotado- ¡Está bien! ¡El domingo cenaremos con tus padres y se lo diremos!- ella le sonrió complacida -¿Y qué es eso que tenías planeado?- curioseó melosa, él rió divertido -Una sorpresa que no te diré- repuso vanidoso, ella lo besó tierna en los labios -¿Qué es? Anda, dímelo… total, ya hemos decidido otros planes ¿no?- intentó convencerlo mimosa, él volvió a sonreír encandilado -Pero puede quedar para otra ocasión…- repuso esquivo, ella se arrodilló sobre el sofá rodeándole el cuello con sus brazos -Anda, dímelo; no seas malote- le murmuró zalamera mirándolo melosa, como cuando era niña y quería enredarlo en algo que sus padres le prohibieran ya; Miguel sonrió encandilado, aquella carita de ángel y aquellos ojillos melosos siempre podía con él -Pues…- expuso cariñoso acariciando tierno su mejilla- tengo reservados dos billetes para el último vuelo del viernes a Paris… -¡¡A Paris!!- exclamó ilusionada y su mirada se iluminó emocionada -Pues sí mi cielo, sé que desde pequeña sueñas con ir esa ciudad y quería cumplirte tu deseo por tu cumpleaños- habló también ilusionado, ella lo miró encandilada -Miguel…- musitó hechizada por la idea, él sonrió cariñoso y la oprimió tierno entre sus brazos besándola en la sien -Ya nos veía paseando abrazados como dos enamorados por el jardín de las Tullerías o por el Luxemburgo, sin importarnos para nada que nos viesen; comiendo en Le Christine o en Maxim’s y tengo reservas en Le Claridge Champ Elysées, tendríamos los Campos Elíseos a nuestros pies hasta el lunes…- ella suspiró apesadumbrada -¡Oh, Le Claridge…! Dicen que es una maravilla de hotel… ¡Ojalá se les atragante bien la cena!- repuso rabiosa, él rió divertido -No seas mala mi fierecilla- musitó meloso abrazándola amoroso, ella se recostó gustosa contra su pecho- Paris siempre estará ahí mi amor y este viaje podremos realizarlo cualquier día, te lo prometo -¡De verdad?- instó ilusionada -Prometido- remarcó rotundo y la besó amoroso en los labios. -Miguel…- musitó apasionada enredando con sus labios- si hubiera una manera de mostrarle al mundo cuánto te amo y todo lo que me haces sentir, quedarían mudos y todo sería tan fácil- expresó enamorada; se sonrieron felices y se besaron apasionados dejándose llevar por ese gran amor que se tenían demostrándoselo mutuamente haciendo ardientemente el amor sobre el sofá. La tarde prosiguió tranquila relajada entre bromas, arrumacos y felicidad. Emma parecía haber olvidado la pelea con su madre y su rostro era sereno y radiante de dicha. Prepararon algo de cenar juntos, enredando entre caricias y dulces besos. Antes de las nueve, la llevaba a casa como siempre. Miguel percibió claramente como su rostro cambiaba así se iban aproximando. Emma se pusiera en tensión y sus ojos denotaban el nerviosismo que crecía en ella a pesar de su eterna dulce sonrisa intentando disimular. Se quedó observándola mientras caminaba hacia la casa: aunque seguía sonriéndole tierna mientras lo despedía cariñosa agitando su mano, caminaba muy lentamente como si no quisiera llegar nunca. Así entró, Miguel se quedó mirando la casa de Emma unos segundos pensando en su rostro triste al entrar y su manera de arrastrar sus pies. Emma quería con pasión a sus padres y él estaba interponiéndose en aquella hermosa relación… Pero se querían, se amaban con locura y no podían evitarlo ¿qué iban a hacerle? ¡En el corazón no se manda! Se dirigió de regreso a su casa tampoco muy cómodo, hubiera preferido entrar y acabar con todo aquello ya, terminar con tantas peleas entre madre e hija que estaban minando su buena relación de siempre y devolverle la tranquilidad y felicidad a su ángel adorado. Tomó su móvil y marcó un número de memoria -Creo que era así…- musitó inseguro esperando tono hasta que una voz femenina respondió al aparato- ¿Luisa, eres tú? -Sí, soy Luisa ¿quién llama? -Soy Miguel -¡¡Miguel!! ¡¡Que sorpresa!! ¿Cómo tienes mi teléfono?- se alegró la muchacha, Miguel sonrió agradado -Se lo cogí a Emma sin que se enterara- respondió despreocupado -¡¡Ey, Miguel!! ¡¿Qué pasó?! ¡¿Emma está bien?!- su voz sonó de inmediato inquieta y alarmada- Hoy no vino a clase y tenía la conferencia de ese doctor Barros que tanto le interesaba y no quería perderse porque decía iba sacar muchos apuntes para su tesis… ¿Le pasó algo Miguel? -No, tranquila; está bien… Bueno, relativo…- expresó incómodo frotándose inquieto la frente- Supongo que te habrá contado ya lo de sus diferencias con su madre… -¡¿Diferencias?! ¡¡Broncones según ella misma!!- repuso exageradamente y ambos sonrieron entristecidos- ¿Qué pasa? ¿Volvieron a tenerla, no?- se interesó apenada -Sí, y más fuerte que nunca Luisa, la veo tan apagadita y triste que no sé qué hacer y estaba pensando… ¿Tú me echarías una mano?- se animó ilusionado -Si es para animar a mi amiga, cuenta con ello ¿qué quieres hacer?- también se reanimó -Estaba pensando en prepararle una fiesta sorpresa para el sábado; en mi casa mismamente… pero te necesito pues apenas conozco a sus amigos, solo a vosotros ¿qué te parece?- la oyó reír amena -Siempre se la hacemos Miguel… Pero este año no propuse nada porque supuse que tú le tendrías algo especial -Y lo tenía cielo… Nos íbamos a pasar el fin de semana a Paris aprovechando que el lunes es festivo; pero se presentó un compromiso inalterable para el domingo y se nos fastidió el plan- explicó desanimado -¡Ah, pues bueno! ¡No te preocupes! ¡¡Teníamos todo preparado para el sábado próximo, pero si podemos hacerlo este, mucho mejor!! -¿En mi casa?- indagó animado -No, en el pub de un amigo nuestro que es donde siempre los celebramos todos a partir de las siete -¡Oh vaya! A mí me gustaría que pasara muy entretenida el sábado para que no pensara tanto en lo que ocurrirá el domingo y con vosotros aquí me sería mucho más fácil- expresó defraudado -¿Qué pasará el domingo?- curioseó intrigada -Se lo contaremos a sus padres ya para acabar con todo esto -¡Jodeer!- exclamó inquieta, pero al instante volvió a hablar animadamente- Pues entonces, podemos quedar a comer los cinco en tu casa si quieres -¡Estupendo!- se animó también- ¿necesitáis que os vaya a recoger al pueblo? No hay problema… -No gracias, la madre de Charlie le está dejando últimamente más el coche y podemos ir sin problemas -¡Fantástico! Pues entonces quedamos el sábado sobre la una en mi casa- expresó desenfadado y le dio completas indicaciones de cómo llegar.

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