viernes, 25 de octubre de 2013

Emma entró en la casa tomando aire profundamente para serenarse, estaba completamente en tensión -¿Princesa eres tú?- la llamó su padre desde la cocina como todas las noches -Sí papá- respondió desganada dejando su carpeta y sus llaves sobre el aparador del recibidor; apareció su madre. Se miraron intensamente a los ojos, se percibía también la tensión en ella, pero su madre sonrió dulcemente -Me preocupaba que te cogiera el frío cielo, te fuiste sin chaqueta y las noches enfrían- habló cariñosa, Emma le sonrió agradecida -Me trajeron en coche mamá, siempre me traen en coche; no te preocupes- explicó serenamente -¡Ah mejor! Mucho mejor- resolvió desenvuelta dirigiéndose de nuevo a la cocina- aséate que la cena está -Ya cené- contestó desenfadada, su madre la miró inquieta- Te juro que ya cené mamá, él me invitó y también insiste en que cene bien como tú -Está bien entonces- y se fue a la cocina dejándola en el recibidor. Emma tentada estuvo de desaparecer en su cuarto como siempre, pero decidió ir a la cocina. Sus padres ya empezaban a cenar- Buenas noches papi- lo saludó cariñosa besándolo en la mejilla -Hola mi niña ¿ya has cenado?- se interesó cariñoso y ella asintió con la cabeza, él continuó con su cena y Emma se sirvió un vaso de agua mientras ellos seguían charlando despreocupados -Tengo algo que deciros- expuso muy pausadamente arrimándose al fregadero, ambos la miraron curiosos- el domingo él vendrá a cenar con nosotros; quiere presentarse hace tiempo pero ahora quiere acabar con todo esto ya de una vez… Mejor dicho, quería venir ya ahora pero yo prefiero que sea el domingo- declaró rotunda, sus padres se miraron atónitos entre ellos pero no dijeron nada- tengo que avisaros de una cosa… No os vais a encontrar con un muchacho como os imagináis, es un hombre hecho y derecho… un hombre atractivo, galante, cariñoso, educado, con una buena posición, una carrera brillante y está muy bien reconocido en su profesión… Me habla ya de matrimonio así termine mi carrera y estoy pensando en aceptar…- sus padres se miraban desconcertados -¿Cuánto lleváis juntos entonces para ya hablar de matrimonio?- se asombró su padre pues su madre no decía nada, solo la miraba aunque su respiración agitada delataba que estaba muy nerviosa -Cuatro meses- respondió serena y sonrió dichosa- ¡Los cuatro meses más hermosos de mi vida!- añadió encandilada -Pero hija ¿cuatro meses solo y ya habla de casarse? ¿Dónde lo conociste? Eso no es tiempo suficiente para…- decía su padre aturdido -Lo conozco de toda la vida papá, y él a mí; nos amamos desde hace mucho, se puede decir que por años, aunque juntos solo estemos desde ese tiempo -Santo Dios- murmuró apagadamente su madre y ambos la miraron extrañados -¿Qué te pasa ahora?- le reclamó molesta Emma mirándola desafiante- ¿Acaso no era lo que querías? ¿Conocerlo? ¡¡Pues ya lo vas a hacer!!- le reprochó dolida pero su madre bajó la mirada al mantel esquivando la dura mirada de su hija… No podía ser lo que estaba sospechando… no podía ser… ¡¡Dios mío, que no sea él!! Suplicó angustiada -¿Era eso lo que tanto te acobardaba decirnos? ¿Qué es mayor que tú?- siguió indagando curioso su padre -Uno de los motivos, sí- respondió inquieta bebiendo de su vaso de agua; Cecilia se apretó nerviosa las manos bajo el mantel… No era él, no podía ser él… se repetía una y otra vez intentando serenarse -Bueno hija, no pasa nada; al contrario, que el hombre sea algo mayor que la mujer aún es mejor… Además mi princesa, si él te hace feliz y es respetuoso contigo, nosotros no tenemos nada que objetar- declaró sincero y amable su padre, Emma le sonrió dichosa -¡Me hace la mujer más feliz del mundo papá!- aclaró plena de felicidad, ambos se sonrieron tiernos -Pues eso es lo que importa- remarcó decidido y Emma lo besó agradecida en la mejilla -Gracias papá y recuérdalo muy bien para el domingo, que no se te olvide lo que acabas de decir: me hace muy feliz y eso es lo que importa- repitió rotunda, miró a su madre que la observaba con ternura aunque una sombra de angustia se detectaba en su mirada- espero que esto acabe con tu terca insistencia de todos los días y tengamos la fiesta en paz -Prometido, no volveré a hablar de ello- respondió cariñosa y se sonrieron agradadas -Bueno, me voy a estudiar un poco y ya me acuesto, hasta mañana- se despidió marchándose de la cocina. Sus padres quedaron en absoluto silencio. Aquel sábado su madre la despertó emocionada -¡Feliz cumpleaños, corazón!- le sonreía feliz mostrándole una enorme caja. Desde el miércoles no insistiera más en conocer a Miguel cumpliendo su promesa. Le sonrió dichosa -¿Qué es?- preguntó entusiasmada sentándose en la cama recogiendo la caja en sus piernas -¡Ábrelo!- lo abrió, era un precioso vestido verde musgo, con zapatos de tacón alto negros y un bolso pequeño a juego. Abrió sorprendida los ojos, emocionada lo cogió por los anchos tirantes y se levantó hacia el espejo del tocador, se lo colocó delante para verse con él. Era una preciosidad. De anchos tirantes, formaba un escote cuadrado bastante pronunciado, el cuerpo era ceñido pero la falda floja y en cortes desiguales en pico haciendo un corte muy moderno -¡Es precioso mamá!- se abrazó a ella feliz y agradecida, se besaron amorosas -Espero te guste, sino, tienes tiempo de cambiarlo para el domingo- Emma se puso alerta por si volvía a insistir en lo mismo pero Cecilia no dijo nada más -¡Me encanta!- la volvió a abrazar gustosa- Muchas gracias mamita -De nada cielo; tú te lo mereces todo mi ángel- la besó en la frente y comenzó a salir del cuarto, se volvió sonriendo pícara- Tu padre te espera para desayunar… ¡Creo que tiene algo para ti!- se sonrieron divertidas, Emma aún se miró una vez más en el espejo, aquel tono de verde le quedaba bien a su piel y a su cabello. Lo dejó bien colocado encima de la cama y corrió a la cocina, ilusionada por ver el de papá. -¡Buenos días, princesa!- la recibió su padre sonriendo dichoso, ella lo abrazó y lo besó cariñosa- Feliz cumpleaños mi chiquita- le decía sin soltarla, ella se separó de él y comenzó a dar saltitos ansiosa como de niña -¡¿Qué me has comprado?!- él la miraba divertido- ¡A ver, hombre! ¡Dámelo ya!- su madre los observaba entrañable -¡Impaciente!- le dijo riendo su padre y le entregó una caja cuadrada de una joyería, ella ya se emocionó solo con ver la caja azul de terciopelo- ¡Como de niña! ¡Se emociona con el envoltorio!- se burló su padre y se rieron divertidos, Emma abrió el estuche, una hermosa gargantilla de oro y esmeraldas estaba dentro. No salía de su asombro -¡¡Oh, es preciosa!!- logró decir a duras penas, sus ojos estaban abiertos como platos mirando la joya; ellos la observaban dichosos y felices- ¡¡Es…es…Oh, papi, gracias!!- se abrazó a él emocionada mientras él la recibía agradecido y satisfecho -¡Ves como le gusta!- le decía a su mujer entusiasmado, ella sonreía encantada. Emma los miró intrigada- Tu madre decía que no iba con tu modo de ser y no te iba a gustar -¿Si me gusta? ¡Es preciosa!- se volvieron a abrazar nuevamente. Llamaron al timbre de la puerta y se miraron sorprendidos, era temprano para visitas. Alberto fue a abrir seguido de ellas dos, curiosas. Al abrir se encontraron con un repartidor que sujetaba un enorme ramo de rosas rojas, eran 24 rosas perfectas y olorosas, envueltas con celofán de corazones y un gran lazo rojo -¿Doña Emma?- preguntó el repartidor mirando su bloc de notas -¡Soy yo!- gritó emocionada, el repartidor le sonrió amable y se las entregó, ella estaba maravillada aunque venían sin tarjeta, sabía de sobra de quién eran. -¿Podrían firmarme aquí, por favor?- rogó amable el muchacho -Yo mismo lo hago- respondió Alberto sonriendo dichoso de ver a su hija tan feliz -¡Son maravillosas, nena!- decía su madre sorprendida y emocionada- ¿De quién son? ¡Abre la tarjeta! -¡No traen tarjeta!- le respondieron a la vez Emma y el repartidor, ambos se sonrieron divertidos y él se fue después de decir un agradable buenos días. Emma miraba las flores emocionada y muy enamorada, sonreía tan feliz que contagió a sus padres que la miraban divertidos -¿Son de él, no?- preguntó finalmente su madre curiosa -¡Sí, claro! ¡¿De quién iban a ser sino?!- respondió ilusionada sonriendo dichosa, ellos le correspondían felices -Un detalle muy bonito- dijo su madre encantada, Emma la miró feliz -¡Ya te dije que era maravilloso y perfecto!- repuso repleta de dicha, sus ojos brillaban enamorados -Ahora sí que te veo enamorada de verdad, pequeña- dijo su padre emocionado -Y si tú eres feliz, nosotros somos felices, cielo- añadió su madre cariñosa, ella los miró emocionada -Espero que mañana os acordéis muy bien de estas palabras que acabáis de decir… ¡Os quiero mucho!- los besó amorosa y se fue a la cocina a por un jarrón con agua.

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