jueves, 17 de octubre de 2013

Emma le retiró la camiseta mientras él le besaba los pechos y el escote al tiempo que le subía la camisola quitándosela finalmente. Subió por su cuello y enredó en su oreja excitantemente mientras Emma le desabrochaba las bermudas caquis que llevaba y sujetó ansiosa su miembro, acariciándoselo tierna pero precisa, él gemía deseoso. Miguel fue bajando de nuevo besando su cuerpo desnudo, se detuvo en su vientre mientras le quitaba los shorts. Ella suspiraba apasionada, Miguel hundió su boca entre sus piernas y devoró ávido su sexo húmedo. Emma gozaba gimiendo ansiosa, la llevó al éxtasis total torturada deliciosamente por espasmos de placer que la sacudían totalmente haciendo que sus manos se cernieran ansiosas en los sacos de dormir. Subió, despacio, recorriendo nuevamente con su boca su cuerpo. Le hundió plenamente su miembro, ella gimió profundamente anhelante, estaba frenéticamente excitada pero él no se dejó llevar por su violenta lujuria y le entregó poco a poco el placer que ella desesperaba por recibir. La hizo gozar nuevamente violenta y delirantemente. Ella se volvió diestra, y quedó encima de él. Se desenfundó de él y bajó ansiosa besándole apasionada, lenta y precisa su cuerpo. Atrapó con su boca su miembro viril y jugó con él con sus labios y su hábil lengua. El gemía frenético, deleitado por la entrega de Emma en aquel momento. -¡Mi cielo…!- musitó ansioso y ella comprendió. Rauda se montó sobre él y alcanzaron al tiempo el placer máximo violentamente, gimiendo exacerbados mientras eran sacudidos por aquellos espasmos maravillosos, arrebatadores y complacientes de una entrega total y perfecta Deleitados, se abrazaron satisfechos mientras se sonreían felices y se miraban encandilados. Miguel la oprimió fuertemente contra él besándola en la frente -Te amo Emma, te amo con locura- decía con tanta pasión que ella se sintió más que dichosa. Le besó el pecho apasionada entregándole todo su amor en aquel beso -También yo te amo hasta la desesperación, mi amor- repuso satisfecha. -Quiero decírselo ya a tus padres, no soporto más este juego a escondidas, cielo… Quiero salir contigo de la mano al mundo, besarte tranquilo en el parque y salir a mostrarle a la gente cuanto te amo- ella se quedó muy quieta, pensativa. Miguel le tomó su cara entre sus manos y la obligó a mirarle, ella estaba seria con ojos preocupados- ¿qué me dices mi ángel bello?- inquirió anhelante -Espera un poco- susurró, él la miró decepcionado -¿No estás segura de lo nuestro? -¡Sí mi amor, estoy muy segura de que te quiero! Pero… ¡No sé! Me da miedo que nos separen -A mi ya nadie puede separarme de ti jamás- repuso imperturbable -Ni a mi de ti, mi vida- lo besó encantada- Esperemos solo un poco más, te pido un poco más de tiempo nada más. -¿No estás preparada para enfrentar lo que viene?- preguntó apenado -¡Yo sí, corazón!- contestó enérgica- Temo la reacción de mis padres… ¡El resto del mundo me importa bien poco! Pero mis padres…- hablaba angustiada, Miguel la abrazó contra él fuertemente y ella se apretó a él ansiosa- ¡Te quieren y te respetan tanto que temo a un desastre!- sollozaba apenada, él la besó en el pelo amoroso mientras la acariciaba sobre él, acunándola tiernamente para calmarla -De acuerdo- repuso él finalmente- Un poco más de tiempo… Pero poco Emma, deseo arreglar esto y casarnos de una vez… - ella levantó su cabeza mirándolo atónita -¡¿Casarnos?!- repuso anonadada -Sí claro, casarnos- remarcó rotundo ella lo miró boquiabierta- Para que nada ni nadie pueda separarnos ya ¡no soporto pasar las noches solo!- ella sonrió deleitada y lo besó apasionada. Sonó el móvil de Miguel, él lo recogió de su pantalón tirado a sus pies y descolgó, Emma se recostó gustosa sobre su pecho mientras contestaba -Dime Alberto- contestó despreocupado, Emma salió de encima de él alejándose de inmediato como disparada por un resorte colocándose sus braguitas de encaje negro tan coquetas y pícaras como toda su ropa interior. El sonrió entretenido mientras le gesticulaba divertido que no podía verla. Pero a ella eso no la tranquilizó- ¿Esta tarde? Lo siento, no puedo ir; estoy fuera de la ciudad… Lo dejamos para el lunes ¿te parece bien?- escuchaba atento mientras la miraba entretenido y la acarició en la espalda, ella aún se alejó más. Sonrió divertido- Vale, quedamos para el lunes; pasaré por el banco, dale saludos a Cecil- cortó la llamada, y la abrazó amoroso- ¡No podía verte, corazón!- le dijo cariñoso -¡Podías avisar que era él al menos!- le regañó furiosa, él se rió guasón -¡¿Para que echaras a correr desnuda por el camping?! ¡A estos gemelitos los quiero ver solo yo a partir de ahora!- le comentó dichoso mientras le acariciaba los pechos juguetón -¡¿A ver si no los vuelves a ver nunca más?!- le recriminó ella furiosa, se puso la camisola encima de sus braquitas y salió de la tienda- Voy a comer, tengo hambre- él se carcajeó divertido. -¡Va a venir?- le preguntó interesada Cecil así Alberto colgó el auricular -No, lunes hablamos; está fuera de la ciudad de nuevo- contestó despreocupado recogiendo el periódico de sobre la mesita de café y recostándose en su sillón cómodamente -Ah- solo musitó ella quedándose pensativa mirando fijamente el televisor Miguel la siguió a los pocos segundos, solo con los shorts sin abotonarse la cinturilla dejando entrever el vello púbico; solo verlo así, ella se sintió excitada nuevamente; sonrió gustosa y siguió comiendo el pescado frío -¿Eso no está frío cielo?- preguntó él sentándose detrás de ella, rodeándola con sus piernas y besándola amoroso en el cuello, ella se recostó gustosa contra su pecho -El bocadillo también y lo vas a comer ¿no?- replicó divertida, él sonrió y ella le ofreció un poco de pescado con los dedos -¿Ya se te pasó el cabreo?- indagó burlón antes de comer lo que le ofrecía, Emma le sonrió tierna y Miguel se lo comió mientras le lamía juguetón los dedos, sonrió encantada y así continuaron, jugueteando mientras comían. Pasaron un sábado de ensueño, felices por estar juntos al fin sin preocuparse por horarios ni miradas indiscretas. Juguetones y amantes, sin trabas ni barreras para poder demostrarse su amor y pasión cuando y cuanto les diera la gana. Completamente dichosos. Cecilia paseaba por los pasillos del centro comercial mirando menaje para la casa mientras Alberto se quedara dos pasillos atrás en la zona de objetos para el coche. Vio a Luisa con Charlie escogiendo vaqueros en el pasillo de enfrente -¿Luisa?- llamó desconcertada acercándoseles, los muchachos se volvieron y les sonrieron alegres -Hola señora Cecilia- la saludó amena Luisa -¿Qué haces aquí?- indagó curiosa -Vine a pasar el fin de semana con Charlie a su casa ya que Mark se iba de acampada con unos amigos… A nosotros no nos apetecía ir- explicó desenfadada, Cecilia la miró confundida -Entonces…- habló muy pausadamente mirando recelosa a la muchacha- Emma está con Mark- aclaró finalmente -¿Emma?- repitió azorada Luisa sin saber qué decir -Sí pichoncita, acuérdate- resolvió raudo Charlie- ¿no sabes qué dijeron que pasarían por ella de camino? -¡Oh sí! De algo así hablaron, pero como no iba conmigo, no puse atención- declaró la muchacha sonriéndole a Cecilia despreocupada -La recogían en la estación… ¿no?- expuso maliciosa Cecilia mirando desconfiada a la muchacha -No, en el parque- comentó resuelto Charlie y la sonrisa relajada de Cecilia fue muy reveladora -Está bien, me voy que Alberto ha de andar en busca mía; que os divirtáis chicos- y se alejó hacia dónde dejara a su esposo -¡¿Cómo se te ocurrió lo del parque?!- indagó sorprendida Luisa, Charlie movió desenfadado los hombros -No sé… como suele quedar allí con Miguel y es obvio que está con él… Ahora, que no era en la estación, fijo; ¡¡a mí me va a pillar la vieja esta!!- repuso vanidoso y ambos rieron divertidos -Pero esta me va a oír ¡¡bueno si me va a oír!! ¡¡En menudo apuro nos ha metido esa cabeza loca!!- expuso irritada Luisa escribiendo rauda un mensaje en su móvil pero Emma estaba tan feliz y entretenida, que ni se acordó de su bolso que quedara en el coche. El domingo, ya puesto el sol y apenas quedaba otra pareja en el camping, recogieron todo y regresaron a casa. Miguel detuvo el coche cerca de la casa pero oculto en las sombras y a una distancia prudencial, como siempre. Emma estaba abrazada a él, viniera así todo el camino mientras él conducía encantado de llevarla entre sus brazos, apoyada en su pecho. -Llegamos corazón- le dijo amoroso -Ya lo veo- contestó triste, él la oprimió amoroso contra él y la besó tierno en la frente -Hoy es tarde, pasan de las once -No importa- suspiró sin moverse -¿Ves? Si no quisieras más tiempo, ahora nos iríamos a casa tranquilamente y pasaríamos juntos las noches- reprochó cariñoso, ella lo miró deseosa y sonrió alegre -Pronto, muy pronto- lo besó tierna en los labios y se recompuso en su asiento, cogió la mochila del asiento trasero y abrió la puerta, él la detuvo agarrándola del brazo -¿Te vas así? ¿Sin despedirte?- le dijo dolido, ella volvió a sonreír dichosa y se besaron apasionados. El metió su mano por debajo de su corta mini falda y los introdujo dentro de sus braguitas acariciándola preciso, en el punto exacto, haciéndola gemir gustosa. Miguel, raudo, recostó el asiento siguiendo su íntima caricia- me tienes loco cielo mío- musitó apasionado mientras la besaba ardiente por el cuello; Emma se entregaba ya delirante, acariciándole la espalda por debajo de la camiseta lo atrajo anhelante hacia ella. Hicieron el amor en el coche, apasionados y extremadamente entregados. Cada vez, se entregaban más y más deseosos, haciendo de cada encuentro una locura distinta y más rabiosamente satisfactoria. Complacidos plenamente, se besaron ansiosos y Emma se fue a casa. Cuando Miguel arrancaba, le mostró algo por la ventanilla y lo oyó reír divertido. Se buscó sobre la falda y cayó en la cuenta de que se llevaba sus braguitas. Entró en casa sonriendo recreada.

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