sábado, 12 de octubre de 2013

Mientras Emma lavaba su ropa en la pileta del baño de abajo que había junto a la cocina, Miguel preparó la cena. Apareció al rato con ella envuelta en una toalla -Voy a meterla en la secadora ¿te importa?- indagó educada -Aquí- señaló resuelto la puerta junto al fregadero donde él limpiaba la lechuga, ella sonrió alegre acuclillándose a su lado y poniéndola en marcha; examinó deleitada el muslo musculoso y prieto que tenía junto a ella, sonrió pícara -Qué buena posición- musitó maliciosa, él la miró confundido pero su picante mirada le hizo comprender; apenas girándose unos milímetros, su pene quedaba justo ante su boca, rió divertido -Serás enredante- expuso ameno continuando con la ensalada, ella le mordió traviesa el muslo- ¡¡Ey!!- exclamó sobresaltado esquivándola y ella rió a carcajadas levantándose y lo rodeó con sus brazos por el cuello besándolo tierna en los labios, Miguel también se rió divertido- anda, deja de enredar y pon la mesa, esto está -De acuerdo- musitó melosa besándolo de nuevo y obedeció. Cenaron y charlaron animados mientras él la observaba deleitado, tan hermosa siempre. Aunque hoy sus ojos brillaban aún más, llenos de felicidad y de la pasión desatada, haciéndolo sentir más enamorado y complacido. Aunque comprobó que cenaba apenas como un pajarillo, a pequeños bocados y pronto estaba saciada. También descubrió que respiraba fatigosamente -Emma ¿te encuentras bien?- se inquietó -Sí perfectamente ¿por qué?- respondió serena mirándolo desconcertada -No sé, pareces agotada…- ella rió divertida -Mi muy adorado señor doctor: ¿Cómo quieres que esté después de todo un día y una noche de diversión, las dos sesiones apasionadas que me hizo disfrutar y apenas tres horas de descanso? ¡¡No me sea obsesivo!!- respondió jocosa besándolo amorosa en los labios, él sonrió comprensivo y Emma se levantó recogiendo su plato dejándolo en el fregadero, se dispuso a recoger su ropa de la secadora. Miguel recogió la mesa y puso el lavaplatos. Emma volvió a rodearle el cuello con sus brazos besándolo ardiente -¿Nos volvemos a la cama?- propuso melosa jugando enredante con sus labios, él sonrió deleitado. La tomó en brazos y ella chilló jocosa llevándosela arriba donde de nuevo se amaron apasionados, complacientes, entregándose en cuerpo y alma hasta alcanzar otra extasiante y embriagadora descarga de placer. Agotados y complacidamente satisfechos, se durmieron abrazados amorosamente. Cuando la alarma del despertador sonó, él ya llevaba un rato despierto, mirándola deleitado y complacido; Ella se arrebujó perezosa contra su cuerpo entre sus brazos antes de abrir sus ojos y descubrirlo mirándola extasiado sonriendo feliz, le sonrió dichosa -¿Qué me miras tan atento?- preguntó mimosa -Nunca, ni en más alocados sueños, pensé despertarme a tu lado mi ángel- hablaba profundamente emocionado, ella lo besó apasionada -Habrá muchas noches más y días…Y días y noches- se sonrieron dichosos -¿Me lo prometes? -Te lo prometo, ya nadie nos separará jamás- volvieron a besarse amorosos. Se ducharon juntos, amándose con cada caricia, con cada beso, sonriendo dichosos y felices. Hasta que acabaron haciendo el amor de nuevo bajo el chorro de la ducha. Ardientes e impetuosos. Casi alocadamente, logrando el éxtasis otra vez. Riéndose como niños, se secaron mimosos el uno al otro y se prepararon para irse o llegarían tarde. Miguel se recortaba la barba con la maquinilla eléctrica y ella, a su vera, rebuscaba en los cajones del mueble -¿Qué buscas mi cielo? -¿No tienes un lápiz labial o algo así?- preguntó sin dejar de rebuscar, él rió divertido -¿Cómo voy a tener yo algo de eso ángel mío?- repuso sin poder dejar de reír besándola tierno en los labios- además, hoy no te hace falta nada, estás arrebatadoramente preciosa- declaró apasionado y ella sonrió complacida -Así a todo, tengo que traer algunas cosillas para la próxima vez- resolvió decidida yéndose al cuarto -Una estupenda idea- declaró complacido recogiendo sus útiles de baño antes de seguirla. Ella se vestía sus delicadas y minúsculas braguitas, eran hermosas con su fino y blanco encaje. La besó ardiente en el cuello acercándose al armario para recoger su ropa. Fueron en moto y la dejó en la puerta de la facultad, se besaron largamente, no querían separase. Pero Luisa los volvió a la tierra -¡Ey, chicos, llegaremos tarde!- repuso divertida, ellos le sonrieron felices. Miguel miró su reloj y se asombró -¡Yo sí que llego tarde otra vez! ¡Media hora tarde!- la besó dulcemente y arrancó raudo hacia el hospital. Emma lo miró marcharse amorosa y entristecida -¡Venga, mujer!- la animó Charlie- ¡Que a las cinco lo vuelves a ver!- se sonrieron los cuatro alegres -Además, tienes que contarnos muchas cosas… muchas, ¡todo!- habló pícara Luisa tomándola cariñosa del brazo llevándola dentro de la facultad, ella rió feliz. Miguel aquel día estaba pletórico. Feliz, sonriente, divertido y enredante con todos. No paraba de gastar bromas y hacer comentarios jocosos contagiando su alegría a todos. -¡Bueno, terminado! Revísense bien antes de enviar el paciente a REA… no vaya a ser que nos falte un móvil, llaves, relojes…- bromeó chistoso al acabar una operación retirándose los guantes, todos rompieron a reír divertidos -Jefe, hoy está que se sale; como siga así, sí acabaremos olvidando algo dentro de alguien- expuso el anestesista entre risas -Hoy soy feliz Santos, muy feliz- declaró contundente guiñándole un ojo mientras salía del quirófano- ¡¡Venga, rápido; el siguiente mi dulce Sonia!! ¡¡Hoy estoy de rebajas!!- exclamó guasón al salir de quirófanos a su enfermera Sonia que lo esperaba con la tablilla de otro paciente volviendo a provocar las risas divertidas de todos -¡¡Jesús, que cambió a la semana pasada mi madre!! ¿Qué le han dado?- repuso ella anonadada, él la besó tierno en la mejilla provocándole una risa amena en la muchacha- tome ande, el señor García: hay que repararle el esternón y tres costillas, accidente de tráfico- anunció entregándole la tablilla, él la revisó detalladamente -¡Vaya, un dos por uno! ¡¡Hoy estoy que lo regalo ¿eh?!!- volvió a bromear, la muchacha rió divertida -¡A ver si le dura el buen humor para el miércoles! ¡Tiene la reunión mensual esa que tanto le gusta, con el director! ¡¿A qué le hace ilusión?!- se burló socarrona saliendo de la sala y ahora fue él el que se rió recreado. -¡Eres mala! ¡Muy mala! ¡Voy a tener que cambiar de asistente!- alzó la voz para que le oyera, ella se volvió levemente para verlo y le sacó la lengua burlona riéndose alegre. A las cinco y media se encontraron en el parque, los muchachos lo recibieron alegres y amistosos. Emma sonreía dichosa con ojos brillantes de la emoción de verlo de nuevo. Se entregaron el beso más deseoso y apasionado que podía dar con todo su corazón pero apresurado y temerosos de que alguien los viera. -Toma cielo, un regalo- le dijo entregándole un paquete cuadrado envuelto en papel de chillones colores, ella lo miró confundida- te lo doy mejor aquí porque no hay paredes contra las que puedas estrellarlo- comentó burlón y los muchachos rieron divertidos -¡Miguel!- exclamó emocionada entendiendo por su comentario lo que era. Sí, una nueva BlackBerry. Sonrió feliz y lo besó tierna en los labios -Así, por fin tengo tu número; porque no me das dado el que tienes ahora- bromeó socarrón -¡Porque no me lo has pedido!- reclamó fastidiada y todos rieron divertidos Esperaron a que llegara la hora del tren para sus amigos; y se fueron a casa de Miguel donde ya pudieron libremente besarse y desatar toda su pasión y amor a buen recaudo de miradas indeseadas. Después de hacer el amor con un frenesí desbocado y ardientemente; Emma, con su camiseta solo puesta, estudiaba para los exámenes finales ayudada de los libros de Miguel recostada gustosa en el sofá del estudio mientras él, solo en boxers, trabajaba en el escritorio sobre sus informes o estudiaba algún caso importante. Sus miradas se encontraban a cada momento, felices y dichosas sonriéndose encandilados. Para su pesar, Miguel observaba como la tarde iba acabándose y la hora de regresarla a casa llegaba. -Debemos vestirnos mi cielo, se te hará tarde- expuso cariñoso acercándose a ella y besándola amoroso en los labios, Emma examinó su reloj y su cara se entristeció- mañana volveremos a estar juntos mi ángel -Como lo sabes- musitó melosa y atrapó ardiente su boca besándose apasionados. La llevó a casa en coche dejándola a una distancia prudencial para que no los vieran. Se volvieron a besar antes de que ella se bajara y esperó hasta verla entrar en casa. Luego regresaba a casa, ansioso ya de verla de nuevo.

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