jueves, 31 de octubre de 2013

-¿Pasa algo Julia?- la retó contundente a hablar Miguel y sus ojos se encontraron con los de su hermano sentado a la otra cabecera de la mesa y se quedaron mirándose fijamente. Miguel vio en los ojos de su hermano reproche y desconcierto, y él percibió claramente en los de Miguel un total desafío y fortaleza para afrontar todo lo que se avecinaba -Aquí no pasa nada- expuso rotundo Diego y todos lo observaron confusos -Pero Diego…- iba a protestar Julia con su rostro desencajado de la furia -¡¡Nada Julia!!- le bramó irritado clavándole una mirada furibunda que la acalló de inmediato- Aquí no pasa nada… absolutamente nada; son ambos adultos y responsables de sus actos… Nosotros solo podemos brindar por su felicidad y esperar que realmente sepan lo que hacen… porque te juegas mucho- habló calmadamente pensando muy bien sus palabras mirando intensamente a su hermano Miguel que también le clavó una mirada decidida; levantó su copa y se la mostró a su hermano frente a él- enhorabuena a los dos y que seáis muy felices, de corazón os lo deseo hermano- remarcó sincero sonriéndole a Miguel -Gracias hermano- respondió conmovido y también levantó la suya devolviéndole el saludo; todos los secundaron brindando por la pareja mientras sonreían animados -¡¿Estáis todos locos o qué os pasa?!- chilló fuera de sí Julia poniéndose en pie, todos volvieron a guardar silencio mirándola cohibidos, Emma aún apretó más la mano de Miguel, estaba completamente aterrada; él se la tomó entre sus manos acariciándosela con ternura- ¡¡Acaso no veis que es un absurdo!! ¡¡Miradla: apenas es una niña, Jesús!! ¡¡Miguel le dobla la edad!! ¿Tú también te has vuelto imbécil de pronto o qué rayos pasa Diego?- miró desencajada a los ojos de su hermano Miguel que la miró desafiante- ¿Sabes a lo que te estás arriesgando con esta locura? -Sí- respondió contundente -¡¡No hermano, no lo has pensado!! ¡¡Tú prestigio y tu renombre en el hospital se verán arrastrados por el fango!! Nadie querrá que sus hijos sean atendidos por el degenerado que se está beneficiando a una niña… ¡¡Tú carrera y tu puesto de director pueden peligrar!! -No me importa para nada mi carrera- habló rotundo -¡Ja! ¡¡No te importa nada tu carrera, muy bien!! - repuso con reproche- Vas a tirar una carrera exitosa y veinte años de medicina a la basura por…- calló y lo miró de nuevo retadora- ¿Por qué Miguel? -Por amor Julia ¿Sabes aún lo que es eso?- le increpó mordaz mirándola desafiante, ella lo miró dolida; tragó saliva y tomó aire profundamente -Bien, vale… no te importa tu carrera…- repitió más calmada pero sus ojos seguían furiosos- ¿y ella Miguel? ¿Acaso has pensado en ella? ¡¡La arrastraran por el fango!! ¿Te importa ella hermano? -¡Más que mi propia vida Julia!- respondió sincero y tajante- ¡¡Solo pienso en ella!! Es lo más importante en mi vida y no hago más que pensar en ella… y en todo lo que se viene encima… ¿y sabes una cosa hermana?- se miraron a los ojos y Julia percibió el gran temor que él tenía en ellos- es lo único que me aterra- declaró angustiado y unas lágrimas corrieron por sus mejillas -Miguel- masculló conmovida Emma también llenándosele los ojos de lágrimas y él le sonrió tranquilizador besándole apasionado la mano que aún sostenía entre sus manos. Tiró de ella suavemente y Emma obedeció sentándose sobre sus rodillas, Miguel la rodeó entre sus brazos y empezó a acunarla suavemente -Si alguien logra hacerle el mas mínimo daño yo no podré resistirlo- aclaró sobrecogido. Todos quedaron en silencio observando como ambos se miraban con tanto amor que impresionaba. Nadie opuso nada más. -Ahora lo comprendo todo- musitó Jaime, todos lo miraron desconcertados y él tomó aire profundamente- me llamó hace unos días Alberto… Me dijo que no podía hacerse cargo ya de tus cuentas y tus inversiones aunque no me quiso decir el por qué; me dijo que me las pasaría de inmediato porque así a todo no quería que cayeran en malas manos dada tu gran dejadez en referencia a todo eso…- explicó apagadamente, Miguel sonrió tristemente -Ni mis cuentas quiere… vamos bien- intentó bromear pero su voz sonó muy dolida, Emma lo besó tierna en los labios -A mí no me importa, ya entrará en razón vida mía- le repuso amorosa y ambos se sonrieron enternecidos El escándalo se desató y fueron la comidilla de la ciudad por un tiempo. Las murmuraciones sarcásticas, las miradas maliciosas, las muecas asqueadas los seguían por dónde iban… Pero ellos, haciendo caso omiso a todos aquellos comentarios insolentes, miradas desaprobadoras y murmullos hirientes; mostraban orgullosos y satisfechos su gran amor por la ciudad. Eran felices, tanto, que parecía increíble tanta felicidad. Y no les importaba para nada lo que podían decir los demás. Al contrario, cuanto más murmuraba la gente, parecía que más fuerte y grande se hacía aquel amor. Cecilia los visitaba a menudo y miraba orgullosa como su hija se hacía cada día más fuerte ante todo y era feliz mirándola tan enamorada y plena de felicidad. Le conmovía tremendamente ver como Miguel se volcaba en mimarla y consentirla. También ella con él. Todo le parecía poco y no lo suficientemente bueno para su Miguel. Pronto se les unió a las asiduas visitas de Cecilia, una Julia muy diferente del primer día. Después de escuchar algunas barbaridades y verlos afrontándolas con tanta decisión y sin importarles nada las miles de sandeces y duros comentarios; comprendió el gran amor que ambos se tenían y aceptó aquella relación sin más reticencias. Naciendo una gran amistad entre ella y Emma. Aquella chiquilla era toda una mujer valerosa que no se amilanaba ante nada y amaba con locura a su querido hermano ¿qué más podía pedirse? El que seguía sin dar su brazo a torcer era Alberto. Parecía que nunca iba a perdonar la traición de su gran amigo ni la locura de su hija. Era lo único que ensombrecía los ojos de Emma. Cecilia se sentía morir cada vez que llegaba a la casa y ella le preguntaba esperanzada por su padre; no se atrevía a decir nada, solo movía indiferente los hombros y le sonreía tierna. Su hija esbozaba una leve sonrisa abatida y aquellos ojitos llenos de amor y esperanza se diluían en tristeza. Pero él sufría terriblemente por ellos sin dar muestras de ello. Los comentarios mal intencionados que le llegaban de refilón sobre su buen amigo le herían tremendamente y unas ganas terribles de romperles la cara a todos lo invadían fieramente. Sobre su adorada princesa, todos tenían buen cuidado de que no le llegara comentario alguno. Cada noche, mientras cenaban, Cecilia le hablaba de lo feliz que era su pequeña y de lo mucho que Miguel la amaba y consentía. -Viven en un maravilloso paraíso donde solo están ellos dos sin importarles nada el resto del mundo; Miguel la amaba y la protege tanto cielo…- le decía su esposa encantada y él seguía cenando despreocupado sin dar muestras de importarle para nada aquella conversación, aunque por dentro se sentía feliz de que su pequeña fuera tan amada y dichosa. Sentía gran orgullo de su valentía. Emma había aprobado el curso con honores y Miguel le propuso ir a comer con su madre a un elegante restaurante de la ciudad al que ella deseaba ir. Se emocionó muchísimo -La niña ha aprobado todo con honores, el ser feliz le sienta tan bien- comentó Cecilia orgullosa durante la cena. Como siempre, Alberto no dio muestras de importarle y siguió cenando- y Miguel está tan orgulloso de nuestra pequeña y tan henchido que nos ha invitado a comer mañana al Moon’s Paris; la nena está entusiasmada, lleva tiempo queriendo ir- siguió hablando sin respuesta, miró esperanzada a su esposo- ¿vas a venir cielo? -No- respondió rotundo -Berto, amor- habló ella tomándole la mano tiernamente sobre la mesa- recapacita mi vida, la niña está feliz y ha aprobado con honores… ¡Con honores amor mío! Cuando llevaba el curso a remolque… Es tu princesita Alberto, no le hagas esto; mañana no- le suplicó amorosa, él la miró fijamente -No- repitió tajante retirando su mano de entre las de su esposa- y déjame cenar tranquilo o me iré a la sala -¡Eres un terco testarudo!- le increpó furiosa y él la miró sorprendido- ¡Nunca esperaría esto de ti Alberto! Que te hubieras enfadado por lo sucedido te lo paso, pero ¿este desprecio gratuito hacia tu propia hija? Eres un insensible y un cabezota ¿no te importa que tu hija sea feliz? -Cecil…- repuso fastidiado -¡¡Ni Cecil ni nada!! No eres para nada el hombre con el que me casé Alberto, no te reconozco- expuso hiriente mirándolo reprochadora y él evitó su mirada- ¿Acaso no te acuerdas ya por lo que tuvimos que pasar nosotros también? ¿No nos prometimos que nunca actuaríamos con nuestros hijos como mi padre actuó con nosotros? -¡¡No compares Julia!!- bramó furioso- ¡¡Todo fue porque éramos unos críos!! ¡¡No un bastardo que se burló de mí en mis propias narices!! -¡¡Se enamoraron Alberto!! ¡¡Y en el corazón no se manda!! Y digas lo que digas, estás siendo intransigente y cerrado como mi padre Alberto… Y en aquella ocasión Emma llegó para suavizar las cosas con él pero… ¿qué esperas tú para perdonar? Se aman con locura Alberto y son inmensamente felices ¿no decías que era suficiente?- ella se levantó de la mesa llevándose el plato -¿A dónde vas?- indagó sorprendido por su proceder -A cenar a la sala; y a partir de hoy, dormiré en el cuarto de la nena… No compartiré cama con un desconocido y eso estás siendo tú para mi Alberto: un auténtico desconocido- y salió de la cocina dejándolo desconcertado y solo.

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