viernes, 1 de noviembre de 2013

Miguel subía todas las mañanas a despedirse de Emma con un apasionado beso, entregándole una olorosa rosa roja que recogía del jardín. Ella lo despedía entregándole tanto amor que siempre se le hacía difícil marchar. Recibiéndole a la tarde ansiosa y feliz de tenerlo nuevamente de vuelta en casa. Últimamente, Miguel la observaba más ojerosa y pálida que de costumbre. Se lo comentara inquieto a Cecilia, que los visitaba asiduamente, pero ella no le diera importancia. Aunque él no podía dejar de preocuparse. Cada día la encontraba más desmejorada; últimamente por las mañanas, ella no despertaba para despedirlo, él le dejaba la rosa sobre la almohada y la besaba amoroso, yéndose pensativo y preocupado. Aquella tarde, lo esperaba como siempre en el porche, feliz y entusiasmada. Corrió a sus brazos, apasionada, como siempre, llenándolo de dicha. -¡Tardabas!- repuso mimosa, él sonreía dichoso -Igual que todos los días mi amor.- contestó divertido. -¡Mira que sorpresa te compre hoy!- dijo coqueta y se desató el vestido cruzado que llevaba enseñándole un conjunto de sujetador y tanga muy erótico y provocativo; pero él se asombró de lo que había adelgazado, ya se le empezaban a dibujar las costillas bajo la carne ¿Cómo no se había dado cuenta antes? se asombró preocupado. -Emma ¿has comido hoy?- le preguntó asustado -Sí.- contestó ella rápida y esquiva -¡Emma!- le regañó cariñoso, ella lo miró poniendo cara de disgusto -Sabes que no me gusta comer sola- se defendió mimosa -Hablaré con tu madre para que suba a comer contigo- amenazó cariñoso -¡No, déjala, bastante discute ya con papá!- reclamó ella cariñosa -Pues le diré a Julia o a Lidia que vengan a pasar el día contigo- aseguró conciso -¡Amor!- protestó ella mimosa abrazándose a él, amorosa- Julia bastante tiene con lo de ella y Lidia está pasando unos días en el pueblo con Mark ¿no irás a fastidiarle el verano, verdad?- le preguntó divertida -Entonces me vas a obligar a venir a comer a casa- acabó tajante, ella lo miró a los ojos preocupada -Mi vida ¡No tendrás tiempo ni a comer!- repuso asustada -¡¿Qué quieres que haga si no te cuidas, Emma?! ¡¿Te has visto lo que has adelgazado últimamente?!- le regañó seriamente, ella le sonrió coqueta -Vale, comeré… ¡te lo prometo!- repuso mimosa nuevamente besándolo amorosa en los labios, él la llevó a casa abrazados el uno al otro amorosos -Voy a vigilar el frigorífico y como no falte comida…- amenazó, pero ella le sonrió tierna y lo besó apasionada -¿No me dices nada del regalo? ¿No te gustó?- comentó coqueta -No me cambies de tema Emma- contestó él divertido, vencido ya por sus caricias y besos íntimos que le ofrecía apasionada- siempre te sales con la tuya mi gatita- musitó vencido tomándola en brazos y llevándosela al sofá de la salita Hicieron el amor apasionadamente, entregándose todo su amor… pero despacio y con premura, pues Emma últimamente se agotaba muy pronto. Se defendía diciéndole que era el calor, que la agotaba siempre los veranos; era chica invernal, bromeaba aunque a Miguel ya no le convencían aquellos argumentos. Aquella mañana, no la dejó seguir durmiendo, la despertó amoroso pero insistente pues tenía un sueño muy profundo desde hacía días. -Déjame dormir, amor- protestaba mimosa -Nada de eso, levántate que nos vamos- repuso destapándola divertido, ella lo miró suplicante -¿A dónde? ¡Un poquito más solo!- remoleó mimosa cubriéndose de nuevo con la sábana -¡Venga arriba dormilona! Te vienes conmigo al hospital- insistió descubriéndola de nuevo -¿Al hospital? ¿A qué?- preguntó sorprendida mirándolo ya completamente despejada -Quiero tenerte conmigo las 24 horas del día- bromeó amoroso aproximándose a ella hasta quedar sus bocas casi rozándose, ella sonrió gustosa -Mentiroso- repuso divertida y lo besó dulcemente en los labios -No es mentira ángel mío- declaró sincero y ella sonrió complacida- pero además, quiero que te hagas unas pruebas, para quedarme yo tranquilo- contestó amoroso besándola en los labios -¡Mira que eres paranoico! ¡Te prometí que comería, cielo!- protestó melosa acariciando mimosa sus labios con los de ella -Me da igual… Hazlo por mi, corazón- le suplicó cariñoso, ella sonrió dichosa -Está bien- se levantó de la cama remolonamente- Pero después me dejarás tranquila ¿vale?- le hizo prometer y se besaron apasionadamente. Ya en el hospital, Miguel se encargó personalmente de realizarle todo tipo de pruebas junto a su gran amigo Darío que lo ayudaba complacidamente -¿Sabes qué no me gustan las agujas y me estás torturando verdad? ¡Solo por no comer un par de días!- protestó ella melosa apartando angustiada la mirada de la aguja cuando le extraía unas muestras más de sangre recomendado por Paco; él a su lado, le sujetó amoroso su mentón clavando su mirada en aquellos hermosos ojos que lo tenían completamente enamorado -Te recompensaré mi ángel- contestó amoroso besándola suavemente en los labios -¡Más te vale!- remarcó decidida y todos rieron divertidos mientras ellos se besaban apasionados. Paco se cruzó una mirada tierna con su amigo Darío y se sonrieron alegres. Sin decirse nada, entendían lo que estaban pensando: ¿cómo habían podido querer luchar contra aquello? Era una misión imposible; eran una pareja estupenda y se percibía su gran amor a simple vista, lo transmitían por cada poro de sus pieles. -Esto está- los interrumpió Paco soltándole la goma que aprisionaba el delgado brazo de Emma -Menos mal, ya me estabas dejando sequita Paquito- bromeo chistosa y todos rieron divertidos- Bueno ¿ya está todo no?- le preguntó resuelta a Miguel que le sonrió tierno -Sí mi cielo, ya acabamos- contestó enternecido acariciándole dulcemente la mejilla- Ahora nos vamos a desayunar mientras esperamos los resultados -Bien, esa idea me parece la mejor de todas las que me has propuesto hasta ahora… aunque habías podido superarte con creces si hubieras propuesto otra cosa mucho mejor y más apetecible- siguió bromeando pícara guiñándole maliciosa un ojo, todos rompieron a reír socarrones -¡¡Emma!!- le regañó Miguel pero ella rió divertida, Miguel le dio una suave cachetada en el trasero- ¡Anda descocada, ve a vestirte que te espero aquí! Emma entró en el baño de la habitación para cambiarse mientras todos seguían riéndose animados aunque Miguel se puso serio así ella cerró la puerta del baño -¿Qué? ¿Cómo lo veis?- indagó nervioso a sus amigos que también se mostraron más serios -Por ahora no podemos decirte gran cosa Miguel- respondió claro y sereno Darío -Vemos lo que tú mismo has visto hasta ahora querido amigo: tiene una anemia de caballo y está muy desmejorada; esperemos a esta nueva prueba- aclaró tranquilamente Paco -¿No se sabe nada de Alonso aún verdad?- indagó inquieto -No pero estate tranquilo, sabes que es el mejor cardiólogo de la ciudad y no dejará pasar por alto ni el más mínimo detalle si algo encontrara- lo intentó tranquilizar Paco -Además, el no tener noticias, a veces, es buena noticia ¿no?- añadió Darío sonriendo entrañable pero Miguel lo miró fijamente -O no…- repuso muy serio y preocupado -Anda, tranquilízate y ve a desayunar con tu preciosa mujer… O mejor aún, tómate el día libre y deja hoy los problemas médicos a tus subalternos, tú disfruta de esa maravillosa compañía- resolvió amistoso Darío golpeándole suavemente la espalda animosamente, él les sonrió agradecido mientras salían de la habitación.

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