martes, 29 de octubre de 2013

Pero Cecilia descubrió las manos de ellos, entrelazadas amorosamente y abrió los ojos atónita; su respiración se apuró de pronto y se tapó sobrecogida la boca. Alberto la miraba asombrado mientras ellos se oprimían más las manos y la observaban nerviosos esperando su reacción. -Algo me lo decía… Algo dentro me lo decía pero me negaba a creerlo- musitó ahogadamente sin poder apartar sus ojos abiertos y aterrados de Miguel- ¡¡No me hagas esto, Miguel!!- gritó angustiada- ¡¡Tú no… tú no puedes hacernos esto!! -¡¿Qué te pasa Cecil?!- preguntaba Alberto asustado sin comprender, observó a la pareja y Miguel, instintivamente, sujetó amoroso con su brazo los hombros de Emma atrayéndola hacia él, protegiéndola. Alberto se puso rojo de la furia y dio solo dos pasos hacia él -¡¿No es cierto, verdad?!- repuso encolerizado -Alberto, hablemos tranquilos…- intentó serenarlos Miguel -¡¡ ¿Tranquilos?!!- bramó violento, Miguel abrazó más fuerte a Emma contra él- ¡¿De qué quieres hablar desgraciado?! ¡Eres un rastrero! ¡Abro las puertas de mi casa a un amigo, te trato como un hermano y tú te aprovechas de mi hija!! ¡¡Eres un degenerado Miguel!! ¡¡Un asqueroso y cínico viejo verde! -¡¡Esto es una traición de las peores que podías darme Miguel!!- gritó Cecilia indignada- ¡¡Eres un desgraciado!! ¡¡Un… un…!!- y abofeteó a Miguel con rabia, Emma se sobresaltó y se enfureció -¡¡Mamá!!- gritó encolerizada -¡¡Cállate, tú!!- le bramó exasperada- ¡¡Eres una niñata irresponsable!!- levantó la mano para darle una bofetada a su hija pero Miguel la detuvo sujetándole la mano firmemente -¡No hagas algo que después te arrepientas Cecil!- le comentó tranquilo, Cecilia lo miró asqueada- Conmigo lo que quieras, pero a ella no permitiré que la toques- repuso sereno -¡¡No me toques desgraciado!!- masculló disgustada mirándolo herida mientras de un fuerte tirón se soltó del amarre de Miguel- ¡No me podía imaginar una traición así de ti Miguel! ¡De ti no…!- sollozó afligida dejándose caer en el sillón -¡¡Emma ven aquí!!- repuso su padre amarrándola fuertemente de la mano y queriéndola apartar de él pero ella se opuso firmemente -¡¡No!! ¡Estoy con el hombre que quiero!- le gritó histérica y dolida -¡No sabes lo que quieres, hija!- comentó su padre irónico- ¿Te das cuenta de lo que haces grandísimo desgraciado?- le reclamó a Miguel irritado-¡Es una niña! ¡¡MI NIÑA!! ¡Le estas destruyendo la vida a una chiquilla! -¡¡El no destruye nada!!- bramó Emma encolerizada- ¡¡Soy yo la que quiero estar con él!!- Pero su padre no la miraba, seguía mirando fijamente a Miguel con desprecio -¿Te das cuenta que le hundirán la vida a murmuraciones? -Lo sé, pero no permitiré…- intentó explicarse Miguel -¡¿Qué no permitirás imbécil?!- le reclamó furioso interrumpiéndolo- ¿Te das cuenta que cuando seas un viejo de 60 años ella apenas será una mujer de 40? -Sí lo sé, y lo pensé muchísimo Alberto… todo eso lo pensé mil veces- repuso Miguel con serenidad- Alberto, te juro que intenté por todos los medios huir de ello pero no pude- ahora habló trastornado -¡¡No lo intentaste suficiente Miguel!! ¡¡Para esto antes de que sea demasiado tarde!!- gritó exaltada Cecilia -¡¡Ya lo intenté Cecil y no puedo!! ¡¡Te juro que no puedo!! ¡¡Es más grande que lo que puedas imaginar!! ¡¡Nos amamos con locura Cecil, compréndeme!!- exclamó angustiado, Cecil lo miraba incrédula -No me hagas esto Miguel… es mi niña… inténtalo con más fuerza- sollozó angustiada -¡¿Qué más puedo hacer Cecil?!- repuso Miguel dolido- ¡¡Intenté largarme a Somalia pero me fue imposible!! ¡¡Deje de venir a visitaros aunque me era angustioso no verla!! ¡¡Dios Cecil!! ¡¡Si hasta iba a casarme sin amor intentando escapar de esto que siento por Emma, Cecilia!! ¿Te parece poco intentarlo?- preguntó dolido, todos lo miraron sorprendidos y Emma más asombrada que nadie: ¿tantos años llevaba él enamorado de ella? -¡¿Ya de aquella te fijaras en mi niña?!- expuso atónito Alberto, Miguel bajó la mirada abochornado- ¡¡Hijo de la gran puta!! ¡¡Si apenas tenía veinte años desgraciado mal nacido!!- le increpó fuera de sí dando dos pasos hacia él mirándolo crispado, Miguel aún cubrió más a Emma con su cuerpo para protegerla pues se imaginaba que Alberto lo golpearía… su mirada furibunda y su aproximación alterada todo lo demostraba… levantó furioso su mano y Miguel se preparó para recibir el puñetazo, no iba a responderle, eso lo tenía muy claro… pero para su asombro, Alberto señaló la puerta con firmeza- ¡¡Lárgate de mi casa y no se te ocurra volver desgraciado!!- exclamó de pronto trastornado -Si él se va… ¡Yo también!- aseveró decidida Emma -¡Emma!- exclamó su madre dolida mirándola amorosa pero ella se mantuvo firme -¡Tú no vas a ninguna parte niña malcriada! ¡Que tú y yo no acabamos de hablar!- la amenazó su padre invariable mirándola fieramente- ¡¡Pero tú te me largas ahora mismo y no vuelvas a pisar esta casa en tu puta vida ¿me oyes?!! -Pues di lo que tengas que decir ya porque, si él se va, yo me voy con él papá- repitió Emma muy segura- Lo amo, quiero estar con él y no pienso dejarlo… Así que piensa bien lo que haces, papá- lo encaró valerosa, su padre la miraba fuera de sí -¡¡Pues lárgate tú también mal agradecida!!- gritó violento- ¡¡Ya volverás cuando se te pase esta tontería!! -¡¡Esto no es ninguna tontería papá!! Nos amamos de verdad… Así que piensa bien lo que estás diciendo… Si me voy ahora ¡No volverás a verme!- amenazó Emma indignada -Pensarlo bien los dos… estáis hablando cosas muy duras- intentó intermediar Miguel -Yo no tengo nada que pensar- contestó Emma mirándolo amorosa- Te quiero, te lo dije, y nada me apartará de ti ya… Si mi padre es lo que quiere, lo tendrá… ¡pero yo de ti no me alejo ni un palmo!- Miguel la abrazó más contra sí y la besó en la frente. Cecilia lloraba desconsolada, hundida. -¿Eso es lo que quieres? Pues ya sabéis ambos dónde está la puerta- repuso Alberto destrozado y se marchó a la cocina. Cecilia se cubrió desolada el rostro con las manos. Emma comenzó a andar hacia la salida pero Miguel la detuvo -Piénsalo bien, cielo- le dijo amoroso- Si ahora te vas, no volverá a ser lo mismo nunca más. -No tengo nada que pensar, fue su decisión no la mía. -Piensa en tu madre, corazón- le comentó angustiado, ella observó a su madre en el sofá llorando desconsolada. Se acercó a ella y se acuclilló delante de ella -Mamá- le habló amorosa; Cecilia la miró con los ojos perdidos- te quiero mucho pero a él más, compréndelo mami, no puedo vivir sin él ya porque lo amo de verdad, ¿me comprendes? Nos queremos muchísimo y me hace plenamente feliz, ¿me estás entendiendo?- su madre asintió con la cabeza- Cuando papá se calme, todo volverá a su cauce y me verás ser la mujer más feliz del mundo pero no puedo permitir perderlo… ¡Le amo demasiado!- la besó en la mejilla amorosa- Te llamaré de vez en cuando para saber cómo estás ¿de acuerdo?- se levantó, se agarró a la mano de Miguel y salieron de la casa hacia el coche. Cuando ya estaba Emma dentro apareció Cecilia en el porche -¡¡Miguel!!- llamó desesperada, él se volvió, la miró tristemente, ella se acercó a él. Le tomó las manos cariñosa entre las de ella- ¡Cuida de mi niña, Miguel!- rogó ansiosa- ¡No permitas que nadie le haga daño! ¡Esto va a ser muy duro y la gente es muy mala! ¡Le harán daño con comentarios duros y os destrozarán! -Lo sé, Cecil, de eso no tengo dudas pero no permitiré que nadie la lastime- aseguró rotundo, ella lo abrazó cariñosa -Hazla feliz, cariño- repuso volviendo a llorar sobre su pecho -Eso dalo por hecho- prometió, ella le sonrió y se dirigió a Emma que esperaba dentro del coche -Cielo, no te preocupes, a tu padre se le pasará así vea que realmente eres feliz- le dijo amorosa -Lo sé- comenzó a llorar también -Sé muy feliz mi niña; si necesitas algo, dímelo sin problemas… Ten mucho cuidado, la gente es muy mala y os harán mucho daño -Lo sé -Aquí me tenéis siempre para lo que necesitéis- besó a su hija amorosa, luego besó a Miguel que estaba junto a ellas -Tú también sabes dónde estamos- repuso él- No solo nos juzgaran y se ensañarán con nosotros… ¡A vosotros también os harán daño! -No me importa, solo me duele lo que pasará mi pequeña -No te preocupes, mamá… ¡Estoy más que preparada!- aseguró radiante- ¡Venme a visitar de vez en cuando! -Claro, cielo; no te preocupes; Iros ya… Voy a ver como está tu padre- comentó entristecida y se volvió hacia la casa -¡Mamá!- ella se volvió hacia su hija- ¡Te llamo a las once para saber como está! Intenta coger tú el teléfono, por favor. -De acuerdo, corazón- respondió sonriendo levemente y entró en la casa. Miguel miró a Emma dentro del coche, ella le sonrió cariñosa pero la tristeza estaba prendida en sus ojos. Miguel le apretó amoroso la mano y luego se la besó. Arrancó el coche y volvieron a casa.

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