domingo, 3 de noviembre de 2013

Abrió con tal brío la puerta del despacho que se golpeó bruscamente contra la pared sobresaltando a sus tres amigos que esperaban fuera y se irguieron de inmediato mirándolo expectantes y nerviosos. El los miró furioso -¡¿Qué hacéis aún aquí?!- bramó furioso mirándolos furibundo, ninguno dijo nada- ¡¿Acaso no sabéis que hay mucho que hacer y poco tiempo?!- aclaró sin bajar el tono y ellos se pusieron atentos de inmediato -Ya está todo dispuesto Miguel- le contestó serenamente Alonso -¡¡Bien!!- tomó aire más relajado- ¿Dónde está? -Llamé a Sonia que la llevara a uno de los cuartos de la planta 14- indicó amable Darío -Bien… Vamos a verla y explicarle lo que hay- Los tres lo miraron compasivos- ¡¡Basta ya!! ¡Cambiad esas caras inmediatamente! No quiero que ella vea lástima ni pena en vuestros rostros; ¡esto se va remediar y ella se pondrá bien ¿me estáis escuchando?!- ordenó enérgico y ellos afirmaron con la cabeza Se dirigieron a la habitación donde esperaba Emma, sentada en la cama junto a Sonia. Miguel la observó por la pequeña ventana de la puerta antes de entrar. Con las manos debajo de sus muslos, bailaba los pies adelante y atrás como de niña, esperando tranquila mirando al suelo. A Miguel se le rompió el corazón y las lágrimas acudieron de nuevo a sus ojos pero tragó repetidamente saliva hasta deshacer aquel nudo que se le hacía en la garganta, Alonso le apretó firme el hombro -¿Quieres que lo haga yo?- preguntó cariñoso -No, lo haré yo- respondió tranquilo y entró en la habitación seguido de los dos médicos. Ella lo miró reprochadora al verlo y saltó de la cama -¡¿Qué pasa Miki?!- preguntó molesta- Dijiste que acabáramos ya con las dichosas pruebecitas -No quiere ponerse el pijama Miguel- expuso incómoda Sonia -¡Claro que no Sony! Yo no me vuelvo a poner ese estorbo de pijama incómodo- aclaró resuelta y los amigos de Miguel sonrieron amenos- Miki cielo…- habló mimosa acariciándole melosa la pechera de su camisa- Dime que no me harás más pruebas mi vida -No te haré más pruebas mi vida- repitió él amoroso acariciándole tierno la mejilla, ella sonrió dichosa -¡¿Lo ves Sony?! Me voy a casa y no necesito ponerme ese dichoso pijama- remarcó decidida, la muchacha bajó la mirada apesadumbrada aunque Emma no lo percibió. Volvió su mirada al rostro de Miguel y él le sonrió tierno, ella lo besó en los labios y se abrazó a su pecho amorosa- Ahora nos vamos ya ¿verdad mi amor? Estoy cansada y me quiero ir a casa mi vida- Miguel cerró los ojos un instante mientras la apretaba fuertemente contra sí. -Cielo, no podemos irnos- le habló tan cariñoso y cálido como le salía del corazón, ella lo miró sonriendo tranquila -¿Por qué?- preguntó inocente, él le sonrió amoroso -Hay… un pequeño problema- ella lo miraba serena sin perder la sonrisa- Parece que tu corazón no funciona del todo bien y Alonso quiere ponerte un tratamiento, amor- ella sonrió más aún, feliz -¡Funciona bien, mi amor; te lo aseguro! lo que pasa es que te quiere tanto que a veces parece que falla y Alonso no puede comprender eso- bromeó chistosa y todos se rieron entrañables- Pero te dejo de querer un poco y se arregla- añadió socarrona -¡No hagas eso nunca!- contestó tajante besándola en la frente y se rieron amenos- ¡Pero vamos a arreglarlo para que aún me quieras más! -¡Eso es imposible!- aseguró ella dichosa- Lo único que me pongas otro corazón y tenga dos para amarte- bromeó pero la cara de Miguel se puso seria de repente, ella lo miró intrigada -¿Qué pasa, Miguel?- preguntó intranquila, él le sonrió amoroso pero sus ojos estaban llenos de pena -Nada, ya te dije que lo íbamos a arreglar- la cogió en brazos como de niña besándola en los labios amoroso -¿Es eso verdad? ¿Necesito un trasplante?- insistió asustada, él la miró con devoción -¿Por qué nunca comentaste nada de lo que te estaba pasando?- le reprochó en un murmullo mirándola ofendido, ella bajó la cabeza avergonzada y él volvió a besarla tierno en la frente- ¡No te preocupes mi vida! ¡Pronto lo tendremos y todo será perfecto de nuevo amor mío!- repuso ilusionado- Ahora, tienes que quedarte unos días para estar preparada para cuando aparezca ¿comprendes, verdad mi ángel? -Miguel- repuso ella angustiada sujetándose nerviosa al cuello de Miguel -No te preocupes de nada, mi amor…Todo va a salir bien- la besó apasionado en la sien- Tú tranquila, ¿eh? Todo va a salir bien- repetía continuamente más para creerlo él, que para tranquilizarla a ella. Emma le sonrió amorosa pero triste -Éramos demasiado felices, mi vida- repuso amargamente -¡Y lo seguiremos siendo, corazón! Esto solo es un bache sin importancia… dentro de unos días nos reiremos de lo tontos que somos por preocuparnos ¡Ya lo verás ángel mío!- la apresó con pasión contra su cuerpo y ella recostó su cabeza sobre su pecho; lloraban los dos en silencio mientras él besaba con extrema ternura su sedoso pelo- Todo se arreglará mi vida, ya lo verás- le murmuraba entre lágrimas con gran amor. Los tres amigos y Sonia salieron de la habitación dejándolos a solas. Sonia rompió a llorar así Alonso cerró la puerta -¡Ey preciosa! ¿Qué pasa?- la rodeó cariñoso entre sus brazos Paco consolándola, también Darío le acarició tierno la espalda -No puedo ver así a Miguel- declaró entre sollozos- era por fin tan feliz… Se le veía tan ilusionado… -Sony, cielo; verás como se va a poner bien- repuso Alonso animoso, ella lo miró y sonrió amargamente -Si aparece un corazón viable… -Aparecerá pequeña…. Aparecerá- remarcó decidido Darío y los cuatro se sonrieron esperanzados Cuando Alonso regresó al cuarto acompañado de su equipo, Emma se había puesto el camisón y estaba acostada en la cama. Tomados de la mano se miraban amorosos y se sonreían enamorados. -¿Preparada?- le preguntó animado Alonso -No- respondió ella sincera y todos rieron amenos- pero no tengo más remedio ¿no? -Verás como pronto superamos todo esto- declaró Alonso y su equipo empezó a conectarla a los monitores mientras una enfermera le ponía una vía en el brazo para el suero y otra le tomaba la tensión después de colocarle el termómetro. Ella los observaba atenta sin perder detalle; volvió la mirada a Miguel sonriendo apenada -Parezco un conejillo de indias en un laboratorio- bromeó nerviosa, Miguel le sonrió levemente y la besó dulcemente en los labios. Se fueron del cuarto dejándolos solos, siguieron mirándose continuamente apasionados y se sonreían enamorados. Miguel no soltaba ni un momento su mano, besándosela sin descanso, amoroso. Emma entrecerró los ojos unos segundos pero los abrió de inmediato -¿Estás cansada vida mía?- le murmuró meloso junto a sus labios acariciándole el pelo y ella sonrió agradada -Un poco… pero no quiero dormirme- murmuró dulcemente mirándolo apasionada y él le sonrió enamorado -Pues duerme mi ángel, no te preocupes de nada, tú descansa vida mía que yo estaré aquí cuando despiertes- le susurró tierno besándola en la frente Emma se durmió más tranquila. Miguel la besó en los labios suavemente y se quedó mirándola ensimismado. Era preciosa y la amaba tanto, tanto… parecía tan frágil así dormida y se la veía tan débil… y tan joven… las lágrimas volvieron a correr por sus mejillas. La besó de nuevo en los labios suavemente y salió del cuarto dirigiéndose a la sala de enfermeras -Cris- le habló a una de ellas que estaba allí, ella atendió rauda -¿Necesita algo doctor Hernández? -Mi esposa acaba de quedarse dormida y voy a aprovechar para hacer una salida importante… pero no me gusta dejarla sola ¿le importaría acompañarla por si despertase antes de que yo regresara? -Claro que no, doctor- contestó amable y se fue al cuarto de Emma. Miguel se dirigió a su coche y se sentó al volante pero no arrancó. Aferrado fuertemente al volante, sus nudillos blanquecieron de la extrema fuerza con la que lo sujetaba. -¿Por qué ella? ¿Por qué ella y no yo?- gritó amargamente y empezó a golpear violentamente con la palma de su mano el volante- ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¡Solo dame un por qué!!- lloraba desconsoladamente. Se reclinó en el asiento y cerró los ojos dejándose llevar por la amargura que lo asolaba. Cuando por fin pudo contener las lágrimas, se limpió las mejillas con su mano y tomó su teléfono, solo dio dos tonos antes de que descolgaran -¡Por fin te dignas a llamar, desconsiderado!- le regañó la voz de su hermana- Ya sé que eres muy feliz pero podías llamar más a menudo…- seguía reprendiendo cariñosamente -Julia…- murmuró sin apenas fuerzas, el nudo de su garganta apenas le dejaba hablar -¿Qué pasa Miguel?- repuso alarmada por la voz afligida de su hermano -Julia…- volvió a repetir pero rompió a llorar de nuevo -¡Santo Dios! ¡¿Qué ocurre Miki?! ¡¡Me estás asustando!! -Julia… Emma…- logró pronunciar a duras penas, lloraba sin consuelo- Emma… está muy grave Julia… se me puede morir mi niña hermana… -¡Virgen santísima! ¡¿Qué estás diciendo Miguel?!- clamó angustiada. Desesperado le explicó lo que ocurría con Emma entre sollozos, también la oía a ella llorar desconsolada. Después de desahogarse con su hermana, se quedó sentado unos minutos intentando acumular más fuerzas; debía hacerlo… tenía que hacerlo… Tomó aire profundamente -Al mal paso, darle prisa- se dijo dándose ánimos y arrancó su coche metiéndose entre el rápido tráfico; conduciendo veloz, esquivando los otros vehículos hábilmente.

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