jueves, 14 de noviembre de 2013

Se duchó y se descubrió olisqueando las camisetas usadas que había sobre el sofá. Pasmado por aquel gesto tan ilógico en él, observó su alrededor. Realmente aquello parecía una cochiquera ¿cómo había podido juntar tanta mierda en tan poco tiempo? El nunca había sido así, reconoció descolocado. Haciendo la compra en el súper de todo lo que necesitaba para poner su casa en orden de nuevo, se encontró con el azúcar, sonrió entrañable y tomó un paquete. También compró leche y alimentos para cocinar en casa. -¿Me la podéis llevar a casa?- le preguntó amable a la cajera, ella le sonrió entrañable -Claro que sí; al mediodía lo tendrá allí -Gracias- tomó algunos limpiadores y los metió en la mochila- esto lo necesito ya- ella le sonrió amigable. Se fue a una tienda de electrónica, se compró un móvil nuevo y un ordenador portátil con una conexión a Internet. Al llegar a casa, se sentó en el sofá frente al mar y sacó el teléfono de la bolsa. Lo encendió y quedó mirando la pantalla de inicio. Empezó a marcar el número de su hermana pero lo cerró de repente y lo dejó sobre la mesita de café como si de pronto le quemara en la mano. Se quedó mirándolo fijamente unos segundos -Más tarde- repuso decidido y se levantó del sofá empezando a limpiar. Aunque estaba entretenido con la limpieza, su mirada se escapa a cada momento hacia el teléfono. La verdad, es que se moría de ganas de saber de ellos también. Echaba tanto de menos a su pequeña ratita… Recogió el teléfono de la mesita y salió a la terraza. Se sentó en la hamaca y llamó a Lidia. -¿Quién es?- preguntó intrigada, el corazón de Miguel le dio un vuelco al oírla -Hola preciosa -¡¡Tío Miki!!- gritó entusiasmada- ¿Dónde estás? ¿Cómo estás? ¡¡Oh, tío Miki, que preocupados nos tenías!! ¿Estás bien? ¿Cómo no has llamado antes? -Tranquila pequeña, despacio- intentó serenarla -¡¡Mamá anda sin sombra, preocupadísima por ti!! ¡¡Llora seguido y no sabemos ya cómo calmarla!! ¿Dónde estás? ¿Ya has vuelto a casa? -Cálmate muñequita; estoy bien, corazón… Y no, no estoy en casa… Estoy…- calló unos segundos- aún ando perdido pero estoy bien y referente a volver…- se calló brevemente- No pienso volver por ahora. -¿Dónde estás? -No te lo diré por ahora, mi vida… o tu madre me aparecerá aquí y aún no quiero ver a nadie -Está bien, como quieras- ya estaba más calmada- ¿Pero realmente estás bien, verdad? -Sí corazón, estoy muy bien…Echándote muchísimo de menos, pero estoy bien- la oyó reír feliz- ¿Dónde estás? -En casa, estudiando para los finales -¡¿Las finales ya?!- se asombró y la oyó reír, también sonrió -Tío Miki, han pasado cinco meses ya- expuso cariñosa -¡¡Cinco meses!!- repitió atónito- ¡¡La leche, como corre el tiempo!! ¿Y cómo lo llevas? -Bien, tirando…- habló esquiva y él comprendió que no muy bien -Preciosa, ¿estás haciendo lo qué te pedí en la carta? -Sí tío Miki, he hecho todo lo que me has mandado y todas las semanas le llevo el ramo de rosas rojas y, aunque estén buenas, se las cambio como me pediste -No te olvides nunca, por favor te lo pido -No lo haré, estate tranquilo -¡Ah! Compré hoy un portátil, en cuanto lo conecte te llamaré por vídeo conferencia, ¡tengo muchas ganas de verte! -¡Y yo a ti! -Lo del portátil no se lo digas a tu madre, será nuestro secreto ¿vale?- ella volvió a reír- ahora pásamela ¿anda por ahí? -Sí, ahora voy- sintió como corría escaleras abajo y la llamaba a gritos diciéndole que era el tío Miki -¡¿Qué estás diciendo?!- se la oía angustiada- ¡¡ ¿Miguel?!! ¡¡¿De verdad eres tú, Miguel?!! -Sí hermanita, soy yo: Miguel- la oyó llorar desesperada- ¡Ey, estoy bien, tranquila! -¡¡No vuelvas a hacer algo así, ¿me oyes?!!- le suplicaba angustiada- ¡¡Cinco eternos meses sin saber de ti!! -¡¿Cinco ya?!- se volvió a sorprender aturdido, ni cuenta se diera de que pasara tanto tiempo… -¡¡Sí cinco, animal; me tenías perdidamente desesperada!!- le reñía furiosa- Ahora bajo y hablamos -¡¡No estoy en casa!!- repuso rápido elevando la voz para que no colgara -¿Cómo qué no estás en casa?- se sorprendió- ¿Dónde estás? -Algo lejos ¡¡y no te voy a decir dónde así que no insistas!!- ella no dijo nada- Encontré un lugar donde me encuentro a gusto hermanita… realmente bien, estoy perfectamente y no pienso volver por ahora pero, te prometo, que estoy muy bien -Vale, conforme- repuso serena y Miguel se asombró- No me voy a poner pesada, solo quiero saber de ti más a menudo… ¡Tú decidirás cuando volver! -Gracias hermanita, te quiero mucho -Y yo a ti más -Ahí tenéis mi teléfono, llámame si yo me despisto y tardo algo de más, ¿vale? -Eso dalo por hecho, más claro que el agua… te lo seguro- la oyó reír tranquila -Vale, pues ahora te dejo…Estamos en contacto, un beso -¡Miguel! - Dime -¿Estás algo más tranquilo?- preguntó preocupada -Ya te he dicho que he encontrado un lugar donde estoy muy a gusto, estoy tranquilo, sereno y más animado, ¿más tranquila tú? -Sí, un beso hermano; te llamaré todas las semanas ¿me oyes? -De acuerdo… ¡Si no te llamo yo antes!- se rieron y colgaron. Parecía increíble pero se sentía muchísimo mejor ahora que había oído la voz de su hermana y su adorada sobrina. No podía dejar de sonreír. Se puso animado a acabar con la limpieza. Al acabar pasó a la terraza. Recogió todas las botellas y fregó a fondo las baldosas de terrazo marrones; limpió las hamacas colocándolas bien. Cuando finalizó, observó satisfecho la casa y el patio relucientes, se sintió complacido y realmente agotado. Recogió una cerveza del frigo y se sentó en una hamaca a descansar, encendió un cigarrillo y se relajó fumando tranquilo. Se quedó dormido. Se despertó sobresaltado, no sabía por qué, pero su corazón latía fuertemente. Observó a su alrededor, la playa estaba desierta como siempre, no se había producido nada extraño para tal desasosiego. Miró su reloj, las cuatro de la madrugada; si se apuraba llegaba antes de cerrar. Se fue a cambiar de ropa rápido y, conduciendo la moto hacia el pub, se asombró al darse cuenta que sonreía sin motivo. Entró en el pub, no había casi clientes a diferencia de la noche anterior; Eva tras la barra, le sonrió feliz al verlo y él le correspondió. -¡Pensé que ya no vendrías!- le dijo entusiasmada cuando se acercó a la barra.- ¿Una cerveza? -Sí, por favor- se sentó en un taburete y ella se la sirvió sin dejar de sonreír -¿Llamaste a casa, a qué sí?- le preguntó animada -¿Cómo lo sabes? -¡Te ha crecido un montón la nariz de las mentiras que les has contado!- bromeó burlona y se rieron divertidos. Un hombre la llamó al otro lado de la barra y se fue a atenderlo, pagó y se fue; solo quedaba él.- ¿Y a qué te encuentras mucho mejor después de hacerlo?- le preguntó cariñosa al volver junto a él apoyándose con los codos en la barra y sujetando la cara entre sus manos. Miguel se dio cuenta por primera vez que tenía unos ojos castaños claros alegres y vivarachos con pequeñas vetas verdosas. -La verdad es que sí- respondió sincero y ella le volvió a sonreír con aquella contagiosa y bonita sonrisa- ¿Estás sola? -Sí, mandé a Fran a casa ya hace rato porque hoy la cosa estuvo bastante parada- respondió despreocupada- ¡Pobre, lo está pasando realmente mal!- se lamentó triste, Miguel bebió de la botella de su cerveza- Su esposa acaba de morir en el parto y tiene que atender al bebé él solo; la chica que le queda con él solo lo puede hacer hasta las dos aunque él abusa a veces y le llega algo más tarde… pero yo intento mandarlo cuanto antes- a Miguel se le hizo un nudo en la garganta y la imagen de Emma le vino a la cabeza -¡Por lo menos a él le queda algo de ella por lo que luchar!- repuso amargamente y tomó un largo trago a su cerveza hasta acabarla; Eva lo miró fijamente, impresionada del dolor que de pronto expresaba el rostro de Miguel; pero, aunque los ojos de Eva mostraban curiosidad, nada preguntó y él nada más dijo.

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