sábado, 21 de diciembre de 2013

-¡Ey, morena!- le llamó cariñoso otro compañero que salía de los vestuarios colocándose el cinturón de reglamento -¡Charlie!- se abrazó a él feliz- ¿Cómo lo llevas? -Yo bien- respondió alegre- ¿y tú?- la miraba a los ojos fijamente -También bien, preparada a retomar mi puesto- respondió sincera sonriendo entrañable- Voy a hablar con capi, a ver si me deja volver mañana -Ojala, los vestuarios no son lo mismo sin ti- bromeó pícaro y se rieron entrañables, ella se acercó a la puerta de cristal y llamó despacio. El capitán observó quien era y le sonrió cariñoso haciéndole una seña con la mano para que entrara -Hola capi- le saludó cariñosa -Hola pequeña; pasa y cierra- le sonreía feliz, ella obedeció y se sentó en la silla frente a él- ¿Cómo te encuentras? -Perfectamente, me dieron ya el alta y quiero empezar cuanto antes- comentó entusiasmada, él le sonrió encantado -¡Estupendo!- se puso a rebuscar entre los papeles de su mesa y cogió una carpeta amarilla; la abrió, leyó algo, miró todos los papeles que contenía y la miró fijamente- No está el informe psicológico Fran- le dijo reprochadoramente -Es que no fui a verlo- contestó serena y él la miró crítico- No lo necesito capi, te lo juro: estoy bien- recalcó tranquila, él comenzó a negar con la cabeza firme- Me conoces padrino, soy dura y los tiroteos no me afectan- explicó pero él seguía negando- ¡¡Está bien!! ¡Lo veré, te lo prometo…! Pero déjame volver ya- seguía negando- ¡Pediré cita hoy mismo, te lo juro!- aseguró temerosa -Lo siento Fran, son las órdenes y lo sabes; hasta que me reporten el informe psicológico no puedo permitir tu regreso -Está bien, lo veré ahora… ¿Así puedo empezar mañana?- suplicó cariñosa -Primero tengo que saber que opina el médico, Fran… Compréndelo- ella lo miró serena- No puedo hacerlo antes -Está bien, lo comprendo- se sonrieron entrañables- Lo veré ahora mismo y yo, personalmente, te traeré el dichoso informe de las narices- se sonrieron nuevamente y se levantó de la silla, él la imitó y se acercó a ella, la abrazó cariñoso -¿Cuándo vas a pasar por casa, cielo? Tu madrina está preocupada por ti- le dijo besándola amoroso en la frente -¡Si me llama todos los días!- protestó cariñosa, él sonrió ameno- Está bien, un día de estos me paso; además, tengo que devolverle los plásticos que me trajo con comida la semana pasada- él la miró divertido -¡Ya fue hace dos, cielo!- ella lo miró sorprendida -¡¿Dos?!- reclamó extrañada, se sonrieron entrañable- ¡Pues sí que se me pasó el tiempo! -La doctora Reynolds ha de estar arriba, yo la llamo mientras subes…- la miró fijamente- ¿La vas a ir a ver, verdad? -¡Que sí pesado!- se rieron alegres- Padrino- le habló más seriamente- ¿Qué se sabe del caso? -Estamos con ello- contestó esquivo -¿Y cómo está la mujer de Ben? ¿La has ido a visitar estos días?- se interesó enternecida -Sí, lo va pasando hija- habló entristecido- Menos mal que tiene a los dos pequeños para tirar de ella, así por lo menos tiene algo por lo que seguir luchando -Por más que lo pienso no lo entiendo… Todo me lleva a la misma idea y acabo con la misma pregunta ¿por qué él?- él volvió a besarla en la frente cariñoso -No le des más vueltas a esta cabecita, cielo; cogeremos a eses asesinos y todo se sabrá- se quedaron callados- Ahora vete a ver la doctora, te espero con el informe- ella aceptó con la cabeza, se sonrieron alegres y se fue de la oficina. Subió a la cuarta planta, esperó en la sala de espera a que la doctora le llamara. Al cabo de unos minutos, una mujer rubia de agradable sonrisa apareció en la puerta del consultorio; la miró y le sonrió amistosa -¿Françoise?- le preguntó cordialmente y ella le sonrió -Soy yo, pero llámame Fran por favor; no me gusta mi nombre- respondió amable levantándose del sofá -Uy, eso puede ser caso de estudio también- bromeó mientras se dirigían a los asientos frente a la mesa del consultorio, Fran sonrió divertida -No tengo nada contra los franceses ni ningún otro lugar del mundo, solo que no me gusta mi nombre- se rieron amables -Está bien, lo dejaremos por ahora luego- siguió bromeando mientras leía su informe médico y policial- Así que llevas ocho años en el cuerpo con un historial intachable- repuso distraída- Ningún incidente que destacar, ni una queja, ni una mala conducta… realmente unos informes intachables- la miró fijamente a los ojos -Bueno, lo de las quejas o malas conductas porque mi madrina no puede escribir en los informes si no…- bromeó chistosa y la doctora sonrió divertida -¿Cómo te encuentras Fran?- se interesó amistosa -Bien- respondió sonriendo tranquila, ella seguía mirándola fijamente -No digo físicamente… hablo mentalmente -También bien- respondió serena recostándose en el asiento y cruzando las piernas; la doctora observó su gesto: típica reacción esquiva, pero no dijo nada -¿Tienes pesadillas o te despiertas sudorosa y agitada?- le preguntó mientras escribía algo en una libreta -No- contestó rotunda pero serena; la doctora volvió a mirarla -¿Duermes Fran?- interrogó tajante, ella asintió simplemente con la cabeza; pero aquel casi insignificante movimiento de ojos evitando los de ella unos segundos era una indicación clara de que mentía- ¿Y no tienes problemas para conciliar el sueño o te despiertas en medio de la noche?- le preguntó amable, Fran pensó en todas las noches que llevaba en vela, no dormía ni tres horas seguidas desde lo sucedido; solo podía quedarse sentada en el sofá mirando por la ventana como la ciudad se dormía y se volvía a despertar a sus pies. -Sí, duermo bien; perfectamente- mintió tranquila cruzando sus brazos sobre su pecho y le sonrió entrañable. La doctora observó su gesto: había pasado de estar esquiva a la defensiva; le sonrió también y volvió a escribir. -Te dieron medicación en el hospital ¿verdad?- siguió preguntando amable leyendo el informe médico -Sí, claro: antibióticos y antiinflamatorios…- la doctora levantó la mirada del informe y clavó su mirada en Fran -Para dormir- remarcó rotunda, Fran se humedeció nerviosa los labios -Sí, unos sedantes; pero no me los tomo- contestó sincera y explícita -Ya- dijo entretenida nuevamente leyendo el informe- Tu padre fue un gran policía, Fran- afirmó contundente -Sí, lo sé; no me lo tiene que decir… - contestó intrigada por el comentario- ¡Y un gran padre! puede ponerlo ahí si no lo tiene- añadió orgullosa descruzando brazos y piernas y señalando el informe que la doctora leía una y otra vez, volvía a sentirse tranquila y estaba calmándose; la doctora le sonrió entrañable -¿Murió en un tiroteo en un atraco en una gasolinera, verdad?- preguntó intrigante -Sí, pero no sé que tiene que ver eso ahora- argumentó secamente pero la doctora no contestó, la miró fijamente a los ojos -¿Qué sentiste cuándo viste caer a tu compañero Fran?- soltó de golpe, Fran se sintió alterada, confundida. Se metió las manos debajo de sus muslos: impotencia, dedujo la doctora. Fran intentaba tragar repetidamente saliva, pero tenía de pronto la boca muy seca y no lograba enviar nada. -¿La verdad?- preguntó sincera, la doctora no hizo gesto alguno; solo la miraba fijamente- Nada- se quedaron calladas y mirándose una a la otra -Nada- repitió calmadamente al cabo de unos interminables segundos la doctora sin apartar sus ojos de Fran -Exacto: nada- expuso calmadamente manteniéndole la mirada- ¿a presenciado algún tiroteo alguna vez? -No -Pues todo es muy rápido, no da tiempo a pensar ni sentir: solo reaccionas respondiendo al fuego con fuego e intentado cubrirte en cualquier lugar para esquivar las balas que silban a tu alrededor -¿Qué recuerdas de lo que pasó Fran?- le preguntó amistosa, Fran tomó aire profundamente -Todo perfectamente- respondió recostándose en la silla de nuevo- Porque, aunque pasa todo en décimas de segundos que apenas puedes reaccionar, al mismo tiempo todo va muy lentamente… Al darles el alto a los dos muchachos, se volvieron y dispararon al instante: ¡Bang, bang! sentí como las balas entraban en el hombro y ya, seguidamente, en la pierna cayéndome irremediablemente al suelo- exclamó señalando su herida del hombro y de la pierna- El dolor y la confusión me aturdieron unos segundos, entonces Ben…- se quedó callada recordando aquella escena que apenas duró unas décimas de segundo cuando Ben se lanzó inesperadamente sobre ella para protegerla… ¿por qué? Lo lógico sería que sacara su arma y respondiera al fuego, no que la intentara proteger de aquella manera tan impetuosa… -¿Entonces Ben…?- instó intrigada la doctora mirándola intensamente a los ojos, Fran tragó saliva -Entonces Ben intentó cubrirme y vi cómo le alcanzaban en el hombro también; su sangre salpicó mi rostro y ahí por fin reaccioné… intentamos cubrirnos tras un contenedor mientras yo ya sacaba mi arma e intentaba responder al tiroteo pero la herida de mi brazo casi no me permitía sujetar mi revólver como para disparar y alcanzar a dos objetivos en movimiento pues huían ya hacia el coche allí aparcado… al instante sonaron otras dos detonaciones al unísono que pasaron silbando tan cerca de mí que una casi me rozó la oreja, que impactaron casi a la vez una en la mano con la que Ben se disponía a sacar su…- de pronto se quedó callada de nuevo y aturdida viéndolo todo mucho más claro, a Ben le dispararon en la mano que se llevaba al bolsillo de su pantalón para sacar su teléfono, no su arma… ¡¡Su teléfono!! ¿Por qué iba Ben tan apresurado a por su teléfono y no su arma? Pensó extrañada -¿Su qué Fran?- instó curiosa la doctora sacándola de su ensimismamiento -Su arma ¿qué si no?- respondió decidida mirándola desafiante -No sé, no soy policía; solo médico- respondió tranquilamente -Pues eso… una impactó en la mano de Ben con la que intentaba sacar su arma y la otra en medio y medio de su frente… vi, como a cámara súper lenta, a Ben caer al suelo y se quedó sobre mis piernas con sus ojos inertes, vacíos, y aquel preciso agujero entre ceja y ceja de donde manaba un pequeño hilo de sangre … De pronto oí arrancar el coche, pasó tan cerca que casi atropella las piernas de Ben y salió del callejón a toda velocidad… Intenté evitar su huida disparándole con mi arma pero me fue imposible con mi brazo herido… Y de seguido, todo el revuelo de sirenas y gente: llegó otra patrulla y con ellos una ambulancia… Después todo va como entre brumas: los camilleros atendiéndonos, como nos recogían y ya nada más…- la miró a los ojos fijamente y volvió a cruzar las piernas y los brazos a la defensiva; volvió a tomar aire profundamente- si me pregunta que sentí al caer mi compañero en el callejón: no sentí nada porque no te da tiempo a sentir nada, como ya le dije, todo pasa en cuestión de décimas de segundo aunque te parecen una eternidad… Pero si lo que quiere saber realmente es lo que sentí cuando me desperté en el hospital y me dijeron que Ben estaba muerto, es otra pregunta distinta doctora… Y sentí un dolor terrible, una pena espantosa, un vacío enorme y una frustración tremenda- se volvió a callar unos segundos sin dejar de mirar a la doctora a los ojos que le prestaba la máxima atención- pero, sobre todo, un sentimiento de culpa que aún perdura- aclaró casi en un susurro bajando su mirada al suelo -¿Culpa? ¿Por qué culpa Fran?- preguntó extrañada, Fran se removió inquieta en su sillón mientras la doctora volvía a escribir en su libreta: abatimiento, desolación y rabia contenida. Fran notaba que se estaba empezando a irritar y a impacientar -¿Puedo fumar?- le preguntó amable sacando el tabaco del bolsillo de su cazadora, ella la miró -¿Fumas?- le preguntó sorprendida -¡Si no fumara no le preguntaría si puedo ¿no?!- respondió punzante; empezaba a salir la rabia pensó la doctora- Pero ya lo hacía antes del tiroteo ¿eh?… Si no me cree, pregúnteselo a mi madrina que la desespera… Escríbalo también en esa dichosa libretita- comentó sarcástica, la doctora sonrió entrañable -No, lo siento; aquí no puedes fumar- le respondió muy pausadamente, Fran resopló y se guardó el tabaco de nuevo- No me has contestado Fran ¿por qué ese sentimiento de culpa? -Pues, no sé…- expuso sin poder controlar su irritabilidad y elevando la voz- porque debí reaccionar antes, porque debí proteger mejor a mi compañero, porque no debí perder de vista aquel maldito coche allí aparcado… - algo la inquietaba siempre al recordar el maldito coche; volvió a cruzar las piernas y los brazos sobre el pecho -¿Por qué el coche, Fran?- exclamó incrédula la doctora mirándola intensamente; Fran parpadeó varias veces seguidas como si no la estuviera entendiendo -¿Qué?- exclamó desconcertada -Has dicho: no debí perder de vista aquel maldito coche… ¿por qué? Era simplemente un coche vacío aparcado Fran ¿a qué viene ese comentario? ¿Acaso viste algo más en el coche que te llamó la atención? -No, no vi nada fuera de lo común- comentó crispada -Eso estoy diciendo yo- dijo serena- entonces ¿por qué ese sentimiento de culpa, Fran? ¿O esa ofuscación por el coche? -¡Que no lo sé joder! ¿No me está oyendo o qué?- repuso alterada descruzando los brazos pero no las piernas: defensa y confrontación ¿ocultaba algo de lo que no estaba dispuesta a hablar o realmente no recordaba?- ¿Puede usted saber acaso el porqué de todos y cada uno de sus sentimientos, doctora?- preguntó irónica -Sí, siempre- contestó tranquila -¡Que suerte!- exclamó sarcástica pero la doctora no contestó nada y comenzó a escribir de nuevo en la libreta. La irritabilidad de Fran iba en aumento y su pierna empezó a taconear el suelo involuntariamente, la doctora interrumpió su escritura pero no levantó la cabeza y Fran detuvo su pierna al instante, esta mujer a cualquier simple gesto suyo parecía sacarle puntilla, pensó furiosa; la doctora Reynolds prosiguió escribiendo.

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