viernes, 3 de enero de 2014

Durante la mañana no cruzaron palabra. Diego miraba su reloj a cada poco y Fran se ponía aún cada vez más frenética al vérselo hacer -¡¡Corre hombre!! ¡¡Ve a rescatar a tu doncella en peligro!!- se burló enfurecida a las dos menos diez -No sé que problema tienes hoy pero a mí no me metas- le contestó tajante echando a andar hacia la comisaría -¡¿Qué problema tengo?!- le increpó llegando apurada a su altura y deteniéndolo fuertemente por el brazo, él la miró extrañado- ¡¡El único problema que tengo eres tú, estúpido capullo!!- le reclamó angustiada, él la miró sorprendido y ella se sintió de pronto muy ridícula, se avergonzó terriblemente sonrojándose y echó a correr a la comisaría. Diego se quedó atónito, no entendía para nada aquella reacción de Fran. Cuando logró reaccionar, corrió a buscarla al vestuario pero ella ya no estaba. Se cambió rápidamente y se fue al apartamento de Fran, esperó agazapado tras una columna a que saliera o entrara algún coche y se coló dentro del garaje antes de que se cerrara completamente. La puerta del apartamento se la abrió Estela que le sonreía dulcemente -¿Dónde está Fran?- le preguntó inquieto besándola en la mejilla -Llegó hace un momento echa un basilisco y se encerró en su cuarto- explicó ella pasmada también- ¿Qué le ocurre Diego?- preguntó inquieta -Ni idea, lleva todo el día con un genio de mil demonios que parece que va a morderte de un momento a otro… ya llegó así al trabajo- comentó aturdido -Pues ayer estaba la mar de bien cuándo llegó de la calle- replicó serena- Y aquí no llegó enfadada ni furiosa Diego, sino llorando tan angustiada que me asusté… Le pregunté qué le pasara pero no me contestó, se encerró en su cuarto y ahí sigue desde entonces sin querer abrirme- Diego observó la parte superior de la casa, la única puerta cerrada. Subió las escaleras de tres en tres -¡Abre Fran!- llamó enérgico golpeando la puerta con su puño; Fran, acostada boca abajo sobre su cama con la cara hundida en sus brazos cruzados, levantó su cabeza pero no se movió ni contestó- ¡No seas cría Fran! ¡Ábreme o juro que tiro la puerta abajo!- ella corrió a la puerta y se apoyó fuertemente contra ella; ese atolondrado bien era capaz de hacerlo, pero no contestó nada- No hagas esto otra vez, Fran; háblame, dime qué te pasa- suplicó pero nada de nada- ¡Tú lo has querido!- dio un contundente golpe con el hombro a la puerta que hasta rechazó a Fran arrimada al otro lado; la puerta se resintió con el golpe pero, por el contrafuerte que hacía Fran, no llegó a abrirse, volvía a cargar de nuevo -¡¡Estate quieto de una vez y vete… llegarás tarde con Estela!!- le gritó desde dentro, él miró su reloj, eran ya las dos y veinticinco -Está bien… la dejo en el parque y me regreso; porque esto no queda así ¿me oyes? Vamos hablar muy seriamente tú y yo, no voy a desaparecer como hice hace años sin aclarar las cosas- le advirtió autoritario. Ella abrió la puerta y se quedó frente a él muy tranquila mirándolo fríamente; aquella mirada desconcertó a Diego -No tenemos nada de qué hablar tú y yo que no sea del trabajo- aclaró tajante- Por favor, hoy no regreses; quiero estar sola- se miraron a los ojos, él la miraba inquisitivamente pero ella estaba tan serena y distante que lo aturdió- Ahora vete o Estela llegará tarde- le entregó las llaves de su coche y se volvió a encerrar en el cuarto apoyándose en la puerta de espaldas. Oyó como Diego hacia bailar las llaves en su mano unos instantes antes de escuchar sus pasos bajando las escaleras y como se cerraba la puerta de la calle. Volvió a llorar desconsolada dejándose resbalar con la espalda pegada a la puerta hasta quedar sentada en el suelo ¡¡Dios, cómo lo seguía amando; por todos los demonios!! ¡¿Es qué nunca se iba a extinguir aquel amor por él de su corazón?! Estela observaba intrigada el rostro desencajado de Diego, apretaba fuertemente sus mandíbulas, con rabia -¿Qué os pasó hace años?- se decidió a preguntar por fin -Creí que íbamos en serio, era todo tan bonito y nos entendíamos tan bien… ¡Dios, la quería con locura Estela!- declaró apasionado y ella le sonrió dulcemente- pero ella decidió acabar con todo un día de golpe; así, sin más… Sin saber por qué motivo, se encerró en su cuarto como hizo ahora y me echó del piso a gritos- habló intentando parecer sereno pero sus apretadas mandíbulas lo delataban- Yo reaccioné mal ante su estúpida terquedad, cogí mi petate y desaparecí para siempre… No volvimos a vernos hasta… el accidente de Ben. -¿Así rompisteis? ¿No sabes el por qué se puso así?- expuso desconcertada -No, ni me preocupé en saberlo la verdad… ¡No sabía qué rayos le pasara! Yo estuviera todo el día tranquilamente en el gimnasio con unos compañeros hablando de nuestros sueños, del futuro que nos esperaba, de lo que esperábamos de la vida… y, al llegar al piso, me encontré con aquella escenita de niña histérica; no comprendía nada y eso me enfureció; que no me hablara y solo repitiera una y otra vez que me largara de inmediato de su piso… ¡de su piso!- repitió desdeñoso y dolido- aún me encolerizó más, así que recogí mis cosas y me largué- se quedó pensativo- al día siguiente nos graduamos y adiós… La llamé un ciento de veces y nunca me cogió el teléfono; la esperé una larga temporada a ver si reaccionaba, pero ni se molestó en buscarme; así que tomé riendas de mi vida, acepté la proposición de Ben de irme a asuntos internos y el resto… ya lo sabes preciosa- aparcó junto la entrada del parque. El cuñado de Estela que esperaba junto a la entrada los vio y se saludaron amistosos con la mano- chao preciosa, estaremos en contacto- se despidió de Estela besándola tierno en la mejilla, pero ella no se bajó del coche y lo miró cariñosa -¿Es ella verdad Diego? ¿La mujer de la que me habló Sandy?- expuso enternecida, Diego la miró confundido- Cuando le pregunté a Sandy por el motivo de vuestra repentina separación, apenas llevabais un año juntos por Dios santo- expresó pasmada y él sonrió entrañable -Diecinueve meses- aclaró él y ella lo miró pasmada -¡¡Sí! ¡Muchísimo tiempo ¿no?!!- exclamó burlona y Diego volvió a sonreírse- pues cuando le pregunté, ella me respondió que estaba preparada para enfrentar cualquier cosa a tu lado, pero no para luchar contra fantasmas; no la entendí y entonces me explicó que en tu corazón había otra mujer; no quise creerle Diego, tú no eres así, te conozco muy bien… y entonces me aclaró que, aunque hacía mucho tiempo que todo se había roto entre vosotros y llevabais años sin veros, tú aún sentías un gran amor por ella y nunca le permitiste a Sandy ni aproximarse, para mucho menos, ocupar su lugar ¿Esa mujer es Fran a que sí?- él no contestó comprendiendo Estela que así era- Y la sigues amando ¿verdad Diego?- preguntó dulcemente posando cariñosa su mano en su brazo pero tampoco contestó - Sí, lo sigues… ¿y ella a ti cielo?- indagó esperanzada pero Diego bajó abatido su mirada indicándole que no lo creía- lo siento mi niño- murmuró conmovida y lo besó tierna en la mejilla- tienes que aclarar tus ideas cuanto antes Diego y ver si puedes continuar trabajando a su lado o eso te afecta; no podéis trabajar así, estando a la gresca a cada momento…- él volvió a verla confundido- ayer os oí discutir desde mi cuarto, aunque no entendí muy bien de que iba ni quise ponerle atención- él tomó aire profundamente recostándose desalentado contra su asiento y cerró sus ojos -Se le metió en esa cabezota de buey que tiene que estoy enamorado de ti y no hubo manera de bajarla de la burra, me estuvo echando la bronca por irresponsable- aclaró sereno y Estela empezó a reír divertida contagiándolo; ambos reían amenos mirándose amistosos -¿Cómo se le ocurre semejante sandez? ¿Acaso no sabe que somos primos?- exclamó entrañable entre risas -No, no lo sabe, o eso creo… pero vamos, que aunque así fuera Estelita, es tan terca y mula que le daría igual- expuso chistoso y volvieron a reírse recreados -Pues debes aclararlo Diego; debéis estar muy compenetrados y muy unidos por el trabajo que estáis realizando, solo os tenéis el uno al otro en estos momentos; házselo entender cariño mío y cuídate mucho- expuso inquieta besándolo en la mejilla -Lo haré Estela, estate tranquila; y dale un beso a Carmelita de mi parte- le contestó tierno y ella se apeó del coche entrando en el de su cuñado. El devolvió el coche a la plaza de aparcamiento en el edificio de Fran y subió al piso, llamó insistentemente pero no le abrió -Por favor Fran, ábreme; debo aclararte algo muy importante de lo que hablamos ayer- solicitó persuasivo pero ni así obtuvo respuesta; resopló cansadamente- Está bien tozuda repugnante, te dejo aquí las llaves del coche- le dijo a través de la puerta- No sé qué rayos te pasa pero no te molestaré más; nos vemos lunes- se fue a su casa. Ella lo escuchaba al otro lado de la puerta donde había estado esperando desde que se fueran, llorando desconsolada ¿Qué más quería aclararle que no estuviera bien claro ya? Al escuchar irse el ascensor, recogió las llaves del felpudo y cerró la puerta tras ella. Aún lo amaba con desesperación, pero él amaba a Estela; su oportunidad se fuera hace más de seis años y tenía que avanzar en su vida. Se pasó la tarde llorando, fumando y bebiendo vodka directamente de la botella. Las luces del amanecer la encontró dormida en el sofá. Se despertó de nuevo sobresaltada, el dichoso coche volvía a invadir sus sueños junto a la mirada del asesino de su padre en un sueño inquietante en dónde se entrecruzaban ambas cosas, miró la ciudad que despertaba poco a poco. -Fueron mis últimas lágrimas por ti Diego, tengo que arrancarte de dentro mía aunque me cueste horrores- se dijo en voz alta, tomó otro trago de la botella y se fue a duchar. Pasó todo el sábado con su madrina en su casa en las afueras. Estaba relajada y, en un intentó desesperado, lograra por fin olvidar todo por ese día. Pasó un día feliz y regresó a casa antes de que regresara su padrino o empezaría de nuevo a insistir que se quedara a pasar la noche allí y acabarían discutiendo como siempre. Empezaba a anochecer cuando llegó a casa. Se fue directa a su dormitorio y abrió los grifos de la bañera, le apetecía tremendamente darse un baño caliente de esos de relajarse y olvidarse de todo… Regresó al cuarto y empezó a desnudarse cuando descubrió el papel encima de la alfombra. Se le cayera de las manos al quedarse dormida y no se volviera a acordar de él. Lo volvió a examinar y estudiar concienciudamente pero no entendía nada. -¿Para qué insistes? El único que lo puede entender es Diego- se dijo decidida y empezó a vestirse de nuevo los vaqueros y el jersey al tiempo que cerraba los grifos del agua y salió resuelta en dirección a la casa de Diego. Diego se sorprendió al verla delante de su puerta, Fran sonrió entrañable al ver al pequeño en sus brazos con un pijamita blanco de nubes y ovejitas azules. -¿Qué haces aquí? ¡¿Acaso pasó algo?!- le preguntó extrañado -Encontré esto en la mesa de Ben- le enseñó el papel sujetándolo entre su dedo índice y corazón; él lo recogió -¿Dónde?- indagó interesado examinándolo mientras ella le hacía carantoñas al pequeño, el niño le dedicaba una gran sonrisa satisfecha -Entre su mesa y la mía, pegado con cinta adhesiva -¡Mierda! ¡¿Cómo no me acordé de eso joder?!- expuso fastidiado revisándolo de nuevo -Mieda jodé- repitió al instante el pequeño provocando una carcajada en Fran -¡¡Andy, chisss!!- le regañó severo su padre -Chisss- le reclamó él también y Fran volvió a reír explayada -¿Puedo cogerlo?- preguntó encandilada mirando al pequeño, era un niño precioso. Moreno y con grandes ojos castaños con tonos verdes como su padre, mofletes tentadores y le sonreía encantado mostrando sus dientecillos. Diego la miró desubicado y ella señaló al pequeño, él sonrió alegre -Sí, claro- contestó Diego entregándoselo dichoso sin dejar de sonreír- pero te aviso que no te va estar mucho tiempo quieto en los brazos, en seguida querrá ir al suelo- comentó entrañable- este diablillo descubrió cómo abrir el agua del bidé y le encanta ¿verdad picaruelo?- añadió divertido besando cariñoso los mofletes del pequeño en brazos de Fran. -Hola muñeco ¡Que guapo eres; más que tu papá ¿eh?!- aclaró divertida y él reía feliz como si le entendiera. Le hablaba a su manera, le repetía algo cómo “güagüa” señalando la puerta del fondo del pasillo -Más agua no, Andy; ya estuvo bueno por hoy ¿no crees?- le dijo amoroso Diego besándole la manita con la que señalaba la puerta- Pero perdona Fran; por favor pasa- la invitó animado pues aún seguían en el recibidor llevándola dulcemente con la mano posada en su espalda por el pasillo, acabaron en una sala confortable llena de juguetes por todo el suelo- Cuidado no tropieces con este desorden… Todo lo quiere pero no se entretiene con nada- comentó recogiendo algunos más cercanos a ella para que no se tropezara. -Es normal en ellos… - repuso cariñosa- ¿verdad, corazón?- le preguntó mimosa al niño que sonreía feliz, le besó los mofletes y el niño soltó una risotada- ¡Que gusto da besarte estos mofletes dulces y blanditos!- comentó encantada y Diego se echó a reír divertido. -¿Cuándo fuiste a la comisaría?- le preguntó intrigado mirando de nuevo el papel en su mano -Ya fue antes de ayer, después de que me dejaras en el parking de mi casa; pero me olvidé de él- seguía haciéndole monerías al pequeño -¡¿Sola?!- se preocupó, ella lo miró divertida -¿Venías tú? No verdad- bromeó entrañable- Claro que fui sola, y no me vio nadie; tranquilo- se sonrieron amenos -Siéntate ¿quieres un café?- le ofreció amablemente- Vodka no tengo pero si quieres whisky…- indicó animoso -No, un café estará bien- respondió agradecida sentándose en el sofá mientras él se iba a la cocina. Ella quedó jugando encantada con el pequeño que reía alegre, se le bajó de las rodillas y cogió un Ferrari rojo del sofá dónde lo dejara Diego, se lo enseñó a Fran -Boche papi- le decía entusiasmado -Lo siento pero tu idioma aún no lo domino- bromeó divertida hacia el niño que se rió feliz como si la entendiera -Te enseña el coche de papi- le explicó cariñoso Diego que volvía con los cafés, ella sonrió divertida -¡Más quisiera tu papi que tener ese coche!- bromeó burlona y ellos se rieron entrañables, el niño también reía al verlos y provocó las carcajadas de los mayores- Es precioso Diego- expuso animosa y él sonrió complacido -Gracias… ¿Cómo diste con él?- le preguntó desenrollando el papel -Se me calló el lapicero y, al recogerlo, vi un pedacito de cinta adhesiva debajo de la mesa de Ben que sujetaba algo entre las dos mesas… Ya lo investigué pero no entiendo nada, solo son números al azar… Del resto de la mesa no había nada, del pen drive ni rastro… Por cierto ¿registraste tú su mesa? -No, solo buscaba en el ordenador alguna pista; teníamos varias claves para dejarnos recados sin que nadie sospechara, una era esta… no sé cómo pude olvidarlo- se lamentó pesaroso -Pues sus cajones no estaban como él los hubiera dejado Diego, así que es cierto que encontró algo y lo andan buscando también- explicó intranquila y ambos se miraron inquietos a los ojos

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