sábado, 29 de marzo de 2014

Al día siguiente, los despertó de pronto la voz de Pati sobresaltándolos -¡Espera enano, no entres en el cuarto de…!!- pero no le dio tiempo a acabar; Diego entró de improviso en el dormitorio de Irene descubriendo a Rodrigo aún en la cama. Habían madrugado más de lo habitual entusiasmados con la mudanza y no le diera tiempo a Rodrigo a escabullirse como todas las mañanas. Sobrecogidos se miraron inquietos por la reacción del pequeño pero él corrió alegre hacia ellos subiéndose ágil a la cama sin darle importancia a aquel detalle -¡¡Vamos vagos, levantaros ya!! ¡¡Que quiero irme a la nueva casita de la playa y jugar con mis juguetes nuevos!!- los espoleó eufórico saltando sobre el vientre de Rodrigo que sonrió feliz y, atrapándolo dichoso entre sus brazos, lo besó ferviente en la mejilla mientras Irene sonreía con lágrimas emocionadas en los ojos. Apareció Pati sofocada en la puerta -Lo siento mucho, no hubo manera de detenerlo; está eufórico- indicó apesadumbrada mirándolos avergonzada por no haber sido capaz de contenerlo; Irene le sonrió encantada -No importa cielo, tarde o temprano tenía que suceder- le habló cariñosa descubriendo su lado de la cama invitándola a entrar y ella corrió también a meterse con ellos mientras reían felices. Rodrigo disfrutó encandilado de un precioso momento lleno de juegos y risas alegres metidos los cuatro en la cama antes de levantarse e irse al hotel a recoger sus cosas. Cuando regresó, se quedó sorprendido al ver que todo estaba ya empaquetado para la mudanza -Están entusiasmados, llevan toda la mañana sin parar- explicó divertida Irene, él sonrió satisfecho y la besó amoroso en los labios -¿Y tú? ¿También estás ilusionada?- le preguntó interesado, ella le sonrió dulcemente -Sí, pero la verdad es que me da pena dejar esta casa- expuso sincera- Aquí viví bellos momentos de mi vida, aquí nació y se criaron mis hijos…- decía melancólica, él la abrazó fuertemente contra su cuerpo -Lo entiendo cielo; pero esta casa es tuya y de Gonzalo, está llena de recuerdos vuestros… Ahora toca construir los nuestros, pero en nuestra casa: tuya y mía- indicó sobrecogido, Irene se dio cuenta por primera vez que él no estaba cómodo allí, aquella casa estaba llena de recuerdos de Gonzalo y a él le afectaba, se sintió conmovida. Lo besó amorosa y le acarició enternecida la mejilla -Tienes razón amor; ahora toca construir los nuestros: solo tuyos y míos- aclaró decidida, él sonrió complacido y se volvieron a besar dulcemente tiernos. Después de cerrar la antigua casa, se dirigieron ilusionados a la nueva. Irene les seguía en su todo terreno cargado hasta los topes de cajas y maletas mientras los niños y Pluto viajaban delante en el de Rodrigo. Asaltaron alegres la casa y ordenaban sus cosas entretenidos; cuando se dieron cuenta, eran más de las dos y no habían preparado nada de comer -No te preocupes, ha de estar a llegar Diego que quedó encargado de traer todo- le explicó Rodrigo calmándola, pronto oyeron el claxon de su deportivo que hacía sonar repetidamente. Pati corrió escaleras abajo para recibirlo seguida del pequeño que iba ilusionado por verlo. Lo recibieron felices en la puerta, descargó del maletero un montón de bolsas de comida precocinada -¡Traje de todo, no sabía que os gustaba!- explicó animadamente y ellos acudieron a ayudarlo. Traía una enorme caja de regalo en el asiento trasero -¿Y esto qué es tío Diego?- le preguntó curioso el pequeño, ellos se sonrieron al oírlo llamarle tío ya. -¡Eso es para ti, colega!- le dijo dichoso y el niño abrió los ojos ilusionado. Se lo sacó del coche y él lo abrió entusiasta: era un todo terreno de baterías -¡¡Un coche que anda solo, mami!!- gritó entusiasmado montándose en él ante la mirada divertida y emocionada del resto de la familia -Y este es para ti, princesa- le dijo cariñoso a la niña entregándole un paquete mucho más pequeño, ella sonrió emocionada- Es más pequeño, pero creo que te hará aún más ilusión que a él- lo desenvolvió presurosa descubriendo un móvil de última generación; sus ojos se abrieron desmesurados -¡Gracias tío Diego, eres el mejor tío del mundo!- expuso zalamera abrazándolo entusiasmada -¡Muchas gracias ¿eh?!- protestó resentido Rodrigo, ella le sonrió dulcemente -No te enfades hombre- repuso melosa abrazándolo cariñosa también- es que he decidido que ya no serás más mi tío, desde ahora te llamaré papá… para que se acostumbre Diego a hacerlo también- eso impresionó a los adultos que quedaron mirándola atónitos, a Rodrigo se le llenaron los ojos de lágrimas emocionado -Pero yo no soy tu papá, cielo- repuso apesadumbrado, ella le sonrió dichosa -Solo es una palabra; sé quién es mi padre y lo querré siempre… Pero a ti también te quiero mucho y ocuparás su lugar cuidándome y protegiéndome ¿qué mal puede tener que te llame papá?- él la abrazó emocionado besándola amoroso en la frente, se percató de la mirada emocionada de su hermano -¿No es una maravilla mi princesa?- indicó entusiasmado y su hermano le sonrió feliz. Irene lloraba silenciosamente, Diego la descubrió y la abrazó cariñoso consolándola tiernamente -Tienes una hija espectacular, preciosa- le dijo emocionado besándola en la sien -¿Verdad qué sí?- repuso feliz- Hasta te perdono lo del móvil- bromeó dulcemente y todos rieron divertidos Comieron entretenidos en la cocina entre bromas y chistes y disfrutaron de una tarde encantadora en familia. Diego observaba deleitado lo feliz que era su hermano y eso le complacía enormemente. Al conocer mejor a Irene, quedó prendado de su dulzura y ternura además de vérsele tan enamorada de Rodrigo como él lo estaba de ella. Ahora comprendía como su hermano se había enamorado tan perdidamente de ella, aquella mujer donaba dulzura y amor a manos llenas. Y los niños eran encantadores, le mostraban tanto cariño sin apenas conocerlo que le ganaron totalmente el corazón. Mientras reían alegres entre bromas aún sentados a la mesa, Irene se levantó para servir el café pero la habitación empezó a darle vueltas obligándola a sentarse de nuevo y palideciendo al instante, una inquietante arcada le asaltó la garganta -¿Qué tienes cielo?- le preguntó impaciente Rodrigo al verla palidecer de aquella manera mientras se sujetaba nerviosa la garganta intentando detener la arcada que pujaba por salir, Diego también la miró preocupado -No sé, me dio un vahído- expuso serena; Rodrigo le tomó la mano amoroso -¿Quieres un poco de agua?- ofreció servicial, ella negó con la cabeza al tiempo que tragaba repetidamente saliva para regresar aquella incomodidad al estómago -¿Iremos a un médico preciosa?- repuso inquieto Diego, ella le sonrió dulcemente -No es necesario, ya pasó; gracias- se sonrieron más serenos los tres al ver que el color regresaba a las mejillas de Irene -Quédate sentada y descansa mami, que yo me encargo del café; pudo ser un bajón de presión después de esta carrera apresurada por dejarlo todo colocado y listo- comentó atenta Pati besándola cariñosa en la mejilla -Gracias cielo y probablemente sí- y se tomaron el café tranquilos. Pero, cuando Diego y Rodrigo encendieron sus cigarrillos, Irene volvió a perder el color al instante y aquello ya no había forma de detenerlo; corrió al baño que había en la planta baja vomitando toda la comida. Ellos corrieron asustados tras ella para atenderla -¡¿Qué te pasa, Irene?! ¡¡Háblame cielo!!- le gritaba histérico Rodrigo acuclillado junto a ella mientras Diego y los niños la observaban preocupados desde la puerta -¡¡Oh, no; no puede ser!!- repetía ella acongojada. Rodrigo la miraba expectante esperando su explicación y ella lo miró asustada. Sin decir nada, corrió a la cocina seguida de ellos que la miraban extrañados, cogió el cenicero de sobre la mesa y lo olió; la sensación de asco la invadió y se cubrió la boca al asaltarle otra arcada- ¡¡Oh, Dios mío; no!! -¿¿Qué te pasa amor?? ¿¿Por qué hueles eso si te hace daño??- reclamó crispado Rodrigo arrancándole bruscamente el cenicero de la mano y retirándolo de su proximidad; los dos hermanos la miraban extrañados y desconcertados, no estaban entendiendo nada y se estaban inquietando tremendamente -¡Ay, Rodrigo!- le dijo acongojada mirándolo a los ojos muy asustada pues se temía su reacción- ¡Yo creo, parece que estoy…!- ellos fijaron sus miradas expectantes en ella- ¡Creo que estoy embarazada de nuevo!- ellos se quedaron impresionados mirándola pasmados, de repente se cruzaron una mirada atónita entre ellos y volvieron a clavar sus miradas en ella -Pero… si estamos tomando precauciones Irene- indicó escéptico Rodrigo, Irene tragó nerviosa saliva -Sí, últimamente… pero recuerda la primera vez…- balbuceó temerosa escudriñando los ojos de Rodrigo intentado descifrar su reacción aunque no lograba encontrar ninguna en aquellos profundos ojos negros que la miraban fijamente -No sé Irene… ¿No es muy pronto para tener síntomas ya? Será mejor llevarla a un médico Rodri- expuso receloso Diego mirándola con temor en los ojos suponiéndose que aquello no era un simple embarazo -Lo sé Diego, pero pasé tres embarazos y siempre fue igual: el asco al tabaco aparece desde el primer momento- indicó sin poder dejar de intentar detectar alguna reacción en el rostro de Rodrigo, pero seguía tan impasible… -¡Hala prepárate enano, que viene otro enano!- exclamó chistosa Pati hacia su hermano pequeño que la observó sin entender nada -¡¡Pati!!- le regañó rotunda su madre, Rodrigo entrecerró los ojos mirándola intensamente -¿Acaso te molesta la idea?- expuso desconfiado -¿Y… a ti?- le preguntó inquieta, él sonrió feliz -¡A mi me encantaría, amor!- expuso ilusionado, ella sonrió también dichosa soltando un suspiro tranquilizador -Pues yo soy feliz si tú eres feliz- comentó amorosa, él la abrazó entusiasmado -¡Otro hijo, cielo! ¡Sería un principio perfecto para nuestra nueva vida juntos!- indicó eufórico besándola mimoso por todo el rostro y ella sonreía radiante. -¡Otro sobrino, esto es genial!- expuso satisfecho Diego mientras sonreía también feliz. Se abrazaron emocionados los dos hermanos -¡Lo dicho enano, prepárate!- bromeó jocosa de nuevo Pati -¿Por qué Pati? ¿Quién viene?- interrogó curioso el pequeño que no había comprendido nada y todos rieron alegres -Un hermanito enano, viene otro hermanito- respondió animosa recogiéndolo en brazos y el pequeño rió entusiasmado provocando las risas dichosas del resto. Entre todos rodearon a Irene y se fundieron en un espectacular abrazo mientras ambos hermanos la besaban al unísono en ambas mejillas, ella reía divertida y plena de satisfacción al sentirles tan felices y emocionados. -Ahora siéntate y relájate cielo, tú descansa tranquila mientras nosotros nos ocupamos de todo- la guío amoroso hasta la sala Rodrigo sentándola con mucho mimo en el sofá -Rodri estoy bien, además aún hay que asegurarnos…- protestaba dulcemente pero él la acalló besándola con pasión en los labios -No mi amor, tú te me estás ahí quietita y tranquila hasta la hora del partido de Pati- expresó decidido recostándola en el sofá, ella sonrió deleitada por el enorme amor que le demostraba- déjame mimarte y cuidarte mi vida; no sabes lo inmensamente feliz que me haces con esa noticia mi ángel- expresó henchido de felicidad y se besaron apasionados Llevaron a Pati al partido, durante el cual, Rodrigo y Diego no cesaban de mimarla -Os estáis embalando ¿y si estoy equivocada?- expresó abrumada con tanto detalle cariñoso y tanto cuidado por parte ambos. Pero ellos rieron felices haciendo caso omiso a sus protestas y siguieron deleitándola en carantoñas Luego, acompañados de Hugo nuevamente, fueron a merendar. Rodrigo no le soltaba la mano, se la acariciaba tiernamente besándosela repetidamente y se deshacía en arrumacos y caricias en sus mejillas. Cuando Diego se llevó a los niños a los recreativos, se besaron apasionados, tiernos pero intensos; se entregaban gran amor y dedicación el uno por el otro. -Te quiero tanto, mi vida- le murmuró él con pasión, ella sonreía feliz -También yo te amo, Rodrigo- le dijo apasionada y volvieron a besarse más avarientos, deseosos -Estoy deseando llegar a casa y estrenar nuestra cama, te quiero demostrar cuánto te amo y te deseo- repuso fervoroso, ella le acarició tierna la mejilla -Si supieras cuanto lo deseo yo también- comentó acuciosa; él dibujó una sonrisa pícara en su rostro. Tomó su móvil y marcó a su hermano ante la mirada extrañada de Irene -Diego, te toca comportante y demostrar que eres un tío perfecto: llévate por ahí a los niños y entretenlos una hora por favor; me voy con Irene a estrenar la casa- lo oyeron reír divertido -Ya soy un tío perfecto colega; así que te doy dos, estrénala bien- bromeó jocoso y se rieron alegres. Regresaron a casa subiendo raudos al dormitorio. Allí, en su nido de amor, tranquilamente se fueron desnudando mientras se besaban ardorosos; descubriéndose de nuevo el uno al otro. Se prodigaron intensas caricias y besos apasionados antes de la consumación. Rodrigo estaba siendo tan tierno y amoroso que deslumbraba aún más a Irene. Se sentía complacida con el nuevo Rodrigo que estaba descubriendo, tan amoroso y dulce; pero tan sabio y dedicado en prodigarle placer como siempre. Su boca sabía llevarla al séptimo cielo haciéndola estremecer de goce hasta puntos insospechados. Ella también se esmeró en complacerle; sus gemidos gozosos así se lo hacían saber llenándola de satisfacción. Por fin culminó la sesión con una penetración tranquila, calmosa y dedicada. Se entregaron ardorosos, fervorosos. Derrochándose en caricias y mimos que los llevó hasta una cúspide total y enormemente entusiasta que los envolvió en gemidos y estremecimientos placenteros cuando tocaron la cumbre del placer absoluto. Fue extraordinario, quedaron repletos de tanto amor que les embargó profundamente. Agotado de la increíble experiencia, se relajó sobre el pecho de Irene que le acariciaba amorosa su bello pelo negro; él siguió repartiéndole besos reposados por su cuerpo. Se detuvo en el vientre desnudo y depositó varios, repetidamente, alrededor de su ombligo. Ella rió divertida -¡Un hijo, cielo! ¡Y ya está aquí!- expuso de repente emocionado -¿Y si me estoy equivocando, Rodrigo? Te veo demasiado efusivo- comentó temerosa de defraudarlo -Pues lo intentamos con más ahínco- contestó complacido, ella volvió a sonreírle -¿Decididamente quieres otro hijo, no?- preguntó cariñosa, él regresó a su boca besándola apasionado -Ahora me hice a la idea y sé que lo deseo mi amor- le dijo sincero- Una cosa es llegar y encontrarte con la noticia de tener un hijo, no me esperaba sentir tanta emoción y alegría, te lo juro; otra distinta es saber que se está formando aquí dentro y que lo veré crecer poco a poco- la besó nuevamente en los labios mientras pasaba delicadamente su mano por su vientre- ¿Sabes una cosa?- le dijo mirándola a los ojos, ella esperó interesada- Si así ya eres preciosa, embarazada debes estar espectacular- ella sonrió placida y lo besó amorosa. Él le correspondió apasionado fundiéndose en un efusivo y entusiasta beso de amor infinito mientras le pasaba amoroso su mano por todo el cuerpo prodigándole caricias que la excitaban de nuevo. -Nos tenemos que levantar, cielo; pronto llegará Diego con los niños- murmuró deteniéndole la mano que ya buscaba su sexo apremiantemente, él sonrió dulcemente -Hay tiempo mi amor ¿Nos damos un baño juntos?- propuso meloso besándola tierno en el cuello -Una ducha mejor- propuso mostrando una juguetona sonrisa y él rió persuadido. Bajo la ducha, Rodrigo no cesaba de acariciarla y besarla; parecía que no podía estarse quieto, sus manos buscaban el cuerpo de Irene con ímpetu. Era como un adicto a su piel. La abrazó contra él de espaldas, le fue enjabonando sugerente y muy erótico el cuerpo mientras la besaba ardoroso el cuello. Se estancó en sus pechos y se los acarició con la esponja muy despacio, con movimientos circulares y muy lentos; aquellas caricias tan incitantes acompasadas con su boca recorriéndole muy despacio el cuello y los hombros la excitaban tremendamente. Descendió lentamente por su vientre donde también se detuvo largo tiempo, seguía enjabonándola a conciencia mientras la sujetaba contra él recorriéndole con su boca la espalda. Descendió a su sexo, ella gimió gustosa con sus caricias precisas que la llevaron hasta un grado de excitación exuberante. Irene se volvió y lo agasajó con tiernos besos por su cuerpo fibroso, musculoso, sin ápice de grasa, mientras sus manos lo recorrían amorosas repartiéndole caricias ardientes por cada punto de su tersa piel. Él las acogía gustoso, con una sonrisa complacida en sus labios y ella atrapó con su boca su erecto miembro saboreándolo suculentamente hasta que él también empezó a gemir sobreexcitado. El teléfono de Rodrigo empezó a sonar en el dormitorio…

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