sábado, 10 de mayo de 2014

Bruno la observaba a veces abstraído mientras enredaba divertida sobre todo con Guille. Subida a sus espaldas o muchas veces charlando íntimamente sentados en las escaleras del porche como ocurría en aquel momento; se les notaba tanta complicidad entre ellos que sentía algo de envidia. -¿Podríamos comer juntos mañana Guille? Tengo algo que contarte- expuso algo preocupada Bárbara a Guille sentados juntos en las escaleras del porche mientras el resto de la familia seguían entretenidos charlando en la mesa; él la miró inquieto -Claro princesa, sabes que no hay problema; pero ¿qué ocurre? ¿Te pasó algo con Bruno?- indagó impaciente -No, es algo mío personal…- murmuró parsimoniosa bajando su mirada al suelo, Guille la tomó tierno por el mentón obligándola a mirarle -¿Qué pasa mi princesa bella? ¿Ese corazón sigue aún ocupado por ese pesado que no quiere irse ni a tiros y alguien está molestando insistente?- bromeó tierno y Bárbara lo miró atónita -¡Pero ¿Cómo…?!- balbuceó incrédula y él rió divertido -¡¡Ay mi pequeña princesita!! ¡Si eres un libro abierto para mí, corazón!- expresó cariñoso tomándola por los hombros y oprimiéndola tierno contra su pecho; la besó dulcemente en el pelo- Bar, no suelo curiosear porque es algo que no me incumbe, pero esta vez me reconcome la curiosidad la verdad… ¿puedo hacerte una pregunta muy personal?- interrogó amistoso, ella asintió con la cabeza- ¿Es Bruno, verdad? -¡¡No Guille!! ¡¿Cómo se te ocurre?! ¡¡Él siempre es muy respetuoso conmigo!!- exclamó rotunda, él sonrió pícaro y ella frunció el ceño confundida- ¿A qué te refieres? -Al pesado ese que se ancló en tu corazón hace tanto tiempo princesa- ella no contestó y volvió a bajar la cabeza avergonzada; él volvió a besarla enternecido en la cabeza- No pasa nada mi niña, lo sé casi desde siempre, solo hay que ver con que ojitos lo miras desde hace mucho cielito -¿No se lo dirás a nadie verdad?- se inquietó nerviosa -Claro que no ¿acaso no cumplí siempre?- declaró rotundo y se sonrieron cómplices- y el que te está dando la murga es Gonzalo ¿a qué sí?- ella volvió a mirarlo asombrada y él soltó una alegre carcajada oprimiéndola nuevamente con ternura contra su pecho- Conozco más a mis hermanos que mi propia madre- declaró chistoso y ambos rieron amenos. Un domingo estalló la sorpresa: Andrés se casaba. Aquel domingo, todos se libraron de las bromas del dúo maravillas siendo el centro de todas las chanzas Andrés y su futura esposa. -¿No son un poco mayores para casarse ahora?- le preguntó Bárbara ya de camino de vuelta a casa -No tanto, Andrés tiene…- empezó a echar cuentas de memoria- yo tengo veintiocho, pues…debe andar en los treinta y uno- repuso finalmente, se sonrieron entrañables y volvió a mirar al frente -Pues parece mayor- exclamó sorprendida -Es que ya nació mayor cielo, siempre fue tan serio y correcto en todo…- bromeó burlón y ambos rieron divertidos -Pues a mí me gustaría casarme antes de los treinta- expuso decidida, él la miró tierno- y quiero tener muchos niños ¡me encanta tu familia Bruno! ¡Así, enorme, y todos tan bien llevados!- él rió jocoso y ella lo miró intrigada- ¿De qué te ríes? -De que tendrás que espabilar, los años se te echan encima- bromeó burlón -¡Oye!- le golpeó suavemente en el brazo con el puño, él soltó una risotada divertida- aún tengo veinticinco…- guardó silencio un momento- Antes de dos años me caso- resolvió decidida y él soltó una sonora carcajada volviéndole a golpear en el brazo ofendida por sus risas- ¡¿Pero qué rayos te pasa?! ¡Hablo en serio Bruno! -¿Y ya tienes al candidato?- le preguntó guasón, ella entrecerró el ceño mordiéndose el labio inferior -Sí- respondió rotunda, tan decidida que él la miró sorprendido- Pero el fallo es que él aún no lo sabe- aclaró resuelta moviendo los hombros despreocupadamente -Pobrecillo, no sabe la que se le viene encima- se burló jocoso -¡Oye!- protestó golpeándolo de nuevo en el brazo- mira chaval, para que te enteres, más de uno desearía poseer este cuerpo serrano- declaró vanidosa -No si yo no lo digo por eso, lo digo porque el pobre incauto anda por ahí sin sospechar siquiera que antes de dos años estará casado y lleno de hijos- explicó guasón y ambos rompieron a reír a carcajadas Aquel viernes, después de acostar a las pequeñas, él vacío patatas fritas en un bol y se sentó ante el televisor mientras Bárbara se duchaba. Apareció con su melena húmeda y un cortito pijama verde que mostraba sus hermosas piernas, se sentó a su lado -Hay que ir de compras- le expuso mientras cogía patatas fritas del bol que él sujetaba sobre las rodillas -Ya; mañana, como todos los sábados- respondió despreocupado -No, a comprar ropa y para todos- explicó y él la miró intrigado- A Alba le quedan ya demasiado pequeños los pijamas, la pobrecilla ya casi no estira sus piernecillas dentro de sus pijamas enterizos…- lo miró estupefacta- ¿Te has dado cuenta del estirón que pegó en estos días? -¡Y Sarah!- añadió cariñoso- los pantalones le quedan cortos, sobre todo ese azul… -¡Un poco más y le sirven de bermudas, pobrecilla!- repuso ella parrandera, se rieron divertidos- Y tú tampoco andas sobrado de ropa, tienes los pantalones para el arrastre- añadió amena acariciando sus muslos mostrando sus vaqueros demasiado gastados -Y no te digo las camisetas- aclaró desencantado metiéndose una patata en la boca -Si vamos a seguir: los gayumbos están que no hay por dónde cogerlos ¡Como para que se te aparezca un plan!- agregó chistosa, él la miró confuso- Yo hago la colada ¿recuerdas?! ¡¡No creas que te ando a espiar mientras te vistes!!- le dijo socarrona mirándolo burlona -¡Vaya decepción!- bromeó burlón, ella se arrodilló en el sofá de un pequeño brinco colocándose junto a él mirándolo juguetona, comenzó a hacerle cosquillas en el costado -¡¿Eso te gustaría, eh?!- decía socarrona mientras él intentaba esquivarla -¡Estate quieta!- le indicaba al tiempo que se reían divertidos pero ella no se detenía; dejó raudo el bol sobre la mesa y empezaron una entrañable pelea de cosquillas que les hacía reír alegres, acabando él sobre ella acostados en el sofá. Bruno la observó mientras se reía lozana, con aquella risa cantarina repiqueteándole los oídos, su sonrisa hermosa, sus ojos negros brillando de alegría y aquel rubor del acaloramiento, estaba radiante; era realmente hermosa. Ella al advertir que se detuviera lo miró a los ojos sin dejar de sonreír, aquellos preciosos ojos grises que hacía tiempo volvían a lucir hermosos, su rostro masculino muy atractivo, percibió su cuerpo vigoroso sobre ella, era realmente guapo, atrayente y sexy. Seguía locamente enamorada de él, o aún más que al principio, y deseaba ardientemente besarlo… Ahuyentó rauda aquellas ideas peligrosas y perturbadoras que le inundaban su mente- ¡Decidido entonces, mañana de compras!- resolvió decida de repente retirándose de la suave presión de su cuerpo recogiendo el bol de patatas, él también se incorporó e intentó centrarse en la película de nuevo- Además, ya podemos aprovechar y comprar también la ropa para la boda; el tiempo se nos echa encima- añadió recordándolo de pronto -¿Cuál?- ella lo miró extrañada y él le dedicó una sonrisa burlona- ¿La de Andrés o la tuya? -¡Qué gracioso eres cuando quieres!- indicó socarrona tirándole una patata a la cara que él recogió hábil con la boca, comiéndosela gustoso mientras sonreía recreado; ella también sonrió deleitada sin poder apartar sus ojos de aquella boca seductora que la atraía a gritos- Bruno…- expuso metódica y él la miró curioso- ¿No piensas rehacer un día tu vida? -¿A qué viene eso ahora?- expuso desconcertado aunque se removió incómodo en su asiento -Sé que querías mucho a mi hermana pero ya han pasado dos años Bruno… creo que ya va siendo hora de que hagas algo por tu vida; aún eres muy joven y siempre estás encerrado entre estas cuatro paredes como enterrado en vida- él apartó su mirada de ella clavándola en el televisor, parecía inquieto por el comentario- mira, si ya hay alguien y temes decírmelo, no te inquietes; lo comprendo perfectamente, por eso te lo estoy diciendo… te mereces encontrar una buena mujer y ser feliz Bruno -Ya soy feliz y mi vida ya está completa Bárbara- repuso amable pero rotundo, ella lo miró intrigada- mis hijas es lo único que me importa y lo que necesito para ser feliz, no necesito a nadie más a mi lado- declaró satisfecho, ella sonrió enternecida. Fue una tarde de sábado agotadora pero muy divertida y entretenida. Ella le mostraba burlona ropa interior para él buscando los boxers más llamativos, feos y enormes que encontraba, él se vengaba mostrándole sujetadores enanos diciéndole que aún le quedaban grandes. Lo pasaban verdaderamente bien en amba compañía, se compenetraban y se entendían a la perfección. Con la ropa diaria como para la boda, se pedían consejo familiarmente aconsejándose sincera y entrañablemente. Las pruebas de ropa a las niñas las desquició poniéndolas insoportables, teniendo que regresar a casa y acabando con aquella amena tarde; aunque, realmente, ya habían comprado todo lo necesario. El día de la boda, vistieron entre los dos a las niñas; ambas iban iguales y estaban preciosas con aquellos vestidos amarillos de grandes lazadas blancas a ambos lados de sus cinturas y con un babero de encaje blanco que les cubrían toda la pechera y media espalda. Calcetines de encaje blancos y sus zapatitos amarillos de pulsera en el tobillo. Sarah estaba hermosísima pero Alba espectacular. Era una hermosura de niña y, a sus dos añitos, ya era una réplica de su madre y Bruno estaba embobado con ella, las quería con locura a las dos pero por Alba sentía algo muy fuerte y especial. Ante el espejo del armario, se intentaba atar la corbata roja de seda sobre la camisa blanca. Se acordó de Bea y aquel día que le había hecho el nudo de la corbata, la noche anterior habían hecho el amor por primera vez. Recordó su bello rostro sudoroso disfrutando y gozando mientras sus gemidos se repetían en su mente amorosamente. Era la mujer más bella y fogosa que había hallado… -¿Piensas quedarte así todo el día?- la voz de Bárbara a su lado lo sacó de sus pensamientos, la miró aturdido aún por sus recuerdos íntimos con Bea- ¡¡Ey ¿estás aquí?!! ¡¡La tierra llamando a Bruno!! ¡¡Tenemos que ir a una boda ¿lo recuerdas?!- exclamó divertida chasqueando los dedos delante de su rostro, le sonrió alegre; aquella mujer era increíble, siempre lograba arrancarle una sonrisa -Sí, Bruno ya ha tomado tierra de nuevo- expuso divertido- ¿Qué me decías? -Que acabes o las niñas se mancharán antes de irnos- expuso cariñosa arreglándole, hábilmente y sin pedírselo, el nudo de la corbata; él la observaba delante suyo con una sonrisa en los labios, estaba hermosa con aquel recogido bajo de su cabello rubio dejándole sueltos unos divertidos rizos a ambos lados de su sienes y su maquillaje casi inapreciable resaltaba aquellos grandes y bellos ojos negros y un carmesí nada chillón perfilaba su bien y perfecta boca de labios carnosos- ¡Ahí está, perfecto!- expuso satisfecha observando su buen trabajo realizado, luego le miró a los ojos sonriéndole dichosa; él le correspondió agradecido -Gracias- repuso mirándose al espejo, realmente estaba perfecta -¿Me abrochas el vestido?- contestó amena mostrándole la espalda desnuda, no llevaba sujetador pudo comprobar Bruno y, con lo abajo que llegaba aquella cremallera, pudo ver claramente el delicado y fino encaje de la provocativa tanga que llevaba. Sintió un acaloramiento repentino y una necesidad irremediable de sentir aquella piel suave y tersa de su espalda; así que empezó a subírsela muy despacio rozándole suavemente con el revés de sus dedos índice y corazón al tiempo que sus ojos recorrían sus hombros desnudos y se centraron en su cuello, suave y cálido. Sintió un deseo arrollador de besarlo, de sentir su sutil y agradable sabor y calor en sus labios. Se aproximó más y el suave perfume penetrante, turbador y sugestivo de Bárbara lo embelesó, cerró los ojos fascinado y aspiró aquel rico perfume. También Bárbara se sintió sofocada y su corazón latía frenético al sentir la suave caricia de sus dedos rozándole su espalda erizándole la piel y un desquiciador pero delicioso escalofrío le recorrió la espalda cuando sintió su aliento en su cuello. No podía moverse, deseaba terriblemente sentir sus labios sobre su piel. Cerró los ojos esperanzada de que lo hiciera y recreándose satisfecha en lo que estaba sintiendo. Su corazón empezó a latir alocadamente cuando percibió que Bruno ya llegara al final de la cremallera pero no había detenido su caricia y ya rozaba suavemente su nuca… “Sigue Bruno, no te detengas” suplicaba ansiosa mentalmente sin atreverse a moverse y ni siquiera a respirar para no estropear aquel instante. Sus labios casi le rozaban ya su nuca y su aliento le erizaba la piel…. -¡Alba no me obedece y no se está quieta tía Bar; se va a manchar ¿eh?! ¡¡Yo os aviso!!- advirtió explícita Sarah apareciendo de súbito en la puerta del dormitorio rompiendo de golpe aquel maravilloso momento que estaban disfrutando. Bruno se retiró raudo de su lado -Esto ya está- repuso aclarándose nervioso la garganta y recogió la chaqueta del traje negro de sobre la cama saliendo presuroso del cuarto- ven, mi ratita preciosa, vamos a ver qué hace ese diablillo de tu hermana- le indicó ameno a la niña recogiéndola en brazos besándola en la mejilla; la niña reía feliz mientras se abrazaba cariñosa a su cuello. Bárbara cerró desolada sus ojos nuevamente, deseaba tanto besarlo y él estuviera a punto… a un tris de hacerlo… pero no se atrevió dejándola insatisfecha y con un amargo sabor de boca. -Estás preciosa, Bárbara- le indicó admirado Gonzalo al verla acercarse cuando llegaron a la iglesia, ella le sonrió agradecida mientras él la besaba con ternura en la mejilla -Mi princesita siempre está para comérsela- le repuso animado Guille rodeándole la cintura con sus brazos y besándola juguetón en el cuello mientras ella reía divertida y Bruno callaba intentando tragar aquel nudo que llevaba agarrotado en su garganta desde aquel íntimo momento en su dormitorio y acrecentaba aún más a cada muestra de cariño de sus hermanos hacia ella; no quería reconocerlo pero era envidia, celos y rabia de verlos tan animados abrazándola y agasajándola tan atrevidamente con galanterías- No te olvides que me debes un baile, al de graduación te llevo este carcamal- le decía animado Guille -¿Dónde están las dos niñas más hermosas del mundo entero?- clamó entusiasmado Pablo rompiendo aquel molesto momento para Bruno, recogió en brazos a Sarah besándola sonoramente en la mejilla, la niña reía feliz. Besó y enredó con Alba en brazos de su padre- es impresionante lo que se parece cada día a su preciosa mamá- indicó asombrado, Bruno le sonrió agradado y radiante. Llegó la novia y todos la siguieron dentro de la iglesia -Trae a Alba Bruno, entra tú que es la boda de tu hermano- indicó cariñosa Bárbara -¿No vas a entrar?- indagó sorprendido -No, yo no- expuso pausadamente recogiendo a la pequeña de los brazos de su padre que miró la fachada de la iglesia y suspiró profundamente -Tampoco tengo pensado entrar Bárbara- aclaró decidido y ella lo miró atónita -¿Por qué? -Hasta que me de una respuesta decente a mi pregunta no pienso volver a entrar en una- expuso rotundo, Bárbara lo miró apesadumbrada y él le sonrió ameno- ¿Y tú? -Nunca le perdonaré lo que hizo- respondió dolida, besó a la pequeña Alba y la dejó en el suelo para que correteara con su hermana; Bruno observó que sus ojos se llenaban de lágrimas- mi hermana solo pedía tres cosas en aquella ambulancia Bruno: dos a mí y una a Él…- lo miró a los ojos y las lágrimas corrían por sus mejillas- yo, siendo una simple humana, se las cumplí y Él, siendo tan Todopoderoso, no se digno a escucharla- Bruno la abrazó tiernamente y ella hundió su rostro en su pecho- solo le suplicaba ver la carita de su hijita antes de irse Bruno, y no se dignó a cumplírselo… Solo eran dos segundos Bruno, apenas dos segundos… ¡¡No pienso perdonarle nunca, nunca!!- exclamó llena de rencor y dolor, ambos lloraban desolados abrazados tiernos uno al otro. Cuando se hubieron calmado, Bárbara lo miró a los ojos sin retirarse apenas de su abrazo- ¿Y tú? -Solo quiero saber por qué a un ángel cómo tú tiene que hacerle sufrir tanto y ser tan desdichada; no hay derecho que se vengue así de ti mi niña- ella sonrió dulcemente -Pues ya puedes ir entrando colega porque estás muy equivocado- indicó amena y él la miró desconcertado, ella le sonrió de nuevo- no soy nada desdichada Bruno, al contrario, soy muy feliz; sí, sufrí mucho al perderlos, pero nunca me dejó desamparada… cuando murieron mis padres, siempre tuve a Bea a mi lado que fue la mejor de las hermanas y nunca permitió que me sintiera sola ni triste; y ahora, antes de llevársela a ella, me dio la oportunidad de encontrar a tu familia que me arropa con una ternura tremenda, y me dejó a esos dos bichitos que me llenan de felicidad… y, sobre todo, la gran suerte de tenerte a ti a mi lado Bruno- añadió sonriendo plena de dicha, él le sonrió enternecido -Yo sí que tengo suerte al tenerte a ti a mi lado, mi ángel- expuso cariñoso y la besó tierno en la frente Durante el banquete, se encargaron ambos de las niñas mientras hablaban animados y deleitados con el resto de la familia sentada a su mesa. Abierto el baile por los recién casados, a Bárbara la vino a buscar raudo Guille. Pero la alegría le duró poco, pronto se la arrebató de los brazos Gonzalo y empezó a pasar de brazos en brazos rodando como peonza entre todos sus hermanos a cada pieza, riendo entrañable y divertida mientras Bruno la observaba entretenido desde su asiento en la mesa. Estaba realmente preciosa con aquel vestido color malva claro. Su cuerpo ceñido por la tela le marcaba sus curvas perfectas: la estrecha cintura, los suculentos pechos que se mantenían asombrosamente dentro de aquel pronunciado escote a pesar de no llevar ninguna sujeción, aquellas piernas perfectas: rollizas, bien hechas y de muslos firmes que la ligera falda mostraba sin reparo al volar provocativamente durante los giros de los bailes… Bruno se sintió aturdido al notar palpitar frenético su corazón de nuevo como hacía años y ya casi no recordaba… Intentaba ponerle una explicación racional a todo aquello que sentía pero no podía, intentaba entender el porqué de aquellos celos irracionales hacia las muestras de cariño de sus hermanos hacia ella, aquel intenso vibrar de su corazón que se acrecentaba cuando aquellos hermosos ojos negros lo miraban, aquellas irrefrenables ansias de tocarla y acariciarla cuando estaba cerca suya… y aquellas inmensas ganas de saborear aquellos jugosos y provocativos labios… ¡¡Dios santo!! ¡¡Estaba…!! -¡Ven a bailar, hermanito!- interrumpió animosa Bego sus pensamientos, él rehusó- ¡Anda, ven! ¡Quiero presumir de hermano guapísimo!- decía tirándole de la mano -Tienes ahí a Pablo, Guille y Gonzo…- indicó indiferente -Pero tú eres el más guapo de todos, no hay comparación- insistía presuntuosa y él sonrió tierno -No puedo Bego, tengo que atender a las niñas- indicó en un último intento por librarse -Deja de poner escusas y ve, a las niñas las atendemos nosotros- contestó apareciendo Clara con su esposo que se retiraban a descansar un poco después de su baile- anda hombre, ve; diviértete un poco como hace Bárbara, que bien os lo merecéis los dos- le animó cariñosa, él resopló desganado y se rindió. -Vale, pero un solo baile ¿eh?- expuso fastidiado y su hermana Bego rió alegre llevándoselo a la pista Bailó con Bego, no pudo negarse a su madre, fue casi secuestrado por Patri y, sin saber cómo, tenía entre sus brazos a Bárbara. Bailaron amenos mientras se sonreían animados; les correspondiera una pieza lenta y muy extendida, demasiado extensa pensaba Bruno alterado de tenerla entre sus brazos aunque encantado al mismo tiempo.

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