sábado, 31 de mayo de 2014


-Bueno, pues con eso y los encargos de libros es todo- expuso Marina entregándole el listado de los libros que necesitaba al dependiente de la editorial- ¿cuándo podré recibir el pedido?
-Pues…- respondió pensativo revisando la lista de pedido que ella había realizado- como a más tardar el sábado lo tendrás todo Marina, no te preocupes- aclaró animado y se sonrieron agradados -Estupendo, sabía que podía contar contigo- exclamó complacida sonriéndole agradecida y se dirigió a la puerta
-Marina…- la llamó impaciente y ella se volvió hacia el dependiente- ¿Haces algo este sábado por la noche?- preguntó interesado y ella sonrió dulcemente, no perdía ocasión para invitarla a salir a pesar de sus continuas negativas
-Lo siento Marcos, he quedado ya… no te olvides de las agendas por favor, que las necesito- le avisó resuelta sin dejar de sonreírle caminando hacia la puerta
-Tranquila mujer… ¡¡Y en lo otro no me daré por vencido!!- respondió sonriendo y Marina también le sonrió dulcemente
Guillermo entraba a toda prisa en la editorial tropezándose contra una muchacha que salía en aquel instante
-¡Ups!- exclamó Marina al volverse hacia la puerta y tropezarse de repente contra el pecho de un hombre que entraba en aquel instante
 -Oh lo siento, no la había visto- se disculpó amable y Marina le sonrió abochornada
 -No que va; si la culpa fue mía, como siempre no miraba por dónde iba- habló animosa y ambos se sonrieron amenos siguiendo cada uno su camino. Al alcanzar la calle, Marina se encontró con un aguacero inesperado y potente
-¡Caray, Ágata! ¿No podías haberme adivinado mejor que iba a llover?- bromeó divertida refugiándose en el portal de a lado esperando a que escampara
-Lo siento pero nosotros no trabajamos con libros antiguos- le decía amable a Guillermo la dependienta de la editorial
-¿Y no podrían conseguírmelo? Pagaría lo que fuera necesario…- insistió
-Eso tendría que hablarlo con el director, pero ya le aviso que una primera edición es muy difícil de conseguir- expuso cordial- ahora él no está y tardará un rato en volver, si desea esperarlo…- lo invitó amena
-Tengo algo de prisa y no puedo esperarlo; mejor regresaré en otro momento pero muchas gracias de todos modos- aclaró sonriéndole amable alcanzando la puerta de la calle y salió de la editorial- ¡Mierda, tenía que ponerse a llover precisamente ahora!- protestó fastidiado refugiándose bajo el saliente del edificio mientras examinaba nervioso su reloj de pulsera
Marina, en el portal contiguo, vio venir un taxi desocupado y se acercó presurosa al bordillo silbándole hábilmente sin fijarse en el coche rojo que se acercaba a demasiada velocidad; Guillermo, que lo observaba todo, se abalanzó raudo hacia ella tomándola por la cintura al tiempo que la giraba protegiéndola con su cuerpo en el instante justo que el coche pasaba veloz casi rozándolos, sus ruedas tomaron un bache lleno de agua levantando una fuerte cascada de agua salpicándolo todo a su paso. Fue todo tan rápido que Marina no tuvo tiempo a reaccionar
-¡¡Santo Dios!!- exclamó sobrecogida cuando vio la salpicadura estamparse contra la vidriera de la editorial. Se volvió hacia su rescatador descubriendo que era el mismo con el que se acababa de tropezar al salir de la editorial.
-Ese animal casi se la lleva por delante ¿se encuentra bien?- se interesó amable Guillermo y se quedó prendado de aquellos grandes y preciosos ojos color miel tan dulces que lo miraban entre asustados y sorprendidos; aunque aquellos ojos y aquel dulce rostro…- ¿Nos conocemos?- indagó confundido -No; bueno, sí… acabamos de tropezarnos- le indicó sonriéndole afectuosa señalando la entrada de la editorial y él quedó sobrecogido con aquella dulzura de mirada y aquella preciosa sonrisa
-¡Ah ¿fue contigo?!- expuso sorprendido y Marina volvió a sonreír asintiendo con la cabeza, era una muchacha realmente preciosa ¿cómo pudo haberse tropezado con aquella preciosidad y no haberse dado cuenta? Al final Betty iba a tener razón: miraba pero no veía; sonrió también divertido- vaya, pues discúlpame de nuevo
-Ya le dije que no hay por qué… ¡Pero, por favor! ¡Mire como le ha puesto ese animal!- se sorprendió al verlo empapado, él sonrió entrañable sacudiéndose la chaqueta del traje para quitarle la humedad -Nada, solo es agua; peor hubiera sido si ese energúmeno la hubiera atropellado- comentó entrañable y se volvieron a sonreír; el taxi ya se detenía junto a ellos
 -Muchas gracias nuevamente- volvió a decir abriendo la puerta del taxi
 -¿Le importa compartirlo? Es que en apenas diez minutos tengo una cita importante y no voy a llegar- le expuso nervioso
-Claro, es lo menos que puedo hacer- expuso entrañable sonriéndole de nuevo con aquella preciosa sonrisa
 -Muchísimas gracias- le agradeció sentándose a su lado- yo voy a los juzgados ¿usted?- preguntó amable
 -Yo más cerca, así que me deje a mi primero si no le importa- le indicó amable y él aceptó con un simple movimiento de cabeza; Marina le dio la dirección de la librería al taxista.
Lo observaba de reojo, era muy apuesto y aquel elegante traje gris oscuro le quedaba impecable. Tenía un cabello muy negro salpicado de algunas canas prematuras en las sienes que llevaba muy bien peinado y una cuidada barba muy corta que solo le daba una pequeña sombra a su atractivo rostro… Se veía un hombre imponente e importante. Él le sonreía agradable mirándola con aquellos impresionantes ojos negros; Marina se sonrojó levemente al verse descubierta observándolo. -Guillermo- le dijo amable ofreciéndole la mano amistosamente, ella sonrió agradada
-Marina- expuso estrechándosela; tenía unas manos muy suaves y tan grandes que la de ella casi desapareció entre la suya
-Bonito nombre- repuso amable y se sonrieron amistosos. El taxi la dejó delante de la librería, quiso pagar su parte de la carrera pero él no se lo permitió de ninguna forma. Se lo agradeció y él siguió su camino.
-Hoy has venido temprano mi niña- la saludó encantada Ágata que se refugiara en la ancha entrada de su librería, ella le sonrió entrañable.
-Sí, había poca gente; y, mi querida Ágata, a ver si la próxima vez puedes mejor adivinarme el tiempo y llevo un paraguas corazón- le respondió cariñosa a la mujer
 -Eso no está escrito en ningún destino mi niña- replicó resuelta y ambas se rieron alegres
-¡Acabará metiéndose aquí dentro!- protestó molesta Cris cuando Marina entró en la tienda
-¿Qué mal te hace, mujer?- le reprochó dolida y la compañera la miró fastidiada
-¿Cómo te fue en la editorial?- cambió de tema su amiga
-Bien, tendremos el pedido para finales de semana- le expuso feliz
-Pues yo no te tengo buenas noticias- le comentó apenada
-¿Qué pasó ahora?- inquirió turbada
 -Te llamaron del instituto… Tienes que ir a buscar a tu “dulce hermanita” al despacho del director; volvió a armarla- le explicó irónica. Marina se quedó desolada ¡otra vez Norma había hecho algo malo!
 -¿Te explicó que hizo esta vez?- preguntó entristecida, Cris negó con la cabeza- Me voy a recogerla- expuso resignada y salió de la tienda.
-Gracias Ágata, ya apareció ese hombre del que me hablabas y no me gusta nada cielo- le comentó entrañable a la mujer mientras abría su paraguas
-Nuestra pequeña no es mala mi niña, tiene un gran corazón… Pero echa de menos a vuestra madre y solo quiere más atención- le repuso Ágata y ella la miró cariñosa
-¿Más atención, Ágata? Ya van tres veces en este mes que tiene mi plena atención- le contestó abatida, la mujer le sonrió entrañable.
Al llegar al instituto ya todos los muchachos abarrotaban el patio, Rubén la esperaba muy inquieto en las escaleras de entrada
-¿Qué ha hecho ahora esa loca Marinita?- interrogó preocupado mirándola angustiado
-No lo sé cielito; ve tú para la librería que ahora vamos- repuso besándolo tierna en la frente. Al entrar en la oficina del director se la encontró mal sentada en una de las sillas; estaba recostada contra uno de los reposa brazos y colgaba una pierna del otro
 -Siéntate bien, por favor- le regañó seriamente al verla, ella obedeció mientras Marina se sentaba junto a ella. El director las miraba muy serio
-Otra vez la pillamos fumando en los baños, sabe de sobra que está prohibido- expuso irritado mirando reprochador a la muchacha- ¡Y esta vez había compañeras de menor edad delante!
 -Que culpa tengo yo si me siguen como garrapatas- se defendió insolente
-Cállate Norma- le regaño nuevamente Marina
 -Sus calificaciones siguen bajando a una velocidad impresionante- siguió exponiendo el director- ¡No parece hermana del joven Rubén! ¡Mucho menos melliza!
-¡Ya estamos de nuevo! ¡Rubén el perfecto!- protestó irónica recostándose tanto en la silla que su trasero quedó fuera del asiento
-Por favor, Norma; ya está bien- repuso Marina entristecida- ¿qué te pasa cielo? Tú no eras así- le inquirió cariñosa
-Nada… solo que este sitio es asqueroso- respondió irritada mirando desafiante al director- Uniforme, reglas, más reglas… Y siempre la eterna comparación con Rubén ¡¡Somos hermanos no clones, a ver si se enteran de una vez!!- expuso enfurecida, se sentó derecha de repente mirando desafiante al director- ¿Usted acaso es igual a sus hermanos?- le preguntó inquisitiva
-Pues sí- respondió él firme y orgulloso
-¡¡Pues menuda familia de bichos raros estirados!!- repuso burlona volviendo a retomar su postura anterior
-¡¡Norma, ya!!- la reprendió severamente Marina aunque la risa la invadía; realmente sí debía ser una familia muy peculiar si todos se parecían: una calvicie prominente que intentaba disimular sin resultado con cuatro pelos contados peinados de medio lado; unas gafas demasiado grandes para su pequeña cara de conejo, con aquellos dos dientes delanteros tan grandes que casi no le cabían en la boca…- Discúlpela por favor- le suplicó al director aguantando la risa como podía de tal manera que los ojos se le llenaron de lágrimas
-No se ponga así, mujer- se compadeció el hombre al verla con los ojos lagrimosos, eso aún le provocaba más risa a Marina que tuvo que cubrirse la boca. El hombre pensaba que lloraba finalmente, Norma no se atrevía a mirarla pensando también que lloraba y eso no lo podía soportar; siempre que la veía llorar también acababa llorando con ella- Esta vez no tomaremos represalias… ¡Pero es la última vez! ¡La próxima la expulsaremos tres días!
-¡Joder, eso dijo la vez pasada!- expuso Norma desolada- ¡¿Qué tengo que hacer para me expulsen de una puñetera vez?! ¡¿Incendiar el colegio?!- añadió desconsolada
 -Norma por favor, ya está bien… ¡Este fin de semana estarás castigada duramente!- explicó tajante Marina- ¡¡Vas a entrar por el aro por las buenas o por las malas!!- Marina se levantó y le estrechó la mano al director agradecida- Gracias por no expulsarla; intentaré hacer que cambie, se lo prometo -¡¡Y a ver si puede hacer algo con esa boca que su hermana tiene!!- le rogó abatido
-¿Qué le pasa a mi boca?- le preguntó desafiante Norma, sonrió irónica- ¡Ah ya ¿le gustaría besarla, verdad?!- le incitó burlona pasándose la lengua provocativamente por los labios
-¡¡Niña por Dios!! ¡¡Eres el diablo en persona!!- se escandalizó el director abriendo desmesuradamente los ojos y poniéndose de pie de un impulso
-¡¡Vámonos Norma!!- Marina la sujetó por la mano fuertemente- Disculpe señor director; por favor disculpe- rogaba avergonzada Marina saliendo de la oficina tirando de su hermana
 -¡¡Espera, sooo...!!- gritó como si detuviera un caballo- ¡Mis libros Marina!- añadió soltándose de la mano de su hermana y entrando nuevamente en el despacho; recogió los libros de encima la silla que había junto a la puerta y le tiró por el aire un beso al director, coqueta y pícara. El hombre quedó aturdido y desquiciado.
Ya fuera del recito escolar, Marina rompió a reír a carcajadas
-¡¿Por qué me haces esto Norma?!- decía entre risas y lágrimas, la chiquilla también reía divertida- ¡¡Casi no me puedo aguantar delante de ese pobre hombre!!
-¿Te los imaginas a todos en la cena de Nochebuena? ¿Comiéndose todos el pavo con esos enormes dientes?- repuso burlona intentando sobresalir sus dientes para imitarlo. Rompieron a reír a carcajadas nuevamente- ¡¿Y cómo se puso cuando le dije si quería besarme?!... ¡¡Ni loca me acerco, me pega una trabada que me lleva medio labio!!
-¡¡Para ya Norma por Dios!!- le suplicó Marina sin poder andar de la risa, lloraban divertidas carcajeándose sin remedio. Marina le pasó cariñosa su brazo por los hombros y volvieron a retomar el camino- Pero ahora quiero que me expliques que es lo que te pasa cielo- ahora hablaba cariñosa pero radical
-Sácame de aquí, Marina- le rogó desconsolada
-Pero cielo, estás a mitad de curso y Rubén va…
-¡No! ¡Sácame a mí! ¡Deja a Rubén!- expuso colérica- ¿no lo entiendes verdad?- estaba abatida- ¡¡Quiero ir a un lugar dónde él no esté!! Llevamos toda la vida pegados como siameses y estoy harta Marina ¡siempre juntos: en casa, en el mismo curso, en la misma aula!... además él es más inteligente y siempre están con las dichosas comparaciones- se la veía realmente angustiada- ¡¡Parezco su sombra!!
 -El no es más inteligente que tú, corazón… Solo se aplica más pero tú eres inteligentísima- ella la miró mortificada- Está bien, haré lo que pueda cielo; pero a mitad de trimestre va a ser difícil… Por ahora intenta serenarte un poco y poner algo de tu parte
-¡¿Más Marinita?!- exclamó atónita- ¡¡Si ya no sé qué hacer para que me expulsen pero no hay manera!!
-¡¡No me refiero a eso Norma!!- soltó espantada pero se rieron entrañables al darse cuenta que estaba bromeando -Así a todo, el sábado estás castigada; estarás conmigo y con Rubén en la librería- Norma puso cara de disgusto pero no repuso nada. Marina la besó en la frente y llegaron a la tienda
-¡Hola Ágata!- la saludó cariñosa Norma besándola tierna en la mejilla
-Hola corazón ¿has vuelto a hacer de las tuyas, eh?- le repuso reprobadoramente y ella le sonrió entrañable
-¡Échame una manita a ver qué me dicen, anda!!- le pidió animada a la mujer, Marina movió la cabeza incrédula y entró en la librería.
-¿Qué hizo ahora Marinita?- la asaltó preocupado Rubén que ya llegara a la librería y ella le sonrió tranquilizadora.
El sábado estuvo buscando por todas las librerías de la ciudad el dichoso libro que le encargara su hermana, pero no lo encontraba ni le daban razón de dónde hacerlo. Ya se estaba dando por vencido cuando se fijó en la librería de la esquina de enfrente. Entró encontrándose con una muchacha rubia detrás del mostrador
-Buenos días, busco una primera edición de los Miserables- indicó esperanzado
 -¡Uy, eso sí que le va a estar difícil! No peor aún ¡¡Eso es casi imposible!!- exclamó abatida la muchacha desolándolo por completo- como no busque en anticuarios o en internet… ¿Ha probado en internet?- le propuso desesperanzada
-¿Qué ocurre Marta?- indagó un anciano saliendo de la trastienda
-Nada abuelo, este hombre busca una primera edición de Los Miserables y ya le digo que es un caso imposible- le explicó la muchacha resuelta al anciano
-Me interesa mucho encontrarlo y ya recorrí toda la ciudad…- expuso Guillermo
-Nunca lo va a encontrar en una librería normal caballero; pero pruebe con Marinita, está especializada en hacerse con ejemplares antiguos y si ella no se lo consigue entonces sí que es imposible- le indicó ameno el anciano, Guillermo sonrió complacido
 -¿Y dónde puedo localizar a esa Marinita?- se interesó esperanzado
 -En la avenida, justo en frente al parque; una librería antigua que hace mismo esquina, no tiene perdida
-Muchas gracias- le sonrió animado Guillermo saliendo del local

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