domingo, 1 de junio de 2014


La encontró con facilidad. Realmente parecía antigua para no haberse percatado nunca en ella con sus contraventanas en madera barnizada muy oscura y su entrada doble con tirador dorado. Una anciana a la puerta esperaba clientes para echarles la buenaventura cosa que le hizo gracia a Guillermo ¿cómo podía haber gente que se creyera semejantes patrañas? Pensó divertido
 -¿Una manita hijo?- lo invitó amable la anciana al acercársele
 -No gracias- respondió cordial entrando en la librería haciendo sonar una pequeña campanilla. Detrás del mostrador había una muchacha de unos 17 años que lo miraba despreocupada balanceándose en su silla. Era muy bonita con aquellos preciosos ojos azules. El pelo castaño con reflejos rubios en dos trenzas caía por sus hombros. Masticaba chicle y hacía enormes globos que recogía hábil nuevamente dentro de una boca muy bien hecha y perfilada
-Hola- la saludó amable Guillermo
 -Hola- le contestó indiferente ella- ¿busca algo?
-Sí, busco un libro…- comenzó a explicar desilusionado
-¡¿No joda?!- soltó la muchacha estupefacta mirándolo con aquellos lindos ojos abiertos de par en par mientras se dejaba caer hacia delante deteniendo su balancear sobre la silla- ¿Y cómo se le ocurre venir a buscarlo aquí? ¿A una librería? ¿La idea se le ocurrió solito o necesitó ayuda?- le preguntó irónica. Guillermo se quedó estupefacto mirándola
-Niña ¿eres siempre así?- le consultó atónito
-No, hoy me pilla con un buen día ¿por?- le respondió resuelta volviendo a su balancear despreocupado de nuevo
-¡¡Norma!!- la reprendió duramente alguien detrás de él sorprendiéndolo- Discúlpela por favor- se disculpó amable entrando tras el mostrador y entonces se miraron ambos; para Guillermo aquellos melosos, tiernos y grande ojos color miel eran inolvidables, se reconocieron de inmediato- ¡Usted es el del taxi!- expuso animosa y Guillermo le sonrió agradado
-Hola ¿Marina verdad?- la saludó amable mostrándole de nuevo su mano que Marina estrechó cordial asintiendo con la cabeza
-¡¡Busca un libro, Marinita!!- se sorprendió mordaz la muchacha- ¿No te parece algo increíble? ¿Cómo se le ocurriría venir aquí buscándolo, eh?- estaba siendo irónica nuevamente. La mayor la miró reprochadoramente
-¡Cállate Norma! Vete atrás y comprueba la nueva entrega de la editorial- le mandó contundente. La muchacha hizo un enorme globo mirándolo descarada y lo introdujo en la boca nuevamente, se fue a la parte trasera- Discúlpela por favor, está enfadada porque la tengo aquí castigada… Por favor ¿qué es lo busca?- lo atendió amable y abochornada, él le sonrió entrañable
-Busco algo especial y me dijeron que aquí podría encontrarlo- dijo cordial
-Tenemos cosas muy especiales- le respondió divertida y Guillermo le sonrió amistoso
-Ya veo ya- expuso retórico y ambos rieron amenos comprendiendo que se refería a Norma- Pues ando en busca de una primera edición de Los Miserables- expuso agradado, ella se sorprendió
-¡Pues sí que es especial!- se sonrieron joviales- Difícil… Pero no imposible- añadió amable, él se sintió animado
 -¡¿De verdad?!- se ilusionó y ella le sonrió divertida- ¡Vengo de recorrer toda la ciudad y no dí con nadie que pueda ayudarme a no ser el anciano amable de la librería norte!
-¡Oh, el señor Ricardo! un buen hombre- repuso muy cariñosa Marina mostrando una sonrisa tan dulce y especial que encandiló a Guillermo- y buscó por toda la ciudad pero no venía a dónde debía- comentó dulcemente
 -La verdad es que no paso mucho por aquí y no sabía de esta librería- expuso comedido y volvieron a sonreírse
-¡¡No la aguanto más Marina!! ¡¡O ella atrás o yo, pero juntos no!!- gritaba enfurecido un muchacho saliendo de la trastienda acercándose a ellos. Guillermo lo observó asombrado, era igual a la muchacha anterior pero parecía más comedido. La tal Marina apretó los ojos exasperada
-Por favor os lo pido ¿no podéis estar cinco minutos juntos sin pelearos?- suplicaba derrotada, Guillermo sonrió divertido
-¡¿Por qué no la metes de una vez en ese internado con la que la amenazas siempre?!- repuso enojado el muchacho
-¡¿Por qué no te vas tú a la mierda y me dejas tranquila?!- comentó Norma apareciendo detrás de su hermano gemelo
 -¡Basta por Dios!- la mujer se la veía agobiada y abochornada- ¡Cris, por favor!- llamó amable a otra mujer que andaba colocando libros por las estanterías que se acercó al instante- Atiende al caballero, busca una primera edición, a ver si la tenemos en nuestro listado… Perdone por favor- se disculpó con él, Guillermo le sonrió amable y ella tomó duramente a los dos muchachos por los brazos y se encerraron en el despacho
-¿De qué libro?- le preguntaba amable la mujer pero él quedara mirándolos distraído- ¿Qué es lo busca?- insistió rotunda
-Ah, sí perdone; necesito encontrar una primera edición de Los Miserables- le explicó a la mujer -Complicado, un momento por favor- la mujer cogió un libro de notas de junto la caja registradora y comenzó a repasarlo. Guillermo observaba de nuevo la oficina; la mujer braceaba enfadada mientras los muchachos agachaban la cabeza avergonzados. Se parecían los tres, los gemelos y la muchacha tenían el mismo tono de cabello castaño claro con mechones rubios. Los rasgos de la cara también eran muy parecidos. La única diferencia era que la tal Marina tenía los ojos castaños claros y los muchachos azules- Puede que podamos conseguirle uno ¿Lo necesita para muy pronto?- le preguntó Cris
-No, para cuando puedan tenérmelo- contestó entusiasmado- Se le amotinan los empleados- comentó entrañable mirando nuevamente para la oficina; Cris puso cara de fastidio
-¡Si los hubiera dejado en manos de asuntos sociales mejor le hubiera ido!- repuso desdeñosa y mal intencionada, a Guillermo le disgusto su comentario tan despectivo- Le será algo caro porque el proveedor que lo tiene es de los que abren la boca tres cuartas, pero si sigue queriéndolo, se lo podemos tener para la semana- le explicó
 -Sí; no me importa el precio ni lo que tarden, pero lo necesito encontrar- respondió contento por haberlo conseguido
 -Pues ahora mismo se lo pido y para finales de la semana que viene lo tendrá usted aquí- le contestó amablemente, él sonrió agradecido y salió de la librería. Se quedó en la puerta pensativo, evaluando lo que dijera la tal Cris sin un ápice de ternura hacia aquellos dos muchachos. Como se notaba que no sabía lo que era quererle a un hermano ni tenía idea de lo que era caer en casas de acogida, suspiró apesadumbrado.
 -Sí señor, es muy mala persona y sin escrúpulos, no sé cómo mi Marinita aún la soporta- murmuró dolida la anciana, él se sorprendió por aquel comentario mirándola extrañado y la mujer le sonrió amena- ¿Le echo una manita hijo?- lo invitó de nuevo
 -No, gracias- denegó amable de nuevo
-Como mi pequeña Marinita, un incrédulo- repuso cariñosa, él se interesó por el comentario
-¿Los conoce?- le preguntó señalando con la cabeza la librería, la mujer sonrió entrañable
-Vi nacer a los pequeños y crecer a los tres, la librería era de sus padres… ¡Unas personas maravillosas; pena de lo que sucedió!- expresó cariñosa pero con gran penar y lágrimas en los ojos -Parece que tiene problemas con los gemelos- comentó tierno y ella le sonrió dulcemente
-Están en esa edad que aún son niños aprisionados ya en cuerpos de adultos y nuestra pequeña Norma se nos rebela un poquito… Pero tiene el corazón de su hermana y su madre; solo necesita una mano sabia y cariñosa que la comprenda y la guie por el buen camino
-¿Y esa tal Cris?- la mujer se puso seria
-Esa mujer no es buena, no señor… tiene el alma envenenada… pero mi niña la aguanta por amistad y porque tiene un corazón de oro- comentó intransigente
-¿Sus padres no hacen bueno de Norma?- inquirió intrigado
-Se fueron una desgraciada tarde hace unos años dejando sola a mi niña con los dos mellizos…- hablaba melancólica y con gran ternura sobre ellos, de pronto lo miró fijamente a los ojos- Pero muchacho ¿me ve cara de confidente o qué? Si quiere le echo una manita y pregunta lo que quiera- Guillermo le sonrió divertido y le dio un billete de veinte
-No creo en esas cosas, pero gracias igualmente- se alejó
 -¡Pues debería creer! ¡Ah, y esa mujer que tanto le preocupa, está bien y es muy feliz hijo; deje de preocuparse tanto por ella!- le habló elevando la voz pues él ya cruzaba la calle. Guillermo se volvió a mirarla sonriendo divertido, era increíble como aquellas personas buscaban encontrar algún resquicio para atrapar a los ingenuos, pensó entretenido continuando su camino
Llegó ante su casa y detuvo el coche delante de la puerta principal junto al coche de su hermana como siempre
-¡Guille!- se entusiasmó al verlo su hermana acercándose a él ilusionada; él la abrazó amoroso y la besó en las mejillas
 -¿Cómo estás hoy cielo?- le preguntó cariñoso
-Bien, muy bien ¿tienes algo para mí?- indagó intrigada y entusiasmada, él sonrió dichoso
-No aún, pero estoy en ello- expresó deleitado tocándole suavemente la punta de su naricilla respingona y ella le sonrió encantada; le empujó la silla de ruedas hacia la amplia sala llena de estanterías con cientos de libros, más parecía una biblioteca que una sala- No sé qué perra cogiste ahora con esas ediciones tan difíciles de conseguir, hermanita
-Son clásicos muy importantes y pueden llegar a ser muy valiosos si los consigues en buen estado o sabes restaurarlos- le explicó ella dulcemente, él se sentó en el sofá
-Mi inteligente y dulce hermanita ¡Mira que eres inaudita!- la besó nuevamente y ella le sonrió agradecida
-Pero te encuentro algo extraño ¿qué tienes?- comentó intuitiva y él sonrió dichoso
-Nada, solo que vengo impresionado por alguien que conocí; nada más
 -¡Oh ¿acaso una chica por fin?!- se entusiasmó ella, él rió divertido
 -Sí es una chica, pero no es lo que piensas casamentera… Es la dueña de la única librería que te conseguirá tu dichoso libro; tiene dos hermanos gemelos adolescentes que son terribles, me quedé impresionado de que pueda mantenerlos en cintura ella sola ya que también es apenas una muchacha de veinte y pocos años
-¿Está sola luego?- indagó curiosa
-Bueno, no sé… sin padres sí por lo que llegué a enterarme
-Pero puede haber un novio o marido por ahí… ¿por qué llegaste a la conclusión de que estaba sola?- Guillermo quedó confundido
-Pues no sabría decirte… ¡Me lo supuse!- comentó sorprendido, su hermana rió dichosa
-¡O tu subconsciente quiso pensar eso!- bromeó pícara y entrañable
-No me psicoanalices por favor, eso déjalo para tus alumnos- protestó divertido y se sonrieron cariñosos
-A ver, cuéntame ¿Y cómo es?- preguntó curiosa e interesada
-Es una chica, cielo; una muchacha normal como tantas otras…- repuso esquivo levantándose para servirse un vaso de whisky
-¡Ah, no me atosigues con tanta información! ¡Por favor!- se burló irónica, se sonrieron entrañables; él le mostró la botella a su hermana y ella denegó- Anda, explícame como es- insistió animada
-Es medio rubia, atenta, agradable y muy bajita… apenas me da por el pecho- comentó sereno volviendo a sentarse en el sofá frente a su hermana y le dio un sorbo a su vaso recordando aquellos impresionantes ojos castaños claro llenos de dulzura o aquella preciosa sonrisa encantadora que evitó contarle a Beatriz porque cuando se ponía a buscarle pareja se ponía muy pesada
 -¡Uy, muy cerca estuviste de ella para sacar esa conclusión!- bromeó guasona, él sonrió divertido
 -El martes casi se la lleva por delante un coche y yo la retiré del bordillo a tiempo; ahí pude apreciar que es muy bajita comparada a mí- explicó resuelto
-¡¡Oh, ya van dos veces que os encontráis!! ¡¡Eso es el destino Guille; estate atento!!- comentó ilusionada
-No seas boba… El destino, la suerte, la providencia; todas esas cosas son tonterías Betty, ya te lo tengo dicho- reprochó cariñoso recostándose contra el respaldo del sofá- solo tú eres quien te construyes tu propia vida
-Según tú opinión, no la mía- respondió serena moviendo la silla hacia un gran bordador de pie donde estaba trabajando un cuadro de multitud de colores; retomó el trabajo
 -¿Y cómo te fue a ti hoy?- preguntó intentando cambiar aquella conversación
-Bien… normal, como siempre- respondió indiferente, él sonrió divertido y se levantó del sofá acercándose a su hermana; la besó amoroso en el pelo
-Ah, cuánta información ¡No me atosigues así!- bromeó chistoso y se rieron entrañables
-¿A dónde vas?- indagó Beatriz al ver salir a su hermano de la sala
-A mi despacho, tengo que acabar un par de cosas antes de la cena- respondió entrañable saliendo de la estancia pero se detuvo en el umbral volviéndose a mirarla- Betty…
-¿Dime corazón?- contestó rauda sonriéndole dulcemente
-¿Eres feliz cielo?- indagó curioso por el comentario de la anciana de la librería
-Mucho ¿por qué? ¿Acaso tú no?- expresó resuelta mirándolo intrigada
-Como no lo voy a ser teniéndote a mi lado cielo mío- expresó amoroso sonriéndole encandilado -Zalamero- protestó melosa y ambos rieron amenos, Guillermo se fue a su despacho.
Aquella semana, Marina intentaba encontrar otro centro para Norma; quería darle una oportunidad para cambiar su actitud y, si eso significaba cambiar de instituto, pues probaría. La asustaba mucho perderla, asuntos sociales podrían meter las narices si las cosas seguían tan mal con ella, y no iba por muy buen camino para retenerla a su lado.
No le estaba resultando fácil, a mitad de semestre era complicado y si le añadíamos que lo quería cerca, estaba resultando imposible. Resignada a no encontrarlo, se decidió a probar finalmente en aquel centro al otro lado del parque… era privado y sería un gasto más para su apretada economía pero Norma lo necesitaba más. La secretaría le comentaba, como había ocurrido en los otros centros, que no estaba nada fácil poder ayudarla
-Las clases están completas a estas alturas, lo siento- exponía amable
 -Por favor ¿podría hablar con el director?- le rogó ansiosa- Si le expongo el caso, a lo mejor, me pueden ayudar- expuso angustiada, la mujer la miró retraída
-Tendrá que esperar, ahora está en clase…- oteó su reloj de pulsera- Acabará en diez minutos -Espero; muchas gracias- se sentó en el banco que había contra la pared frente al mostrador. Sonó un timbre y, acto seguido, una revolución de muchachos invadió el pasillo con risas, gritos y charlas en voz elevada. Una mujer más cerca de los cuarenta que de los treinta años entró en la oficina en su silla de ruedas. Era muy bonita, llevaba su pelo negro como el azabache en una media melena con un corte moderno e impecablemente peinado, parecía ser muy alta a pesar de ir sentada en la silla de ruedas.
-Sara guarda estas fichas, haz el favor- le entregaba unas carpetas a la secretaría
-La están esperando, Beatriz- comentó la mujer mirando a Marina, la directora volvió la silla y miró a Marina con unos hermosos ojos negros profundos e impactantes, se sonrieron amables
-Hola, soy Beatriz; disculpe que no me levante- bromeó divertida ofreciéndole amable la mano y Marina sonrió cordial
-Marina y está de sobras disculpada- respondió divertida estrechándole su mano. Se rieron alegres -Sígame, pasemos a mi despacho- se dirigieron a la puerta que había al fondo dentro de la secretaría- ¿es madre o pariente de alguno de nuestros alumnos?- la observó detenidamente- Será pariente… Como mamá de nuestros alumnos la veo demasiado joven- bromeó agradable y Marina sonrió divertida
-No vaya a creer, ya tengo los 27; y eso espero: que pueda ayudarme- respondió esperanzada mientras la mujer se dirigía a su mesa; Marina cerró la puerta y se sentó frente a la mujer- tengo un problema bastante serio- expuso mortificada
-A ver luego- respondió interesada
-Es mi hermana Norma, una muchacha inteligente y buena que se me está deteriorando y no sé cómo ayudarla ya- repuso llorosa sin poder contener las lágrimas saturada ya de tanta negativa
-Ey, tranquila; relájese y explíqueme bien lo que sucede- le tomó la mano cariñosa tranquilizándola -Es una niña muy inteligente, pero desde hace un par de años se volvió rebelde y ahora está abandonando los estudios; me dice que es el centro, que no quiere seguir allí- miró agobiada a la directora- y no quiero perderla señora Beatriz, me costó mucho que asuntos sociales me los dejara a mi cargo pues apenas tenía 18 años cuando tuve que hacerme cargo de ellos y aún están encima nuestra hasta su mayoría de edad; no quiero que me los quiten señora, y si lo que necesita es solo cambiar de institución, pues quiero darle esa oportunidad- expuso atormentada sin poder contener las lágrimas, Beatriz la observaba conmovida

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