jueves, 31 de julio de 2014


Algo molesto que le rozaba de vez en cuando su cara no lo estaba dejando seguir durmiendo, se pasó la mano por ella intentando apartarlo y escuchó una risita encantadora que lo llenó de alegría; se dejó estar y sintió de nuevo como Abi volvía a soplarle en la cara, abrió los ojos de repente y la atrapó raudo llevándosela sobre la cama provocándole un grito de sorpresa. Él le resopló divertido en su cuello provocándole cosquillas y reían regocijados enredando divertidos.
-¡Cuantos pelos tienes y que suaves son!- le dijo sorprendida la niña pasando su manita por su pecho, él volvió a reír divertido
-Cosas que le pasan a los hombres cuando se hacen mayores mi chiquita- comentó chistoso besándola tierno en la mejilla
-¡Ya lo sé que no soy tonta ¿eh?!- resolvió resuelta y Vega volvió a reír entretenido- pero no a todos porque cuando fuimos a la playa con tío Carlos vi que él no tiene, y también es un hombre- dijo vivaracha y él rió jocoso
 -Creo que ese tío Carlos es poco hombre y le faltan muchas más cosas, no solo pelo en el pecho mi sol- comentó burlón recordando la avaricia y el deseo incontrolado de Alicia la noche anterior; él llevaba un año sin hacerlo pero ella parecía que aún llevaba más
-¿Cómo cuáles?- preguntó curiosa; él rió ameno
 -Muchas mi dulce melocotón, pero ya te las contaré cuando seas mayor- respondió esquivo besándola tierno en la frente
-Y a las mujeres al hacerse mayores les crecen los pechos; yo quiero tenerlas como mi mami ¿te fijaste que grandotas son Vega?- siguió comentando pizpireta
-Sí, deliciosos- exclamó deleitado recordando aquellos redondos y preciosos pechos que apenas unas horas antes había vuelto a saborear deliciosamente, la risita pícara de la pequeña lo devolvió a la realidad- Pero solo un poco- intentó remediar pero Abi reía jocosa- Anda cotilla, que me haces hablar más de la cuenta; levantémonos que se hace tarde- resolvió besándola en la frente y se levantó de la cama siendo seguido por la pequeña- ¿Has desayunado ya mi chiquita?- le preguntó dirigiéndose a la cocina, ella se detuvo en el sofá para acariciar al gato que dormitaba en él
-Sí, desayune con mami; todos los sábados que no tiene guardia se levanta temprano para desayunar juntas- explicó feliz y él sonrió dichoso; siempre supo que Ali sería una gran madre. Se sirvió un café- ayer dijiste que pasaríamos el día juntos- le recordó resuelta y él sonrió deleitado
-Lo sé ¿Y a dónde te apetece ir mi dulce melocotón?
-¡Al centro comercial a ver a papa Noel!
-Hace sol chiquita ¿Qué te parece si vamos primero al zoo? después iremos al centro comercial- propuso animado- nos pueden acompañar mami y la abuela si quieren- propuso esperanzado y ella sonrió dichosa
-¡¡Sí, que buena idea Vega!! ¡¿Y podemos ir a comer pizza?!- clamó encantada
 -¡A comer pizza y a donde quieras vida mía, hoy haremos lo que tú quieras!- repitió feliz recogiéndola de nuevo en brazos besándola en las mejillas sonoramente, se pasaría la vida besando aquellos sonrojados mofletes; si antes quería de forma asombrosa a aquella pequeña, ahora la amaba con desesperación. Era su hija... un pedazo de él; la dejó de nuevo en el suelo- pero antes le daremos de comer a don Gato ¿qué te parece si te encargas tú mientras yo me ducho y me preparo?
Bajaron al piso de Alicia cogidos de la mano, Abi entró como un cohete dejándolo atrás
-¡¡Mami ¿dónde estás?!! ¡¡Vámonos que Vega quiere llevarnos al zoo y después iremos al centro comercial y nos llevará a comer pizza!!- gritaba alegremente corriendo por el pasillo
-Estoy aquí alocadita mía- la avisó tierna Alicia desde la cocina apareciendo en la sala, al encontrarse frente a frente, el recuerdo de la noche anterior les asaltó la cabeza haciéndoles vibrar de nuevo y sus miradas chispearon ardientes mirándose apasionados, se sonrieron amorosos; también apareció tras ella Esther que saludó amistosa a Vega al tiempo que la pequeña regresó y se abrazó a la cintura de su madre- ¿cómo que llevarnos cielo?- preguntó cariñosa acariciando su cabecita, Vega la observaba deleitado, estaba preciosa como siempre pero hoy tenía un brillo especial en los ojos que lo encandiló; llevaba puestos unos vaqueros ceñidos que le quedaban de muerte. Sus caderas habían ensanchado un poco y sus cuervas eran más destacadas, se le había puesto un cuerpo de infarto. La camiseta de tirantes blanca ceñida que llevaba sin sujetador le traslucía y marcaba aquellos pechos redondos y abundantes que tan bien había saboreado hacía apenas un par horas, se pasó distraídamente la lengua por los labios y aún podía saborear su dulzura. Deseaba tenerla cerca siempre, no perderla nunca…
-¿No querías pasar el día con ella?- le dijo Ali desconcertada
 -Y lo voy a pasar con ella, pero no dije en ningún momento que fuéramos a ir solos; hace un día muy bonito para quedarse en casa y estaría más tranquilo si nos acompañarais, no estoy familiarizado con los niños
-¡Claro mi niña, el pobre tiene razón, ve con él!- alentó satisfecha Esther a su hija
-¿Y usted?- indagó él extrañado
-Yo debo hacer unas cosas…
 -¿Qué cosas mamá?- preguntó desconcertada Ali
-Cosas- recalcó tercamente
-Pues vas tú con ellos que siempre estás aquí encerrada con Abi y me quedo yo haciendo esas cosas- aclaró rotunda
-¿Y si esas cosas quedan para mañana y nos vamos los cuatro?- propuso resuelto Vega y se sonrieron agradados
Recorrían el zoo sin descanso; padre e hija corrían alegres de la mano de un lugar a otro observando los animales seguidos de cerca por Ali y Esther enganchadas del brazo que los observaban silenciosas. Se le veía realmente feliz junto a su pequeña; la besaba a cada instante y una sonrisa dichosa se le instalara en el rostro permanentemente; le explicaba tierno cada tipo de animal y respondía con gran paciencia a sus eternas preguntas. Ali lo miraba extasiada, estaba atractivo con aquel jersey de lana de cuello redondo blanco, con su chaqueta de cuero encima y aquellos vaqueros negros que marcaban sus musculosas piernas
 -¿Viste canguros en Australia Vega?- le preguntó de pronto Abi cuando estaban junto a los osos sorprendiendo a todos
 -Claro mi chiquita linda, aunque no andan libres por la ciudad; los tienen en unas reservas muy parecidas a este zoo- la besó tierno en la mejilla y volvieron a sonreír entrañables- ¿Cómo sabes qué estuve en Australia mi dulce melocotón?
-Lo dijo mami el otro día mientras discutía con la abuelita; dijo que ojalá te volvieras a Australia y no regresaras nunca más- respondió vivaracha, Vega miró fijamente a los ojos de Alicia que se sonrojó abochornada- ¿Pero no te vas ir, verdad Vega?- preguntó inquieta la pequeña, él se agachó delante de ella acariciando sus mejillas sonrosadas por el sol
-No mi chiquita, aunque le fastidie a quien le fastidie, no me voy a ir nunca más- aclaró resuelto y la pequeña le sonrió complacida
-¿Y a las quimbambas tampoco?- indagó curiosa
 -¿A dónde?- repuso atónito y las dos mujeres rieron divertidas, también a él le dio la risa cuando comprendió lo que quería decir; la recogió en brazos besándola en las mejillas- no preciosa, ni a Australia ni a las quimbambas; ya no me puedo alejar de tu lado dulce melocotón- ella se abrazó encantada a su cuello, Vega no pudo evitar mirar dolido a Alicia que volvió a bajar la cabeza avergonzada
-No se lo tengas en cuenta hijo, sabes que la lengua se le dispara cuando se calienta o se pone nerviosa- intentó defender amorosa Esther a su hija observando el bochorno que estaba pasando ante la mirada reprochadora de Vega
-Pero solo se le dispara cuando quiere ¿no mamita Esther?- repuso mordaz y Alicia aún se sonrojó más- ¿Qué? ¿Nos vamos a comer mi dulce melocotón? Yo tengo hambre ¿y vosotras?- resolvió de pronto más animado recogiendo en brazos a Abi
-¡Vamos al mamma Lucía Vega!- expuso radiante la pequeña pasándole sus bracitos por el cuello
-¿Conoces el Mamma Lucia mi ángel?- expuso sorprendido y ella asintió con la cabeza
-¡Sí, mami me lleva allí muchas veces y me encanta su pizza!- declaró dichosa
-¿De pepperoni?- se interesó esperanzado
-¡Ajá ¿cómo lo sabes?!- expresó abriendo aquellos hermosos ojitos negros y él sonrió feliz
-¡Porque también es mi preferida!- expuso deleitado besándola de nuevo en las mejillas y la niña rió alegre- Pues andando luego, vámonos al mamma Lucia a comer pizza de Pepperoni- aclaró decidido Vega
 -Ey, pero para mami no Vega- avisó al instante la pequeña provocando la sonrisa tierna de Alicia
-Claro que no mi ángel, a tu mamá no le gusta la pizza; para ella “spaghetti alla carbonara”- respondió resuelto con un sorprendente acento italiano y Alicia se quedó mirándolo asombrada ¡¡Aún se acordaba!!
 -¡¿Cómo lo sabes Vega?!- expresó sorprendida la pequeña mirándolo estupefacta y él se rió animado
-Porque soy muy listo chiquita, y tu mami…- Vega clavó aquellos preciosos ojos grises en Alicia mirándola de aquella manera tan particular que solo él sabía, acariciándola tiernamente con la mirada provocándole que la piel se le erizara haciéndola estremecer de embeleso- tu mami tiene una cara preciosa ¿sabías mi ángel?- añadió con gran ternura sin dejar de mirarla y a Alicia se le cortó la respiración al oírlo- pero mírala, se le nota a leguas que no le gusta la pizza- remató chistoso volviendo a besar gozoso las mejillas de su hija y los cuatro se rieron divertidos
 -¡Qué bien mami, está libre nuestra mesa preferida!- repuso satisfecha Abi yéndose directamente a la mesa de la esquina que Vega había escogido el día que llegara a la ciudad recordando ser su mesa de siempre, Vega miró cariñoso a Ali que también lo observó cohibida mordiéndose el labio inferior y se sonrieron tiernos. Ella se retiró el abrigo de paño negro y Vega le echó una mirada animada pero quedó defraudado, encima de la seductora camiseta se había puesto una camisa roja que llevaba suelta sobre los vaqueros.
 Comían entretenidos con la cháchara divertida de Abi. Ali lo observaba enternecida, siempre atento a la pequeña, se le veía tan tierno y dulce como ella lo recordaba. Él también la miraba muy a menudo, no podía apartar mucho tiempo sus ojos de ella, con aquel suave maquillaje aún resaltaban más sus hermosos ojos y aquel brillo labial hacía su boca aún más sugestiva y atrayente
-Dame otro trozo mami- le pidió Abi animada sacándola de su turbación
-Caray mi rayito de sol, el paseo te dio hambre mi niña- le dijo complacida
-¡Quiero ser grandota como Vega y me dijo que tenía que comer mucho como él!- explicó entusiasmada provocando las risas amenas de los adultos
-Ay, tu adorado Vega- dijo cariñosa Esther entregándole otro pedazo de pizza y él le ofreció una sonrisa agradada
-¿Y sabes abuelita? tiene muchos pelos en el pecho que se los vi hoy, y son suaaaves- expuso inocente provocándole un leve sonrojo en él y volvieron a reírse entretenidos- Y me explicó que tío Carlos no tiene porque es poco hombre, y que le faltan muchas, muchas cosas ¿verdad Vega que me lo dijiste?- expresó inocentemente dispuesta la pequeña mirándolo cándidamente; él se quedó de piedra al oírla y se sonrojó abochornado ante la risa burlona de Esther y la mirada perpleja de Alicia. Completamente humillado llenó de aire sus carrillos y lo soltó paulatinamente. Ambas rieron divertidas ante su embarazo bochornoso
 -Es lo que tienen los pequeños hijo, hay que tener mucho cuidado con lo que se habla delante de ellos- bromeó burlona Esther mirándolo maliciosa mientras Ali no cesaba de reírse- ¿Y qué crees que le falta hijo? Ahora también me come a mí la curiosidad- indagó socarrona
-Nada- repuso él completamente incómodo, recogió su copa de vino y se la bebió de un trago para apagar el gran bochorno que estaba pasando. Sonó el móvil de Alicia y ella lo buscó rápidamente en su bolso
-¡Dios mío: es Carlos; me olvidé que habíamos quedado para comer!- expuso arrepentida
-Que poco te conoce, debió llamar para recordártelo por lo menos dos veces… la memoria nunca fue tu fuerte- se burló él socarrón y ella le lanzó una mirada incomodada mientras se iba a la calle para hablar
-Mira, otra de las cosas que le faltan además de pelo: inteligencia- bromeó chistosa Esther y los dos se rieron animados
Vega la observaba a través de la cristalera de la puerta mientras hablaba y sonreía con aquella preciosa sonrisa dulce que lo encandilaba y los celos lo corroían por dentro; ella regresó a la mesa
-¿Qué te dijo? ¿Se enfadó por el plantón?- indagó su madre mientras Vega pagaba la cuenta
-No mamá, lo comprendió; es un hombre muy considerado- respondió despreocupada
-O aún más idiota de lo que yo pensaba- soltó él inconscientemente y Alicia lo miró desconcertada- ¿Nos vamos al centro comercial mi chiquita? ¡Papa Noel no estará allí todo el día!- animó alegre a la pequeña evitando cualquier reclamo de Ali y ella se entusiasmó de nuevo
Abi empezó a apurar el paso al llegar al centro comercial tirando de la mano de Vega
 -¡Ey dulce melocotón! ¿A dónde vas con tanta prisa?- exclamó Vega en un inútil intento de detenerla
-¡Pues a ver a Papa Noel tonto!- respondió decidida sin ninguna intención de detener su paso apresurado
-Pero corazón ¿no es mejor echarle antes un vistazo a los juguetes para repasar bien lo que quieres pedirle?- le recomendó ameno pero la pequeña no se detenía
-No, sé muy bien qué le voy a pedir y habrá que ir pronto o se llenará de niños ¡¡vamos Vega!!- le increpó tirando aún más de su mano, él miró desconcertado a ambas mujeres y sus caras de conmoción lo desconcertaron
-Pero mi chiquita, siempre pides lo mismo desde hace dos años ¿por qué esta vez mejor no le pides otra cosa? Está comprobado que él no puede traerte lo que le pides- la animó Esther
 -No abuelita, Papa Noel lo puede todo y me lo traerá, sé que me lo traerá; y los juguetes se los pido a los Reyes ya lo sabes- respondió tajante llegando a la fila de niños que esperaban impacientes su turno- ¿ves cuántos hay ya Vega? Ahora a esperar- comentó fastidiada y los cuatro se pusieron tras el resto. Vega observaba confundido el rostro conmovido de Alicia observando tierna a su pequeña aún de la mano de Vega
-¿Qué es lo que quiere con tanta insistencia para llevar dos años pidiendo siempre lo mismo? ¿Es tan caro que no se le puede comprar?- le preguntó casi en un susurro a las dos mujeres cuando la fila hubo avanzado y Abi ya no podía oírle, Alicia lo miró a los ojos y él se quedó aún más confundido al descubrirle en los suyos una profunda tristeza acompañada de vergüenza
-Lo que pide año tras año con una tozudez increíble no se puede comprar con dinero hijo- le contestó Esther esbozando una tierna y conmovida sonrisa
 -¿Y que es?- instó curioso
-Que le traiga a su padre- respondió soltando un profundo suspiro y a Vega el corazón se le encogió de tristeza, miró con rabia a Alicia
-¿Por qué la has hecho sufrir así Ali? Podía habérsele ya cumplido el primer año que lo pidió; pero por vengarte de mí la has hecho sufrir a ella y esta no te la perdono- le reprochó indignado y se alejó de ella recogiendo a la pequeña en brazos besando enternecido sus mejillas; Alicia quedó consternada haciendo un esfuerzo enorme por aguantar las lágrimas que inundaron sus ojos
-Mi niña…- le dijo cariñosa su madre frotándole compasiva la espalda
-Déjalo mamá, ahora no por favor; tiene razón… no tengo perdón- murmuró ella acongojada y se alejó de ellos para poder tranquilizarse antes de que Abi la viera llorar y empezara con sus interminables preguntas.
Pasado aquel mal momento y ya la pequeña cumplido su deseo, ambos recorrían tan alegres y entretenidos el centro comercial como lo habían hecho por el zoo mientras las dos mujeres los seguían. Vega no soltaba su manita mientras atendía complacido a sus explicaciones de lo que pedía a los reyes magos; que al final, era casi todo lo que veía en las estanterías mientras ellas aprovechaban para hacer algunas compras.
-¿Habéis acabado? Se me empieza a hacer tarde- les indicó amable consultando su reloj de pulsera, Alicia asintió con la cabeza
-¡Aún no Vega, quiero enseñarte la tienda de animales!- protestó la pequeña mientras él la recogía en sus brazos
-Debemos irnos ya mi dulce melocotón, sabes que debo ir al club a trabajar; pero volveremos pronto y me la enseñarás, te lo prometo- le habló mientras la besó tierno en la mejilla, ella pareció convencida
 -¿Trabajas en un club? Pensé que habías renunciado solo a tu puesto en Sídney no que abandonaras la empresa- expuso Alicia cuando ya esperaban en la fila de caja
-No abandoné la empresa, Sánchez me ofreció abrir una sucursal aquí en la ciudad que pronto empezaré a poner en marcha; pero desde que llegué hice amistad con un muchacho: Willy, que me animó a tocar con él en un pub que hay en la avenida y desde entonces lo hacemos todos los martes jueves y sábados- explicó resuelto y Alicia abrió sorprendida la boca
-¿Todo junto verdad?- preguntó la dependienta
 -No- dijo Alicia
-Sí- respondió rotundo él, abrió la billetera y sacó la Master card sin darse cuenta de que se le escurría la foto de Alicia al suelo que Abi recogió rauda y atenta a todo; él sin percibir lo que acababa de suceder, le mostró la tarjeta a Alicia y le guiñó un ojo pícaro- pagamos con ésta y así no gastamos ni tú ni yo: paga el jefe que bien me lo tengo ganado- los tres más la cajera rieron amenos, recogieron las bolsas y Vega le ofreció la mano a Abi que se metió la foto en el bolsillo de su chaleco rosa
Ya hacía un buen rato que esperaban apareciera un taxi…
 -¿Ves? Si tuvieras coche como tío Carlos, no tendríamos que esperar; es una de las cosas que me gustan de él, que tiene coche- indicó vivaracha la niña
-Ese tío Carlos tiene muchas cosas que no se merece y ya me empieza a caer gordo- murmuró fastidiado al tiempo que silbaba hábil a un taxi que pasaba cerca, Esther sonrió divertida pero Alicia hizo que no lo había oído; se metieron dentro: las mujeres atrás y él adelante- No me gustan los coches mi chiquita, nunca lo tuve; es un lío andar por la ciudad llena de atascos que te ponen de mal humor
-Y con tu genio no es lo más recomendable- repuso sarcástica Alicia, él la miró de reojo pero se sonrieron animados
 -Pero es más cómodo y podemos ir dónde queramos sin tener que andar a esperar ni el bus ni un taxi- aclaró satisfecha la pequeña y todos rieron entretenidos

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