sábado, 5 de julio de 2014


Llevaba ya dos años en la capital y su vida en la facultad se basaba únicamente en los estudios y en un muy reducido grupo de solo tres amigas; aunque se llevaba bien con todo el mundo. A pesar de los años, seguía con la misma actitud de cuando era niña: era muy amable, siempre dispuesta a ayudar y gran compañera… pero guardando las distancias. Y, naturalmente, no faltaba ni un solo fin de semana, ni por supuesto ninguna festividad, que no corriera a regresar a casa en donde se encontraba realmente feliz y tranquila junto a los suyos y, sobre todo, junto a sus pequeñas a las que adoraba. -Por fin- exclamó agotado Guille sentándose junto a Marina en el sofá de la sala donde charlaba amena con Norma, Betty y Ágata
-¿Ya se han dormido mi bien?- le preguntó amorosa besándolo dulcemente en los labios
-Sí, hoy me costó horrores; los viernes siempre están alteradas, y es por tu culpa fierecilla preciosa- le reprochó cariñoso a Norma que rió divertida- pero a la siguiente no dejaré que me la consientas así- añadió rotundo acariciando el pequeño vientre de Marina que ya empezaba a percibirse
 -A ver si de esta apuntaste bien porque ya está bien de niñas- le reprendió burlona Norma y todos rieron amenos
-¿Qué me dices mi brujita hermosa? ¿De esta vez podré pintar el cuarto al fin de azul?- le preguntó cariñoso a Ágata que rió divertida
-¡¡Venga ya Guille!!- exclamó atónita Betty mirando incrédula a su hermano, todos la observaron desconcertados- ¿No me irás a decir que ya crees en esas cosas, verdad? ¿En qué sí hay algo más?- increpó interesada mirándolo pícara, las mujeres rieron jocosas y él se sonrojó tremendamente
-Que os parece si nos vamos a cenar; Tina ya debe tener todo dispuesto- evitó contestar escabulléndose de la sala hacia el comedor aunque pudo oír las carcajadas de las mujeres en la sala. -Podías quedarte este fin de semana en la ciudad- le propuso una de sus amigas aquel viernes mientras comían en el comedor de la facultad antes de las clases de la tarde.
-¿Vais a empezar de nuevo?- preguntó intrigada Norma- A mí no se me pierde nada aquí durante el fin de semana Paula
-Pues a mí me parece una buena idea- repuso otra de ellas animada- Llevas aquí ya dos años y medio y apenas conoces nada de la ciudad, siempre enterrada entre libros y lienzos… ¿y si sí te estás perdiendo algo? Nunca se sabe- bromeó pícara y se rieron entrañables
-Vale, está bien pesadas- indicó poco convencida- Avisaré a casa para que no me esperen- las cuatro hicieron un jolgorio entusiasmadas
-¡Podemos dormir en tu apartamento Cris!- propuso Paula y todas la miraron intrigadas- ¡¡Jo, es que en la residencia de la facultad tenemos que estar de vuelta antes de las doce y eso no da tiempo a nada!!
-¡¡Muy bien crees tú que te lo vas a pasar!!- indicó Norma socarrona acabando su pedazo de pastel de chocolate
 -Lo pasaremos estupendamente aunque estemos simplemente las cuatro juntas- expuso convencida la muchacha y se rieron divertidas. Norma examinó su reloj
-¡¡Me voy!!- repuso súbita levantándose rápidamente- ¡¡Llego tarde a la clase de arte moderno!! -Tranquila, recogemos nosotras las bandejas- le comentó amistosa Cris- Estate preparada para las ocho, cenaremos por ahí de paso
-De acuerdo, a las ocho entonces- se metió el último pedazo de tarta en la boca- ¡¡Uh, y tengo que llamar a casa!!- añadió aun masticando la deliciosa porción de tarta
 -¡Eres asquerosa, no sabes cómo te odio!- le comentó cariñosa la tercera de sus amigas mirándola envidiosa comerse aquel suculento pastel de pinta enloquecedora, ella le sonrió dulcemente besándola tierna en la mejilla
-Lo siento Alba, pero yo no tengo la culpa de que, coma lo que coma, no engorde corazón- expuso complacida y se alejó a paso apurado ante la atenta mirada de sus compañeras
-¡¡Que tía, hasta unos simples vaqueros le sientan de miedo!!- repuso apasionada Cris
-Los rellena tan bien que no le hacen ni una simple arruga a la muy asquerosa- añadió cariñosa Alba- ¿Y cómo puede estar tan bien sin cuidarse nada? ¿Habéis visto que pedazo de tarta se acaba de comer? ¡Qué envidia! ¡Y yo a ensaladas casi toda la vida y estas caderas no bajan!
-¡¡La pena es que sea tan exasperadamente hetero!!- clamó apesadumbrada Paula, las otras rieron divertidas
-¡Te tiene bien loquita ¿eh?!- se burló cariñosa Alba
-Es como un hechizo, te va entrando hasta calársete en todo tu ser; esos pechos me trastornan ¿os habéis fijado que no lleva sujetador y los tiene perfectos, firmes y erectos, no se le mueven del sitio?- ellas volvieron a reírse divertidas- Además ¡¡la muy puñetera es tan jodidamente agradable, buena y tierna!! ¿Por qué no podrá ser un poquito bisexual?- exclamó fastidiada y todas se rieron a carcajadas. Cuando Guillermo entró en la sala de regreso aquella tarde, sus dos pequeñas corrieron entusiasmadas a sus brazos como siempre hacían y él las recogió encandilado ante la mirada complacida de su hermana y Marina que colgaba en aquel momento el teléfono
-¡Ay, mis dos brujitas hechiceras! ¡Cómo os echaba de menos!- exclamó amoroso oprimiéndolas dulcemente contra su cuerpo, besó cariñoso la frente de su hermana ante su eterno bordador y besó deseoso los labios de Marina sentándose junto a ella en el sofá mientras las dos pequeñas en su regazo se recostaban sobre su pecho; Guillermo posó tierno su mano sobre el ya abultado vientre de Marina- ¿Cómo has estado cielo?
-Bien, este muchachito se está portando mucho mejor últimamente: ya no anda tan inquieto como al principio- respondió deleitada y ambos se sonrieron complacidos- ¿Y Ágata no viene este fin de semana?- se interesó al no verla venir con él como todos los viernes ya que Marina desde cumplido el octavo mes de embarazo se tomaba las tardes libres y era Guillermo quien pasaba a recoger a la anciana a la librería.
-Pues no; cuando llegué a recogerla estaba muy ensimismada con sus cartas y me dijo que le apareció algo importante que hacer esta noche que ella no se esperaba ocurriera tan pronto y que las hierbas que necesita las tiene en su casa… o yo qué sé que me estuvo allí explicando que no entendí; ya sabes, cosas de ella- respondió despreocupado, Marina sonrió divertida- ¿Y tú con quién hablabas por teléfono?- indagó curioso
-Era Norma, que este fin de semana no viene a casa; dice que unas amigas llevan meses invitándola a quedarse con ellas y que al fin se decidió a aceptar- explicó desenfadada y él le sonrió agradado
-Pues ya era hora que se divirtiera un poco, esa chiquilla solo vive para los libros y la pintura- exclamó complacida Betty
 -Y para estas dos diablillas, no te olvides- remarcó Guillermo besando tierno la frente de ambas niñas aún recostadas encantadas sobre su pecho y los tres rieron alegres- Ah, hoy me ha llamado Hugo, os manda recuerdos y un beso muy fuerte
-¿De verdad?- se entusiasmó Betty y él le sonrió enternecido- ¿Cómo le va? ¿Y Gracielita? Hace tiempo que no viene a visitarnos- protestó dolida
-Están bien cielo; al parecer anduvieron liados con el traslado pues Hugo se ha comprado un apartamento pero que pronto vendrá a vernos; y él, pues ya sabes corazón, entre los estudios, su trabajo… y ahora que consiguió plaza de interino en el hospital, anda demasiado ocupado- contestó ameno y con un tono de orgullo hacia el muchacho
 -Es un muchacho maravilloso que ya se veía que llegaría lejos- expuso satisfecha Marina y él la besó tierno en la sien- ¿Y no te preguntó por los muchachos?- se interesó intrigada
-Claro cielo, sabes que siempre lo hace; pregunta por todos, hasta por mis dos brujitas encantadoras y eso que aún no las conoce- explicó amoroso mirando deleitado a sus preciosas pequeñas que le sonrieron felices, eran tan hermosas y tenían aquella bella sonrisa de Norma y de su madre. Sobre todo Claudia, que cada vez se parecía más a su tía.
 -¿Por Norma también?- curioseó intrigada
-Por todos en general, nunca pregunta por uno en concreto y lo sabes ¿por qué me lo preguntas siempre cielo?- se interesó intrigado, también Betty la miraba extrañada
 -Por nada, es que siempre creí que entre ellos había algo especial; pero debí equivocarme- expuso serenamente
-¡Pues sí que tienes ojo cuñadita, serían la pareja ideal! ¡Tal para cual! ¡Menudos dos, con ese genio que ambos se gastan acabarían matándose tarde o temprano!- bromeó amena Betty y todos rieron divertidos.
Después de cenar en un pequeño restaurante, paseaban las cuatro por la ciudad en aquella noche fresca pero agradable, reían divertidas ante las bromas de unas y otras camino de un pub del cual sus compañeras le contaban animadas a Norma que había abierto hace poco y era fantástico, allí se concentraba últimamente toda la facultad
-Y el dueño es un bollicao de los que quita el hipo, ya lo verás Norma- expuso interesada Alba cuando llegaban a la entrada del local.
-Sí, seguro que también su mujer piensa así Albita- replicó burlona Cris y su compañera le hizo un mohín frunciendo su pequeña naricilla provocando que todas rieran divertidas.
 -¿Es este?- preguntó observándolo desganada por fuera, la estridente música electrónica de dentro llegaba hasta la acera, ellas asintieron- ¡Jesús, que música ensordecedora tienen!- protestó algo molesta- ¿Por qué no vamos mejor a aquel? Parece más tranquilo- propuso observando el de enfrente que parecía menos escandaloso
-Buen ojo Normita, el “Blue Eyes” es fantástico y creo que aunque abran pubs en toda la calle, nunca perderá clientela ya que además de un local extraordinario con una música siempre genial, tanto el dueño como las camareras son sumamente agradables haciéndolo aún más acogedor…- le contestó resuelta Paula- Pero entremos un momento en “La cueva” Norma, verás cómo está genial; es espectacular- insistió animada y Norma tomó aire profundamente entrando en el local.
Quedó deslumbrada ante aquel impresionante decorado tan bien logrado, realmente parecía estar dentro de una cueva con sus logradas y grandes estalactitas colgando del techo. Estaba abarrotado, no cabía una aguja… Sus amigas la guiaron a la barra donde una mujer preciosa de larga melena negra y ojos negros como la noche servía copas sin descanso y sin perder su preciosa sonrisa. Al fin les tocó ser servidas
-¿Hoy el jefe te dejó sola?- le indicó amistosa Alba mientras le servía las copas
-Tiene turno de noche este fin de semana- contestó animosa y se sonrieron amenas antes de que se volviera a alejar para seguir con su trabajo
-Pues vas a tener que quedarte otro finde porque hoy no vas a conocerlo- repuso apesadumbrada Alba entregándole el vaso de whisky a Norma
-No tengo gran interés en conocerlo, no me van los casados como a ti por si no lo sabes- aclaró resuelta y todas rieron divertidas.
 Al rato de estar allí, Norma se sentía incómoda, la machacona música y su volumen excesivo le estaba levantando dolor de cabeza
-¿Nos podemos irnos ya? No soporto la música electrónica, todo suena igual y acaba haciéndose pesada
-Sí, vámonos ya al “Blue eyes”; a mí también llega un momento que esta música me satura- animó Cris la propuesta de Norma y se encaminaron al otro pub.
También estaba repleto y al entrar Norma lo observó detenidamente: con sus paredes forradas de molduras y sus adornos en madera tallada, con su típica diana de dardos donde unos chicos se entretenían divertidos y sus lámparas de tiffany recordaba muchísimo a los pubs ingleses; junto a la música variada y muy animada y, aunque sonaba alta, no llegaba a ser molesta poseía un ambiente realmente agradable. Resultaba ciertamente muy acogedor.
-Esto es precioso, perdonar pero me gusta más que “La cueva”- declaró gustosa mientras ocupaban una mesa cuyos asientos eran unos sofás muy cómodos de piel verde
-Ah, pues ya verás cuando conozcas al dueño, te gustará aún mucho más- expuso animada Alba
 -Pero ¿es que tú no piensas en otra cosa o qué?- protestó fastidiada Paula
 -¿Acaso hay algo más en que pensar?- expresó resuelta y volvieron a reírse divertidas. Una de las dos camareras que había en la barra se acercó a ellas
-Hola chicas, hoy habéis venido temprano…- les habló amistosa y miró a Norma- ¡Oh vaya, tú eres nueva! Bienvenida, espero estés cómoda y regreses más a menudo- expuso de manera súper amable y dulce sorprendiendo a Norma
-Pues sí que es gente encantadora, con la de personas que deben pasar por aquí y se dio cuenta que yo era la primera vez que venía- expuso asombrada Norma
 -¡Sí, se quedan con tu careto por si pretendes irte sin pagar!- bromeó Cris y todas rieron alegres; la noche trascurría tranquila entre bromas y bailes.
 -¡Ahí está el dueño Normita, por fin llegó! ¡Qué tío, Dios! ¡¿Dime realmente si no está para mojar pan?!- exclamó emocionada Alba. Norma observó curiosa la barra como el resto; un hombre alto y macizo con un suéter negro que dibujaba su musculosa espalda y sus fornidos brazos hablaba dentro de la barra con las camareras que le sonreían divertidas y encantadas. Se giró riendo socarrón mientras movía la cabeza negando suavemente y a Norma se le cortó la respiración mientras su corazón comenzó a latir furiosamente al ver aquellos encantadores ojos negros y aquella inconfundible sonrisa entre pícara y socarrona que reconoció inmediatamente…
-¡¡Hugo!!- exclamó en un grito ahogado mirándolo admirada, habían pasado seis años pero estaba igual de atractivo que lo recordaba, aunque ahora llevaba su negro pelo en una media melena ondulada que le rozaba casi los hombros y se dejara una leve barba de días. Sus compañeras la observaron intrigadas y lo miraron nuevamente a él; seguía bromeando con las camareras y las salpicaba juguetón con el grifo mientras ellas protestaban divertidas
-¿Lo conoces?- preguntaron ellas interesadas
-Sí, es… es… es Hugo- dijo asombrada sin salirle casi las palabras y sin poder dejar de observarlo mientras su corazón galopaba frenético; no que va, estaba aún más atractivo de lo que recordaba -Hasta ahí llegamos a entender Normita, no somos tan cortitas- expresó burlona Paula- ¿Pero de qué lo conoces?
 -Yo… lo conozco de…- balbuceó aturdida por aquel inesperado encuentro, él levantó la vista y ella reaccionó al instante escondiéndose tras sus compañeras- ¡Dios que no me vea!- imploró nerviosa, ellas la miraban extrañadas
-¿Pero quién coño es ese Hugo?- increpó Alba en tono algo más alto nerviosa por aquel inquietante comportamiento de su amiga; él percibió su nombre entre la multitud y buscó quién lo pronunciara con la mirada, Norma se ocultó aún más tras Paula
 -¿Quieres bajar la voz o te acabará oyendo? vámonos de aquí, por favor; no puede verme- imploró inquieta recogiendo su chaqueta y ellas aún la miraron más desconcertadas
 -Pero ¿por qué? ¿Qué te ha pasado con ese tío?- le preguntó sorprendida Cris
-No me ha pasado nada, Cris… Pero es que él es… Él es…- balbuceó nerviosa sin saber bien qué explicación dar a su absurdo comportamiento
 -Ya: Hugo ¿no?- le cortó tajante Alba, él lo oyó de nuevo y se fijó en su mesa; examinó a las tres muchachas pero no reconoció a ninguna y volvió su atención al chico que servía en la barra. Pero no podía evitar percibir como aquellas muchachas lo miraban curiosas e insistentes regresando después su atención a una cuarta compañera a la que él no lograba ver; su curiosidad hizo que se fijara de nuevo en el grupo y descubrió a una rubia que intentaba ocultarse detrás de sus compañeras. Su corazón empezó a latirle frenético como siempre le ocurría cuando veía una melena rubia e intentó serenarse “Tranquilo Hugo, no es ella… nunca es ella aunque lo desees con toda tu alma…” se repitió mentalmente; pero la muchacha volvió a asomarse tímidamente escondiéndose rápidamente al descubrir que él la observaba y logró entrever unos grandes y hermosos ojos azules que hicieron que su corazón se acelerara más aún; se movió ligeramente a la derecha esquivando a la compañera tras la que intentaba ocultarse y clavó su mirada en aquellos ojos azules que lo miraban fijos y brillantes; frunció el ceño al tiempo que abría sus ojos en un gesto de extrema confusión, no podía creer lo que estaba viendo ¿era realmente ella o su mente estaría jugándole una mala pasada de nuevo como le ocurría a menudo? estaba desconcertado e inseguro; pero su corazón latiéndole a mil no podía equivocarse
 -¿Norma?- logró leer ella en sus labios, le sonrió encantadora y movió su mano de izquierda a derecha en un simple y divertido gesto de saludo- ¡Dios santo Norma, sí que eres tú!- expuso gozoso en un tono más alto y salió raudo de detrás de la barra sonriendo entusiasmado acercándose a ellas, Norma se levantó al aproximarse sin poder de dejar de sonreírle dichosa- ¡Santo Dios pequeña, que sorpresa más grande!- repuso alegre abrazándola cariñosamente mientras la besaba tierno en la frente -Hola Hugo, cuanto tiempo- le dijo dulcemente, él la separó levemente y dio un paso atrás para observarla bien de arriba abajo; llevaba un top rojo ajustado que marcaba sus hermosos pechos y su ínfima cintura con unos vaqueros ceñidos que mostraban sus caderas formadas y redondas con unas botas altas por encima de sus vaqueros; tenía un cuerpo de asombro
 -Jesús Norma, no puedo creerlo; estás… estás…- calló nervioso: ¿espectacular? ¿Preciosa? ¿Irresistible? ¿Qué podía decir sin parecer ansioso?

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