lunes, 8 de septiembre de 2014


-Por favor, señorita ¿alguien ha visitado esta mañana a mi madre?- le preguntó ansioso a la enfermera de recepción que lo miró extrañada- ¿Podría haber sido mi esposa?- insistió impaciente
-Un momento que veo el registro…- repuso examinando el libro- Sí, tuvo un visita muy temprano, aún no eran las ocho de la mañana; y firmó como… Blanca Varela- su corazón comenzó a latir presuroso ¡Blanca regresara!
-Muchas gracias- expresó acelerado y salió corriendo de la residencia.
Tenía que ir a buscarla y arreglarlo todo, no aguantaba más aquella separación, la amaba demasiado… le pediría perdón por haber sido tan inconsciente y no reconocer que tenía razón y demostrarle sobre todo que estaba muy equivocada: que la amaba, que siempre la había amado y ahora más que nunca… pensaba ilusionado mientras conducía alocadamente entre el trafico
Se dirigió rápidamente a su despacho pero estaba vacío; la buscó inquieto con la vista por el local hasta que una muchacha se le acercó
-¿Busca a alguien? ¿Le puedo ayudar?- se ofreció servicial
-Busco a mi esposa Blanca ¿regresó ya de Milán, verdad?- expuso nerviosamente
-Sí… pero…- respondió confusa mirándolo intrigada y él la observó expectante: un pero ¿qué significaba aquel pero?- fue ayer señor y ya se regresó hoy en el vuelo de las doce… ¿Acaso no estuvo con usted?- el mundo se le hundió a sus pies; había regresado, estuviera dos días en la ciudad y ni lo buscó… su corazón le dolía terriblemente reconociendo lo que no había querido ver hasta ese momento: Blanca quería romper definitivamente con él. Sin darse cuenta, lloraba desolado- Lo siento…- le habló conmovida la muchacha al verlo llorar y comprender lo que estaba pasando; él, sin decir nada, se dirigió abatido a los ascensores ante la mirada apesadumbrada de la muchacha.
Blanca regresó personalmente para recoger los últimos diseños para la gran apertura; pero lo que realmente le había traído de vuelta y más le ilusionaba era ver a Jorge y arreglar todo aquello más que otra cosa; su máximo deseo era, y así se lo había indicado a Franco su ayudante en Milán a pesar de sus protestas, que si él le perdonaba aquella estupidez que había cometido, abandonaría todos sus sueños y regresaría a su lado. Aquellas tres semanas separados sirvieron para darse cuenta que lo amaba demasiado y no podía vivir lejos de él. Nada en este mundo era más importante para ella que él.
Del aeropuerto, se fue directamente al piso pero Jorge no estaba y eso que aún eran las once de las mañana. Tendría algo que hacer y cómo no contaba con su llegada… pensó animada y decidió esperarlo, sobre las siete tendría que regresar para arreglarse antes de irse a su trabajo y entonces se encontrarían, imaginó ilusionada y se quitó resuelta a esperarlo su abrigo de paño negro recostándose en el sofá. El cansancio del trajín de aquellas semanas y el viaje le pudo y se quedó dormida. Cuando despertó, observó asombrada que ya era de noche y examinó su reloj de pulsera ¡¡pasaban de las ocho!! Jorge no había regresado al piso, ni lo iba a hacer ya, pues a esa hora entraba en la farmacéutica, pensó afligida; pero no importaba, lo esperaría igualmente… resolvió animada de nuevo sentándose en el sofá y encendiendo el televisor.
Aburrida de la espera y que no echaban nada entretenido en la televisión, empezó a dar vueltas por el apartamento rememorando bellos recuerdos en cada esquina de aquel pisito donde tanto se amaran. Sonreía cariñosa al encontrarse con un libro del revés o una figura descolocada… Jorge era un desastre en eso del orden, o ella una obsesiva como él le reprochaba muchas veces cariñosamente; reía divertida y lo recolocaba de nuevo. Se fijó que en el contestador palpitaba la luz de mensajes llenos, sonrió entrañable: era un auténtico desastre; nunca borraba los mensajes dejando que se llenara la memoria. Comenzó a borrarlos entretenida pero, el último, le hizo dar un vuelco el corazón.
-Jorge cielo, te espero mañana a las doce- decía muy contenta e ilusionada la dulce y melodiosa voz de una mujer- si te parece bien podemos comer juntos y aprovechamos la tarde; espero tu respuesta corazón- Blanca no podía creer lo que estaba oyendo: por eso no estaba ya en el piso a las once de la mañana y por eso no había ido por allí en todo el día ¡¡Había ya otra mujer en su vida!! ¡¡Y en solo tres semanas!! ¡¿O no?! ¡¿O acaso lo que había estado sospechando meses atrás y él negara diciéndole que estaba haciendo horas extras era cierto?! Sintió de pronto un dolor terrible en el corazón, como si se le rompiera en mil pedazos ¡Y ella, muy estúpida, llorando por su separación y pensando en abandonarlo todo por él! La ira, el dolor del desprecio y la pena de haberlo perdido e imaginarlo en brazo de otra, la desolaron; lloró pesarosa, rabiosa y muy dolida, quería destrozar todo aquel piso donde habían sido tan felices y para él ya no significaba nada. Dejó sus llaves colgadas del llavero de detrás de la puerta y se fue con la firme decisión de no estorbarle más… Lo que había supuesto antes de irse y se negaba a reconocer era cierto: él ya no la quería y nunca la había amado como ella a él o no se liaría con otra...
Cuando llegó al piso, desolado por la noticia de que Blanca se había vuelto a Milán, reparó en que su juego de llaves estaba colgado del llavero de madera ¡¡Blanca había estado en el piso!! Y tuviera que ser ayer pues hoy no le daría tiempo a pasar por allí, visitar a su madre y coger el vuelo… ¿Cómo no se había dado cuenta aquella mañana cuando llegó del trabajo? Revisó atento el apartamento esperanzado de encontrar alguna nota suya que le explicara por qué no pudiera esperarlo, pero que iba a regresar pronto a su lado… pero solo encontró algunas cosas que estaban recolocadas de nuevo en su lugar como a ella le gustaba tenerlas con su obsesión por el orden y el contestador solo tenía un mensaje grabado ¡Uno solo! ¡Si tenía que haber un montón porque quien se ocupaba de borrarlos era siempre Blanca y él ya no hacía caso a eso! Se apresuró a escucharlo ilusionado de que fuera algún mensaje suyo proponiéndole volver; pero era de hacía dos días donde Carla, la encargada de la academia donde se había apuntado para estudiar informática y gestión de empresas decidido a dejar su trabajo de vigilante, lo invitaba a comer para exponerle que al fin le había conseguido un sitio en la abarrotada academia y se había pasado toda la tarde poniéndolo al día para que pudiera empezar cuanto antes… ¿Por qué Blanca no borrara aquel mensaje también? No lograba entenderlo… pero lo más importante para él en esos momentos y le dolía terriblemente era que llevaba dos días en la ciudad y seguro había procurado estar en el piso cuando él no estaba ya que ni se había molestado en esperarlo y mucho menos en buscarlo…
 -¡Ya no vives aquí, no tienes ningún derecho a cambiarlas de lugar!- gritó lleno de dolorosa rabia descolocando las figuras con furia, se quedó mirando en su mano un ángel de porcelana que le miraba sonriendo feliz- ¿No quieres verme mi ángel? ¿Tan poco te importo ya? ¿Deseas tu libertad entonces? ¿Eso quieres? ¡¡Pues la tendrás, no te preocupes!!- exclamó fuera de sí estampando con fuerza contra la pared el angelito de porcelana saltando hecho añicos por el suelo. Lloró afligido lleno de rabia y tristeza.
 -¡¡No, no, no… quiero eses floreros altos en las esquinas de las escaleras!!- ordenaba con autoridad Blanca a los floristas que iban colocando las flores por el nuevo establecimiento. Aquello era una locura de gente corriendo presurosos por todos lados y sin aliento bajo sus órdenes, siempre atenta a todos los detalles.
 -Madonna santa, te va a dar algo mía bambina; relájate- le decía amistoso Francesco con su vocecilla amanerada de gay profundo, su mano derecha en Milán desde que llegara.
 -La inauguración es dentro de cuatro horas y no puede fallar nada- repuso apresurada examinando una pared del local pintada de rosa fucsia- sigue sin gustarme este color, yo lo quería rosa palo- protestó furiosa- No puedo irme un día o esto se desmadra
-¡Pues ya no tiene arreglo cara mía!- bromeó divertido, ella lo miró disgustada- ¡¡Jesús!! ¡¡De que humor has vuelto de la tua España, querida; ni una broma sabes apreciar!!- protestó molesto por aquella mirada- Aunque pongas esa cara mio amore, no tiene remedio: o la tapas o la dejas- repuso tajante, ella lo miró y esbozó una sonrisa maliciosa- ¡¡Mamma mia!! ¿Qué está maquinando ya esa tua cabecita loca?- expuso socarrón pero ella no contestó
-¡¡Marcelo ven aquí; pronto!!- gritó rápidamente, un joven moreno se le acercó- Quiero que coloques inmediatamente ahí un riel- repuso señalando la pared- y que cuelgues aquellas cortinas de cuentas de cristal que me enseñaste en el taller… discontinúas: unas más altas que otras imitando una cascada
-De inmediato, señora Bianca
-Eres una locuela, mia piccola… pero te quedará hermoso- repuso animado Francesco
-Lo sé- dijo satisfecha mirándolo mientras sonreía divertida- ¡No, no y no…!- increpó enfadada de nuevo a los floristas dirigiéndose a su encuentro- las hiedras deben colgar por el pedestal, no por el pasamanos…- Le volvió a gritar a las floristas junto a las escaleras; ellas la miraban incomprensibles, no entendían español- ¡¡Francesco, haz que me comprendan por favor!!
-¡¡Está bien, pero cálmate mia bambina!! ¿Por qué no te vas a tu apartamento, te tomas un baño relajante de espuma y regresas a la noche guapa y lista para la recepción?- le propuso amable- ¡¡Estás tensa como cuerda de guitarra!!
-No puedo Francesco…
-¡¿Señora Bianca?!- la interrumpió una de las secretarias desde la puerta de entrada a talleres
-¡Oh Dios! ¿Qué más va mal Francesco?- exclamó desolada y él le sonrió divertido- ¿Qué ocurre Vicky?- expuso dirigiéndose hacia la muchacha que la llamaba
-Acaba de llegar este paquete desde la central en Madrid para usted; parece importante- indicó entregándole un gran sobre amarillo
-¿Qué querrán justo hoy y ahora?- protestó inquieta
 -Solo puede ser dos cosas a estas alturas- indicó Francesco divertido- Más problemas o felicitaciones
-¡No me fastidies tú también, Francesco!- repuso nerviosa abriéndolo, otro sobre estaba dentro que también abrió, su rostro se descompuso al examinar aquellos papeles; no podía creerlo: Jorge le pedía el divorcio. Las letras de los papeles empezaron a bailar ante sus ojos llenos de lágrimas que corrieron sin detenerse por sus mejillas
 -¡¿Qué ocurre cielo?! ¡¿Malas noticias?!- le preguntó inquieto Francesco al verla tan abatida de pronto llorando sin poder pronunciar palabra
-Me voy a casa Francesco, sigue tú- repuso en un hilo de voz saliendo presurosa del local
-¡Pero… corazón… ¿Ma que cosa sucede?!- intentó detenerla pero ella se fue sin dar ninguna explicación.
 En su apartamento, los releyó una y otra vez sin poder comprender; realmente Jorge debía pensar en rehacer su vida o aquellos papeles no tenía sentido ya tan pronto. Lloró desconsolada durante largo tiempo, no podía creérselo, realmente Jorge no la quería o no reharía su vida tan rápidamente junto a otra mujer… ¿o es que acaso era cierto que para él no era tan reciente aquella nueva relación? Sus sospechas cada vez tomaban más forma y sentido…
 -¿Eso es lo qué quieres Jorge? ¡Pues por mí no hay problema… cielito!- repuso irritada y, secándose rabiosa las mejillas húmedas con el revés de su mano, firmó decidida los papeles y los dejó caer sobre la mesa de cristal de la salita. Se observó su alianza en su dedo, las lágrimas volvían a sus ojos pero no se permitió llorar más- Se acabó, para de llorar de una vez idiota; él no se merece ni una sola lágrima más tuya- se recriminó quitándoselo decidida y dejándolo dentro del cuenco que había encima de la mesita. Resuelta se dirigió al dormitorio y se preparó un relajante baño de espuma como bien le recomendara Franco y se preparó para la fiesta, estaba decidida a triunfar y demostrarle a Jorge que ni era un sueño ni se estrellaba como él pensaba; que salía adelante… aunque fuera sin él a su lado. Observó el vestido colgado de la puerta del armario, era un diseño suyo propio sin connotaciones de otros colaboradores. Lo había diseñado y cosido ella misma precisamente para esa noche; iba a descubrirse decididamente delante de los jefes y demostrarle a Jorge lo que realmente valía.
Entró radiante en la fiesta atrapando todas las miradas de los asistentes. El vestido negro de satén se ceñía a su perfecto cuerpo dejando distinguir sus hermosos pechos en un gran escote en V con la espalda completamente desnuda. La falda era menos ceñida para permitir caminar pero ajustada a sus agraciadas caderas torneándole sus esbeltas piernas. Todo el mundo la saludaba y felicitaba gustosos por su trabajo en la tienda mientras ella sonreía radiante aceptando humildemente tanto halago y percibiendo las miradas maliciosas de los caballeros entre las envidiosas de algunas mujeres. Aunque Francesco la conocía ya lo suficiente para percibir que no estaba tan bien y tan radiante como quería aparentar.
-¡Estás realmente espectacular, cara mía!- le dijo Francesco encantado y ella le sonrió satisfecha- Pensé que no vendrías después del disgusto que llevaste ¿qué era aquello, cielo?
-Deja eso, por favor Francesco; solo eran unos documentos- le indicó sonriendo serena- pero estaba demasiado alterada como tú bien me avisabas y reaccioné mal; nada más
-¡Blanca!- la llamó feliz Emilie, su jefe de Madrid, acompañado de otros tres hombres; ella lo recibió con una alegre sonrisa mientras se abrazaban amistosos- ¡Menudo trabajo has realizado aquí, preciosa!- indicó asombrado observando el local
-Gracias, Emilie
-Pero me has herido terriblemente y eso no me lo esperaba de ti- le susurró malicioso, ella lo miró extrañada- Te me has ido a vestir a la competencia y, aunque me dé un coraje terrible, tengo que reconocer que es una maravilla de vestido… ¿Armani, Gucci…?- indicó interesado pero muy confundido, ella rió satisfecha
-Pues no señor, no es de ninguno de ellos; y nunca haría algo así- repuso orgullosa mientras reía dichosa- salió de su casa, pero no lleva su firma: es un diseño mío- indicó vanidosa; él la examinó fascinado, también los otros caballeros la miraban sorprendidos
 -¿Y qué hace una hermosa criatura como usted con este gran talento diseñando para otro nombre?- preguntó uno de los caballeros con acentuada pronunciación francesa, un hombre maduro canoso, elegante y distinguido- Pierre Bisset, mi bella damisela- se presentó besando galante la mano de Blanca mientras la miraba directamente a los ojos de manera muy seductora- si quiere diseñar su propia moda venga a hablar conmigo; podremos llegar a una bonita sociedad- le entregó su tarjeta que Blanca recogió sin darle importancia guardándola en su pequeño bolso pareciendo distraída aunque se había quedado con lo que le dijera… El empujón que esperaba estaba por fin frente a ella mirándola seductor e interesado- ¿Le importaría mostrarme más diseños suyos aunque lleven la firma de este desconsiderado sin pizca de buen ojo para darse cuenta de la colaboradora tan importante que tiene a su lado?- bromeó cordial provocando la risa amena de Emilie y ofreciéndole caballeroso su brazo, ella se sujetó a él y lo guío por la tienda mostrándole algunos de ellos expuestos en los maniquís mientras reían alegres.
 No esperó más de dos días en ponerse en contacto con el caballero de la fiesta. No quería parecer ansiosa pero tampoco quería que llegara a olvidarse de su proposición. Le ofreció ponerle unos talleres y confeccionar su propia firma en Paris en cuanto ella decidiera. Aquel era un ofrecimiento muy difícil de rechazar, pero así a todo lo consultó con Emilie, al que le debía mucho para abandonarlo sin tenerle en cuenta. Él no podía ponerle un taller propio… pero le ofreció una sociedad, no quería perderla; las tiendas llevarían los dos nombres y ella solo se encargaría de diseñar su propia línea vendiéndose conjuntas. Aceptó, conocía a Emilie desde hacía años y siempre fuera un hombre bueno, correcto y muy educado que nunca abusara de la confianza que se tenían y era casi un padre para ella al que quería mucho.
-¿Ya has pensado en el nombre que quieres para tus diseños?- le preguntó gustoso de su sociedad
-Sí, hace muchos años… Quiero llamarles: “Sweet Dreams”- contestó ilusionada
-¿Dulces sueños?- repitió intrigado y ella sonrió satisfecha- ¡De acuerdo entonces! ¡A partir de hoy, Emilie y Sweet Dreams caminarán de la mano!- expresó resuelto mostrándole ameno su mano que Blanca estrechó complacida y se rieron satisfechos e ilusionados, ella acariciaba feliz su colgante de diamante que llevaba siempre puesto y nunca se quitaba como ocurría con los pendientes, pensando en su amado Jorge y que pronto le demostraría que su sueño ya no era una simple quimera sino una maravillosa realidad.
Llevaba unos meses trabajando intensamente en sus propios diseños. Aunque la ilusión de despuntar como diseñadora la embargaba, no podía ahogar toda aquella tristeza que la inundaba y Francesco se lo notaba a leguas: aquellos hermosos ojos negros estaban siempre apagados aunque intentara reír alegre, ni su sonrisa era ya tan expresiva y feliz…
-¿Qué tienes cara mía?- le preguntaba preocupado
-Nada, Fran; solo es cansancio- él no insistía pero tampoco la creía, observaba inquieto como se pasaba el día encerrada en su despacho con una alimentación a base solo de café y cigarrillos, no cerraba los ojos ni diez minutos… Tendría que vigilarla o no llegaría a estrenar sus diseños…
El estreno llegó para consolación de Francesco y fue un éxito rotundo. Estaba radiante de felicidad aunque su rostro demostraba un extenuante cansancio
-A la calle San Pietro- indicó Franco al taxista cuando regresaban a casa
-No, llévenos a la calle Montenapoleone por favor- le interrumpió resuelta y Francesco la miró desubicado
 -¿Vamos al taller? ¿A qué vas ahora allí mia bambina? Ya has despuntado mia cara… Ahora toca descansar y cuidarse- le indicó cariñoso pero ella le sonrió ilusionada
-No Francesco, quiero empezar cuanto antes con el diseño de los complementos- indicó rotunda y él la miró seriamente preocupado- ¿No te has dado cuenta de cuantos detalles le faltaban a las modelos y hemos tenido que utilizar de otros diseñadores? No quiero usar nada de otras casas Fran: la mujer que se vista de Sweet Dreams, lo hará de la cabeza a los pies… ¡¡Y debo diseñar zapatos también!! Ponte a buscar un buen artesano mañana mismo y contrátalo sin demora- añadió entusiasmada angustiándolo aún más
 -Pero cielo… descansa unos días; estás demasiado agotada, luego retomarás mucho mejor el trabajo- insistió inquieto
 -No Fran, no insistas… quiero empezar cuanto antes, tengo ideas fabulosas que debo plasmar de inmediato ¿Tienes papel y lápiz?- se interesó acelerada y él tomó aire profundamente recostándose asolado a su lado en su asiento.
-¡¡Cómo no, mia cara; faltaría más!! ¡¡Nunca se me ocurriría salir de casa sin bloc ni lápiz aunque vaya atractivamente arrebatador vestido de gala!!- expuso burlón señalándose de arriba abajo mostrándole su impecable frac- ¿Tú qué crees?- le reprochó y ella rió divertida besándolo tierna en la mejilla

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