jueves, 30 de abril de 2015


   Percibió entre sueños que alguien se le acercaba y revoloteaba suavemente a su alrededor procurando no hacer ruido. Al abrir los ojos, su corazón se desbocó al encontrarse a Lucía junto a él -¡Vaya! Hola de nuevo- la saludó animado sonriéndole complacido
 -Hola- respondió tierna también mostrándole una de aquellas dulces sonrisas que le hacían olvidarse de todo
 -No se te vio el pelo en toda la tarde- indicó amistoso, ella sonrió más abiertamente
 -Porque no vivo aquí y también necesito descansar ¿no lo sabías?- bromeó resuelta colocándole el termómetro y ambos se sonrieron amenos.
-Pues tu amiguita la dicharachera estuvo toda la mañana y toda la tarde- contestó resuelto, ella rió divertida
-¿Por lo de dicharachera hablas de Esther, verdad?- expuso amena y él asintió con la cabeza- Habla siempre por los codos, no tiene freno- aclaró con gran cariño y volvieron a sonreírse- y echó tantas horas porque le debía un favor a Espe; pero ella está de mañana y, por cierto, a punto de regresar- explicó examinando su reloj de pulsera
-¿Ya va a regresar? ¿Entonces qué hora es?- indagó sorprendido mirándola deleitado. No podía dejar de mirarla; estaba preciosa, había perdido aquellos rasgos algo infantiles que aún tenía a sus 20 años y se había transformado en toda una mujer muy hermosa. Tampoco ella podía apartar sus ojos de él, siempre había sido muy atractivo, pero ahora estaba arrebatador. Su cuerpo se había perfeccionado con el ejercicio mostrando unos músculos impresionantes y aquel bigote y la perilla cuidada le quedaban de miedo. Viéndolo de nuevo, era increíble el gran parecido que se tenían él y Héctor; no podía negar que era hijo de su padre…
 -Las siete ya- respondió sin dejar de sonreír
-¡¿Ya?! ¡¡Joder, como dormí!!- exclamó sorprendido
 -Esa boquita...- le regañó maternal y se rieron divertidos
 -Hola endemoniado- entró en aquel instante Clara, Lucía se volvió rauda hacia el gotero para evitar que mirara su rostro y la reconociera; también Jaime se puso nervioso al verla llegar, no quería que descubriera a Lucía o se daría cuenta del por qué no había aceptado el traslado
-¿Qué rayos haces aquí tan temprano?- preguntó impaciente
 -¡Caray, vaya recibimiento nuevamente! ¡Si llego a saberlo no me molesto en venir a hacerte compañía hasta que vengan tus padres!- protestó lastimada por su nuevo desaire, él apretó incómodo los labios; pero ella sonrió desenfadada- Pero no me importa, te perdono; anda, toma: te traje helado que sé que te encanta, en son de paz y para que se te endulce un poco ese mal humor que te gastas- expuso cariñosa acercándose y entregándole un vaso de helado
 -Gracias, todo un detalle por tu parte- respondió animado recogiéndolo- ¡No por Dios, es de chocolate blanco, con lo empalagoso que es!- protestó al verlo
-¡¡Pues claro: chocolate blanco, el que a ti te gusta Jimmy!!- indicó desconcertada Clara
 -Su preferido es el de vainilla con virutas de chocolate- no pudo evitar responder Lucía, Clara abrió asombrada sus ojos al verla
-¡¡Lucía!!- murmuró pasmada clavándole aquellos ojos verdes de gata salvaje que a Lucía siempre la ponían tan nerviosa
-Aún te acuerdas- expuso complacido Jaime
 -¡¡Cómo olvidarlo si es también el preferido de Héctor!!- exclamó llena de orgullo sin pensar, pero al ver la penetrante mirada que Jaime le clavó entrecerrando intrigado sus ojos, al instante se dio cuenta de que había hablado de más y empezó a morderse inquieta el labio inferior. Otra vez ese dichoso Héctor, pensaba Jaime irritado; además ya no solo lo comparaba a él sino que lo había nombrado con una pasión y un amor extraordinario, llenándosele la boca de ternura…
-Lucía… Claro, ahora lo entiendo todo- masculló asqueada Clara rompiendo aquel tenso momento entre los dos
-¡¡Cállate!!- le bramó contundente Jaime clavándole una mirada furiosa que Clara le mantuvo desafiante
-¡¡No me da la gana imbécil; que eres un rematado imbécil!!- le increpó enfurecida
 -¡Te digo que cierres esa bocaza estúpida!- se sulfuró él
 -Por favor basta los dos- clamó contundente Lucía retirándole el termómetro que ya sonaba, pero ambos se mantenían desafiantes las miradas- sigues sin fiebre y eso es bueno; pero esto puede cambiar si vuelves a alterarte de esa manera, así que procura mantener la calma; y tú no permitas que se vuelva a poner así o puede hacerse daño- indicó mansamente intentando calmar aquel momento tan tenso entre ellos dirigiéndose a la puerta
-Lucía- la llamó Jaime, ella se volvió y le dedicó una de aquellas dulces sonrisas que tanto le gustaban- ¿Sabes dónde están mis cosas?
 -Tu ropa y tus pertenencias las tienes en ese armarito- le contestó amable
-No; me interesa más mi portátil y mi maletín, iban conmigo en el coche y los necesito urgentemente- aclaró impaciente
-Pues supongo que seguirán en el coche, aquí solo te trajeron a ti; tendrás que ponerte en contacto con la policía que atendió el accidente o la grúa que retiró tu coche… Permiso- explicó servicial y, dedicándole otra dulce sonrisa, salió del cuarto
-Mira, ya tienes algo que hacer; encárgate de recuperarlos de inmediato- le oyó decir decidido a Clara mientras se alejaba.
 -Eres un estúpido, un rematado e insensato estúpido- le reprochó hiriente Clara mirándolo dolidamente ofendida
-Te he dicho que cierres esa bocaza y vayas a recuperar mis cosas que las necesito- ordenó autoritario esquivando su reprochadora mirada
-A mí no me hables así que no soy tu criada- protestó tajante, él la miró irritado- Y tranquilo que ya no pienso decirte nada más, allá tú si quieres volver a sufrir- exclamó mirándolo asqueada- voy a conseguirte tus cosas y después me voy, claro que me voy imbécil; no quiero ver como llevas otra merecida patada en tu lindo trasero, pero ni se te pase por la cabeza que esta vez voy a estar ahí para recoger tus trocitos Jaime ¡¡por mí como si te pudres de pena!!- aclaró rotunda saliendo presurosa del cuarto
-¡¡Nunca te pedí que lo hicieras!! ¡¡Tú siempre anduviste de arrastrada ofrecida!!- escupió hiriente, Clara lo miró terriblemente dolida
-Eres un maldito desagradecido; pero te vas a arrepentir Jaime, te vas a arrepentir de todo lo que me estás diciendo cuando ella vuelva a dejarte tirado como una mierda y esta vez no esté a tu lado para ayudarte a superarlo- aclaró rotunda mirándolo con desprecio
 -¡¡De lo único que me arrepiento y arrepentiré toda la vida es de haberme acostado contigo!! ¡¡Eres una estúpida engreída que te crees ya con demasiados derechos solo por haberte metido en mi cama!! gritó enfurecido
-Serás desgraciado- masculló dolida y desapareció por el pasillo
-¡¡Maldita sea la hora que te dejé entrar en mi vida!!- clamó furioso tirando enérgico la botella de agua contra la puerta resonando en toda la planta; Lucía, sobresaltada por el tremendo golpe, salió presurosa del cuarto de un paciente y observó sobrecogida como Clara se dirigía con paso enérgico a los ascensores sin mirar atrás- ¡¡Oh, por todos los demonios!!- oyó clamar dolorido a Jaime y corrió a su lado
-¿Qué te ocurre Jaime?- indicó preocupada al entrar y verlo sujetándose dolorido el costado
-Esto duele de cojones- exclamó angustiado retorciéndose del dolor
-Es que no puedes ponerte así, por todos los santos- le regañó cariñosa e intentó ayudarlo a recostarse en la cama- ¿Qué rayos pasó entre vosotros dos? Siempre os llevasteis muy bien…
-Nada- contestó tajante
 -Vale, pues nada entonces; pero no vuelvas a comportarte así, no estás solo en la planta ¿sabes? Y hay pacientes que necesitan tranquilidad y descansar- le regañó comedida, él le sonrió abochornado -Perdona Lucía, no volverá a ocurrir… pero es que me saca de quicio…- intentó disculparse pero sus dientes chirriaron de la rabia que estaba conteniendo- ¡¡Dios, no puedo respirar!!- clamó respirando entrecortadamente
 -Relájate, toma aire muy despacio y ve soltándolo poco a poco... el dolor irá pasando, tranquilo- recomendó cariñosa acariciándole tranquilizadora las mejillas, él cerró lo ojos deleitado por aquella dulce caricia y obedeció- Jaime, una de las costillas rotas te lastimó un pulmón, no puedes alterarte así o puedes empeorar mucho las cosas…- explicó con voz preocupada y él abrió los ojos mirándola intensamente ¿realmente estaba preocupada por él o era solo un gesto compasivo de su profesión? Lucía le sonrió tierna- ¿mejor?- se interesó dulcemente, él asintió con la cabeza sin dejar de mirar aquellos preciosos ojos que brillaban con gran ternura- bien, entonces me voy que dejé al pobre señor Rodríguez con las curas a medias; pórtate bien ¿me oyes? O vendré y te tiraré de las orejitas- le habló maternal arreglándole cariñosa la sábana y la almohada y él rió entretenido
-¿Sabes que pareces una mamaita muy eficiente? Te sale muy natural ¿No habrás estado entrenando?- bromeó chistoso pero a Lucía se le paró el corazón con aquel comentario y se quedó mirándolo sobrecogida- ¿he dicho algo malo?- expresó confundido al verle aquel rostro de pronto tan desencajado
-No- respondió presurosa sonriéndole dulcemente- pórtate bien ¿estamos?- volvió a decir tierna acercándose más a él para acomodarle bien la almohada; sin darse cuenta que de pronto sus rostros estaban demasiado cerca, dejando demasiado al alcance de Jaime aquellos jugosos labios que deseaba rabiosamente volver a saborear; él los miraba ansioso por atraparlos...
-Sí mami- murmuró burlón, ella lo miró fastidiada por aquel tono socarrón y él esbozó una preciosa sonrisa pícara de medio lado que le recordó al instante a Héctor y todo se le removió por dentro; que guapo era por Dios santo y cuanto lo amaba todavía por todos los demonios... ¡¡No, que va!! ¡¡aún lo amaba más que antes!! ¡¡él le había dado lo más grande de este mundo: a Héctor, su gran amor y pasión!!
-¡¡Oh Dios...!!- murmuró inconscientemente intentando aguantarse las inmensas ganas de besarlo, sentía un hormigueo en los labios deseando tremendamente besar aquella hermosa y provocadora boca que tanto había extrañado, él aún sonrió más expresivo acrecentando más aquellos inmensos deseos en ella
-¿Oh Dios... Qué?- se burló mirándola guasón a los ojos con aquellos profundos y preciosos ojos grises que siempre la desarmaban; sin pensarlo ni poder remediarlo, lo besó en los labios. Él al instante posó su mano en la espalda de Lucía aprisionándola contra él y profundizaron aún más aquel beso saboreándose plenamente deleitados. De pronto ella se separó rauda de él
-¡Por Dios bendito ¿qué estoy haciendo?!- exclamó muy alterada sonrojándose tremendamente, él volvió a sonreír
 -Algo deliciosamente inesperado y sabrosamente hermoso por cierto- murmuró extasiado mirándola con pasión mientras acariciaba suavemente su espalda
 -No, algo sumamente irresponsable y muy poco ético de mi parte- aclaró arrepentida y salió del cuarto presurosa. Él rió divertido pero no dijo nada ni la intentó detener ¿para qué? No hacían falta explicaciones ni necesitaba palabras, Lucía le había demostrado en aquel intenso y entregado beso que lo deseaba y lo había extrañado tanto como él a ella. Sonrió sumamente satisfecho y se recostó sobre la almohada cerrando gustoso los ojos mientras saboreaba complacido sus labios que aún tenían el dulce sabor de su amada Lucía.
Abochornada por su comportamiento, se encaminó sonrojada y con la cabeza baja a la sala de enfermeras; su enorme sorpresa fue encontrarse a Clara erguida y altanera esperándola allí, se detuvo al instante paralizada por la mirada despectiva y furiosa que ella le lanzaba; muy nerviosa, tomó aire profundamente y continuó acercándose
-¿Necesitas algo? Creí que ya te habías ido- expuso intentando ser amigable aunque el rostro de Clara no era ni por asomo amistoso
-Lo iba a hacer, pero preferí aclararte algo antes: no te permitiré que vuelvas a hacerle daño ¿me oyes?- clamó rotunda, Lucía la miró confundida
-No tengo ninguna intención de hacerle ningún daño a nadie- habló serena pero su voz tembló, la dura y fría mirada de Clara la amedrentaba; aquella mujer siempre la había impresionado e intimidado muchísimo; siempre se había sentido muy inferior al estar cerca de ella
-Solo con tu presencia ya le haces daño; no le hace ningún bien tenerte cerca de nuevo ahora que ha rehecho su vida y vuelve a ser feliz- aclaró rotunda y desdeñosa, Lucía sintió una desazón en su interior al escucharla pero no dio muestras de ello- quédate donde estabas, vuelve a desaparecer, Lucía; y déjalo en paz- ordenó tajante
 -Yo no lo busqué, fue una simple casualidad que él acabara en el hospital en el que yo trabajo; nada más- respondió lo mas serena que pudo e intentó alejarse de ella pero Clara la sujetó fuertemente del brazo- me haces daño Clara- indicó dolida pero ella aún cerró más sus dedos alrededor del brazo de Lucía clavándole las uñas mientras la miraba rabiosa con aquellos ojos verdes, parecía una gata celosa que en cualquier momento iba a saltarle a la cara arañándole el rostro
-Más daño le has hecho tú a él y te importó bien poco- le escupió mordaz, Lucía apretó sus labios dolida por aquel merecido reproche- lo abandonaste sin ninguna consideración, despreciaste todo el amor que te tenía y no sabes lo mal que lo dejaste con tu marcha, creíamos que se volvía loco buscándote hasta que logró recuperar su vida y dejarte atrás; te aviso Lucía: no voy a permitir que vuelvas a hacerle daño; lo abandonaste como si fuera un perro, te fuiste sin que nadie te obligara a hacerlo y sin importarte lo más mínimo sus sentimientos; ahora yo ocupo su corazón y tú no tienes ya cabida en su vida, asi que vuelve a desaparecer de una puñetera vez; y a poder ser... ¡¡para siempre!!- habló rotunda mirándola desdeñosa y se fue con paso altanero hacia los ascensores dejando a Lucía abatida y desamparada; con lágrimas en los ojos, se metió en la sala de enfermeras, Clara tenía razón, ella lo había abandonado de malas maneras sabiendo el gran daño que iba a hacerle; debía dejarlo seguir con su vida, no tenía ningún derecho a hacerle sufrir de nuevo ahora que, como bien le dijo Clara, había rehecho su vida y volvía a ser feliz...
-Hola cielito ¿cómo ha pasado la noche nuestro paciente favorito?- la saludó alegre Esther que llegaba para su turno de mañana; Lucía la miró a la cara y ella se puso seria al verle los ojos llorosos- ¿qué ha pasado mi ángel?- se impacientó sentándose junto a ella tomándole tierna su mano entre las suyas
-Nada; que no puedo seguir así Esther...- expuso con voz apagada, su amiga la miró sin entender- No puedo regresar aquí mientras él esté, Esther; hasta que él se vaya no puedo hacerlo- expuso muy nerviosa y las lágrimas empezaron a correrle por las mejillas
-¿Pero qué pasó cielo?
 -¡¡Que no puedo estar cerca de él, Esther; me hago daño yo y sobre todo a él!! ¡¡Dios, he pasado solo una noche a su lado y ya no puedo soportarlo: me pierdo en sus ojos, me tiemblan las manos al tocarlo y acabo de...!!- declaró anhelosa pero se calló de pronto, Esther elevó las cejas indicándole que siguiera hablando pero ella se mordió nerviosa el labio inferior
-¿Acabas de...?- repitió mirándola interesada en que siguiera explicándose; Lucía resopló atrapada -Besarle Esther, acabo de besarle- murmuró arrepentida bajando humillada los ojos; Esther rió divertida- ¡¡no te rías por favor porque es un verdadero suplicio para mí!!- exclamó angustiada
 -¿Por qué? ¿Acaso él... te rechazó?- preguntó inquieta mirándola preocupada
-No- murmuró apagadamente y Esther volvió a reír dichosa- por favor Esther, además Clara tiene razón: yo le abandoné hace cinco años sin importarme nada y sabiendo todo lo que le iba a hacer sufrir y ahora no tengo derecho a entrar de nuevo en su vida desbaratándolo todo, desprecié todo el amor que me entregaba, perdí mi oportunidad…
-¡¿Y quién coño se cree esa para reprocharte nada?! ¡¡Menudos aires se da esa tía, joder!!- exclamó irritada
-No Esther, por lo que me dijo sí es alguien en la vida de Jaime y ella lo hace feliz; yo no tengo ningún derecho a interponerme- expuso apesadumbrada y ambas se miraron abatidas- además, me pierdo por la boca a cada momento, ya se me escapó que a Héctor le gusta su mismo helado, mañana se me escapará que tiene su sonrisa o los hoyuelos de su padre y acabará preguntando quién es…- miró acongojada a su amiga- ¡¡Y entonces tendré que decírselo Esther, y yo no quiero que se entere por ahora!!- sollozó angustiada
-¿Cómo qué…?- clamó atónita mirando a Lucía pasmada- ¡¡Por todos los demonios Lucía!! ¡¿Es qué acaso no tienes pensado decírselo?!- le reprochó anonadada, ella bajó su mirada de nuevo- ¡¡Es su hijo también Lucía y tiene derecho a saberlo y conocerlo ¿no crees?!!- le increpó enfadada
 -Aún no Esther… más adelante, cuando Héctor tenga edad suficiente para poder decidir si quiere conocerle- remarcó decidida
-¡¡Ah claro; muy bien!! ¡¡Pensando en ti únicamente como siempre!!- le reprochó irónica, Lucía la miró dolida- ¿Has pensado que, a lo mejor llegado ese momento, Héctor no te perdone que no se lo hayas dicho antes? ¿Qué te reproche que le hayas prohibido crecer junto a su padre y no te lo perdone?
 -¡Oh por favor Esther! ¡No me lo hagas más difícil!- clamó afligida llenándosele los ojos de lágrimas de nuevo
 -No quiero ponértelo ni más difícil ni más fácil, solo abrirte los ojos y que entiendas que no estás obrando bien; no solo estás decidiendo sin ningún derecho sobre la paternidad de Jaime, Lucía; sino que también estás jugando con los sentimientos de Héctor y puedes perder a tu hijo- aclaró contundente, Lucía rompió a llorar atrapada en un mar de dudas y miedos- cielo, no te pongas así...- expresó conmovida abrazándola tierna contra ella- está bien, tranquilízate; Jaime estará aquí unos cuatro o cinco días, tómate ese tiempo para pensarlo muy bien cielo porque ahora tienes la oportunidad de aclararlo, no dejes que se vaya sin habérselo dicho corazón… el destino lo ha puesto en tu camino de nuevo y, que lo haga justamente ahora, es por algo ¿no crees?- Lucía la miró confundida
-¿Por qué dices eso?- expuso inquieta, su amiga la miró muy seria a los ojos
-Lo sabes cielo, lo sabes muy bien: Héctor lleva un tiempo que no para de hacer preguntas sobre su papá- aclaró tierna, Lucía volvió a bajar su mirada al suelo- Cariño… lo quieras o no, él es su padre y debe… No, tiene derecho a saber que Héctor existe y Héctor a conocer a su padre… Les estás negando algo muy grande Lucía, ese niño tiene un gran corazón y regala cariño a manos llenas a todo el mundo menos a su padre al que, encima de haberlo abandonado Lucía, le has ocultando que tiene un hijo ¿cómo crees que reaccionará si algún día llega a enterarse por otras personas? El mundo es muy pequeño cielo- Lucía la miró muy asustada- debes decírselo Lucy, decírselo ya- remarcó contundente, ambas se quedaron calladas mirándose a los ojos. De pronto Lucía tomó aire profundamente
-Lo pensaré ¿vale?- repuso más serena besando tierna la mejilla de su gran amiga y recogió su bolso -Pensarás... cómo decírselo ¿verdad?- remarcó terca Esther y ella la miró de nuevo a los ojos; suspiró profundamente y se fue a casa sin responder. Tampoco pasó a despedirse de Jaime. Le costó horrores, le dolió terriblemente, deseaba enormemente verlo por última vez... pero era mejor así.
Jaime esperó ansioso el regreso de Lucía; tras aquel beso quería decirle tantas cosas... pero sobretodo que seguía amándola como el primer día y suplicarle si era necesario que regresara... pero ella no apareció. Quien sí vino fue su amiga Esther trayéndole la medicación de la mañana, se sonrieron amistosos
-Buenos días ¿has madrugado o no has podido dormir?- se interesó animada.
 -Me desperté temprano- respondió desenfadado y ella sonrió complacida
 -Está bien; debes tomarte estas pastillas- indicó pasándole un vasito plástico con tres pastillas dentro que él tragó juntas con un sorbo de agua- perfecto... pronto te traerán el desayuno- repuso así le devolvió el vasito y se volvió hacia la puerta
 -Esther...- la detuvo él antes de que saliera del cuarto, ella se giró mirándolo animosa- ¿y Lucía? ¿Ya se fue?- indagó mirándola intrigado, ella asintió con la cabeza sin dejar de sonreírle- Y... ¿Está bien? Porque se fue sin despedirse siquiera- expuso desconcertado, ella lo miró conmovida
 -Pues, no sé por qué no se despidió de ti, pero estaba bien cuando se fue- mintió intentando parecer despreocupada y siguió su camino. Jaime tomó aire profundamente para eliminar el gran abatimiento que sintió al saber que Lucía ya se había ido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario