domingo, 19 de julio de 2015


      -Pero ¿por qué quieres irte cielo? Aquí tienes trabajo de sobra en la escuela...- protestó su padre por millonésima vez observando penosamente como su única hija hacía las maletas en su dormitorio ayudada por su vieja nana que la había criado desde que su madre muriera al darla a luz
-Por favor papá, la escuela de hípica ya tiene un gran veterinario ¿no crees? A mí no me necesita- expuso cariñosa posando dulcemente su mano en la mejilla de su padre
 -Pero así yo podría retirarme- propuso animoso
 -¡Retirarse... ¿usted?! ¡¡Ja, eso no lo creo yo ni viéndolo!!- exclamó incrédula la vieja María mirándolo burlona
 -Cállate lengua larga- la amonestó fastidiado provocando las risas de ellas dos
-Déjalo nana, si ya sé que no lo dice en serio- intermedió tierna Lara
 -Sí que hablo en serio, Lara; me dedicaré a viajar y disfrutar de la vida como me llevas reprochando tantos años que no hago- expuso resuelto, ellas volvieron a reírse divertidas
 -Ahora sí que no te cree nadie- repuso Lara mirando vacilona a su padre que resopló atrapado- Papi, que yo recuerde, llevas veinte años diciendo eso pero nunca lo haces y eres demasiado joven aún para retirarte; además todos sabemos muy bien que no soportarías estar sin hacer nada; anda, déjame ir y no me lo pongas más difícil ¿sí? ¡¡Si solo voy a estar a menos de dos horas en coche por favor!! ¡¡Ni te vas a dar cuenta de que me he ido porque voy a estar viniendo muy a menudo y tú puedes ir a visitarme cuando quieras, caray!!- protestó ya fastidiada de tanta protesta de su padre cerrando decidida su maleta
 -Es que nunca nos hemos separado en estos veinticuatro años mi ángel, siempre estuviste a mi lado y pude protegerte...- murmuró abatido, Lara le sonrió tierna
-Nada me va a pasar, tú me enseñaste muy bien a defenderme y ser inteligente, papá; ya va siendo hora de que empiece a hacer mi vida ¿no crees?- expuso cariñosa besándolo amorosa en la mejilla, él sonrió derrotado mirándola encandilado: era tan hermosa y terca como su difunta madre; ella también, cuando se empeñaba en algo, siempre acababa consiguiéndolo, a pesar de las dificultades y trabas que se le pusieran en medio...
-¿Estás lista peque? Ya tengo el coche preparado en la puerta y a ese bicho metido en su jaula- avisó resuelto un muchacho más o menos de su edad llamando educado al marco de la puerta abierta
-Sí Leo, ya estoy- respondió dispuesta recogiendo el maletín de aseo de sobre la cama mientras el muchacho se hacía cargo de la maleta
-¿No me digas que vas a llevarte esa vieja tortuga contigo?- expresó descontenta María, ella le sonrió amena y la besó cariñosa en la mejilla
 -Sí nana, lleva conmigo desde que nací y no quiero dejarla atrás o sufrirá la pobrecita- expuso enternecida y la anciana la miró ofendida
 -A ese bicho sí, pero a tu nana no ¿eh? Yo también llevo a tu lado desde que naciste y también sufriré- le reprochó guasona y Lara rió entretenida
-Anda, no seas mala nana- repuso tierna besándola de nuevo en la mejilla- cuídame mucho a este cascarrabias ¿eh?- expresó dulcemente y la mujer rió entretenida; luego, besó la mejilla de su padre- y tú no te pongas protestón como siempre y obedece a nana ¿entendido? vendré el domingo a comer ¿vale?- repuso amena y su padre le sonrió tierno. Ambos acompañaron hasta la entrada de la casa a Lara y volvieron a despedirse mientras el muchacho metía las maletas en la parte trasera de la ranchera y al fin se pudieron ir.
 -¿El viejo sigue protestando por tu marcha, no?- expresó entrañable el muchacho manejando el vehículo camino ya de la ciudad
 -Sí... pero se le pasará pronto- suspiró ella profundamente
 -Ya sé que se le pasará pronto, pero mientras tanto seremos nosotros quien aguante su mal genio ya que tú te escaqueas como siempre que la lías- expuso chistoso
 -¡Oye, yo no lié nada ni me estoy escaqueando!- protestó amena golpeándole juguetona con su puño el musculoso antebrazo que poseía el muchacho mientras reían divertidos; él se quedó mirándola con gran ternura
-Te voy a echar de menos peque- expresó melancólico, ella le sonrió dulcemente
-Yo a ti también, idiota... ¿con quién me voy a pelear ahora?- bromeó chistosa aunque se percibía algo de pena en su voz y lo besó sonoramente en la mejilla provocándole una carcajada alegre al muchacho; ambos se querían muchísimo, Leo era hijo de la nana Sara y de Pedro el capataz de la finca, ambos se habían criado juntos y eran mucho más que hermanos
-¿Con ese bicho inútil y vago que llevas ahí detrás?- expuso burlón señalando la parte trasera de la ranchera
 -¡¡Oye no te pases, Claudio no es ningún bicho ¿oíste?!!- protestó fastidiada golpeándole de nuevo en el antebrazo y ambos rieron a carcajadas
 Cuando Leo detuvo el coche ante aquella casa en una pequeña urbanización de la ciudad, Lara la observó emocionada “mi propia casa, al fin”, pensó ilusionada.
-¿Sabe el viejo que la has comprado en vez de alquilarla?- se interesó prevenido
 -No, ni quiero que lo sepa ¿vale?- avisó rotunda, el muchacho se quedó mirándola en silencio reprochándole con la mirada su acción- No me mires así ¿vale? Sabes como es, Leo: si se entera, pensará que es porque no pienso volver al rancho y se pondrá aún más terco e insoportable; y ya te dije que no es así, la casa la vendían a buen precio y es una inversión...
-A mí no me tienes que dar explicaciones peque: es tu dinero y lo inviertes en lo que te da la gana; y puedes estar tranquila que no seré yo quien se lo diga al viejo ¡¡Dios me libre!! ¡¡Cualquiera aguantaría después a ese viejo cascarrabias!!-exclamó sobrecogido simulando un chistoso estremecimiento mientras se apeaba del coche para bajar las maletas, Lara rió divertida y lo siguió dentro del pequeño jardín delantero que poseía la casa- bueno, aquí te quedan los petates que yo me tengo que regresar; aún me quedan por limpiar las caballerizas de la casona y hoy tengo que hacerlo solo ya que mi vaga ayudanta se me ha escaqueado- expresó guasón dejando las dos maletas en el porche
 -¡¡Oye, de vaga nada que siempre trabajé más que tú ¿eh?!!- protestó golpeándolo de nuevo en el antebrazo y él volvió a reír divertido
-Chao peque, nos vemos domingo; y no dudes en llamar siempre que necesites algo ¿vale?- repuso cariñoso y besó tierno la mejilla de Lara
-Sabes que lo haré- respondió satisfecha correspondiéndole complacida a aquel cordial beso y, sonriéndose amistosos mientras sacudían sus manos a forma de despedida, él se fue.
Lara se volvió hacia su nuevo hogar y sonrió satisfecha observándola entusiasmada, allí empezaba su nueva vida y presentía que le esperaban grandes cosas... caminó hacia la entrada de la casa y entonces fue cuando se percató de la pequeña que estaba sentada en las escaleras del porche de la casa de a lado y que la observaba curiosa con unos grandes y preciosos ojos color miel. Tenía una bonita melena rubia sujeta por dos bajas coletas que caían por sus hombros.
 -Hola, no te había visto- la saludó alegre sonriéndole amistosa
 -Hola- contestó tímidamente la niña abrazándose a la mochila que sostenía entre las piernas; no tendría más de siete u ocho años
-¿Cómo te llamas?- se interesó cordial acercándose a la valla blanca que separaba ambas casas
-Luna- respondió en apenas un susurro
-¡Uy, que nombre más bonito y original!- exclamó deleitada provocando que esta vez la niña sí sonriera abiertamente mostrando una hermosa sonrisa que formaban unos preciosos hoyuelos en sus mejillas
-¿Y tú?- se animó a preguntar la pequeña
-Lara- respondió desenfadada
-También es original- expresó moviendo conforme la cabeza y ambas se sonrieron amistosas
-Pues encantada de conocerte Luna- repuso ofreciéndole amistosa la mano, la niña se mordió levemente el interior se su mejilla pensándoselo un momento antes de levantarse y tomársela suavemente. Lara se la agitó levemente y la niña volvió a sonreír divertida.
 -¿Vas a vivir en la casa del viejo señor García?- siguió indagando la pequeña ya más decidida, Lara señaló interrogante su casa y la pequeña afirmó con un movimiento de cabeza
-Pues sí, así que seremos vecinas y espero que podamos ser buenas amigas- contestó animada y se sonrieron amenas, Luna soltó despacio la mano de Lara y regresó a su lugar colocando la mochila entre sus piernas de nuevo- ¿esperas a alguien?- se interesó cordial
-Sí, a mi papá… hoy se retrasa un poquito, pero no ha de tardar en llegar- contestó resuelta soltando un pequeño suspiro y ella le sonrió dulcemente
-Ah, muy bien- la observó detenidamente, era una niña realmente preciosa- Bueno... tengo que ir a deshacer mis maletas que sospecho que no lo harán solas- repuso chistosa señalando las maletas aún en el porche de la casa, la pequeña le sonrió divertida- Si necesitas algo, ya sabes dónde estoy ¿vale?- se ofreció servicial y la pequeña volvió a sonreír agradecida; Lara se dio media vuelta y se acercó a las escaleras de su casa; pero, antes de subir los cinco escalones que había ante ella, volvió a observar a la pequeña que la seguía con la mirada- ¿me harías un favor?- expuso amistosa, la pequeña asintió resuelta con la cabeza- mientra estás ahí ¿podrías vigilarme a Claudio que no salga del jardín?- preguntó interesada sacando una tortuga de tipo mediterránea de unos 30 cm de tamaño, del porta animales
-¡¡Oh, tienes una tortuga!!- exclamó entusiasmada la pequeña acercándose de nuevo a la valla; Lara sonrió animada y también se aproximó a ella para que la niña pudiera observarla mejor
 -Es muy viejita, ya era de mi mamá, y se llama Claudio- explicó mientras la pequeña acariciaba tierna su caparazón- ¿tú cuántos años tienes?
-Seis- contestó rápida- ¿y tú?- se interesó mirándola curiosa, Lara le sonrió dulcemente
-¡¡Uy, muchos más!! ¡¡Tengo 24!!- contestó chistosa
 -Pues mi papá es aún más mayor que tú y la abuela siempre le regaña que es demasiado joven para seguir así- explicó desenfadada
 -Es que las mamás siempre nos ven demasiado jóvenes- expresó burlona tocándole levemente la punta de su pequeña pero recta y perfecta naricilla y ambas rieron alegres
 -¿Tú tienes mamá, Lara?- se interesó curiosa Luna
-No, se murió al nacer yo- respondió esbozando una triste sonrisa
-Yo tampoco- resolvió la pequeña moviendo desinteresada los hombros
-¡Oh, lo siento mucho chiquita!- expresó conmovida acariciándole tierna la mejilla, pero la pequeña parecía no inmutarse por aquella triste falta- ¿también se murió?
-No, se fue cuando yo era muy pequeña y nunca más volvió- contestó desenfadada interesándose más por la tortuga que por la conversación
-Oh, lo siento...- murmuró apesadumbrada pero a la pequeña parecía no importarle. Un coche negro se detuvo ante la casa de Luna
 -¡Ya llegó mi papá!- exclamó entusiasmada la pequeña al verlo, Lara observó al hombre que se apeaba del auto y quedó impresionada al ver a aquel hombre alto de no más de 30 años, de pelo castaño claro y un cuerpo muy musculoso que se percibía claramente bajo su uniforme de bombero -Siento el retraso ardillita, pero hemos tenido una urgencia a última hora y no he podido...- exponía cariñoso con su profunda y atractiva voz masculina entrando presuroso en su jardín pero se calló de pronto así vio a Lara
-Hola- lo saludó cohibida Lara por aquella mirada clavada en ella de aquellos grandes y preciosos ojos color miel iguales a los de su hija pero tan inexpresivos (porque no se podía detectar si la miraba curioso, irritado o amistoso) y al tiempo tan cargados de profunda tristeza que impresionaban. No contestó, siguió allí parado frente a ella mirándola fijamente a los ojos muy serio.
-Mira papi, ella es Lara y tiene una tortuga; se llama Claudio- expuso alegre la pequeña acariciando el caparazón de la tortuga y sacándolo de aquella fijación en la que había quedado
-Ya veo cielo...- murmuró esbozando una leve tierna sonrisa a su hija- anda, vamos que se hace tarde- resolvió tomando a la niña de la mano y, sin más palabras ni mirar a Lara, se dirigió hacia las escaleras de su casa llevándose a Luna casi en volandas
-Chao Lara, chao Claudio; ya nos veremos- se despidió alegre la pequeña sacudiendo su mano hacia Lara que le sonrió amistosa
 -Chao preciosa- respondió moviendole graciosamente una patita a la tortuga imitando un saludo provocando que la pequeña riera divertida. Así desaparecieron dentro de la casa ante la atenta mirada de Lara, ella suspiró profundamente defraudada por el mal comienzo con su nuevo vecino; pero es que aquel hombre era demasiado sombrío y esquivo a pesar de tener una hija tan alegre y dicharachera, probablemente debido a esa tristeza que sus ojos no podían disimular ¿qué podría motivarla si tenía una niña alegre y hermosa? Pensó intrigada y giró hacia ella a Claudio para verle a la cara- no es asunto tuyo Lara; no te metas donde no te llaman- se recomendó en voz alta agravando el tono como si fuera la tortuga quien le hablaba, volvió a suspirar profundamente, besó la cabecita de Claudio dejándolo seguidamente sobre la hierba de su jardín y regresó a su casa; cajas por doquier esperaban ser ordenadas. Lara resopló sonoramente observándolas sin saber por dónde empezar con aquel desorden- ¡¡Ya sé: por la cocina!! Me haré un café y así me animaré- resolvió decidida y, sonriendo satisfecha por su decisión, se dirigió a la cocina y rebuscó entre las cajas hasta encontrar la cafetera eléctrica; la colocó sobre el mueble a lado del fregadero y descubrió que su ventana daba justo a la cocina de sus vecinos
-Ponte a hacer los deberes- le indicó rotundo Mario mientras le preparaba un bocadillo a Luna de espaldas a Lara
-Ya voy...- respondió con desgana la pequeña mientras sacaba sus libros de la mochila dejándolos sobre la isla de mármol sentada en uno de los taburetes. Las miradas de ambas se encontraron y se sonrieron alegres mientras Lara abría el grifo del fregadero para llenar la jarra de cristal y hacer su café, pero para su sorpresa, no salió ni gota de agua
-¡Oh no! ¡Mierda!- exclamó fastidiada- ¡¡Joder, mierda, mierda, mierda!!- clamó molesta abriendo y cerrando el grifo repetidamente pero sin obtener nada, levantó la vista encontrándose a Mario mirándola con el ceño fruncido como si no le hubieran gustado aquellas expresiones por su parte; se sonrojó tremendamente y le sonrió arrepentida pero él, sin ni siquiera hacer un leve gesto que indicara su perdón por su mal lenguaje, se dio la vuelta desapareciendo de su visión- ¡¡Genial, como ya empezamos “tan bien”... ahora mi lengua lo acabó de arreglar!!- murmuró abochornada y, resoplando fastidiada, se agachó a revisar la llave de paso de debajo del fregadero- ¡¡Está abierta; entonces ¿qué rayos te pasa maldito grifo de las narices?!!- exclamó irritada volviendo a abrir y cerrar el grifo pero sin ningún resultado- ¡¡Vaya, mierda; espero que seas tú el único que no funcione maldita sea!!- expresó pero esta vez en un susurro para no ser escuchada en la casa de enfrente y subió al piso superior probando suerte en los del baño; pero tampoco salía agua de ninguno de ellos- ¡¡Oh no, Dios bendito; déjame sin luz, sin teléfono, sin lo que quieras... pero sin agua no por favor!!- clamó asustada insistiendo tontamente en abrir los grifos sabiendo ya el resultado
-Lara...- la sobresaltó una profunda voz aunque apenas sonó en un murmullo; miró sobrecogida a su alrededor pero no vio a nadie- señorita Lara...- volvieron a nombrar un poco más fuerte y cayó en la cuenta de que provenía de fuera, miró intrigada a través de la ventana abierta del baño encontrándose a Mario observando sus ventanas desde el porche de su casa esperando que ella se asomara por alguna
-Perdone por lo de antes pero es que…- empezó a excusarse avergonzada pero él volvió a fruncir el ceño como si no supiera de lo que le hablaba y Lara apretó los labios callándose al instante
-Seguro que tiene cerrada la llave de paso principal- indicó amable aunque seguía muy serio y Lara abrió atónita sus grandes y lindos ojos negros
 -¿Hay una llave principal? ¿Dónde?- exclamó esperanzada
-Todas las casas las tienen y probablemente esté a lado de las escaleras del porche, junto al contador del agua- aclaró amable señalando el porche de la casa de Lara frente a él; ella le sonrió agradecida y bajó rauda saliendo a su jardín, descendió los cinco escalones y ya vio el contador que él había nombrado que tenía una pequeña llave de esfera mariposa. Se agachó y giró las pequeñas palomillas, al instante ya oyó como el agua fluía por la tubería
-¡Ajá!- exclamó triunfante y sonrió abiertamente hacia Mario que le correspondió brevemente y se volvió hacia la casa- ¡Muchas gracias!- expresó sumamente agradecida pero él solo movió levemente su mano sin volverse. Regresó a la cocina y probó nuevamente, un gran chorro de agua salió por el grifo- ¡¡Sí, sí, sí!!- gritó feliz observando como el agua fluía con fuerza mientras realizaba un divertido contoneo de caderas combinado con un alegre divertido movimiento de hombros; se quedó estática y muy abochornada al descubrir que Mario la estaba mirando desde la ventana de su cocina esbozando una mueca de medio lado que bien podía llamársele sonrisa, ella le correspondió agradecida y ambos se quedaron mirándose un instante mientras se sonreían amenos hasta que él de pronto se volvió a poner muy serio
-Vamos Luna, a bañarse que son horas de cenar- expresó rotundo y, muy apresurado, desapareció de la visión de Lara que suspiró profundamente ante aquel nuevo e inesperado desaire de su vecino.

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