miércoles, 12 de agosto de 2015


      Lara y Mario aún seguían bajo el viejo roble mientras Luna no dejaba de corretear alegre junto a Viernes por aquella espléndida explanada de hierba verde y fresca. Se estaba muy bien allí, corría una suave brisa y la vista era espectacular.
 -¿Ya estás más tranquila amor?- se interesó cariñoso besándola amoroso en la sien, ella asintió con la cabeza- ¿entonces puedes explicarme ahora calmadamente a qué viene tanto odio hacía la familia de tu madre?- indagó intrigado, Lara tomó aire profundamente
-Porque, hasta que al fin esos dos se fueron al puñetero infierno, le amargaron la vida a mi padre todo cuanto pudieron y más- expresó con resentido desdén, él volvió a besarla consolador en la sien- mis padres se amaban con pasión Mario, lo eran todo el uno para el otro; pero eso no lo podía consentir el “gran señor De Mendoza”, no podía permitir que la linda hijita del mayor terrateniente de los alrededores, la única heredera de su “gran imperio de mierda” anduviera con un don nadie, con un muerto de hambre, con un pobre y simple veterinario de pueblo como era mi padre; aquello era una vergüenza y una deshonra para la familia e intentó que mi madre rompiera aquella relación que mantenía con mi padre por las buenas y hasta por las muy malas pero no lo consiguió, como siempre dice nana: mi madre era más tozuda que una mula vieja y cuanto más su padre la golpeaba y castigaba, ella más pronto y más rápido corría de nuevo a los brazos de papá- explicó orgullosamente satisfecha de su madre y ambos rieron enternecidos- entonces, “el gran señor” al ver que con su hija no conseguía nada, empezó un implacable acoso y derribo en contra de mi padre convirtiéndole la vida en un auténtico calvario con la única intención de que él se fuera del pueblo y así terminar por fin con aquella relación pero tampoco lo logró: mi padre lo aguantó todo y más pero no abandonó a mi madre, al contrario, según nana: cuanto él más les amargaba la vida, aquel amor más crecía; rabioso y vengativo, el “gran señor” jugó su última y más vengativa carta: como el mayor y más influyente terrateniente de los alrededores y casi dueño de todo el pueblo, les prohibió terminantemente a los lugareños que contrataran los servicios de mi padre como veterinario si querían tener dónde trabajar y sobre todo seguir teniendo un techo sobre sus cabezas donde vivir; a los del pueblo les entró el pánico pues sabían que lo haría sin temblarle la mano y ahí comenzó el verdadero infierno para mi padre pues él no era rico y sin trabajo no podía vivir así que, aunque aguantó todo lo que pudo, llegó un momento en que aquello se volvió insufrible y no tuvo más remedio que irse del pueblo si quería comer... pero el acoso implacable de ese hombre no cesaba y, fuera a donde fuera mi padre, al final solo lograba conseguir pequeños trabajos de albañil o jornalero que apenas duraban un par de días hasta que el padre de mi madre se enteraba de dónde estaba y las puertas volvían a cerrársele en el pueblo; pero mi padre no se daba por vencido: recogía las pocas pertenencias que le quedaban y cada vez iban a menos y empezaba de nuevo en otro pueblo pero eso sí, como cabezón que es, sin dar su brazo a torcer y ni así abandonó a mi madre aunque solo pudieran verse un día a la semana y en la oscuridad del cine únicamente... en esa lucha andaban enzarzados ellos dos cuando mi madre se enteró de que yo venía de camino, no se lo pensó dos veces y ayudada por nana, que era la hija de una de las criadas de la casona y su única verdadera amiga, aquella misma noche se escapó y le apareció a mi padre en la puerta de casa de madrugada; al día siguiente y cuando apenas despuntaba el sol, se casaron en una pequeña capillita en medio del monte ayudados por un anciano sacerdote... cuando aquello llegó a los oídos del padre de mi madre la repudió y obligó a toda su familia que le diera la espalda despreciándola y vejándola allí donde se la cruzaban...- llegados a este punto del relato, de pronto a Lara le flaqueó la voz y sus ojos se llenaron de lágrimas; Mario la oprimió dulcemente contra su cuerpo besándola tranquilizador en la cabeza
-Déjalo mi ángel, todo esto te hace daño y, si no puedes continuar, yo no necesito saber más- expresó tremendamente conmovido pero ella negó con la cabeza
 -Mi padre lo soportó todo Mario, todo, pero con aquello el pobre no podía, amaba demasiado a mi madre y le dolía terriblemente el trato que ella estaba recibiendo hundiéndolo totalmente- siguió hablando con la voz entrecortada por las lágrimas, él empezó a acunarla dulcemente entre sus brazos- pero mi madre era muy orgullosa y se mantuvo firme y con la cabeza muy alta levantando de nuevo a mi padre y juntos continuaron adelante sin importarles nada más... y entonces apareció la bisabuela Martina, la madre de la madre de mi madre, una viejita encantadora a la que la familia le mantenían oculto todo lo que estaba pasando porque mi madre era la niña de sus ojos y sabían que nunca lo permitiría; cuando al fin le llegó a los oídos todo lo que estaba ocurriendo, de cómo y en qué situación tan precaria vivía su adorada nietecita y por encima embarazada, se reveló duramente contra toda la familia a pesar de su avanzada edad cambiando su testamento dejando a mi madre como máxima heredera de todos sus bienes y empezó a apoyar y a ayudar a mis padres en todo lo que necesitaban; lo primero que hizo fue regalarles todo esto para que tuvieran dónde vivir, pero no te vayas a creer que estaba así: la casa estaba medio derruida, del establo solo había el sitio y el terreno estaba árido y lleno de rastrojos y escombros; a pesar de que mi madre no tenía ni idea de trabajar y menos en el campo, entre los dos, codo con codo y mucho trabajo, levantaron de nuevo la casa y lograron limpiar los terrenos; poco a poco los del pueblo, viendo como aquellos dos enamorados que eran inmensamente felices sin tener absolutamente nada les hacían frente con valor y decisión al gran señor De Mendoza, fueron tomándolos de ejemplo y comenzaron a envalentonarse en contra del padre de mi madre desobedeciendo sus órdenes y haciendo caso omiso a sus amenazas... la puntilla final de esa firme repudia de todo el pueblo contra el padre de mi madre llegó cuando ella murió, todos se volcaron al instante en ayudar, proteger y apoyar a aquel pobre hombre al que se le había ido lo que más amaba en esta vida despues de tanta lucha y sufrimiento quedándose solo y con un bebé recién nacido demostrándole el gran cariño que siempre le habían tenido a pesar de todo, lo avergonzados que estaban por su comportamiento y lo orgullosos que estaban de él- remató con orgullosa pasión hacia su padre
-Bueno, a pesar del triste e inmerecido final que tu padre sufrió con la pérdida de tu madre, se puede decir que todo acabó relativamente bien para él- expresó compasivo Mario besándola de nuevo en la sien, ella lo miró de reojo con gran cinismo en los ojos
 -¿Tú crees que acabó?- exclamó mordaz torciendo asqueada su boca, Mario la miró cohibido por aquel al parecer inoportuno comentario- Nada se acabó Mario, al faltar mi madre esa maldita familia centró sobre mí aquel implacable desprecio ¿crees que a mi padre no le siguió torturando y doliéndole tremendamente lo que esa gente me hacía a mí? Al contrario, le dolía mucho más, yo era un ser inocente de todo aquello; se siente tremendamente culpable y nunca se lo perdonó ni creo que se perdonará jamás que yo sufriera ese injusto maltrato por parte de esa asquerosa familia sin tener culpa ninguna
-¿Y a ti?- preguntó intrigado mirándola fijamente a los ojos
-¡¿A mí?!- exclamó abriendo aquellos grandes ojos negros tan expresivos y hermosos- ¡¡A mí me resbaló siempre esa gente, Mario!! ¡¡Me importaba bien poco lo que hicieran o dijeran, para mí no existía esa basura de familia!!- expresó riéndose tranquilamente despreocupada, él también rió satisfecho
-Ellos se perdieron el conocer a una persona preciosa y maravillosa como tú eres, mi ángel- aclaró orgulloso oprimiéndola con pasión contra su cuerpo y ambos rieron alegres, pero de pronto los ojos de Lara volvieron a oscurecerse cargándose de nuevo de tremenda rabia e ira contenida
-¡¡Y ahora no tengo más remedio que aceptar ese maldito dinero proveniente de esa asquerosa familia para más fastidio de mi padre!!- masculló furiosa apretando fuertemente los dientes, Mario la besó consolador en la cabeza
-¿Pues sabes lo que yo pienso después de contarme lo que me has contado y escuchar lo que tu padre dijo en la mesa cielo mío?- expresó esbozando una burlona sonrisa llena de plena satisfacción, Lara lo miró intrigada- Piensa un poquito mi vida: ¡¡eses deben estarse retorciendo como sabandijas en sus tumbas llenos de rabia al saber que ese dinero lo vas a recibir tú!! ¡¡La última persona de esta tierra a la que desearían entregárselo!!- explicó riéndose burlonamente complacido, Lara abrió pasmada los ojos cayendo en ese gran detalle
 -¡¡Tienes razón!!- exclamó y rompió a reír pletórica de satisfacción abrazándose henchida de irónica alegría al cuello de Mario que también reía explayadamente divertido
 -Eres tan inocente mi dulce chiquita que, a pesar de tu genio endiablado, no tienes maldad ninguna- expresó enternecido y la besó apasionado en los labios correspondiéndole ella al instante llena de ardor
-Larita ¿podemos ir a montar un poquito a Lucero? Lleváis toda la tarde ahí sentados y este vago de Viernes ya se durmió otra vez- protestó mimosa la pequeña mirando fastidiada al gran perro durmiendo plácidamente sobre la hierba, ellos también lo observaron y rieron conmovidos por la pequeña
-¡¡Claro que sí mi niña; pobrecita que lleva aquí toda la tarde ¿perdónanos sí?!!- se disculpó cariñosa besando amorosa la mejilla de Luna que sonrió satisfecha; Mario y ella se pusieron en pie y caminaron de regreso al establo. Cuando ya casi lo alcanzaban, llegaron Pedro y Leo cabalgando veloces a la par- Leo ¿mi padre aún quedó abajo en la escuela?- preguntó curiosa mientras ellos ya detenían su carrera a las puertas del establo
-No peque, no apareció por allí en toda la tarde ni lo hemos visto por ningún lado ¿verdad pá?- respondió desenfadado apeándose del caballo, Pedro negó con la cabeza en respuesta a la pregunta de su hijo
 -¡¿Ah, no?! ¿Entonces dónde narices se metió ese hombre?- expresó desconcertada frunciendo extrañada su ceño
 -¿A que al final vas a tener razón y sí se está beneficiando el muy cabrito de mi madre?- bromeó guasón Mario susurrándole al oído
-¡¡Oye que mi padre es todo un caballero ¿eh?!!- repuso al instante defendiendo con toda el alma a su adorado papá, Mario rió divertido ante aquella desproporcionada reacción de Lara; de pronto ella lo miró muy sagaz- ¡¡Además, había que ver quien se está beneficiando de quién; que mi papi es un hombre muy guapo y está de muy buen ver para estar a punto de cumplir los cincuenta y ocho!! ¡¡Es un caramelito delicioso y apetitoso que a muchas le gustaría hincarle el diente!!- aclaró vanidosa y llena de orgullo
 -¿Así que un caramelito delicioso y apetitoso que a muchas le gustaría hincarle el diente, eh? ¿Sabes que eso suena un... poquito rarito viniendo de una hija hacia su padre?- expuso burlón Mario mirándola con recochineo
-¡¡Tendrás la mente sucia, so guarro!!- exclamó pasmada por aquella aclaración mientras le palmeaba suavemente el antebrazo con su mano, él soltó una carcajada explayado y ella también rompió a reír divertida
 Estaban tan bien y tan cómodos allí charlando alegremente entretenidos de todo y a la vez de nada que la tarde se les escapó sin que se dieran cuenta y el sol ya se metía en el horizonte dejando una puesta de sol realmente preciosa; ambos tenían una forma de ser muy parecida, tan abierta y diáfana que habían conectado de manera increíble, tan fácil y rápido que ya se hablaban con una familiaridad y una intimidad como si se conocieran y fueran buenos amigos de toda la vida
-No sé si es este lugar paradisíaco, pero me siento revoltosa como una adolescente quinceañera ¿nos bañamos?- propuso alegremente divertida ya quitándose las manoletinas negras y poniéndose ágil de pie de un pequeño brinco, Ricardo rió divertidamente seducido por la idea
-Pero ¿Así? Yo no tengo bañador Lucía- expresó entretenido abriendo desarmado sus brazos indicando su vestimenta
-¡Ni yo ¿o qué piensas? ¿que llevo siempre un bañador puesto?!- expresó chistosa ya retirándose sin molestarse en desabrochar los botones de la camisa verde que llevaba puesta quedándose con la camiseta de tiras blanca que llevaba debajo, él soltó una divertida carcajada- Pero a estas alturas de nuestra edad no creo que ninguno de los dos nos vayamos a asustar por ver al otro en ropa interior ¿no crees?- siguió hablando resuelta mientras ya se desabrochaba rauda los botones de sus vaqueros; él volvió a reír gustosamente persuadido y también se deshizo de su camisa quitándosela por la cabeza sin desabrochar como ella había hecho dejando al descubierto un musculoso pecho ligeramente velludo de un asombroso aún negro pelo a comparación con su blanca cabeza, sonriéndose traviesamente cómplices como jóvenes adolescentes, se deshicieron al tiempo de sus vaqueros quedándose él con un ajustado bóxer gris claro de algodón y ella con unas braguitas estilo bikini malva claro también en algodón con un fino encaje solo bordeando sus bonitas y bien formadas caderas. Riéndose revoltosamente divertidos, corrieron al agua lanzándose de cabeza al tiempo- ¡¡Oh Dios santo, qué delicia!!- clamó plácidamente complacida al regresar a la superficie pasándose gustosa las manos por los ojos y cara, los ojos de Ricardo inevitablemente quedaron atrapados ante la atrayente visión de sus hermosos pechos resguardados tras un bonito sujetador malva de fino encaje igual al de las braguitas que quedaran al descubierto bajo la camiseta blanca de Lucía que transparentaba todo al mojársele, azorado por su descarado comportamiento, esquivó sus ojos de aquella hermosa y excitante visión mirándola a la cara y soltó una jocosa carcajada al ver como, con aquel gesto, Lucía se había extendido sin darse cuenta el rimel por todo el rostro
-¡Anda que te has puesto guapa!- expresó guasón sin poder dejar de reírse a carcajadas
-¡Ahí va; que se me había olvidado!- exclamó también riéndose desenfadada mientras intentaba limpiarse con las yemas de los dedos por debajo de los ojos corriéndose aún más el negro producto en vez de limpiárselo, Ricardo no podía parar de reírse
 -Sigue, sigue... un poquito hacia la derecha cielo, que ya te vas pareciendo cada vez más a un indio en pie de guerra- se burló chistoso señalándole la mejilla derecha con su dedo índice
-¡Serás idiota!- protestó sin tampoco poder dejar de reírse divertida
-Anda, ven aquí india arapahoe- expresó compasivamente tierno tomándola de la mano y acercándola a él; ella se dejó llevar y él, posando suavemente su mano izquierda en la nuca de Lucía para afianzar su cabeza, comenzó a limpiarle el rostro con los dedos de su mano derecha mientras se sonreían dulcemente- nunca entenderé esta manía que tenéis las mujeres de embadurnaros la cara con chapapote- indicó desenfadado sin detenerse en sus tiernas caricias intentando retirarle los manchones negros de la cara
-Para estar guapas- expresó coqueta Lucía elevando las cejas en un claro gesto de resolución
-¡¡Pues menuda tontería!! porque la que es fea, ni una tonelada de pintura conseguirá nunca el efecto contrario; ni la que es bonita...-se quedó callado unos segundos mirándola fijamente a aquellos preciosos ojos claros que lo miraban interesada en su comentario- …lo necesita- resolvió en apenas un murmullo ya perdido en aquellos hermosos ojos tan sumamente dulces y chispeantemente alegres -¿Y yo en cuál de esos dos grupos me tengo que incluir?- preguntó divertida y coqueta sin tampoco poder dejar de mirar los bellos ojos de Ricardo tan negros y profundos como una noche sin luna rodeados de aquellas largas y espesas pestañas
-¿Tú? En las feas, por supuesto- resolvió rotundamente categórico mirándola burlonamente entretenido
 -¡¡Oye!! Pero... ¡¿tú qué dices?!- exclamó pasmada por aquel inesperado comentario contrario a lo que esperaba oír palmeándole fastidiada el ante brazo con su mano abierta, Ricardo explotó en una sonora y jocosa carcajada- ¡¿Será posible que mal ojo tengo para los hombres?! ¡¡Con menudo caballero de pacotilla fui a quedarte en bragas!!- protestó chistosamente ultrajada mirándolo haciéndose la ofendida a los ojos, él no podía dejar de reírse; aquellos lindos ojos negros se llenaban de alegres lágrimas provocadas de la inmensa risa- ¡Di la verdad si tienes lo que hay que tener!!- le retó decidida mirándolo presumida mientras le golpeó con su puño cerrado en el hombro, él se tiró de nuevo de cabeza al agua alejándose de ella sin contestarle- ¡¡Vuelve aquí so cobarde!! ¡¡No huyas y regresa a decirme la verdad a la cara!!- le increpó alborozada mientras lo observaba alejarse bajo el agua hacia el medio del lago- ¡Cobarde, poco hombre! ¡Y yo que creía que los hombres de campo eran más sinceros que los de la ciudad...!- expresó picajosa caminando de regreso a la orilla, de pronto soltó un tremendo chillido de sobresalto cuando, sin oírlo acercarse, Ricardo inesperadamente la retuvo por detrás posando suavemente sus manos en su cintura
-¿Qué quieres que diga?- le habló dulcemente al oído, Lucía sintió un delicioso escalofrío recorriéndole la espalda- ¿qué eres bonita? ¿Muy bonita? ¿Realmente preciosa? ¿Qué Luna tiene bien a quien salir con una abuela tan hermosa?- siguió hablándole zalamero pero sin ni siquiera rozarla ni un momento, solo sus manos sujetaban dócilmente la cintura de Lucía que sentía un deleite extremo que le recorría el cuerpo entero erizándole la piel escuchando aquella varonil voz acariciándole suavemente los oídos
-Vas bien, sigue...- expresó guasona sin poder evitar recostarse extasiada contra el pecho de Ricardo, él rió pícaro
-¿Y que eres... una coqueta redomada que no se cansa de oír halagos?- aclaró rotundo y la hundió con decisión en el agua
-¡¡No Ri...!!- gritó espantada al verse llevada al fondo por su cintura pero ya no tuvo tiempo de exclamar nada más: se encontró sumergida totalmente hasta casi acabar sentada en el fondo del lago, mitigadas por el agua, le llegaba las carcajadas alegremente burlonas de Ricardo- ¡¡Serás idiota!!- exclamó así logró regresar a la superficie entre espasmódicos golpes de tos provocados por el tremendo trago de agua que sufriera aunque tampoco podía dejar de reírse- ¡Esta me la pagas!- clamó vengativa y se lanzó a por él intentando hundirlo pero resultaba más difícil de lo que esperaba y, entre risas alegremente divertidas y juegos totalmente inocentes, acabaron enredando en el agua como dos niños.
Ya casi era noche cerrada cuando llegaban a casa sobre Rayo que iba con un paso dócil y parsimonioso mientras ellos seguían riéndose alegres y, sobre todo, felizmente entretenidos con la cháchara que mantenían. Observaron a Luna disfrutando sobre el blanco Lucero mientras Mario y Lara, sin despistarse de la pequeña, enredaban juguetones.
-¿Entre esos dos hay algo más que amistad, verdad?- expresó desconfiado Ricardo al ver como entre sus jugueteos no podían disimular caricias mimosas que se entregaban mirándose melosos el uno al otro
-¿Y si lo hubiera... te parecería mal?- expresó titubeante Lucía mirándolo inquieta a los ojos
-¡¿A mí?! ¡¿por qué?!- exclamó atónito mirándola pasmado por aquella pregunta, Lucía solo movió dudosa los hombros sin atreverse a comentar nada- Lara, desde pequeña, siempre fue una niña muy juiciosa con la que nunca tuve ningún problema con los amigos que escogía, mucho menos como para hacerlo ahora a su edad; y referente a sus relaciones, creo que es lo suficientemente mayorcita para saber lo que hace, además siempre dije que llegado el momento jamás me inmiscuiría: nunca haría pasar a mi hija por lo que su madre y yo sufrimos- explicó muy sereno, Lucía sonrió dulcemente comprensiva
-Realmente Larita es, además de una muchacha muy hermosa, una chiquilla maravillosa con los pies muy bien puestos sobre la tierra y las ideas muy claras de lo que quiere- declaró complacida Lucía -Lo sé, es igualita en todo a su madre y estoy muy orgulloso de mi pequeña- respondió con enorme satisfacción, Lucía le sonrió tierna
-¡Ya era hora de que aparecieras! ¿Se puede saber dónde rayos te has metido toda la tarde?- regañó seriamente Lara al verlos llegar; Leo salió raudo del establo al oír a Lara y servicial sujetó las riendas de Rayo
-¡Oye niña, que yo sepa nunca te pregunté dónde ibas o de dónde venías para que tú vengas ahora a hacérmelo a mí ¿no crees?!- protestó rotundo Ricardo descabalgando a Lucía sujetándola por la cintura con un solo brazo y dejándola muy suavemente de regreso en el suelo como si apenas le pesara
-¡¡Pero ¿tú qué rayos has estado haciendo, mamá!!?- exclamó Mario pasmado mirando atónito a su madre que lo miró desconcertada sin comprender aquella pregunta- ¿has visto que pinta traes? el pelo empapado, la ropa mojada...- expresó totalmente perplejo mirándola muy intrigado, Lucía rió retozonamente feliz y tampoco Ricardo pudo evitar reírse pícaro mientras descendía de Rayo -Ricardo me ha llevado a un sitio precioso que no puedes irte sin ir a ver hijo: es un auténtico paraíso lleno de tranquilidad y silencio donde hay una cascada impresionante que forma un hermoso lago con unas aguas calmas y cristalinas rodeado de maravillosa vegetación...- expuso deleitadamente impresionada, ella y Ricardo se miraron a los ojos y no pudieron evitar sonreírse traviesamente cómplices; Leo, Mario y Lara se entrecruzaron una mirada extrañada por las risitas bribonas de aquellos dos- ¡¿y qué quieres? no pudimos resistirnos y nos tiramos al agua!!- expresó revoltosa moviendo desarmada los hombros como una niña pequeña tras una cometer una travesura; Leo soltó una sonora carcajada mientras se llevaba dentro del establo a Rayo
 -Pero mira que sentido tienen estos dos- exclamó desarmada Lara mirándolos divertida por su chiquillada
-Bueno, mirando la pinta que traen: al menos los muchachitos lo han hecho vestidos- bromeó guasón Mario jugando a tomar el rol de un padre preocupado, pero la mirada retozona que aquellos dos se cruzaron y sus risitas revoltosas lo hicieron sospechar- ¿o no fue así acaso?- expresó desconfiado mirando mosqueado a ambos que siguieron riéndose pillos
-Mejor será que nos vayamos a cambiar, está refrescando y aún vamos a coger una pulmonía con estas ropas mojadas encima- resolvió esquivo Ricardo tomando suavemente por el brazo a Lucía llevándosela de allí en dirección a la casa
-¡¡Ahora se acuerda de la pulmonía este caballero sin sentido; con lo fría que aún debe estar el agua del lago en esta época del año!!- regañó de forma muy maternal Lara
-Pues no, estaba buenísima ¿a qué sí Ri?- replicó jovial Lucía mirando picaruela a Ricardo y volvieron a reírse revoltosos
 -¡¡Uy que dos...!!- expresó con recochineo Mario y él y Lara también rieron divertidamente entretenidos mientras recogían a Luna de encima de Lucero y, tras Lara palmear suavemente su cuadril y el caballo regresar solo al establo, también regresaron a casa

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