miércoles, 19 de agosto de 2015


      Regresaban al rancho en el coche de Ricardo mientras Leo les seguía muy de cerca llevando a su madre con él. Mario iba sentado atrás con Lara cobijándola muy tierno y amoroso entre sus brazos y besándola apasionado de vez en cuando en la cabeza que ella recostaba gustosa contra su pecho. El pequeño Alejandro no paraba de moverse de un lado a otro dentro del vientre de su mamá colocándose a veces de tan mala manera que provocaba gran incomodidad a Lara y se revolvía molesta intentando que cambiara de posición de nuevo
-¿Qué te pasa gatita? ¿Estás incómoda así? ¿Te molesto?- indicó cohibido Mario soltando sus brazos de entorno a Lara a la cuarta vez que se removió fastidiada
-No, que va; no eres tú: es tu hijo que ahora no para y, cuando no me está clavando un pie en las costillas, me está presionando el costado con la cabeza como si quisiera hacer un butrón para escapar y ya no sé cómo ponerme, buff- protestó chistosa aunque algo mortificada, Mario y su padre echaron una alegre y divertida carcajada
-Ya veo que no para quieto amor, es cierto que siempre fue muy inquieto, pero es que hoy está eléctrico- expresó deleitado Mario acariciando con gran ternura el vientre de Lara
-Claro, tiene energías de más acumuladas ¡¡Con la siestaza que se echó toda la noche no me extraña!!- bromeó socarrón Ricardo mirando con tierna pasión a su hija por el espejo retrovisor
-Pues tu nieto bien pudo quemar algo de esas energías y no darnos el susto que nos dio ¿no crees?- expresó jovial Lara mirando fastidiada a su padre también a través del espejo retrovisor y los tres volvieron a reírse plenamente divertidos y sobre todo felices de que todo solo hubiera sido un eso: un susto. De nuevo el pequeñín se movió frenético de un lado a otro- ¡¡Hala, y seguimos moviéndonos!! ¡¡Dios mío, solo espero que al nacer cambie porque, si sigue siendo así de inquieto y saltarín, no va a tener bastante con toda la finca del rancho para brincar!!- exclamó derrotada acariciando con contundencia su vientre para ver si lograba serenarlo un poco volviendo a provocar las carcajadas amenas de ambos hombres
-Princesa mía...- expresó lleno de ternura Ricardo mirando con pasión a su hija por el espejo retrovisor de nuevo- nuestro Alejandro es igualito a su madre, corazón: tú también eras como un potrillo salvaje que no paraba quieta ni un minuto y tu madre también pasó de las suyas contigo dentro- habló con deleite mirando encandilado a su hija que le sonrió dichosa y feliz por aquella confesión que ella ignoraba- y te puedo asegurar... ¡¡que no cambiaste nadita al nacer, seguiste siendo una maravillosa y alocadita potrilla sin parada pero además: terca y cabezona!!- aclaró burlonamente guasón
-¡¡Papá, ya te vale caray!! ¡¡Con lo bonito que te estaba quedando!!- protestó fastidiada Lara mirándolo sumamente ofendida por aquella descripción tan inoportuna
-¡¿Qué?! ¡¡Solo digo la verdad, ratita; sabes que no miento nunca!! ¡¡Y, sino me crees, pregúntale a nana que la tenías loca todo el día andando de un lado a otro buscándote desesperada!!- se defendió divertidamente resuelto y ella volvió a bufar mimosamente hastiada, Mario no pudo contener una sonora carcajada oprimiéndola dulcemente contra su pecho y la besó amorosamente compasivo en la cabeza.
Pasaron el resto de la tarde tranquilamente en el rancho rodeados del cariño incondicional de todos olvidándose por aquel día del grave problema que les esperaban en breve. Al caer la noche y tras una reconfortante y copiosa cena preparada por las maravillosas manos de nana, regresaron a casa siendo despedidos por todos a las puertas de la casa.
-Bueno, será mejor que nosotros nos retiremos ya a dormir que mañana es lunes y toca madrugar para tenerlo todo listo cuando llegue el autobús de niños a las nueve de la mañana- aclaró resuelto Pedro palmeándole amistoso el hombro a su hijo Leo que asintió conforme con la cabeza. Tras despedirse desenfadados de Ricardo y Lucía, le echó amoroso el brazo por encima de los hombros de su esposa y, junto a su hijo Leo, se encaminaron en dirección a su casa- ¡¡Ah Richi, se me olvidaba decirte!!- exclamó de pronto volviéndose para mirarlo; Ricardo lo observó intrigado- esta mañana ha venido una mujer a la escuela de equitación; dijo que volvería a la tarde que le interesaba hablar contigo, pero como no regresó, me olvidé completamente de ella- aclaró despreocupado
 -¿Una mujer? ¿Y en domingo?- expresó frunciendo extrañado el ceño, Pedro asintió con la cabeza; Ricardo hizo un gesto de completo desconcierto por aquella noticia elevando sus pobladas cejas completamente blancas como su abundante pelo de la cabeza- ¿y no sabes por un casual de qué le interesa hablar conmigo?- indagó curioso
-Dijo algo de que llegó hace poco a la ciudad y que es muy aficionada a la equitación, que donde vivía antes lo practicaba casi diariamente y le interesa saber si le alquilarías un caballo para seguir haciéndolo aquí- explicó moviendo desentendido los hombros como sin darle importancia; pero Ricardo lo conocía muy bien de tantos años juntos y se dio cuenta al instante que algo no le concordaba a su buen amigo
-¿Qué pasa Pedro? ¿Qué más hay?- interrogó suspicaz mirándolo desconfiado a los ojos
 -Nada más- resolvió moviendo decidido los hombros de nuevo, pero Ricardo siguió mirándolo fijamente a los ojos y el hombre suspiró profundamente- De verdad que no hubo nada más; pero es que no me gustó para nada esa mujer Richi, no sé por qué pero no me dio buena espina...- declaró muy receloso moviendo desconfiado la cabeza a los lados, Ricardo volvió a fruncir confundido su ceño- además... que me aspen si sé por qué lo hice Richi, pero la primera reacción que tuve así se fue esa mujer, fue decirle a nuestra princesita que si ella volvía por aquí no se le ocurriera acercársele y menos estando sola- expresó ahora sí totalmente descolocado y sin poder creerse lo que había hecho, todos se quedaron callados mirándose extrañamente intrigados unos a otros por aquella declaración del bueno de Pedro- es que no lo entiendo... no sé por qué hice tal cosa la verdad...- murmuró totalmente incrédulo
-¿Y la conocías de algo papá?- curioseó intrigado Leo
-No, estoy seguro que no la conozco de nada hijo... aunque había algo en su rostro que se me hacía muy familiar... pero que muy familiar...- expresó quedándose ensimismado intentando encontrar ese “algo” que el bello rostro de aquella despampanante mujer le recordaba y no podía precisar qué era -Bueno, si no ha vuelto mejor porque desde ya os aviso que aquí no prestamos caballos para montas libres ni alquilamos caballerizas para caballos de fuera, no quiero tener desconocidos recorriendo la finca libremente sin ningún tipo de control o vigilancia y menos ahora que pronto no será una sino dos las criaturas que andarán correteando por todo el lugar; vivimos muy tranquilos para a lo mejor complicarnos la vida por un poco más de dinero, con la escuela y las sesiones terapéuticas con los niños discapacitados tenemos más que suficiente- aclaró rotundamente decidido Ricardo y todos estuvieron muy de acuerdo con su inteligente resolución- y referente a lo que le has dicho a nuestra chiquitina, no te rompas más la cabeza amigo mío que has hecho muy bien: la verdad es que nuestra princesita es bastante confiada y demasiado hermosa, y hay mucha gente rara por este mundo, cada vez más... y cuando tu primera reacción fue esa: por algo sería y has hecho perfectamente previniéndola de esa manera- resolvió agradecidamente complacido; Pedro le sonrió satisfecho por sus palabras y al fin él y su familia se fueron a casa.
Ricardo se volvió hacia la casa pero se detuvo al ver que Lucía no le seguía, la miró intrigado descubriéndola mordiéndose distraída una uña y muy ensimismada
-¿En qué piensas mi vida?- le habló meloso besándola dulcemente excitante en el cuello sacándola de sus pensamientos, ella sonrió deleitada ante aquel delicioso y provocador mimo
 -¡No puedes imaginarte la curiosidad que me entró con esa mujer! ¡Ojalá regrese, porque me gustaría saber que le vio el bueno de Pedro para darle tanta desconfianza! ¿a ti no?- expresó intrigada mirándolo con gran curiosidad, él rió divertido
 -Yo no soy tan cotilla como tú mi ratita presumida- declaró chistoso besándola tierno en la punta de su perfecta y estilizada nariz, ella rió divertida- además, en estos precisos momentos...- le susurró meloso besándola ardientemente de nuevo en el cuello-... solo hay una mujer que ocupa totalmente mis pensamientos...- siguió musitando mientras le recorría excitantemente el cuello provocando en Lucía una pasión extrema, cerró deleitada los ojos recostándose gustosa contra su pecho- ...y si ella supiera las ganas incontrolables que tengo de hacerle el amor... no creo que estuviera perdiendo el tiempo de esta manera- declaró llenó de pasión rodeándole la cintura con sus brazos aprisionándola fervientemente contra su cuerpo, Lucía sonrió pícaramente satisfecha y lo miró deseosa a los ojos
 -¿Y a qué estás esperando grandullón? ¡¡Ella no es adivina, demuéstraselo de una vez!!- lo desafió juguetona, Ricardo rió divertido y, tomándola en brazos, se la llevó dentro de la casa mientras Lucía soltaba jocosos grititos de auténtica delicia sujetándose gozosa al cuello de Ricardo.
 Habían llegado a casa y Mario aparcó delante de casa como siempre sin percatarse del Mercedes negro con lunas tintadas que estaba aparcado casi frente a ellos al otro lado de la calle. La mujer que esperaba dentro fumándose su tercer o cuarto cigarrillo, se enderezó impaciente al verlos llegar por fin apagando rápidamente el cigarrillo en el cenicero del coche. Luna se había quedado dormida sobre el asiento trasero como le ocurría siempre que regresaban del rancho agotada de tanto disfrutar por la finca. Mario la recogió tiernamente en brazos y, seguido tranquilamente por Lara, se la llevó dentro de la casa bajo la atenta mirada de aquella mujer que seguía dentro del Mercedes negro. Examinó ansiosa las dos ventanas superiores que daban al frontal de la casa y que se iluminaron desde dentro por una tenue luz, sonrió vanidosamente complacida: conocedora muy bien de aquella casa, sabía que aquella tenue iluminación provenía de la luz del pasillo; se encendió otro cigarrillo y esperó algún otro movimiento en el piso superior.
Mario llevó directamente escaleras arriba a Luna seguido de Lara que iba encendiendo atenta y apagando a su paso las luces de la casa para que no tropezaran y la acostó en su camita. Lara le ayudó a descalzarla mientras él la desnudaba hábil y con mucho tiento para no despertarla; pero cuando había dejado a la pequeña con su coqueto conjunto de perlé de camisita de tirantes y braguita, Mario la besó apasionado en la frente cubriéndola con solo la sábana y, sin más explicación, recogió impetuoso a Lara en brazos sacándola del dormitorio de la niña
-Pero ¡¿Qué haces Mario?!- exclamó asombrada pero él, riéndose pícaro y sin contestar, se la llevó al dormitorio principal apagando con el codo la luz del pasillo- ¡Mario, por Dios bendito ¿quieres acabar de ponerle el pijama a nuestra hija?!- protestó sin dar crédito a lo que Mario hacía
-Las noches aún están calurosas y no cogerá frío; y yo no puedo esperar más amor mío, estoy que reviento- expresó llenó de deseo atrapando ambicioso la boca de Lara que, sonriendo complacidamente deleitada, le correspondió tan ardiente y apasionada como él.
Al verse apagar la luz del pasillo y quedarse la casa a oscuras, la mujer del coche no pudo más que imaginarse que venía a continuación conociendo tan bien como conocía a Mario
-¡¡Disfrútalo desgraciada, que no te durará mucho!!- expresó llena de cínica repulsa apagando con rabiosa furia su cigarrillo en el cenicero y arrancó el vehículo con tanta celeridad que hizo chirriar sus ruedas en el asfalto.
Mario, sin preocuparse ni percatarse absolutamente de nada de lo que ocurría fuera de su casa, dejó con mucho cuidado a Lara en el suelo y, sin dejar de saborearse mutuamente aquellas deliciosas bocas que los trastornaban, empezaron a quitarse el uno al otro la ropa con premura hasta quedar completamente desnudos. Mario acarició aquel suave y hermoso cuerpo que lo enloquecía mientras seguían saboreándose cada vez más frenéticos y ambiciosos y hundió sus dedos en el sexo de Lara encontrándoselo deliciosamente húmedo ya. Sonrió pícaramente satisfecho
-Yo estoy que reviento gatita, pero tú no te quedas atrás- expresó maliciosamente guasón y ella rió traviesa
-A ver si piensas que solo eres tú el que llevas dos días sin sexo- le reprochó socarrona y ambos rieron divertidos; Mario volvió a atrapar avaricioso la boca de Lara y la recostó sobre la cama dejándose ella llevar con sumo gusto. Recorrió despacio aquel cuerpo  que le sabía a gloria con sus labios hasta llegar a su sexo donde hundió su boca sin piedad y empezó a enredar hábil con su lengua en el clítoris de Lara que al poco ya gemía impaciente de traspasar aquella maravillosa locura que saturaba inclemente sus entrañas; Mario quiso acelerarla y se ayudó de dos de sus dedos que introdujo en el sexo de Lara moviéndolos habilidoso al tiempo que seguía jugando con su lengua en su clítoris hasta que logró hacer explosionar aquella inmensidad dentro del cuerpo de Lara haciéndola gozar de un placer indescriptible a su paso por cada recodo de su cuerpo por dentro; sin más demora, Mario se acostó a su lado y ella se montó rauda sobre él enfundándose total y profundamente aquel hermoso y erecto miembro dentro suyo sin ninguna consideración provocando en ambos un gemido de sumo éxtasis al sentirse al fin ensamblados. Lara comenzó a cabalgar ambiciosa de más sobre él pero Mario la sujetó suave pero firme de las caderas deteniéndola en su apresurada montada -Despacio gatita o no llegará a nada y te quedarás a medias; te dije que estoy apurado- previno socarrón mirándola deleitado por sus ganas insaciables; Lara sonrió dulcemente derrotada y, atrapando ardiente la boca de Mario con la suya, se dejó llevar obediente. Él la guió despacio, dulce, cariñoso… pero sabiendo muy bien como moverla para rozar preciso su pene contra el clítoris de Lara para satisfacerla al máximo y ella no tardó mucho en volver a exhalar otro profundo y lleno de deleite gemido de extrema complacencia al tiempo que todo su cuerpo se estremecía suavemente debido al maravilloso orgasmo que volvía a recorrerle el cuerpo entero. Oír sus gemidos y sentirla estremecer bajo sus manos de placer, complació sumamente a Mario pero lo aceleró de tal manera que ya no pudo contenerse más- date la vuelta gatita, no aguanto más- le susurró impaciente y ella obedeció poniéndose a cuatro patas sobre la cama, Mario se posicionó de rodillas detrás de ella y, sujetándola suave pero firme por las caderas, la penetró implacable por detrás hundiendo totalmente su pene dentro de Lara y empezó a embestirla una y otra vez casi con frenesí hasta que él también logró alcanzar lo más sumo del placer en un maravilloso estallido final que lo dejó plenamente satisfecho y lleno de encantadora complacencia. Se dejó caer exhausto pero pletórico de gozo a su lado y Lara, sonriéndole llena de dicha, se abrazó gustosa a su cuerpo; Mario la rodeó amoroso con sus brazos oprimiéndola dulcemente contra él al tiempo que la besaba con auténtica pasión en la frente y se quedaron plácidamente dormidos sin apenas darse cuenta agotados de la fantástica sesión de placer que habían vivido con total plenitud.
-Despierta dormilona, que ya son las ocho- le susurró meloso Mario besándola ardiente en el cuello, ella gimió de gusto sonriendo sumamente complacida por aquella deliciosa caricia de los labios de Mario y percibió el excitante y adorable perfume de Mario, ya se había duchado
-Un ratito más- protestó mimosa rodeándole el cuello con los brazos y obligándolo a acostarse a su lado, él rió divertido dejándose llevar
-No me sea enredanta que su hija la mayor ya se despertó y no querrá que aparezca de pronto y nos pille en plena faena ¿verdad? Hubiera despertado antes señorita- le regañó amoroso besándola tierno en los labios, ella movió la boca hacia un lado en claro gesto de fastidio y él rió divertido- anda mi perezosa gatita, vamos que he traído de esos bollos que os encantan a ti y a Luna para desayunar y te aviso que ella ya está dando buena cuenta de ellos- avisó chistoso levantándose de su lado y, sentándose al borde de la cama, empezó a abrocharse sus botas que era lo único que le faltaba por vestir del uniforme
-¿De nueces?- preguntó gustosamente interesada arrodillándose sobre la cama abrazándose a su cuello por detrás
-Sí mi dulce gatita, de nueces- resolvió encantador besándola suavemente en la punta de su respingona nariz y ella sonrió satisfecha besándolo agradecida en los labios, él también sonrió deleitado. Se levantó resuelta de la cama y, tras vestirse su bata blanca ocultando su total desnudez, abrió las ventanas del dormitorio para ir ventilando. Pero cuando ya se iba a retirar de la ventana, le llamó la atención aquel coche negro de ventanillas tintadas parado frente a la casa que nunca antes había visto y se quedó mirándolo intrigada
 -¿Qué miras tanto mi ángel?- preguntó curioso Mario rodeándola por detrás con sus brazos posando con ternura sus manos sobre su vientre mientras la besaba amoroso de nuevo en el cuello; ella se quedó callada unos segundos más observando aquel coche que le llamara tanto la atención pero no sabría explicar por qué
 -Nada cielo, no me hagas caso- decidió contestar finalmente suspirando profundamente y, volviéndose hacía él, le rodeó el cuello con sus brazos- ¿vamos a desayunar antes de que tu ardillita me deje sin pastelitos?- le propuso melosa besándolo mimosa en los labios; Mario sonrió encandilado y desaparecieron de la ventana bajando abrazados tiernos a la cocina. Pero Lara no pudo evitar echarle otra visual a aquel coche cuando pasaron por delante del ventanal de la sala
-Buenos días Larita, cada día se te pegan más las sábanas ¿eh dormilona?- le indicó guasona la pequeña así los vio entrar en la cocina y ellos rieron divertidos
-Buenos días mi ángel- respondió besándola con pasión en la cabeza sentándose a su lado mientras Mario se encargaba de recoger la cafetera de encima del mueble al otro lado de la cocina y, tras sentarse al otro lado de Luna, se dispusieron a desayunar. Con el alegre parloteo ya de buena mañana de la pequeña, Lara se olvidó por completo de aquel coche negro.
 -¡El bus!- exclamó Luna al oír la bocina y besó la mejilla de su padre mientras se bajaba rauda del taburete; Lara se adelantó a recogerle la mochila que siempre dejaba sobre el sofá al bajar y, ayudándole a ponérsela en la espalda, salieron al porche. Lara no pudo evitar que sus ojos volvieran a quedar atrapados en aquel dichoso coche que allí seguía, inmóvil al otro lado de la calle; Luna la besó con gran pasión en la mejilla y, tras dejar un tierno beso en la pancita de Lara, corrió hacia el bus amarillo parado frente a la verja de la casa y se despidieron como hacían siempre sacudiendo sus manos por la ventanilla hasta que se perdieron de vista. Aunque Lara no podía dejar de observar de refilón a aquel dichoso coche. La estaba empezando a inquietar muchísimo que estuviera allí tanto tiempo parado pero seguía sin saber por qué no le gustaba, por qué le daba tan mala espina si era simplemente un coche más... sí, un Mercedes maravilloso y algo caro para aquella zona donde vivía solo gente obrera, pero solo un coche al fin y al cabo...
-Me voy cielo, que se me hace tarde- la sobresaltó al sacarla de golpe de su concentración Mario besándola dulcemente los labios, él la miró sorprendido por aquel inesperado estremecimiento suyo- ¿qué te pasa mi ángel?- indagó intrigado
-Nada ¿qué me va a pasar?- respondió desenfadada moviendo despreocupada sus hombros mientras le sonreía resuelta, pero Mario siguió mirándola nada conforme
-¿De verdad que te encuentras bien cielo?- insistió desconfiado mirándola fijamente a los ojos intentando descubrir que le sucedía, ella volvió a sonreír muy serena
-Claro que estoy bien, no seas bobo; anda vete o se te hará demasiado tarde y sabes que no me gusta que corras- expresó desenvuelta besándolo amorosa en los labios, Mario aún la miró detenidamente a los ojos unos segundos más y, de pronto, le sujetó suavemente por la nuca acercándola a él y posó su frente cariñosamente contra la de ella
-Prométeme que vas a estar tranquila, que no vas a agotarte mucho y no vas a estar todo el día de pie e intentarás descansar algo- le habló rotundo pero muy tierno, ella sonrió encandilada
-Prometido- le respondió sincera besándolo melosa en los labios, él sonrió complacido y se besaron pausadamente pero muy apasionados saboreándose deliciosos, entregándose todo ese gran amor que sentían mientras se fundían en un abrazo en donde se percibía todo el deseo de sus cuerpos; se retiraron desganadamente sin poder parar de depositarse dulces toques en los labios una y otra vez hasta que Mario por fin se alejó hacia su coche; pero apenas había entrado en él cuando se bajó de nuevo y corrió a lado de Lara- Toma cielo, hazme el favor de volver a rellenarlo o se me olvidará y ya no quedan inyecciones y muy pocas pastillas- indicó entregándole el pequeño botiquín azul que siempre llevaba en la guantera del coche mientras la besaba dulcemente en los labios, besó con verdadera pasión el vientre de Lara como su hija había hecho y se marchó definitivamente mientras se despedían con la mano sin dejar de sonreírse enamorados.
Así el coche de Mario desapareció de la visión de Lara, ella se volvió para entrar en la casa pero, un movimiento inesperado al otro lado de la calle, la hizo voltearse de nuevo llena de curiosidad. La portezuela de aquel flamante Mercedes negro se había abierto bajándose de él una mujer impresionante que a Lara la dejó boquiabierta. A pesar de llevar unas enormes gafas de sol, se veía claramente que era hermosa, muy hermosa, además de muy alta y con un cuerpo despampanante enfundado en un elegante traje negro cuya chaqueta de corte smoking sin nada debajo dejaba ver el hermoso canalillo de unos impresionantes pechos y una falda súper ceñida a unas bellas caderas y unas piernas preciosas sobre unos tacones de vértigo. Llevaba una larga y rizada melena castaño claro cuyos suaves y sueltos rizos se movía elásticos bajo sus elegantes aunque algo felinos pasos cruzando la calle dirigiéndose decidida y resuelta hacia Lara mientras le sonreía amistosa mostrando una sonrisa realmente bonita con unos dientes perfectos. Se paró delante de la cancela y se quitó lentamente las gafas de sol, mostrando unos preciosos e impactantes ojos grises que miraban fijamente a Lara.

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