jueves, 27 de agosto de 2015


     Ya el sol se había puesto cuando al fin le dieron el alta hospitalaria a Lara y pudieron volver a casa. Mario la ayudó tierno a tumbarse sobre el sofá mientras nana ya la cubría cariñosa con una manta, Lara se recostó gustosa contra el pecho de Mario cuando se sentó a su lado al tiempo que él la recogía amoroso entre sus brazos mientras charlaba entretenido con el resto acomodados en los otros sofás
-Voy a preparar algo de cena que se hace tarde- resolvió dispuesta nana levantándose de junto su esposo Pedro con el que compartía un sofá pequeño
-Te ayudo nana- se ofreció servicial Lucía besando tierna la mejilla de Ricardo ante de erguirse de su lado
-Yo también hecho una mano- se apuntó desenfadada Laila y las tres mujeres se metieron en la cocina mientras el resto seguían hablando amenos. El teléfono de casa empezó a sonar sobre la mesita auxiliar a lado de Mario que recogió al instante examinando la pantalla
-¿Quién es cielo?- indagó curiosa Lara
 -No sé, no conozco el número...- repuso desenfadado y descolgó- ¿Sí?
-¡¡Papi!!- sonó la alegre y dulce voz de Luna a través del teléfono, el rostro de Mario se iluminó al instante de manera asombrosa
 -¡¡Ardillita, mi amor ¿cómo estás mi chiquitina?!!- exclamó entusiasmado al escucharla
 -¡¿Es nuestra niña?!- expresó emocionada Lara enderezándose y quedando sentada en el sofá mirando ilusionada a Mario que asintió con la cabeza sin dejar de sonreír pletórico de dicha al oír a su niña- ¡¡Déjame hablar con ella por favor Mario, por favor!!- suplicó eufórica intentado quitarle el teléfono, Mario sonrió dichosamente divertido al verla tan emocionada como él de escuchar a su hija -¡¿Oí bien hijo?! ¡¿Es nuestra chiquita?!- clamó entusiasmada Lucía apareciendo de nuevo en la sala apresuradamente junto a Laila y nana, todos rieron enternecidos y Mario puso el manos libres
 -¿Mi chiquitina, mi niña preciosa, de verdad eres tú?- expresó llena de amor y emoción Lara
 -Sí mamaita, soy yo; Bea me dejó llamaros para daros la buenas noches; es una chica muy guay- contestó con su alegría habitual y todos sonrieron deleitados saludándola al tiempo, la pequeña parecía realmente feliz de oírlos a todos
 -¿Quién es Bea mi ardillita?- indagó lleno de curiosidad Mario
 -Trabaja en esta casa, papi; es como nana en el rancho pero ella solo limpia, aquí quien cocina es Berta- aclaró resuelta y todos comprendieron que era la asistenta, volvieron a sonreír enternecidos -¿Qué tal te lo estás pasando mi chiquitina?- se interesó inquieta Lucía
-¡¡Muy bien abuelita!! Edu y Bea son muy divertidos; bueno, Berta también es muy buena, pero Edu y Bea son guays: estuvieron toda la tarde jugando conmigo... ¿y sabes papi? ahora Edu nos hizo una tienda de campaña en la habitación de Bea con una manta y unas sillas para que durmamos de acampada las dos- explicó divertida y entusiasmada, todos volvieron a sonreír animados
-¿Y quién es Edu mi ángel?- indagó curiosamente intrigado Mario
-Edu es el conduce ese coche grandote en el que vine a esta casa papi- aclaró desenfadada; Mario frunció desconfiado el ceño y el resto lo miraron prevenidos
-Ardillita... ¿y con Sol? ¿Cómo te estás llevando con Sol mi chiquita?- preguntó sin dar importancia aunque entrecerraba suspicaz los ojos
-Ni bien ni mal: como no está papi... así llegamos aquí, se marchó en otro coche y no volví a verla- contestó despreocupada como si le importara bien poco que se hubiera ido
 -¡¡Hija de puta, volvió a dejar sola a mi chiquita!!- masculló enfurecido entre dientes Mario para que la pequeña no le oyera a través del teléfono, todos se miraron unos a otros disgustados al oír aquella noticia de la pequeña
 -Sola no está mi rey, al parecer esa tal Bea y Edu parecen buenas personas y nos la están cuidando; tranquilo- susurró consoladora Lara besándolo amorosa en la sien mientras le acariciaba dulcemente las mejillas intentando calmarlo aunque no pudo evitar mirarlo terriblemente consternada a los ojos; él asintió con la cabeza mirándola con pasión
 -No sé cómo podría pasar todo esto sin ti a mi lado amor mío, no quiero ni imaginármelo- expresó compungido besándola suavemente en los labios, Lara le sonrió tiernamente pasándole amorosa su mano por su mejilla de nuevo
-Bueno, dice Bea que ya me tengo que ir a acostar...- expuso algo más decaída y todos sintieron una punzada en el corazón al saber que ya tenían que despedirse- pero mañana ya nos vemos ¿a qué sí papi? Bea y Edu me prometieron que mañana ya regreso a nuestra casita ¿es cierto verdad papi?- instó llena de esperanza e ilusión
 -Sí mi ardillita, mañana así despiertes ya te regresas y aquí estaremos todos ansiosos esperándote mi ángel- aclaró con rotundidad Mario y percibieron que la pequeña sonreía feliz
-Pues entonces me voy a dormir muy muy rápido para regresar cuanto antes a lado de Alex; cuídalo mientras no regreso ¿eh papi? Que es muy pequeñito- avisó contundente provocando las risas tiernas de todos
-Claro mi ardillita, por supuesto: lo cuidaré tanto como tú cuando estás aquí- aclaró rotundo y la oyeron reír satisfecha
-Chao y besitos a todos que os quiero mucho y ya estoy deseando regresar a casa para veros: os echo mucho de menos- se despidió llena de cariño conmoviéndolos a todos que la despidieron uno a uno con gran pasión antes de que la llamada se cortara.
 -¡¡Desgraciada mal nacida, me quita a mi niña para dejarla con el servicio; la muy hija de puta ni un minuto estuvo con su hija!!- clamó lleno de rabia y desesperación Mario así la pequeña colgó el teléfono
-Tranquilízate amor, por favor- suplicó afligida Lara acariciándole con extrema ternura la nuca de Mario intentando aplacar un poco aquel el tremendo dolor que estaba sufriendo en aquellos momentos
 -Esto tiene que saberlo Alberto, de algo tiene que servir para pararle los pies a esta señora- resolvió rotunda y muy enfadado Ricardo marcando sin perder ni un segundo de tiempo el teléfono de su buen amigo en su móvil mientras se levantaba del sofá y se encaminó hacia la cocina para hablar con el abogado; todos se quedaron en un tenso silencio mirándose unos a otros desarmados y terriblemente conmovidos por no poder hacer nada por su adorada pequeña. Ricardo se asomó a la puerta que comunicaba la cocina con la sala al poco de estar hablando con Alberto a solas- Luci cielo ¿puedes venir un momento por favor?- preguntó amoroso, ella asintió al instante con la cabeza al tiempo que ya obedecía aunque mirando intrigada a Ricardo- Alberto necesita hablar contigo de nuevo...- indicó desenfadado y ambos volvieron a desaparecer en la cocina sin que ninguno de los presentes le diera mayor importancia.
Aún no eran las nueve y media de la mañana del día siguiente pero Mario y Lara ya esperaba nerviosos e impacientes el regreso de su adorada pequeña. Todos observaban con una paciencia infinita y conmovidamente enternecidos como Mario examinaba a cada segundo su reloj de pulsera combinándolo con intensas miradas por el ventanal de la sala observando atento la calle a ver si veía llegar el coche de Sol mientras Lara se movía de un lado a otro de la sala sin poder estarse quieta ni un minuto recolocando los adornos de la sala y ahuecando los cojines del sofá una y otra vez mientras hacía las mismas preguntas repetitivamente
-Cielo ¿has traído los bollos que le gustan a nuestra pequeña, verdad?
-Sí corazón, los he traído- respondía muy pausadamente cansado ya de contestar lo mismo por quinta vez consecutiva al tiempo que volvía a examinar ansioso la calle por el ventanal
-No sé si hacer para comer ese pisto que le gusta tanto o unas pechugas rebozadas; también le encantan...- murmuró indecisa mientras volvía a ahuecar de nuevo los cojines ya mareados de tantas vueltas que le daba
 -¡¿Quieres parar quieta un poco y sentarte?! ¡¡Me estás poniendo nervioso amor mío!!- le increpó impaciente Mario aunque muy cariñoso retirándole el cojín de las manos
 -¡¡Tú eres el que me pone nerviosa a mí ¿quieres dejar las cortinas tranquilas de una vez? Aún falta más de quince minutos para que llegue, Mario!!- respondió alterada palmeándole suavemente pero contundente la mano con la que retiraba nuevamente la cortina del ventanal para otra vez observar la calle; ambos se quedaron mirándose fijamente a los ojos demasiado desafiantes y todos se pusieron tensos y muy nerviosos mirándoles atentamente alertados a la discusión que se mascaba entre ellos... pero de pronto ambos rompieron a reír divertidos fundiéndose en un amoroso abrazo
-Vale, de acuerdo ¿que te parece si nos sentamos  e intentamos calmarnos un poquito los dos?- propuso cariñoso Mario besándola con pasión en la frente
-Totalmente de acuerdo... pero mejor fuera amor, aquí parece que me falta el aire- propuso dulcemente y, sonriéndose conformes, salieron al porche y se sentaron en los escalones aún abrazados con un amor infinito ante la mirada complacida del resto que sonrieron enternecidamente compasivos.
Asombrándolos a todos pues no se lo esperaban, antes de la hora prevista llegó el largo coche negro que había recogido a Luna el día anterior deteniéndose justo ante la verja. Mario se levantó impetuoso del escalón donde estaba sentado con Lara entre sus piernas al tiempo que Luna abría ansiosa la puerta trasera de aquel coche y saltó sin esperar ni un segundo de él
-¡¡Papi, papi!!- gritó entusiasmada corriendo a los brazos de Mario que la recogió lleno de placer oprimiéndola feliz contra su cuerpo, Lara también se puso en pie sonriendo plena de dicha de ver de nuevo a su pequeño tesoro
-Hola mi ardillita preciosa, por fin estás de regreso mi ángel delicioso- exclamó pletórico de felicidad sin poder dejar de abrazarla contundemente contra él mientras la besaba repetitivamente e incansable en sus sonrojados mofletes provocando en la pequeña felices risas encantadas
-¡¡Hola mi mami guapa!!- exclamó mimosa extendiendo sus bracitos hacia Lara que no pudo contener tanta emoción y rompió a llorar abrazando el cuerpecito de su adorada pequeña aún en los brazos de su padre; Mario le pasó dulcemente el brazo por los hombros a Lara y, besándola amoroso en la sien, los tres se fundieron en un hermoso abrazo lleno de placentera complacencia ante la mirada conmocionada de todos; hasta el chófer los miraba emocionadamente compasivo mientras se aproximaba a ellos trayendo el caballito que Luna había olvidado dentro del vehículo
-Señorita Luna, se olvidaba de Polly- indicó muy tierno entregándole el peluche a la pequeña -Gracias Edu- expresó sonriéndole agradecida al tiempo que lo recogía e, inesperadamente, lo besó cariñosa en la mejilla; el hombre sonrió conmovido- mira papi, este es Edu: él y Bea fueron muy buenos conmigo y jugamos a muchas cosas ¿a qué sí Edu?- expresó alegremente dispuesta y ambos hombres se sonrieron agradados
-Muchas gracias por cuidar de mi pequeña- expresó tremendamente agradecido Mario extendiendo su mano hacia aquel hombre
-Fue un auténtico placer, su hija, además de realmente preciosa, es un verdadero encanto de niña; nos ganó el corazón a todos al instante de llegar a la casa, hasta a la gruñona de Berta ¿verdad chiquitina?- respondió sincero y encandilado estrechándole amistoso la mano al tiempo que miraba tiernamente a la pequeña que rió alegremente pícara
-Menos a su madre- escupió resentido y tremendamente irritado Mario, el hombre se puso al instante muy serio mirando apagadamente a Mario y se quedó en silencio mirándolo muy intensamente a los ojos como si estuviera sopesando el decir algo...
-Debo irme- resolvió de pronto demasiado presuroso al tiempo que tomaba aire profundamente- hasta luego señorita Luna, fue todo un placer haberla conocido- se despidió con cariño de la pequeña mientras se colocaba de nuevo la gorra en la cabeza y apresuró su paso de regreso al coche
-¡¡Chao Edu, y no te olvides de darle un besito a Bea de mi parte ¿vale? Que también se portó muy bien conmigo!!- respondió desenfadada sacudiendo su manita a forma de despido; el hombre esbozó una tierna sonrisa complacida mirándola de nuevo encandilado y se metió en el coche alejándose de allí al momento siguiente. Todos, que estuvieran observando la escena muy atentos, bajaron los escalones del porche precipitados rodeando emocionados a la pequeña y saludándola extremadamente felices de tenerla de nuevo con ellos como si en vez de haber pasado un día sin su compañía hubieran estado meses.
-Por favor amor mío, quédate en casa ¿no comprendes que no estaré nada tranquilo viéndote allí, escuchando lo que ese juez decida y con lo que pasó antes de ayer?- imploró suplicante una vez más Mario mirando abatido como Lara acababa de maquillarse en el baño
-Te he dicho que no Mario: lo siento mucho por ti pero esta vez yo también voy y no hay más que hablar- respondió resuelta y totalmente decidida acabándose de perfilar delicadamente sus hermosos labios
 -Pero mi ángel... por favor...- insistió dulcemente besándola amoroso en el cuello en un intento de convencerla
-Te pongas como te pongas hoy voy a ir al juzgado, quiero estar a tu lado escuchando lo que ese juez decida y no pienso cambiar de opinión ¿estamos?- remarcó tozudamente tajante dejando el lápiz labial rojo sobre la pileta del baño mientras lo miraba con una resolución absoluta a los ojos a través del espejo, Mario resopló derrotado dándose por vencido: cuando Lara se obstinaba en algo, sabía que no había manera de hacerla cambiar de opinión.
Sentado de nuevo ante aquella mesa delante de todo y a lado de Alberto, no podía dejar de mirar enamorado a Lara que le sonreía dulcemente tranquilizadora sentada justo detrás suyo pertrechada con gran mimo por su padre y Lucía mientras esperaban nerviosos a que el juez en el estrado terminara de repasar los documentos que tenía delante
 -Bien...- habló por fin cerrando el último expediente y miró a Mario y a Sol directamente a los ojos- ¿cómo ha ido la cosa en el encuentro de madre hija del sábado?- preguntó muy interesado en la respuesta observando detenidamente ahora a los abogados de ambas partes
-Podría decirse que la cosa fue... pasable al final, su señoría- respondió muy sereno Alberto aunque miraba muy serio y acusador al juez- pero fue un momento extremadamente traumático para la pequeña, su señoría, he cometido el gravísimo error de no reclamar la presencia de un psicólogo infantil para ayudar en este trance a la pequeña y realmente fue muy muy duro para ella... pero le aseguro su señoría que no volverá a ocurrir- aclaró tajante y enormemente arrepentido y desalentado por su descuido, el juez movió levemente la cabeza asintiendo
-Sí señoría, nosotros también reconocemos que la cosa fue tremendamente difícil para la pequeña y mi cliente se sintió extremadamente mal al ver sufrir de aquella manera a su hijita...- también empezó a exponer el abogado de Sol
-Siiii, se sintió “muy mal” la pobrecilla; daba una pena su cara de sufrimiento...- murmuró asqueadamente sarcástico Mario mirando con un rencor indescriptible a Sol que, percibiendo su dura mirada, solo se atrevió a observarlo levemente de reojo
-Tranquilo mi amor, tranquilo- susurró amorosa Lara echándose ligeramente hacia adelante y posando con extrema ternura su mano en el ante brazo de Mario para darle ánimos; él se la sujetó tierno llevándosela a los labios y se la besó con pasión
-Sí señoría, la clienta de mi estimado colega dio claras muestras de sentirse terriblemente mal...- habló con sorna Alberto recogiendo un sobre ocre de encima de su mesa que abrió resuelto- si su señoría y mi estimado colega me hacen el favor de observar las fotos que les he entregado antes podrán ver cómo “realmente mal” pasó el día la señora... perdón, ahora ya de nuevo: señorita Costas- remedió con total propósito mientras sonreía satírico- Díganos señorita Costas: ¿en qué momento se sintió más mal? ¿Acaso cuándo se fue al salón de belleza “Beatiful woman” apenas quince minutos después de dejar a su hija en la casa...? ¿O cuándo se marchó directamente al club deportivo a tomarse un aperitivo tras una sesión de más de hora y media en el susodicho salón de belleza sin ni siquiera molestarse en pasar a ver a su hija por si no se encontraba bien después del traumático momento que había sufrido la pequeña? Por cierto, para estar usted tan afectada por el sufrimiento de su hija como su abogado dice, se la ve muy radiante y dicharachera...- replicó mordaz mostrando las fotos donde se veía a Sol entrando en un salón de belleza de alto standing de la ciudad y otra riéndose alegre con un grupo de personas en la terraza del selecto club deportivo; Mario miró atónito hacía atrás encontrándose con el rostro radiante de satisfacción de Ricardo, a Lara que sonreía satisfecha y a su madre sonriendo plenamente complacida mientras, tanto el juez como el abogado de Sol, examinaban atentos unas fotografías iguales a las que Alberto mostraba orgulloso en alto para que todos los asistentes en la sala las pudieran ver- o a lo mejor se acordó de su hija y se puso algo triste mientras almorzaba en el “Bon appétit”; muy bien acompañada, por cierto...- siguió hablando ahora mostrando una fotografía donde se podía ver a Sol sentada en una mesa de aquel elegante y caro restaurante acompañada con un hombre desconocido riéndose coqueta. Sol tiró de la manga de la chaqueta de su abogado y le susurró algo al oído que hizo que él asintiera resueltamente conforme -Señoría...- se apuró a levantarse- mi cliente tenía concertados unos compromisos totalmente ineludibles que no pudo cancelar debido a su resolución tan pronta e inesperada- habló rápidamente el abogado de Sol; los ojos de Mario se encontraron con los de Sol que sonrió cínicamente vanidosa llenándolo de miedo e ira: algo se proponía...- pero lo que no sabe mi estimado colega es que mi cliente en ningún instante dejó de saber de su hija, estuvo llamando e interesándose por ella en todo momento, señoría- aclaró con rotundidad mirando con desafío a Alberto; Mario no pudo aguantar la ira
-¡¡Maldita mal nacida; que bien te viene ese inventito del teléfono móvil ¿verdad desgraciada?!! ¡Porque estoy por apostar que eso es mentira, que ni una sola vez llamaste preguntando por tu hija; pero ¿cómo demostrarlo, verdad?!!- gritó fuera de sí mirando a Sol con una rabia desproporcionada en los ojos
-Señor Cabrera...- le llamó contundente la atención el juez pero él no podía apartar sus ojos implacables de Sol ni aplacar la ira que sentía dentro
 -¡¡Dejaste a mi hija sola otra vez maldita desgraciada!!- siguió vociferando desquiciado
-¡¡En ningún momento la dejé sola, estúpido!!- le respondió altanera
-¡¡No, sola no porque tienes empleados en tu gran casona de señorita prepotente porque si no a saber...!! ¡¡Trataste a mi hija como si fuera un burdo paquete que desdeñas a un lado, hija de la gran puta!!- gritó desmedido levantándose impetuoso de su silla enfrentando furioso a Sol con la mirada ya queriéndose lanzar en contra de ella; Alberto lo contuvo a duras penas y Lara Ricardo y Lucía lo intentaron ayudar sujetándolo por los brazos
 -¡¡¡Señor Cabrera, cálmese y contenga ese lenguaje soez o me veré obligado a echarlo de la sala!!!- elevó duramente la voz el juez al tiempo que golpeaba fuertemente su mazo sobre su mesa
-Por Dios bendito Mario, cállate amor mío, cállate- suplicó angustiada Lara acariciándole con ternura la mejilla intentando calmarlo mientras el resto seguía sujetándolo fuertemente, pero Mario ya no atendía a razones y braceaba desmedido intentando soltarse de la fuerte sujeción de Ricardo y Alberto para abalanzarse sobre Sol
 -¡¿Por qué haces todo esto Sol?! ¡¿Dame un solo por qué?! ¡¿Por qué reclamas a Luna si todos sabemos que te importa una puta mierda tu hija?!- siguió bramando haciendo caso omiso a los contundentes golpes que el juez propinaba sobre su mesa con su mazo y a las acongojadas súplicas de Lara
-¡¡Porque voy a hacer hasta lo que no está escrito solo para que jamás en toda tu puñetera vida sepas lo que es la felicidad!!- escupió franca vengativa levantándose también de su asiento enfrentándolo altiva y valerosa y mirando con un desprecio incontenible a Mario que se detuvo en seco en su loco bracear por soltarse quedándose estático y mirando de pronto asombrosamente tranquilo a Sol directamente a los ojos dejando completamente descolocada a toda la sala
-Pues lo siento por ti si eso es lo único que buscas Sol, porque llegas tarde y es algo que es completamente imposible que logres... nunca conseguirás tal cosa ya que yo la felicidad la conozco perfectamente y, aunque te parezca increíble, gracias a ti; tú me diste lo más maravilloso de este mundo Sol, lo que me hace extremadamente feliz y realmente siento lástima por ti porque no te molestaste ni en conocerla: y es a nuestra hija Luna- habló con un amor y una serenidad tan aplastante que pasmó a todos los presentes; Mario sonrió con una dicha extrema- y por supuesto mucho menos ahora que tengo a este ángel a mi lado que me va a dar otro hijo precioso...- añadió pleno de satisfacción besando apasionado a Lara en la sien al tiempo que posaba cariñoso su mano en el abultado vientre de Lara- así que, como te he dicho, lo siento por ti pero eso ya te va a ser completamente imposible- resolvió muy sereno sin dejar de sonreír dichoso sentándose con una parsimonia abrumadora en su silla. Alberto, Ricardo, Lucía y Lara volvieron a ocupar sus asientos sin apenas hacer ruido quedándose solo Sol de pie totalmente abrumada mirando perpleja a Mario. Toda la sala quedó en absoluto silencio observando expectantes al juez que se había quedado también mirando pasmado a Mario sin decir nada. Al cabo de unos largos segundos en los que el juez siguió mirando estupefacto a Mario, salió al fin de su asombro removiéndose turbado en su gran sillón y carraspeó desorientado mientras revolvía incómodo por su momentáneo estupor sus papeles sobre su mesa; el abogado de Sol le tiró suave pero contundentemente de la muñeca obligándola a sentarse de nuevo.
 -Bueno, en vista de lo que aquí ha sucedido y muy bien hemos escuchado todos...- expresó con sorna mirando con total desaprobación a Sol que bajó la cabeza abochornada- junto a todo lo que sus señorías muy bien han argumentado, expuesto y documentado; resuelvo que...- el juez se calló unos segundos y la sala se quedo en absoluto silencio expectante de su decisión; Lucía sujetó con fuerza las manos de Lara entre las suyas
 -¡¡Un momento su señoría!!- clamó de pronto Alberto poniéndose rápidamente en pie- antes de que exponga su veredicto final, quiero hacer un último alegato que puede influenciar y mucho en su decisión final... señoría, mi cliente: Mario Cabrera Iglesias, va a presentar una denuncia formal contra la señorita Sol Costas Lambrea acusándola de apropiación indebida de bienes- anunció con absoluta rotundidad y decisión dejándolo a toda la sala boquiabierta y mirándolo pasmados
-¡¿Pero qué coño estás diciendo Alberto?! ¡¿Acaso te has vuelto loco de repente o qué cojones te pasa?! ¡¿Apropiación indebida de qué bienes si no tengo nada?!- exclamó atónito Mario mirando incrédulo a Alberto que volvió a elevar levemente su mano indicándole que se calmara y se mantuviera callado. Mario miró interrogante a Lara que movió desubicada los hombros y quedaron mirándose en completo asombro sin llegar a entender lo que Alberto se proponía mientras en la sala empezó a formarse un inquieto alboroto entre los presentes cuchicheando llenos de intrigante curiosidad.
 -¡¡Pero ¿de qué narices está hablando ese hombre Gabriel?!!- exclamó completamente desubicada Sol hacia su abogado que movió la cabeza en forma negativa indicando que no sabía de lo que estaba hablando Alberto- ¡¿Qué coño me iba a llevar yo de ese imbécil si es y siempre será un pobre muerto de hambre?!- increpó despectivamente sarcástica mirando desdeñosa a Mario, pero Alberto sonrió tan vengativamente victorioso que los dejó a todos aún más desconcertados que antes.

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