sábado, 24 de octubre de 2015


      –Bajemos a archivos, debemos revisar casos anteriores; cualquier cosa que pueda asemejarse a esto… podemos encontrar algo si vamos por ese camino, compañera– aclaró resuelto encaminándose hacía la puerta de su despacho
 –¡¡Y consultar con las comisarías de otras ciudades, nada nos dice tampoco que este gilipollas sea de aquí; bien pudo matar a su primera víctima en otra ciudad y luego haberse trasladado aquí!!– añadió entusiasmada siguiéndolo, él sonrió complacido por la buena deducción de su compañera– Y debemos empezar a buscar por casos de hace dos años mínimo, Mario… si ocurriera algo parecido el año pasado, alguno de nosotros lo hubiera recordado y con toda seguridad ya lo hubiéramos relacionado– añadió decidida Rosa y él asintió con la cabeza
–¡¡Pues empecemos por ahí!! Dejaremos los casos del año pasado para el final por si no encontramos nada en los anteriores– aclaró desenvuelto y se sonrieron animados– Expósito, ponte en contacto con las comisarías de los alrededores a ver si averiguas si tuvieron algún caso similar a estos antes del 23 de Marzo– le indicó a uno de sus compañeros al pasar junto a su mesa posando amistoso su mano en el hombro del policía
–Ahora mismo jefe– respondió obediente y empezó a teclear raudo en su ordenador
–Si alguien nos busca, estamos abajo en los archivos revisando casos antiguos a ver si damos con algo semejante– indicó caminando presuroso hacia la salida y el compañero asintió con la cabeza Llevaban ya todo el día en el sótano de la comisaría rebuscando en casos anteriores. La enorme mesa metálica estaba llena de informes que se iban apilando sin encontrar nada. Se les veía cansados, aburridos y sobre todo, descorazonados.
–¡Ya está bien!– expuso harta Rosa colocando el último informe sobre la pila de revisados– Mario, vamos a comer algo y descansar– propuso y él la miró desconcertado– Nos merecemos un descanso, llevamos aquí cinco horas sin encontrar nada y tengo hambre– añadió levantándose de la silla, estaba anquilosada de tanto tiempo sentada y se estiró descarada– además, la falta de azúcar no nos deja concentrarnos
 –De acuerdo, iremos a comer algo pero regresaremos a la búsqueda en seguida, debemos encontrarlo cuanto antes– resolvió cordial
 Comían en la cafetería en frente a la comisaría, no se habían dado cuenta del hambre que tenían hasta ver la comida delante, la devoraban hambrientos.
–¡Rosa!– exclamó de repente mirándola sobresaltado– ¡Estamos perdiendo el tiempo! ¡Estamos buscando mal!– expuso boquiabierto, ella sentada frente a él, lo miró confundida– Si el tío anda por ahí… ¡Es un caso sin resolver probablemente!
–¡¡Claro, y nosotros estamos buscando casos ya resueltos!!– añadió animada– ¡Te dije que la falta de azúcar no nos deja pensar coherentemente!– expuso animada y se rieron amenos
–Puede ser… pero tampoco podemos descartar que sí lo diéramos por resuelto; puede que estuviera en prisión y algo volviera a desatar su locura después de salir– aclaró desconfiado, ella puso cara de disgusto
–Quieres decir… ¡¿Más casos que repasar en vez de eliminar?!– exclamó sobrecogida y él esbozó una pícara sonrisa burlona– ¡Pues menuda, gracia! ¡Me parece que lo del azúcar no fue tan buena idea al final!– expresó fastidiada y Mario soltó una carcajada divertida.
Volvían a estar encerrados en aquel sótano rodeados de pilas de casos que habían aumentado considerablemente, sin encontrar nada aún. Mario examinó su reloj
 –Voy a avisar a Claudia que llegaré tarde; ya debe estar en casa– indicó levantándose de su asiento pero en ese mismo instante su teléfono sonó en su mano– Navarro– contestó raudo
–¡¡Jefe; creo que tengo algo!!– expuso entusiasmado su compañero a través del teléfono, a él la mirada se le iluminó.
–Ahora mismo subimos Expósito– respondió raudo cortando la comunicación– vamos Rosa, Expósito cree que ha encontrado algo– indicó saliendo ya de archivos a paso apresurado, su compañera echó a correr tras él.
–Resulta que hubo un caso muy similar hace cinco años en la comisaría de Bahía, jefe…– les explicó Expósito ante la mesa de Mario mostrando los informes que había recibido por fax de la otra comisaría– la víctima se llamaba Camila Suárez, tenía 28 años y apareció asesinada en su apartamento el 23 de marzo de 2010; la hora del óbito fue calculada entre las ocho de la tarde y las ocho y cuarto; aunque no la encontró su novio, Pablo Villa, hasta las diez de la noche al regresar a casa…– Rosa miró esperanzada a los ojos de Mario que también la miró fijamente aunque sin dar ninguna muestra de alguna reacción a aquella noticia– Mire el resumen forense jefe: Fue violada y estrangulada con algo muy fino probablemente un pañuelo de seda que no se encontró en la escena del crimen ni sus alrededores, la muchacha fue apuñalada repetidamente con un cuchillo de monte de hoja dentada post mortem…
–¡¡Es él, Mario; es él!!– exclamó entusiasmada Rosa– buen trabajo Expósito– felicitó gustosa a su compañero palmeándole la espalda, él le sonrió complacido
–Sí, todo cuadra y es él… pero no te alegres tanto que por ahora no tenemos nada nuevo que no supiéramos ya– habló comedido Mario sin dejar de leer concentrado el informe que Expósito le había pasado– “según las pesquisas realizadas por el comisario Menéndez, las sospechas recayeron sobre su novio: Pablo Villa y su amante, Santiago de la Fuente; ambos fueron detenidos e interrogados quedando finalmente libres de cargos por falta de pruebas…”– leyó comedido, de pronto miró desconcertado a los ojos de su compañera Rosa– ¡¡Esto sucedió hace cinco años atrás, Valverde!! ¡¡Después no hay nada!!– expresó incrédulo, tanto ella como Expósito lo miraban retraídos– ¿Por qué de aquella solo hubo una víctima? ¿Por qué se detuvo? ¿Qué pasó para este lapsus de tiempo antes de volver a hacerlo de nuevo? ¿Qué fue lo que le provocó volver a hacerlo cinco años después?– los tres se quedaron callados sin saber qué responder a tantas incógnitas– Hay que seguir buscando, Expósito; a ver si realmente esta fue la primera o hay más víctimas, puede que venga aún de más atrás, puede que siga una pauta...– expuso animado y el hombre asintió con la cabeza
–Espera Mario…– expresó Rosa tomando una foto del dossier de la víctima– Mira esto: fíjate en el novio de la víctima... ¿Este chico tan mono no te tiene cierto parecido a alguien?– preguntó sarcástica mostrándosela, él abrió los ojos estupefacto
–¡¡El retrato robot!!– comentó boquiabierto y se levantó rápidamente de su sillón acercándose a la pizarra, retiró de ella el dibujo del sospechoso que allí se encontraba clavado y regresó a lado de sus compañeros colocándolo a lado de la fotografía que Rosa le había mostrado: el parecido era indiscutible– ¡¡Es él Rosi!! ¡¡Lo tenemos por fin, pequeña!!– repuso entusiasmado y se sonrieron satisfechos los tres.
 Buscaron ansiosos en la base de datos por Pablo Villa; estaba completamente desaparecido desde hacía cinco años. La desolación volvió a inundarlos.
–¡¡Ni una puñetera multa de mal aparcamiento en estos cinco años!!– increpó enfurecida Rosa– ¡¡Este hijo de puta es un fantasma o un ciudadano ejemplar!!
–Su última dirección es la misma que la de la víctima, no dejó otros datos… Ni renovó el carnet de conducir ni el de identidad…– expresó también desalentado Expósito revisando con la mirada la pantalla del ordenador
–Parece como si se lo hubiera tragado la tierra… maldita sea– repuso fastidiada Rosa recostándose abatida en su silla
 –Pero por mala suerte no fue así y ese maldito está ahora aquí, matando impunemente por nuestras calles y nosotros sin poder hacer nada para detenerlo ¡¡joder!!– comentó irritado Mario apretando furioso sus mandíbulas
–¡¡Navarro y Valverde; a mi despacho de inmediato!!– bramó muy irritado el capitán entrando en ese momento en la comisaría dirigiéndose a paso presuroso hacia su despacho; los tres compañeros se miraron intrigados, traía cara de muy pocos amigos…
–¿Qué coño le picó a este ahora?– murmuró desconcertada Rosa, Mario movió desenfadado los hombros y ambos obedecieron la orden de su capitán.
–¡¿De qué sirvió todo lo hecho Navarro?!– gritó enfurecido así ellos entraron en su despacho sin dejar que acabaran de cerrar la puerta siquiera– ¡¡No solo tenemos otra víctima encima de nuestros hombros sino que estamos como al principio: sin nada!! ¡¡Esto es un desastre Navarro, vengo de hablar con los superiores y están que muerden; y los medios nos van a crujir así se enteren!!
–Sin nada ya no jefe, hemos descubierto que Sara García no fue su primera víctima y tenemos al fin el nombre y la cara de ese desgraciado– intentó defenderse Rosa mostrándole el informe que Expósito había conseguido, él lo leyó muy interesado
 –Podríamos mostrar su foto en los medios, jefe– expuso esperanzado Mario pero el capitán lo miró desconfiado
–Y él sabrá que ya estamos detrás de su pista Navarro– expuso molesto
–Pero también las víctimas estarán más alertas y los ciudadanos atentos ¡Tarde o temprano alguien lo tendrá que reconocer; vamos, digo yo joder!- exclamó fastidiado Mario por la protesta de su jefe
–¡Y hasta puede que se ponga nervioso al saber que lo estamos acorralando y cometa algún error, capitán!– añadió esperanzada Rosa
–¡¡O que desaparezca de nuevo otros cinco años Valverde!!– bramó cínicamente el capitán
–¡¡No está ayudando jefe y nosotros hacemos todo cuanto podemos!!– le gritó irritado Mario desconcertándolos a los dos– ¡Caray jefe, denos un voto de confianza ¿no?!
–¡¿Otro Navarro?! ¡¿como la estupidez de publicar su “modus operandi” y, cuando al fin logramos arrebatarle la víctima de sus manos, cagarla Navarro?!– le reclamó furioso, Mario bajó apesadumbrado la cabeza
–Pero tiene razón, capitán; si publicamos su rostro y su nombre… ¡Alguien lo reconocerá y entonces lo trincaremos jefe; sé que de esta sí lo trincaremos!– expuso esperanzada Rosa, el capitán se quedó mirándolos desconfiado unos segundos sin decir ni una palabra
–No sé por qué pero creo que me voy a arrepentir de nuevo…– indicó confuso al cabo de un rato; ambos compañeros lo miraron esperanzados– De acuerdo, mostrar la foto a los medios de comunicación y que sea lo que Dios quiera– añadió finalmente, Mario y Rosa se miraron sonriendo complacidamente satisfechos.
Al día siguiente salía en todos los medios de comunicación la fotografía de Pablo Villa en primera página con una exhaustiva explicación de su forma de actuar: era un insistente perseguidor de sus víctimas, las controlaba durante días. Las mujeres debían estar alerta de si ese hombre las observaba o pretendía contactar con ellas. Daban además, un número de contacto por si alguien lo veía o reconocía.
Mario bebía distraído de su tazón de café sentado tras su mesa de despacho, observando ensimismado la pizarra un día más. Pero esta vez no observaba las fotografías en busca de alguna pista… Pensaba en Claudia. La amaba profundamente, la amaba de verdad, pero aquellas discusiones cada noche entre ellos iban en aumento y cada vez eran más fuertes. Al principio eran por su manía compulsiva de comprar, pero últimamente ya casi les valía cualquier cosa para emprenderla; como la de anoche por ejemplo, que aunque se esforzaba en recordar que la detonó, no supo encontrarle una explicación. Además ella cada vez estaba más esquiva con él, demasiado esquiva ¿estaría afectándole aquellas estúpidas broncas tanto como a él?... Tomó aire profundamente para borrar aquel mal sabor de boca que le producía recordar aquellos encontramientos estúpidos entre ellos y se bebió de un trago el resto de su café.
–Ahora a esperar que suene la campana– expresó su compañera apareciendo en la puerta de su despacho y tirándole ante él un periódico donde la foto del sospecho le observaba desde primera página. Mario tomó nuevamente aire profundamente y colocó las manos entrecruzadas en su nuca comenzando a columpiarse en su silla
–Pobre mujer, no pudimos ayudarla al final– expuso desolado cuando sus ojos se encontraron con la fotografía de Sabrina en la pizarra
–La verdad es que ella tampoco puso mucho de su parte caray– indicó molesta Rosa sentándose frente a él– Saber que un peligroso asesino te tiene en el punto de mira e insistir en ir a trabajar a un lugar donde hay un trasiego de personas desconocidas a diario, no es muy lógico la verdad– defendió ella pero él estaba pensativo, no le prestaba atención. De repente se incorporó de la silla posando sus manos en la mesa
–¡Claro, ahí está probablemente el punto de conexión, en lo que nos dijo Sabrina: llevaba uniforme de repartidor!– clamó emocionado, ella lo miró confundida mientras él se aproximaba al tablón– La primera, era una secretaria que entrega y recibe paquetes a diario; la segunda: en el comercio de sus padres, también reciben y envían paquetes a diario; la tercera…– se calló unos segundos– esa no sé, la vida de esa pobre muchacha era un verdadero caos… Y la cuarta, una estudiante lejos de su hogar, sus padres le enviarían algún paquete de casa…– miró estupefacto a su compañera– ¡¡Trabaja en una empresa de paquetería y envíos, Rosa; ahí las conoce y las elige!!
 –¡¡Puede ser Correos!!– indicó ella conforme con aquella idea de su compañero– ¡¡El marido de Sabrina dijo que usaban un cajetín postal!!
–Puede ser, puede ser… pero difícil, es una entidad estatal; sin embargo hay negocios de paquetería que también tienen cajetines, centrémonos primero en esos– indicó sopesando la idea
–Una documentación falsa no es difícil conseguir, Mario– aclaró decidida, él la miraba concentrado –No, nada difícil… y yo sé con quién debemos ir a hablar– repuso alentado– ¡Vamos, debemos ver al “Chispas”!– repuso entusiasmado recogiendo su chaqueta del respaldo de su sillón y salió de comisaría seguido de cerca por su compañera
–¿Por qué con “Chispas”?– preguntó curiosa ya en el coche
–Porque si hay un falsificador tan bueno en la ciudad que haga una documentación que pase desapercibida tantos años, lo tiene que conocer “El Chispas” por narices– indicó animadamente. Mario golpeaba fuertemente con su puño la puerta de acero de aquel edificio medio en ruinas ante la atenta mirada de su compañera
–¡Venga, Chispas; ábreme de una puta vez que sé que estás ahí dentro coño!– le vociferaba a través de ella. Finalmente se oyó saltar un seguro y Mario empujó la puerta apareciendo ante ellos un pequeño recibidor donde solo había unas estrechas escaleras metálicas que subieron Mario delante de Rosa. Desembocaba en una amplia estancia donde, quitando una desordenada cocina y un somier en el suelo con las sábanas revueltas, el lugar estaba lleno de ordenadores encendidos y un muchacho sentado rodeado de pantallas.
 –Siempre dando por el culo ¿verdad Navarro?– les saludó alegre el muchacho
–Yo también me alegro de verte, Chispas– le contestó serenamente Mario
–¿Qué coño quieres ahora?– preguntó regresando su atención a algo que tecleaba frenético en su teclado sin perder de vista una de las pantallas– Estoy ocupado, limpio y no tienes nada en contra mía –Necesito tu ayuda– expuso decidido, el muchacho detuvo su rápido teclear y se reclinó en su sillón mirando socarrón a Mario
–¡¡Eso suena bien, pero que muy bien!!– repuso divertido– ¿Qué puede necesitar el gran cuerpo de policía de un pobre hacker como yo?– siguió burlándose
–¿Conoces a este tío?– le preguntó mostrando la foto del sospechoso
–¡Pues claro!– expuso decidido sonriendo alegre, Mario y Rosa se miraron esperanzados– ¡Yo y todo el mundo: sale en la portada de todos los periódicos de hoy ¿no lo habéis visto?!– añadió burlón
–¡No me jodas Chispas que no estoy de humor!– le reclamó molesto Mario– Necesito que me digas que falsificador puede hacer un trabajo tan bueno como para que este tío ande cinco años entre nosotros sin llamar la atención
–¡Ufff, colega! ¿Dices pasar inadvertido como cientos de emigrantes ilegales o millones de ciudadanos que pasan todos los días por nuestro lado y nunca nos fijamos en ellos? ¡Uy, qué difíciiil!– expuso sarcástico
–Siempre necesitamos la documentación para algo, Chispas– expuso comedida Rosa
–No sé por qué– dijo moviendo los hombros despectivamente, volvía a escribir raudo en su teclado– Yo no la utilizo para nada– añadió serenamente
–¿No has alquilado este sitio? ¿No tienes un coche? ¿Una cuenta bancaria? ¿No te has puesto enfermo nunca? Ya sé que tú no, pero él trabaja en algún lugar y necesitó entregar una serie de datos para el contrato– indicó Mario también tranquilo, el muchacho le miró fijamente y esbozó una sonrisa burlona.
–Navarro, Navarro, Navarro...– expuso burlón moviendo su cabeza despreocupado– Esto no está alquilado, estoy de okupa; no tengo coche, me muevo en bus o metro; no tengo cuenta bancaria, no me fío de los bancos; y en un trabajo te piden los datos pero muy pocas veces los comprueban y ¡Voilà! Ahí tienes la tarjeta de la seguridad social ¿lo vas captando colega?– explicó pausadamente sin dejar de atender a sus cosas en los ordenadores
–¡Mira, Chispas; te he dicho que no me jodas!– exclamó ya irritado Mario dándole un puntapié a su sillón que giró veloz
 –¡¡Ey, ey; tranquilo ¿vale?!!– indicó nervioso sujetando el teclado en sus rodillas para que no le cayera– ¡¡Yo te expongo lo que hay, a mí no me toques los huevos si no te gusta lo que oyes!! –¡¡Escúchame bien idiota porque pareces no entender!!– bramó apoyando sus manos en los reposa brazos del sillón y acercando su rostro al del muchacho que suspiró incómodo por su cercanía– este hijo de puta se carga a chicas jóvenes y bonitas sin ninguna consideración cada 23 de mes y apenas faltan dos semanas para esa fecha… tengo que saber dónde está, qué nombre usa ahora y pronto o esto no se detendrá y la próxima que esté sobre una mesa en la morgue cosida a puñaladas puede ser tu hermana o una amiga tuya…– explicó contundentemente, el muchacho lo miró fijamente a los ojos– ¿Lo vas captando tú ahora, colega?– repitió mordaz empujando la silla desplazándola hasta golpearse contra la mesa de detrás, el muchacho suspiró profundamente
–Está bien, vale…– expresó derrotado el muchacho y miró de nuevo la fotografía del sospechoso– el único que puede trabajar en algo tan impresionantemente perfecto para no llamar la atención y colárosla a vosotros es “El Dedos”– indicó seriamente mirando de nuevo a Mario a los ojos– Pero es imposible que se pusiera en contacto con él
–¿Por qué?
–Porque nadie puede contactar con él a no ser a través de mí y yo a este tío no lo vi en mi vida, colega– resolvió sincero entregándosela de nuevo
–¿Y alguien no pudo haberse puesto en contacto contigo de su parte?– indicó prevenido Mario recogiéndola
–No, reviso minuciosamente todo lo que me entregan y hubiera visto sus fotos; ademas Navarro, hace mucho que nadie pide documentación falsa– contestó amigable– Pero así a todo, me pondré en contacto con él igualmente por si yo me despisto de su careto, pero me parece difícil
–Hazlo ahora– expuso Mario mostrándole su teléfono móvil, el muchacho lo miró guasón esbozando una sonrisa burlona
–Vamos Navarro, que nos conocemos... sabes que ni uso esos chismes que son tan fáciles de rastrear ni mucho menos voy a llamar desde el tuyo ¿quieres hacerte con el número o qué?– expuso sin dejar de sonreír, Mario resopló cansadamente y el muchacho sonrió victorioso– dame un tiempo, en cuanto sepa algo te aviso; prometido
–¿Cuánto tiempo?
–Mañana a ver si te doy la información– Mario volvió a resoplar molestamente– ¡Tío ¿qué quieres?! “El Dedos” no está ahí a la vuelta de la esquina esperando mi llamada ¿sabes?
–Mañana vuelvo y pobre de ti que no me tengas algo– avisó decidido guardándose la foto en el bolsillo interior de su cazadora
–Vale ¿algo más?
–Sí: ni se te ocurra volver a hacerme esperar tanto en la puerta la próxima vez– indicó más relajado ya bajando las escaleras
–¡Estaba ocupado con unas titis cojonudas que se lo montan salvajemente entre ellas!– le gritó pues ya estaban en la planta baja– ¡Es bestial colega! ¿Quieres que te las pase Navarrito?– se burló socarrón
–¡¡Menéatela tú; yo tengo con quien divertirme, gracias!!– le oyeron carcajearse divertido y ellos también sonrieron.

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