viernes, 13 de noviembre de 2015


     –¡¡Javi!! ¡¡Que alegría que hayas vuelto!!– lo recibió entusiasmada Anabel y él sonrió feliz, ambos se abrazaron cariñosos ante la mirada intrigada de Rosa
–¡Rosa, que bien que estés aquí; así puedo presentarte a Javi: es abogado y un buen, buen amigo!– la recibió al mismo tiempo Ana besándola en las mejillas
–¡¡Hala!! ¿Así que solo un buen amigo, eh? Que decepción...– protestó chistoso el muchacho que sería más o menos de la edad de Ana y ella rió alegre
–No bobo; ya sabes que eres mucho, mucho más que eso– resolvió besándolo cariñosa en la mejilla ante el asombro de Rosa pero que no dijo nada– ¿Y Mario? ¿No vino contigo?– preguntó ilusionada, Rosa negó con la cabeza y sus ojos se entristecieron tremendamente aunque mostró una dulce sonrisa intentando parecer imparcial– Ah, estaba de nuevo demasiado ocupado ¿no?– expuso intentando disimular su desilusión
–Sí, hija; y según me estaba contando ahora mismo cuando llegasteis, se va de viaje cielito– repuso Anabel. Ana miró sorprendida a Rosa
–¿Y a dónde se va?– preguntó intrigada aunque sus ojos brillaron inquietos ante aquella noticia
–A Miami; resulta que tiene allí familia y yo no tenía ni puñetera idea– explicó totalmente desconcertada Rosa provocando las risas divertidas de todos
–Yo sí, y me alegro de que tomara esa decisión por fin– comentó Ana intentando parecer animada pero su pesadumbre podía más y no pudo disimularla, las dos mujeres y el tal Javi se quedaron mirándola conmovidos por aquella enorme tristeza y desilusión que se le percibía en los ojos; Ana sonrió más animada y sujetó al muchacho del brazo– ¿cenamos? Tengo un hambre voraz- resolvió chistosa de nuevo con aquellos asombrosos cambios de humor que padecía y provocaba la sonrisa tierna en quien los presenciaba.
Cenaron animados, Javi resultó ser divertido y muy alegre. Rosa pudo apreciar que entre él y Ana había una íntima familiaridad muy intrigante y con Anabel el muchacho mostraba un gran cariño ya; pero, aunque le reconcomía la curiosidad, Rosa no se atrevió a preguntar. Tampoco a ninguno de los tres les pasó desapercibido que, aunque intentó conversar amena y seguirle las bromas a Javi, los preciosos ojos grises de Ana estaban apagados y se quedaba a menudo ensimismada.
–¿Cómo va el curso, preciosa? ¿Lograste recuperar lo que habías perdido?– le preguntó Rosa animosa sacándola de una de aquellos pesarosos ensimismamientos que entristecían su rostro
 -Sí y todo va muy bien, creo que al final podré licenciarme este año- respondió esperanzada
-Pronto tendremos toda una chef con honores en la familia- bromeó orgulloso Javi besándola tierno en la mejilla, todos sonrieron complacidos. A Rosa tanta intimidad y complicidad entre ellos tres ya la tenían más que mosqueada pero siguió sin preguntar
 -¡¡Uy las once!! me voy que ya se ha hecho tarde- expuso sorprendida levantándose desganada de su silla tras examinar su reloj de pulsera, le desconcertó que aquel muchacho ni se inmutara a su comentario, parecía no tener intención de irse a pesar de la hora...- ¡Buff, siempre que vengo acabo comiendo hasta reventar!- bromeó dichosa acariciando su delgado vientre
-¡Buena falta te hace que estás en los huesos muchacha!- se burló cariñosa Anabel y se rieron divertidas, Rosa la besó en las mejillas- Y dile a ese torpe que como se le ocurra irse sin despedirse, que evite volver- le avisó dulcemente y Rosa le sonrió cariñosa
-Se lo diré, no se preocupe- aclaró obediente- ¿Y tú? ¿Quieres que le diga algo, cielo?- le preguntó cordial a Ana que movió los hombros y la cabeza indiferente; a Rosa no se le escapó la mirada intrigada que Javi le lanzó de reojo disimuladamente a Ana esperando curioso su respuesta
-Que por mí no se moleste en venir a despedirse y que espero tenga un buen viaje y que se lo pase muy bien- intentó contestar desenfadada pero le salió un tono demasiado dolido y sus dulces ojillos se humedecieron levemente; a Rosa tampoco le pasó inadvertido el gesto de Javi bajando apesarado sus ojos frotándose herido la barbilla
-Mejor, le daré solo su recado, hermana María- expuso amena y Anabel la miró reprochadora- ¡Caray, no me acostumbro a llamarla Anabel ¿qué quiere?!- se defendió fastidiada y todos se rieron divertidos. Anabel la acompañó hasta la puerta y tal como sospechaba, Javi se quedó en la casa a pesar de ser ya muy tarde.
Al día siguiente, para sorpresa de Rosa y el resto de compañeros, Mario apareció en la comisaría. Todos lo rodearon felices celebrando su gran recuperación
-¿Qué rayos haces aquí Navarro? ¿Ni por asomo se te ocurra creer que voy a aceptar tu regreso, eh?- le increpó el capitán mirándole desconfiado cuando lo descubrió rodeado de sus compañeros dándole la bienvenida
-No tranquilo capitán, vengo solo a recoger los papeles que me voy dos meses de vacaciones- contestó animado
-¡Oh perfecto, eso sí que está bien muchacho!- se animó entusiasmado, se sonrieron complacidos- ¿Y a dónde te irás?
-A Miami, allí vive mi hermano hace años y aún no conozco a mis sobrinos
-Una idea estupenda muchacho, me alegro- expresó satisfecho palmeándole amistoso el hombro, se sonrieron complacidos y el capitán se fue a su despacho
-¿Piensas ir por casa de Ana antes de irte? No te han vuelto a ver el pelo y preguntan por ti; además, ayer me dijo la hermana María que si te vas sin despedirte, ni se te ocurra volver- le expuso chistosa Rosa junto a él así el capitán se alejó
-Pues que se vayan olvidando de mí entonces porque no pienso ir- resolvió tajante y se dirigió a su despacho
-¡¡Tío…!!- exclamó pesarosa y él la miró desolado
-Por favor Rosa no empieces, compréndelo- replicó angustiado
-Pues aunque me lo expliques cien veces, no lo entiendo Mario- murmuró descolocada- ¿Por qué huir así? ¿Por qué no le hablas claro? Dile lo que sientes antes de negarte a tener una oportunidad; no sabes cómo reaccionará y a lo mejor te sorprende- insistió tercamente
-¡Ya basta Valverde; no voy a ir a verla y punto!- aclaró cortante mirándola irritado, ella se mordió el labio inferior
-Vale, pues allá tú; pero déjame decirte que ya la anda rondando un muchacho moreno, muy atractivo por cierto, y ella no le hace ascos a sus carantoñas cariñosas... - comentó maliciosa, él se detuvo de nuevo mirándola extrañado
-¿Qué estás diciendo?- expresó descolocado. Ella disimuló una divertida sonrisa
-Lo que oyes, lo conocí ayer pues Ana lo llevó a cenar a casa, y por lo que pude apreciar, no debe ser la primera vez pues ya tiene mucha amistad con la hermana María- comentó socarrona; Mario se quedó callado mirándola fijamente a los ojos, Rosa esperaba expectante su reacción
-¿Quién es Valverde?- indagó muy interesado en aquella información
-¡¡Ah!! No lo sé ni me importa; si quieres saber tú más: ve y pregúntale a Ana- repuso picajosa, él torció molesto la boca en un gesto de burla- yo solo sé que se llama Javier, es abogado y por cierto muy divertido... ¡Ah! ¿ya te dije que es muy atractivo?- repitió burlona
-¡Imbécil!- masculló fastidiado haciendo una mueca de hastío, ella rió divertida- Pues me alegro por ellos; que tengan mucha suerte y todo les vaya bien- resolvió desdeñoso y entró en su despacho. Al hacerlo, el hermoso rostro de preciosos ojos grises de Ana desde la pizarra de las víctimas que seguía allí sin recoger, parecían observarlo... se quedó mirándolo. Sus labios ardieron de deseo por atrapar aquella delicada boca de jugosos labios y la retiró fastidiado de un tirón- ¡¿Por qué coño sigue todo esto aquí, Valverde?!- bramó irritado
-¿No dices siempre que nadie toque nada de tu despacho? Pues yo obedezco- respondió descarada mirándolo arrogante desde la puerta, él resopló vencido y empezó a retirar las fotos colocándolas en una caja de cartón que había en el suelo junto a la pizarra. De pronto sus ojos quedaron atrapados en la fotografía de Camila Suárez, la novia de Pablo Villa y primera víctima. Se fue aproximando cada vez más hasta casi quedar su cara pegada al rostro de la mujer y la observó detenidamente. Rosa lo miraba extrañada con el ceño fruncido; al instante, Mario colocó a su lado la fotografía de Ana que aún sostenía en la mano y examinó atento a ambas- ¿Qué miras tanto?- preguntó curiosa al cabo de un rato
-Ese desgraciado me dijo antes de abandonarme allí tirado en la carretera que Ana casi le pasa inadvertida... pero que la reconoció por sus ojos, que aunque “regresó” con otro rostro, con otra voz, no pudo ocultar la maldad en ellos...- expresó sin dejar de examinar fijamente ambas fotos- ¡¡Increíble!!- exclamó de pronto atónito alejándose de ellas pero sin apartar su mirada de las fotografías
-¿Qué ocurre?- preguntó interesada acercándose y observándolas también
-Mira los ojos de Ana y de Camila...- indicó asombrado, ella los examinaba atenta pero no observaba nada raro a no ser que eran ambos de un gris precioso...- Fíjate bien en esto, Valverde- expuso señalando un pequeño arillo castaño bordeando el precioso gris del iris
-¡¡La leche; es increíble: tienen los ojos exactamente iguales!!- exclamó atónita
-Y según Ana, es una malformación congénita que se hereda de algún progenitor- aclaró mirando a Rosa a los ojos
-¡¿Quieres decir que Camila y Ana... Puede que fueran hermanas?!- expresó manteniéndole pasmada la mirada, él movió desconcertado los hombros
-Averigua todo lo que puedas del padre de Camila Suárez antes de que me vaya de viaje, Valverde- ordenó rotundo retirando ambas fotos de la pizarra entregándoselas a Rosa que asintió con la cabeza mientras las recogía; examinó su reloj de pulsera- mierda, tengo que irme; debo ir a arreglar cuanto antes lo de mis días adicionales con personal...- masculló hastiado
-¡Ah, muy bien! ¡¿Así que preparas todo para un viaje de más dos meses sin saber antes si te darán los días? Muy inteligente de tu parte!- le reprochó amistosa, él volvió a mirarla a los ojos
-No me toques las narices ¿quieres?- expuso fastidiado, ella sonrió amena- de lo que averigües, llévamelo a casa ¿sí? Me gustaría saber algo antes de irme
-Dalo por hecho jefe- respondió servicial y él salió del despacho; pero se asomó a la puerta nuevamente
-Y recoge todo eso, por favor- pidió amable
 -Vaaale, si me lo pides así, no puedo negarme- canturreó despreocupada y ambos se rieron divertidos
Estaba ordenando la más de media docena de cajas bien repletas con las pertenencias de Claudia en la sala cuando Bruno le avisó de la llegada de Rosa
-¡La leche! ¿Qué vas a hacer con todo esto?- expresó pasmada al ver tantas cajas
-Quiero que se los lleves cuando puedas a Ana y a la hermana María, ellas sabrán mejor que yo dónde donarlos
-¡Ja, eso no te lo crees ni tú!- replicó de repente desdeñosa, él la miró desconcertado- ¡Ya te dije una vez que yo no soy tu chica de los recados; no pienso llevar nada a ningún lado, colega! ¡¡Llévalos tú si quieres!!- repuso categórica
-Rosa, por favor…- clamó abatido
-¡¡Ni por favor ni leches; ve tú terco testarudo!!- remarcó cruzándose decidida los brazos sobre el pecho
-¡Está bien, joder; pues todo a la basura y listo!- exclamó fastidiado dándole despectivamente una patada a una de las cajas y se sentó en el sofá, ella lo miró entristecida
-¿Por qué no se lo llevas mañana por la mañana a la hermana María? Ana por las mañanas no suele estar en casa; así te despides al menos de ella que no tiene culpa ninguna y te aprecia muchísimo- le comentó cariñosa posando su mano en su hombro, él sonrió tierno
-¿Cómo está?
-Muy coja aún, pero luchando por recuperarse- expuso despreocupada- ¡No como otros!- añadió sarcástica, él le ofreció una mirada desafiante- ¡Me da igual que me mires así, eres gilipollas y lo sabes; tan valiente para unas cosas y tan cobarde para otras!- aclaró decidida
-No empieces de nuevo ¿vale? Eres peor que una mosca cojonera cuando quieres, joder- repuso molesto esquivando fastidiado su mano aun sobre su hombro y, levantándose, se fue a la cocina- ¿Una birra?- la invitó cordial de nuevo
-Vale- respondió acercándose a él y se sentó en uno de los taburetes de la barra
-¿Qué has averiguado?- se interesó pasándole un botellín ya abierto al que ella le dio un buen sorbo
-No gran cosa la verdad; era un hombre de lo más normalito...- expuso sacando su libreta negra del bolsillo trasero de su vaquero- se llamaba Pedro Suárez López, era encargado en una empresa de construcción y murió hace 12 años en un accidente de tráfico- leyó en sus apuntes y miró a Mario- ¿Crees que será el padre de Ana?- se interesó curiosa
-¿Tenía hermanos?
-Al parecer no- respondió repasando sus apuntes
-Pues probablemente lo sea, estuve investigando en internet y es una malformación congénita nada frecuente... pero eso solo puede responderlo la hermana María- aclaró bebiendo de su cerveza- ¿ese hombre tuvo más hijos a parte de Camila?
-No; Camila era hija única- aclaró resuelta; lo miró fijamente a los ojos- Mario ¿Vas a decírselo a Ana?- indagó curiosa, él le mantuvo la mirada unos instantes, acabó su cerveza de un trago y tiró el botellín a la basura sin darle respuesta.
Llevaba un buen rato delante del edificio de Ana sin atreverse a bajar del coche, deseaba tanto verla y, al mismo tiempo, sentía tanto temor de no contenerse y besarla provocándole algún malestar… finalmente se decidió y subió al piso de Ana. Quedó sorprendido al encontrarse frente a una Anabel preciosa vestida con un floreado y bonito vestido azul en vez del hábito negro. Ella mostró una gran sonrisa feliz al verlo que le iluminó aquel hermoso rostro ¡¡Dios, Ana se parecía tanto a ella...!!
-¡¡Mario, que maravillosa sorpresa, hijo!!- expuso llena de felicidad abrazándose a él, Mario se sintió gratamente reconfortado
-Hola Anabel ¿cómo va?
-Tirando, hijo, tirando… pero pasa, cielo- le invitó alegre
-Tengo que subir un par de cajas más- indicó señalando la que tenía a su lado
-¿Qué son?
-Cosas de Claudia que ya iba siendo hora de deshacerme de ellas; creo que usted y Ana sabrán mejor a dónde donarlas que yo- repuso entrañable, ella le sonrió dichosa
-¿Te ayudo?- se ofreció amistosa y él rió cariñoso observando su bastón
-Mejor usted vaya colocándolas donde no estorben- indicó dirigiéndose de nuevo hacía las escaleras. Mario subió las cajas en un par de viajes- Bueno, esto ya está- repuso entregándole la última caja que ella colocó en la esquina dónde las había acomodado
-Perfecto, ahora nos tomaremos un...- propuso animosa pero calló y lo miró divertida- café juntos y me cuentas ¿qué te parece?- resolvió chistosa y él rió divertido
-Para un café aún me da tiempo- aclaró entrañable examinando su reloj
-¿Ya te vas?- preguntó entristecida y él le sonrió dulcemente
-Sí, en dos horas sale mi avión- aclaró ameno, se sonrieron amistosos dirigiéndose a la cocina
-¿Qué tal te encuentras?- preguntó cariñosa
-Bien, muy bien ¿y usted?
-Ya me ves- respondió animosa, se sonrieron alegres- ¿Puedo saber por qué no quisiste que yo supiera que estabas en el hospital?- él la miró sorprendido a los ojos descubriendo el reproche en los de Anabel
-Será bocazas la tía- murmuró fastidiado sentándose a la mesa de la cocina, Anabel rió divertida
-No la tomes con Rosa que no fue culpa suya, yo la obligué a que me lo dijera... no soy idiota Mario y no olvides que estaba presente cuando ese mal nacido te hirió- la defendió cariñosa y se sonrieron compasivos- Puedo llegar a entender que no quisieras que se lo dijera a Ana, pero... ¿Y yo hijo? ¿Por qué no quisiste que yo lo supiera?- expuso dolida posando dulcemente su mano en el hombro de Mario que la miró conmovido- ¿Acaso hice algo que te molestara?
-No que va Anabel, usted es una mujer maravillosa- resolvió rápidamente y le besó tierno su mano- es que no quería ponerla en situación de mentirle a Ana; es una muchacha muy sensible y a veces parece echarse la culpa de todo sin comprender que son gajes de mi oficio- explicó con cariño, ella le sonrió agradada y empezó a servir el café de Mario al tiempo que se preparaba una taza de té para ella- ¿Está sola?- intentó preguntar despreocupado pero su voz sonó demasiado interesada, ella le sonrió compasiva
-Sí, Anita hoy no tiene clase pero fue a la biblioteca; está apretando al máximo en este último trimestre para poder recuperar el tiempo perdido y poder licenciarse al fin- respondió amena y pudo apreciar claramente el desánimo en el rostro de Mario- lo siento ¿querías verla?- expresó conmovida pasándole su taza de café y él se sonrojó levemente
-No, que va, no preguntaba por eso; es que necesito hablar sobre algo con usted y creo que es mejor hacerlo a solas- explicó recogiéndola y sorbió un poco del delicioso café; ella lo miró intrigada- Anabel... ¿conoce a un tal Pedro Suárez López?- preguntó directo, a Anabel las manos le temblaron bailándole la taza de su té entre ellas y sus ojos castaños se abrieron pasmados mirándolo muy inquieta- Al parecer sí lo conoce- murmuró convencido al ver su reacción bebiendo otro sorbo de su café
-Mario, creo haberte dicho que ni sabía de él ni quiero saber ¿por qué has seguido investigando hijo?- le reprochó dolida
-Perdóneme Anabel, pero no he estado averiguando nada; su nombre salió a colofón de la investigación
-¿Cómo que salió en la investigación? ¿Qué tiene que ver Pedro con todo lo sucedido?- preguntó asombrada
-¿Se acuerda que, esperando conseguir algo de tiempo, le pregunté a Pablo Villa por qué eligió a Ana?- ella asintió con la cabeza- ¿Y recuerda lo que me contestó?
-Dijo algo de sus ojos, que viera el mal en ellos o algo así- contestó aturdida
-Exacto; desde entonces llevo pensando mucho en ello y ayer, al ver aún en mi despacho las fotos de las víctimas, descubrí que su primera víctima: Camila Suárez, tiene la misma malformación genética en los ojos que Ana
-Dios mío- balbuceó sobrecogida, Mario bebió otro sorbo de café
-Busqué el nombre del padre de Camila y salió: Pedro Suárez; ahora con su reacción al oír ese nombre, queda claro que Camila y Ana eran hermanas... ¿no?- expresó conmovido, Anabel asintió con la cabeza
-Y, dime...- murmuró retraída, él la miró fijamente a los ojos esperando que realizara su pregunta aunque ya suponía lo que quería saber- ¿Has averiguado algo más de él?- se interesó curiosa, Mario sonrió tierno; lo esperaba, aunque dijera que no quería saber...
-Lo siento, ha muerto hace 12 años en un accidente de coche
-Oh, vaya- exclamó conmovida, ambos se quedaron callados unos segundos- Mario...- volvió a murmurar tímidamente
-Dígame- la animó a hablar
-¿Vas a decírselo a Ana?- preguntó más decidida aunque no pudo disimular su nerviosismo
-No- aclaró rotundo, ella lo miró sobrecogidamente agradecida- él ya está muerto y Ana no tiene más hermanas ya que Camila era hija única; haga usted lo que mejor le parezca con esa información, yo no voy a entrometerme- De pronto Mario se puso tenso al oír la puerta de la calle abrirse y un tremendo nerviosismo le asaltó que no pasó inadvertido a Anabel que lo miró pícara- ¿no dijo que estaría en la biblioteca?- susurró alteradamente atrapado
 -Sí, a buscar un libro; yo no dije nada de que fuera a quedarse allí, eso lo dedujiste tú solo- indicó burlona sonriendo maliciosamente divertida, él resopló derrotado y ella rió pícaramente divertida
-¡Ma, ya estamos de regreso!- sonó alegre la voz de Ana, Mario cerró los ojos intentando serenarse y controlar su corazón que empezó a latirle frenético al oír su cantarina y dulce voz charlando alegremente con alguien mientras se acercaba- mami ¿Qué has estado haciendo? ¿Qué son todas estas cajas…?- preguntaba descolocada entrando en la cocina pero se calló de repente cuando su mirada se encontró de pronto con los maravillosos y expresivos ojos de Mario; se quedó estática bajo el dintel y ambos se quedaron unos segundos mirándose fijamente, él percibió un intrigante destello en la mirada de Ana que le hizo dar otro salto impaciente a su corazón ¿qué significaba aquel inesperado brillo en los ojos de Ana? ¿Acaso eran suposiciones suyas o se alegraba de verlo tanto como él de tenerla al fin delante?

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