miércoles, 9 de diciembre de 2015


    -¡Te has casado!- expuso sobrecogido mirándola incrédulo, Helena levantó su mirada encontrándose con aquellos hermosos ojos grises que la miraban atónitos. Incómoda intentó esconder su mano pero él, en un gesto rápido, se la sujetó y lo examinó detenidamente; nana los observaba inquieta sin atreverse a intervenir. Joseph sonrió cínicamente- ¡Caray! mirando este pedazo de pedrusco, “papaíto vanidoso” estará contento: te has casado con un niño de tu... “altura”- expuso sarcástico mirándola muy dolido, ella se mordió nerviosa el labio mientras lo miraba con ojos entristecidos, volvía a estar al borde de las lágrimas
-No me hables así Joseph, no es mi culpa- expuso apagadamente, él rió burlón
 -¿A no? ¿Acaso te llevaron a rastras o qué?- indicó irónico, ella le clavó una mirada irritada que aún lo incitó más a increparla- ¡¡No!! ¡¿No me digas que tu papaíto te apareció con el novio y un cura un día así, de pronto, y no tuviste oportunidad de negarte?!- siguió burlándose hiriente, Helena lo miraba cada vez más y más irritada
-No seas tan cínico, no tienes ningún derecho a tratarme así- expuso dolida entre dientes, él volvió a reír burlón
-¡¡Ah, se me olvidaba; perdona!! ¡¡Tú no le niegas nada a tu papaíto, haces lo que él manda y ordena sin rechistar!!- le increpó mordaz, Helena estaba enrojecida de la rabia
-Basta Joseph- intervino afligida nana entre sollozos, él miró desconcertado a la mujer- no te burles más hijo, porque sí fue obligada aunque no quieras creértelo: mi niña parecía más una condenada a muerte que una radiante novia…- expuso entre lágrimas, Joseph tragó incómodo saliva, estaba arrepentido de su comportamiento; la anciana lo miró fijamente a los ojos- Si no te hubieras ido mi niño, si te hubiera encontrado cuando al fin pudo escapar y vino a buscarte, las cosas hubieran sido muy diferentes- clamó apenada mirándolo terriblemente compungida
-¿Qué quieres decir con eso nana?- indagó sobrecogido por sus palabras
-Déjalo nana, ya he dicho que no vale la pena recordar lo que pasó; que piense lo que quiera y que se burle lo que le venga en gana- expuso drástica retirando bruscamente su mano de entre las de él, Joseph la miró sin comprender- Vámonos nana, se nos hace tarde- aclaró levantándose pero Josh la sujetó suavemente por la muñeca deteniéndola
-No te puedes ir así Leni, aclárame antes eso de que “cuando al fin habías escapado” ¿qué pasó tras mi marcha del rancho Leni? ¿Qué rayos te hizo tu padre?- apremió tajante, pero ella solo le mantuvo la mirada- Explícame qué quiere decir nana con eso ¿Y a qué se refiere al decir si me hubieras encontrado cuando viniste a buscarme, Leni?- repitió incrédulo, ella siguió sin responder, solo lo miraba fijamente a los ojos mientras se le inundaban cada vez más de lágrimas- ¿Cuándo Leni? ¿Cuándo viniste a buscarme y a dónde?- preguntó turbado pero ella no contestó, solo unas lágrimas rodaron silenciosas por sus mejillas- Leni, por Dios te lo pido deja de llorar que sabes que no soporto verte hacerlo y explícame para qué pueda entenderlo- suplicó angustiado y mortificado por aquellas lágrimas que le estaban destrozando el alma
-Tiene razón mi niña, debes hablarle y explicarle todo lo que pasó; así que yo voy a ir haciendo las compras para no retrasarnos- indicó dulcemente nana levantándose de su silla secándose las lágrimas
-No nana, nos vamos juntas; hablar de eso ahora no vale de nada- resolvió Helena levantándose también
 -¡Espera!- la detuvo raudo Joseph levantándose también y sujetándole aún más fuerte la muñeca para evitar que se marchara- Por favor Leni, explícame qué pasó; dime al menos a dónde fuiste a buscarme- imploró acongojado
-A la base naval- murmuró apenas, él abrió los ojos atónito
-Y por qué rayos nadie me dijo que me andabas buscando, Leni...- replicó inquieto. Helena lo miró apesadumbrada a los ojos
-Porque ya no estabas Josh, acababas de irte hacía tres días en el último reemplazo hacía el Vietnam- habló pausada bajando abatida la cabeza
-¡Por Dios bendito!- clamó desolado dejándose caer de nuevo en su silla
-Un día logré escaparme de la férrea vigilancia de mi padre gracias a la ayuda de nana y Rodrigo y vine en tu busca… pero tú acababas de irte… así que regresé y me casaron con Eric como su familia y mi padre habían dispuesto hacía semanas- expuso dolida mirándolo con tanta desconsuelo que a Joseph se le rompió el alma en mil pedazos
-Pero… amor mío… ¿por qué no fuiste con Lupe? Ella te hubiera ayudado hasta mi regreso- expuso desamparado mirándola apesadumbrado
-¡¿Acaso crees que no lo pensé?! ¡¡Cualquier cosa antes de regresar a aquel infierno de cárcel en que se convirtió mi casa, Joseph!! ¡¿Pero dónde?! ¡¿Dime dónde la buscaba, Josh?!- le reclamó impotente y las lágrimas ya corrían incontrolables por sus pálidas mejillas, a él cada vez se le rompía más el corazón- al no dar contigo, pregunté por Ben pero también se había ido… estaba de maniobras en no sé dónde y no regresaba hasta finales de mes; eran dos semanas Joseph ¿a dónde iba yo esas dos semanas hasta su regreso sin apenas dinero ni ropa?- ambos se quedaron mirándose acongojados, él no podía creer lo que estaba oyendo: ella lo había buscado como Lupe le había asegurado cientos de veces que haría así tuviera oportunidad pero no quisiera escucharla; él y su ímpetu, se había apuntado sin pensar al inmediato reemplazo hacia Vietnam. Helena tomó aire profundamente e intentó recomponerse de su tristeza- así que regresé a casa y ahora ya no tiene remedio- expuso desolada y, lentamente, se soltó del amarre de Joseph que seguía mirándola desamparado y abatido- ahora soy una mujer casada y nada se puede hacer…
 -¿Acaso no eres feliz Leni? Pues todo tiene arreglo amor mío, hablemos- habló desesperado intentando detenerla de nuevo pero ella esquivó su mano que pretendía sujetarla otra vez
-No Joseph; ni soy feliz ni tiene arreglo… Y no me llames más así, recuerda que ahora soy una mujer casada… Adiós, me encantó volver a verte y encontrarte tan bien, espero que tú sí logres ser feliz; vámonos ya nana- resolvió decidida y, ante la mirada atónita de Joseph, ambas salieron de la cafetería con paso decidido desapareciendo calle abajo.
-Leni, amor mío- murmuró afligido y sus mejillas también se humedecieron de lágrimas
Durante el camino de regreso a casa, no decían nada. Nana observaba desolada como su querida niña lloraba en silencio con la mirada perdida por la ventanilla. Rodrigo también la miraba extrañado por el espejo retrovisor pero no preguntó nada
-Mi niña…- habló melosa al fin nana mirando a su pequeña esperanzada
-Calla nana, no digas nada por favor te lo pido- le cortó tajante Helena sin apartar su mirada del paisaje que recorrían
-Tiene razón corazón, hay solución para todo… Habla con él, seguro que te puede ayudar y se ve que quiere hacerlo, se ve que aún te quiere mi cielito- insistió a pesar de su mandato
-¡¿Quieres callarte nana?!- le increpó furiosa mirando nerviosa a los ojos de Rodrigo a través del espejo retrovisor que seguía observándolas, él los apartó de inmediato
-¿Por Rodrigo?¡¡No te preocupes cielito!! El no dirá nada; te quiere mucho mi niña y nunca te perjudicaría, hablamos a menudo y él está sufriendo tanto como yo viéndote tan triste siempre ¿verdad, Rodrigo?- afirmó la mujer
 -Sí, señorita Helena; y si puedo ayudarla en algo para apartarla de tanto sufrimiento, no dude en contar conmigo- aseguró rotundo, Helena le sonrió agradecida
-Ve a verlo mi ángel, no desperdicies tu vida con quien no vale la pena y sé feliz de una puñetera vez- expuso decidida
-¿A dónde nana? El cerro está plagado de casas nuevas… ¿cuál es la de él?- sollozó asolada, Marta la miró boquiabierta
-¡Santo Dios mi niña! Te creía más espabilada- le reclamó molesta, Helena la miró desconcertada- ¡¿Acaso no dejó bien clarito que por detrás del centro comercial se llega directamente a su casa?! ¡¿Qué más necesitas?! ¡¿Qué te venga a buscar él en expreso?!
-Nana- le reclamó dolida
-Ni nana ni leches, mañana mismo te vas a hablar con él- expuso tajante, Rodrigo sonrió divertido sin apartar su mirada de la carretera
-Pero nana…- volvió a reclamar
-¡Chitón! Mañana y no se hable más- resolvió rotunda y Helena, tomando aire profundamente, se calló de nuevo
Al día siguiente, Rodrigo detuvo el coche en el aparcamiento del centro comercial en la parte más cercana a la colina
-¿Aquí está bien?- indagó ameno
-Sí Rodrigo, perfecto; vamos mi niña, yo te acompaño- resolvió dispuesta nana
-No nana, voy sola; tú mejor quédate con Rodrigo y ve haciendo algunas compras, no podemos llegar a casa con las manos vacías- aclaró resuelta y se bajó decidida del coche.
 Subía acalorada colina arriba. Aquel vestido ceñido y los tacones no eran precisamente los más adecuados para aquella caminata interminable. Se apoyó agotada en uno de los pinos para retomar aliento y observó a su alrededor, estaba todo desolado y solo se oía el rumor del viento entre los árboles y el dulce cantar de los pajarillos. Se quitó los incómodos zapatos y se arremangó el vestido hasta dejar totalmente sus muslos al descubierto prosiguiendo su subida. Al alcanzar al fin el alto del cerro, se encontró ante una hermosa casa blanca de grandes ventanales y tejado de pizarra negra rodeada de una valla blanca de madera. Sus ojos se iluminaron al verlo de espaldas, acuclillado junto a la entrada trasera de la casa, enfrascado en raspillar los restos de pintura del escalón. Estaba arrebatador con aquella simple camiseta blanca marcándole su ancha espalda y sus musculosos brazos. Sintió como aún lo amaba, lo amaba aún más que hace años, y deseó abalanzarse a sus brazos y sentir sus manos acariciándola, sentirse segura a su lado. Buscó una entrada pero en la valla no había puerta.
-Joseph- lo llamó suavemente, él se volvió de inmediato y se quedó mirándola atónito
-Leni- murmuró incrédulo poniéndose en pie sin poder apartar sus ojos de ella, parecía no creer lo que sus ojos estaban viendo y ella sonrió divertida- ¿Qué…? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has venido?- expuso atropelladamente acercándosele muy despacio
-He venido por el bosque, como ayer indicaste, para no perderme- respondió sin poder dejar de sonreír mirándolo tan desconcertado
 -¡¿Sola?! ¡¿Cómo se te ocurre?! ¿Y nana?- le regañó dulcemente, ella rió divertida; además de guapo, tan protector como siempre con ella
-Se quedó haciendo las compras para aprovechar el tiempo ¿puedo pasar?- expuso melosa
-¡Claro!- contestó reaccionando al fin y se acercó más a ella- pero debes dar la vuelta: por aquí no hay entrada- expuso resuelto mirándola encandilado. Era ella, el amor de su vida, y estaba allí; con los zapatos rojos en su mano y el vestido de igual color remangado dejando sus hermosas piernas al descubierto sin ningún reparo, estaba tan sensualmente provocadora, sonrió deleitado
-¿Andar más?- protestó desvalida- ¿Tú cómo entras?
-Yo salto la valla cielo…
-Ah, pues yo también- lo interrumpió decidida y aún se subió más el vestido intentando pasar su pierna por encima de la valla pero no fue capaz, intentó sortearla de nuevo sin resultado; él rió divertido y ella lo miró desenfadada- ¿qué? ¿Te vas a quedar ahí de pasmarote riéndote de mí o me vas a ayudar?- le reclamó desenvuelta; él soltó una sonora carcajada
-Ven aquí loquita mía- expuso alegre y, tomándola por la cintura, la elevó por encima de la valla con una facilidad asombrosa, como si apenas fuera esfuerzo para él. Pero no la devolvió al suelo. La mantuvo entre sus brazos mientras se miraban a los ojos intensamente; ambos deseaban tremendamente besarse pero ninguno se decidía a dar el paso- ¿A qué has venido Leni? ¿No decías que ya no valía la pena?- le preguntó apenas en un susurro
-He venido a…- murmuró apagadamente sin poder continuar hablando; se estaba ahogando de la excitación que le provocaba estar entre sus brazos, sintiendo sus manos rodeándole la cintura aprisionándola contra su duro y musculoso cuerpo, su boca tan cercana y atrayentemente deliciosa la estaban acalorando
-¿A?- repitió él instándola a seguir hablando, a ambos los ojos les centelleaban de pasión y deseo -A…- volvió a murmurar y de nuevo calló, él entrecerró los ojos mirándola insistente- ¡¡Oh, que Dios me perdone por lo que voy a hacer pero no lo aguanto más!!- expuso de repente desaforada y rodeándole el cuello con sus brazos, lo besó ardiente. El aún la aprisionó más contra su cuerpo y se besaron apasionadamente. Deleitándose en recorrer la intimidad de sus bocas, saboreándose gustosos sentían como su excitación aumentaba desaforadamente
-Oh Leni… mi Leni- murmuró embelesado sin dejar de saborear aquella deliciosa boca que tanto había codiciado y soñado con volver a besar todos aquellos años mientras la oprimía deseoso contra su cuerpo
-Hazme el amor Josh, deseo ser tuya por fin- expuso excitada Helena
-Leni…- murmuró contrariado
 -¡Oh por Dios te lo pido: no digas nada o me arrepentiré!- le interrumpió apremiante hundiendo sus dedos entre su muy recortado pelo aprisionando aún más su boca contra la de ella. Joseph no dijo nada más; llevándola entre sus brazos, entró en la casa sin dejar de besarse desenfrenados, subió las escaleras llevándosela a su dormitorio. Allí la dejó resbalar muy suavemente por su cuerpo hasta que tocó el suelo y la miró fijamente
 -Leni… piénsalo cielo, esto no está bien- murmuró indeciso
 -Cállate ¿quieres?- instó rotunda y, retirándole la camiseta, volvió a besarlo ardiente mientras acariciaba deseosa su espalda desnuda sintiendo los rígidos músculos y su cálida piel en sus manos que ardían a su contacto. Él la siguió, le bajó la cremallera del vestido y, muy despacio, le retiró los tirantes de los hombros deslizándolo hacia el suelo; se alejó levemente para deleitarse en contemplar aquel hermoso cuerpo que se le mostraba desnudo con solo unas ligeras braguitas blancas de encaje. La miró a los ojos sonriendo dichoso y ella también sonrió desabrochándole los vaqueros sin retirar su mirada de aquello dulces ojos grises que la acariciaban con tanta ternura como lo hacían sus manos, los deslizó al suelo junto a su vestido mientras él acarició delicadamente sus hombros bajando por la espalda acercándolas a sus costados y acarició levemente con sus pulgares sus pezones. La respiración de Helena era acelerada y con la delicada caricia en sus pechos gimió suavemente. Joseph siguió bajando sus manos en la suave caricia y le retiró muy despacio sus braguitas dejándolas caer al suelo. Volvió a deleitarse en observar aquel cuerpo completamente desnudo
-Eres preciosa mi vida- declaró apasionado, ella sonrió complacida de sus dulces palabras. Regresó a su boca y, besándose pausadamente, la llevó sobre la cama y la cubrió con su cuerpo. Lo recorrió con sus labios saboreando aquella maravilla de piel que sabía a gloria oyéndola gemir de deseo a cada roce de sus labios en su piel. Retornando muy despacio a sus labios preparándose para embestirla
-No me hagas daño Josh, por favor- suplicó temerosa intuyendo que llegara el momento, él la miró confundido
-¿Por qué me dices eso amor? Nunca te haría daño mi vida- declaró desconcertado, ella sonrió relajada
-Lo sé mi cielo, no sé porque dije tal cosa- le murmuró melosa y lo besó amorosa en los labios
Muy delicadamente y sin dejar de mirarse a los ojos intensamente, la penetró. Helena gimió complacida arqueando su espalda ofreciéndose por completo a él. La entrega era total e increíble en ellos. Joseph era tan atento y tierno haciéndole el amor que aquello era mucho más de lo Helena se hubiera imaginado nunca: era maravilloso, fastuoso. Sentirlo dentro, regio y poderoso, era encantador. Una delicia de sensaciones que le ponían  a flor de piel un cúmulo de sentimientos queriendo conferirlos todos a la vez en cada embiste, caricia o beso que se entregaban. Fue un acto tan sensible y esmerado pero tan cargado de pasión y amor que era indescriptible, intentar explicarlo con palabras era imposible. Aquella entrega pausada y llena de delicia los llevó a una desmedida carga de frenesí que los devoraba por dentro. Envuelta en un frenético delirio, Helena se aferró vigorosamente a la colcha con ímpetu esperando que, aquella grandeza que se acumulaba ansiosa en sus entrañas, estallara incontrolable. Joseph acarició muy dulcemente sus brazos alcanzando sus férreas manos sobre la colcha y se las soltó entrelazando sus manos a las de ella al tiempo que la besó impetuoso acelerando sus acometidas en busca de esa ansiada culminación que él también deseaba alcanzar llegando ambos a un clímax furibundo que los hizo sentir rozar el cielo. Acabado el delirante éxtasis, se miraron complacidos y se sonrieron felices. Helena, llena de amor y encandilada, lo besó apasionada mientras él se recostaba a su lado tomándola entre sus brazos
-¡Fue maravilloso, extraordinario mi amor! Nunca me hubiese imaginado que podría ser así- declaró extasiada; él rió deleitado oprimiéndola tierno contra su cuerpo y la besó amoroso en la sien
-Ni que fuera tu primera vez amor- expuso lleno de ternura, el silencio que ella mantuvo lo desconcertó; le elevó dulcemente el mentón para verla a los ojos y la descubrió con ellos inundados de lágrimas- ¡¡Ey, mi vida!! ¡Qué pasó? ¿Acaso dije algo que te molestó?- expuso sobrecogido
-No, nada, soy una tonta; no me hagas caso- contestó intentando sonreír secándose una traicionera lágrima que resbaló por su mejilla y lo besó amorosa en los labios
 -¿No estarás pensando que he hecho ese comentario porque me importa que no sea tu primera vez?- instó preocupado, ella volvió a sonreír
-No, claro que no; eres demasiado hombre para reprocharme nada- expuso convencida, él le sonrió aunque se quedó preocupado ante su reacción mirándola confundido y a su mente regresó su voz temerosa pidiéndole por favor que no le hiciera daño, su rostro se volvió serio mirándola desconfiado. Ella, inquieta por aquella mirada inquisitiva, volvió a besarlo en los labios suavemente- ¿dónde está el baño?- intentó huir levantándose pero él la detuvo atrapándola entre sus brazos de nuevo
-¿Qué está pasando en tu casa Leni?- inquirió rotundo, ella apretó nerviosa sus labios
 -Nada- contestó rauda
-¡No me digas que nada!- bramó irritado- ¡tú comportamiento no es normal Leni, y quiero saber que rayos está pasando!
 -¡¡Nada!!- volvió a repetir molesta pero él seguía mirándola inquisitivamente, Helena se deshizo de su abrazo y se sentó al borde de la cama dándole la espalda para evitar aquella mirada que le dolía
-Dime que te está pasando amor- imploró afligido acariciándole la espalda, ella volvió la cabeza mirándolo desolada; volvía a tener los ojos llorosos- Leni, mi ángel ¿qué pasa?
-¿Qué quieres que te cuente?- sollozo derrotada- ¿qué no soporto la cercanía de Eric y mucho menos que me toque? ¿Qué evité cuanto pude lo inevitable pero al final tomó lo que le pertenecía por ley? ¿Qué lo toma cuando quiere sin importarle para nada lo que yo sienta? ¿Eso es lo que quieres que te cuente?- sollozó afligida
-¡¿Ese desgraciado te está forzando?!- expuso él mirándola anonadado, ella volvió a darle la espalda- ¡¿Es eso lo que me estás diciendo Leni?! ¡¿Qué ese desgraciado te obliga a tener relaciones?!- insistió sentándose en la cama e intentó voltearla sujetándola suavemente por el hombro pero ella se resistió a mirarlo, percibió que estaba llorando- ¡¡Grandísimo hijo de puta!!- explosionó furioso levantándose de la cama- ¡¡Mal nacido, poco hombre!! ¡¡Si lo cojo lo mato!!- siguió despotricando fuera de sí, Helena lo miró de soslayo- ¡¿Y el desgraciado de tu padre se lo permite?!- bramó enfurecido
-Ni él ni nana se imaginan el infierno que estoy pasando, Josh; prefiero callármelo… ellos solo saben de las discusiones que inevitablemente a veces oyen; y eso ya es motivo de discusión entre él y nana pues mi padre repite siempre que todo sería más sencillo si nana me hace aprender de una vez cuales son las obligaciones de una esposa…- los defendió amorosa mirándolo, allí de pie, tan furioso que su rostro enrojeciera y completamente desnudo… empezó a esbozar una sonrisa despacio pero, sin poder evitarlo, rompió a reír divertida; él la miró confundido
-¡¿De qué rayos te ríes?!- le increpó fastidiado, ella aún rió más fuerte
-¿Sabes que eres el primer hombre que veo desnudo?- expuso cándida, Joseph la miró descolocado; ella rompió a reír a carcajadas- ¿Y qué te ves muy ridículo así? ¿Gritando como un poseso con todo eso colgando?- añadió burlona sin poder dejar de reír, él la miró desconcertado unos segundos y de inmediato también esbozó una sonrisa
-¡Serás…! ¡Espera ahí, te vas a enterar!- la amenazó juguetón intentando alcanzarla por encima de la cama pero ella, soltando un gritito jocoso, se escabulló escapando del cuarto- ¡¡Espera que te coja!!- la amenazó persiguiéndola por el pasillo; reían alegres mientras intentaba alcanzarla, ella se escabullía ágil dando grititos escaleras abajo siendo perseguida por un divertido y pletórico de felicidad Josh.

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